julio 01, 2006

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La tan esperada democracia

Alejandro Martí García
Reforma

Este domingo estamos llamados a escribir un capítulo más en la vida política de nuestro país. Ha quedado claro que somos muchos los que vemos con optimismo el camino de la pluralidad y la libertad.

Como mexicano mi mayor interés es que mi país prospere y que cualquier gobierno se constituya para servir a sus ciudadanos con el fin de que todos podamos vivir en paz, prosperar, tener libertades, invertir con seguridad y acabar con la corrupción. Por eso, creo firmemente que la democracia es el mejor camino para lograr este objetivo.

En el año 2000 logramos lo que muchos nunca pensaron: llegar a un gobierno de transición y emprender el largo camino hacia un gobierno y un pueblo plenamente democráticos. En el 2006 no podemos retroceder, aspiramos a más. Exigimos un proceso limpio, veraz y confiable para que, gane quien gane, los resultados sean acatados y el día 3 de julio podamos en la concordia iniciar una nueva etapa de progreso democrático.

Asumamos este proceso electoral como un momento histórico lleno de esperanza. Pero también como un aprendizaje que nos deja enseñanzas importantes. Nadie podrá negar que prevalecieron deficiencias y desviaciones que deberán corregirse. Por lo pronto, es fundamental acortar los tiempos de campaña y el presupuesto asignado. Elecciones tan largas y tan caras no benefician a nadie y provocan desencuentros y divisiones innecesarias.

Hoy no podemos ni tan siquiera pensar en manipuleos, fraudes o irregularidades porque tenemos una institución electoral de la mayor confianza y con los medios técnicos, profesionales, científicos y legales para darle a las elecciones un marco de transparencia y credibilidad.

Lo importante es que la sociedad esté madura y sepa diferenciar y reconocer lo que le conviene de cada plataforma electoral y de los atributos de cada candidato. Finalmente, es el pueblo el que decide y lo que quiere es la suficiente madurez, serenidad y que nuestros gobernantes consideren por encima de cualquier interés partidario a México y a los mexicanos.

Los mexicanos fuimos testigos de descalificaciones, golpes bajos, promesas irresponsables, acusaciones e insultos. Esto provocó un ambiente de crispación que entorpece gravemente el desarrollo de México. Perdimos una valiosa oportunidad para profundizar en las ideas, las propuestas y los proyectos.

A pocos días de la jornada electoral ha llegado el momento de evaluar de manera objetiva los méritos y las debilidades de cada uno de los candidatos a la Presidencia de la República. Los electores habremos de ejercer el poder superior que nos da la democracia: ejercer el voto ciudadano. Hagámoslo en plena libertad y con la confianza de que nuestra decisión mayoritaria será respetada.

México ha avanzado mucho en la organización de elecciones limpias y transparentes. El Instituto Federal Electoral cuenta con la confianza ciudadana y estoy seguro de que habrá de honrarla. Tenemos un Tribunal Federal Electoral profesional y que sabrá actuar con imparcialidad y rectitud. Además, hay que resaltar el compromiso que todos los candidatos han manifestado de respetar los resultados.

Tengo mucha esperanza y optimismo en que quien resulte el Presidente electo entienda su papel de mandatario y convoque a un pacto nacional de conciliación y desarrollo para que todos los sectores del país trabajadores, empresarios y organizaciones de la sociedad civil tracemos los compromisos de trabajos y comprometamos esfuerzos concretos en la búsqueda de objetivos muy claros como el fortalecimiento de nuestras instituciones democráticas a un menor costo social, un sistema fiscal que amplíe la base tributaria, salud, crecimiento, bienestar y educación de nuestra sociedad y un sistema de seguridad pública y justicia.

Como empresarios y actores fundamentales del proceso económico tenemos que redoblar esfuerzos para generar empleos, sin dejar de exigir a nuestros gobernantes el contar con la estabilidad económica y el marco jurídico que dé certidumbre y confianza a los inversionistas porque todos queremos un México más fortalecido, más independiente y con más capacidad para responder a los retos de una economía global que exige competitividad y certidumbre.

A partir del 3 de julio es nuestra responsabilidad apoyar a quien la sociedad haya elegido como presidente de México. Será el momento dejar atrás el encono y la descalificación. Será el momento de unirnos para que, con la participación de todos los sectores, construyamos un proyecto de nación incluyente, capaz de fortalecer el mercado interno y superar las graves desigualdades sociales que todavía prevalecen.

Como un ciudadano más, tengo plena confianza en la madurez de los partidos políticos, de las organizaciones sociales, de los diferentes grupos empresariales y, sobre todo, del pueblo de México. Afrontemos los nuevos tiempos que vienen con optimismo, sin temores y con el compromiso de trabajar en paz, con entusiasmo y decididos a fomentar una verdadera cultura de honestidad, orgullo y amor a México.

Los empresarios del país, como principales promotores de la actividad económica, no podemos estar exentos de este compromiso. Por el contrario, estamos llamados a redoblar esfuerzos en la generación de empleos, en la construcción de una cultura de eficiencia en la producción y una cultura de mejores condiciones para quienes integran nuestras empresas. Debemos ser los primeros en proponer compromisos y acudir con entusiasmo a los llamados que, por el bien de todos, haga el próximo presidente de México. Es por nuestro país. Es por el presente y el futuro de nuestra nación.


El autor es empresario.