Carlos Marín
Asalto a la razón
Milenio
Se consumó ayer la indeseable reforma electoral que hace trizas la independencia del IFE y (viva el machismo) que reprime los derechos humanos y políticos de las mujeres.
Ni paridad ni alternancia de sexos en los órganos electorales, en las estructuras partidarias, en las candidaturas, en las cámaras legislativas o en los órganos de participación ciudadana.
Tampoco siquiera el cien por ciento en la lotería de las postulaciones de representación proporcional.
La principal demanda de las mujeres, ésa de que la Constitución garantice la paridad entre los sexos para que puedan ejercer su derecho a la representación política (como, por cierto, se prevé en los compromisos internacionales aprobados por el Estado mexicano en materia de derechos humanos de las mujeres), no fue tomada en cuenta por el despreciativo “pacto de caballeros” que fraguó la trinca PeReDePRIAN: excluyente, misógino, miope de las desigualdades de género, patriarcal, sexista, insensible y, sobre todo, antidemocrático.