Emilio Zebadúaemilio.zebadua@hotmail.com
La Crónica de hoy
En la actual coyuntura nos encontramos ante un difícil panorama en el país, pero también con un gran espacio que ofrece la oportunidad para reformar nuestro sistema educativo, un asunto en el cual la sociedad en su conjunto considera indispensable para que México pueda pasar a una nueva etapa en el siglo XXI. Pero para hacerlo, como sucede en toda gran reforma, en la instrumentación de la Alianza por la Calidad de la Educación han aflorado problemas, resistencias, burocratismos y dificultades, que seguramente serán resueltas para avanzar en la modernización del sistema educativo.
Desde esta perspectiva, las acciones de fuerza asumida por un grupo minoritario de maestros en Morelos para protestar por razones políticas, respecto a lo que es uno de los proyectos de reforma más importantes para el país, transitan en sentido inverso a lo que la amplia mayoría de los maestros ha manifestado: elevar la calidad educativa para su propio beneficio y el de sus alumnos, en lo que se puede traducir como una apuesta, bajo su dirigencia nacional, para avanzar en los niveles de la educación como país.
EL CASO MORELOS
Lo que hemos visto en el caso de Morelos, es un proceso de negociación un tanto accidentado, en donde los problemas de gobernabilidad, de política interna y partidista en la entidad, se han confundido con una negociación que debió de haberse mantenido estrictamente dentro del marco de la Alianza, porque si las protestas en realidad fueran en contra del acuerdo, la pregunta a las maestras y maestros de Morelos es si a lo que se oponen es a que el gobierno morelense y el gobierno federal —por medio de la Secretaría de Educación Pública (SEP)— inviertan recursos en las instalaciones educativas de Morelos, o bien, a que se asignen recursos para capacitar a los docentes en nuevos conocimientos, elementales para enfrentar los retos y desafíos de una educación moderna que ya se tienen en el estado y en el país en general.
Lo que se registra en Morelos es un movimiento político alimentado por algunos actores claramente identificados, que ha intervenido sin que haya claridad en sus propósitos en un conflicto que aparentemente se restringía al tema educativo y sin embargo éste se ha desbordado hacia un escenario eminentemente político. Lo esperable es que esa negociación se resuelva por separado en lo que corresponde a las demandas políticas en lo general y, en lo particular, lo que corresponde a la Alianza porque hasta el momento el movimiento disidente no ha planteado alternativa alguna para elevar la calidad educativa.
La Alianza, entonces, tiene que ir porque es un proyecto por donde se le quiera ver, que trasciende por mucho las protestas de algunos dirigentes, o líderes políticos, dentro o fuera del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Como es sabido, la mayoría de las maestras y maestros están a favor de elevar la calidad educativa, mediante un acuerdo que los fortalece como trabajadores y profesionistas para poder llevar a cabo las tareas que hoy demanda no sólo el mundo globalizado sino el entorno en el que sus alumnos ya son parte activa.
Y desde esta perspectiva, resulta vital que la SEP —como autoridad encargada de instrumentar este acuerdo educativo— informe adecuadamente, con exactitud y de manera permanente los contenidos y los alcances de la Alianza, como mecanismo ante las dudas y la incertidumbre de los maestros, de que ésta es una reforma que redunda en beneficio del magisterio. El trabajo de información, en especial por tratarse de una reforma estructural del gobierno de Felipe Calderón, es una labor que la SEP no ha hecho, por el contrario, más bien ha enfatizado en elementos que, sacados de contexto, han generado incertidumbre o reacciones adversas por parte de algunos sectores minoritarios de maestros.
La tarea informativa, en efecto, no se puede detener, no es una acción sencilla porque estamos hablando de más de un millón 300 mil maestros distribuidos en todo el país y en el caso coyuntural de Morelos, en efecto, faltó información. Pero es una labor del Estado mexicano porque es una reforma estructural y por lo tanto es deseable que la autoridad educativa, con los recursos y el acceso a los medios de comunicación que tiene, haga un esfuerzo especialmente activo ante la escasa información que circula sobre la Alianza. En síntesis: si es una prioridad del gobierno, si es uno de los grandes proyectos de reforma de la administración de Felipe Calderón, se esperaría mucho más información para el magisterio como para la ciudadanía.
LA GÉNESIS DE LA ALIANZA
Desde hace varios años el debate sobre la educación no sólo se ha generalizado, sino que se ha llegado a la coincidencia de que la calidad de la educación en nuestro país requiere de un impulso significativo. Hoy tenemos mediciones nacionales e internacionales, como las pruebas EXCALE o ENLACE y la prueba internacional PISA, que nos han demostrado objetivamente lo mucho que tenemos que caminar para poder competir —a través de la modernización del sistema educativo— en un mundo globalizado. Se requiere, pues, capacitar adecuadamente a los próximos egresados que se incorporarán al mercado de trabajo, para lo cual se necesita contar con capacidades en matemáticas, lengua, tecnología y otros idiomas.
Con base en ese consenso, a la necesidad de impulsar la calidad educativa, muchos actores de la sociedad en México y a nivel internacional, durante los últimos meses o años, impulsaron la idea de concretizar una reforma estructural del sistema educativa, que modifique los componentes más importantes de nuestro modelo educativo.
Uno de esos actores ha sido el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), que durante muchos meses, desde finales de la administración de Vicente Fox por lo menos y desde el primer día de la actual administración, llevó a cabo consultas en los municipios, delegaciones sindicales, en los estados para desembocar en un Congreso Nacional que se llevó a cabo hace más de un año, en donde se plasmaron propuestas de reforma por parte del magisterio que vinieron a abonar las iniciativas de otros sectores de la sociedad. Muchas de ellas quedaron plasmadas en la Alianza, signada el 15 de mayo pasado por el Ejecutivo federal, Felipe Calderón y la presidenta nacional del SNTE, Elba Esther Gordillo, la cual posteriormente fue ratificado por la mayoría de los gobiernos de los estados.
LOS RIESGOS PARA LA GOBERNABILIDAD
Hoy en día estamos atravesando un momento histórico muy problemático con enormes riesgos para la gobernabilidad y el desarrollo del país, en donde la clase política como los gobiernos en todos lo niveles y la misma sociedad civil organizada, enfrentamos el desafío de poner en orden a nuestras instituciones, se requiere del diseño de una propuesta de nación para afrontar retos —por demás— disímbolos pero que están convergiendo para poner en jaque el desarrollo democrático que hasta hace poco parecía algo ganado por los ciudadanos.
Ante la amenaza que la delincuencia organizada y la violencia ha generado en el país, se requiere —además— sortear los problemas de desarrollo económico estructural con reformas que nos permitan crecer manteniendo la estabilidad macroeconómica, pero a la vez requerimos cambios sociales en nuestro ámbito cultural y educativo, como la reforma educativa que está reflejada en la Alianza por la Calidad Educativa, porque si no avanzamos en esas vertientes corremos el riesgo de estancarnos o, en el peor de los casos, quedaremos expuestos inexorablemente a un deterioro cada vez más acentuado de lo que hasta hace poco parecía que nos aseguraba un tejido social e institucional muy sólido.
ALREDEDOR DEL PAÍS EN LOS CAMINOS DE CHIAPAS.- En los altos círculos de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes causó revuelo y sorpresa el tono de las declaraciones del gobernador de Chiapas, Juan Sabines, en el sentido de que esta dependencia “trata como tontos a los chiapanecos”. Esto en relación a los fondos que presumiblemente se asignarían para proyectos carreteros en la entidad, como el proyecto carretero San Cristóbal de las Casas-Palenque.
CULTURA FINANCIERA.- El secretario de Hacienda, Agustín Carstens, achacó parte de la crisis financiera por la que atraviesa Estados Unidos a la falta de una educación financiera, en virtud de que las familias estadunidenses se endeudaron por encima de su capacidad de pago. Como es bien sabido, la cultura financiera en nuestro país es literalmente inexistente, acaso ahora que en este ciclo escolar 2008-2009 la SEP introdujo temas para que los alumnos de educación básica reciban clases en torno a cinco ejes temáticos: ahorro, planeación, bienestar, competitividad y educación para el desarrollo integral. Por lo demás, está claro que nuestro sistema financiero es uno de los más pequeños en el concierto mundial en términos de penetración y acceso en la población (20 por ciento), por debajo de países como Colombia o Chile (60 por ciento), por no señalar a nuestros socios comerciales del TLC, Estados Unidos y Canadá, con porcentajes por encima del 80 por ciento. El desarrollo del sistema financiero, pues, está muy lejos de favorecer el crecimiento económico como factor indispensable para reducir los índices de pobreza que padece gran parte de la población en el país. A propósito de la cultura financiera AZ Revista de Educación y Cultura en su edición de octubre dedica su tema principal a este nodal asunto en el desarrollo económico del país.
CIENCIA Y TECNOLOGÍA.- Sin lugar a dudas en el mundo priva un consenso unánime en el sentido de que la sustentabilidad de una economía moderna, de alta competitividad, radica en gran medida en la formación de sus recursos humanos dentro de un —precisamente— sistema educativo de calidad, pero que a la vez reposa sobre esa mancuerna vital para el crecimiento económico y la productividad de una nación: la ciencia y la tecnología. ¿Inquietante? Absolutamente, porque México ocupa el penúltimo lugar en ese rubro entre los países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Según se dio a conocer en la Semana de la Ciencia, Tecnología e Innovación nuestro país sólo destina 0.5 por ciento del PIB para el desarrollo de la ciencia, cuando en países como Brasil o India asignan más de 1 por ciento. Este rezago, derivado de una inexistente cultura de la innovación que articule a las instituciones de educación superior con el sector productivo, no hace más que acentuar la brecha tecnológica existente del país en relación a sus socios y competidores en el mercado.