mayo 09, 2008

"El niño Dios te escrituró un establo y los veneros de petróleo el diablo' por Paco Calderón

El Comandante en Jefe y el terrorismo

Ciro Góme Leyva
La vida en breve
Milenio

Se está viviendo el que podría ser el momento más oscuro en el año y medio de guerra contra la adaptación mexicana del terrorismo: el crimen organizado asociado al narcotráfico. Las cosas por su nombre: es una guerra contra grupos terroristas.

La escandalosa cifra de víctimas de los últimos días, incluido el comisionado de Seguridad Regional de la PFP y ex director de Secuestros de la AFI, Edgar Millán, un buen policía ejecutado ayer en el centro de la Ciudad de México de ocho balazos, tres de ellos en el rostro, ha servido, entre otras cosas, para estimular el sentimiento de terror. De impotencia: el enemigo está en todas partes, es invencible.

Quizá sea así, quizá el Ejército y las policías federales estén perdiendo demasiadas batallas y demasiado terreno. Pero quizá podría tratarse, también, de acciones defensivas de los grupos terroristas tocados por 18 meses de fuego y persecución.

Como sea, es hora de levantar la moral de la tropa y de la sociedad. De aprovechar lo que expresó hace unos días el presidente de la tantas veces reacia Comisión Nacional de los Derechos Humanos, José Luis Soberanes: dado el estado de las cosas, sería un suicidio regresar al Ejército a los cuarteles.

El Comandante en Jefe, Felipe Calderón, trazó una estrategia y advirtió de una guerra costosa, sangrienta y larga. El Ejército, las policías, los ciudadanos necesitan que les vuelvan a decir que la guerra es justa, inevitable y que se puede ganar, se va a ganar. La lucha contra el terrorismo requiere más que nunca de un líder que se agigante. De alguien que, sobre todo, sepa qué decir en esta circunstancia.

La narrativa nacional no puede quedar en manos de terroristas.

Justicia inmanente

Héctor Aguilar Camín
Día con día
Milenio

Nada tan paradójico en el derrotero de la izquierda mexicana como su falta de lealtad a las reglas que le han dado todo lo que tiene, las reglas de la democracia.

De ninguna estrategia política ha obtenido tanto la izquierda como de las instituciones democráticas que la han llevado de la clandestinidad grupuscular de los años setenta a ser la segunda fuerza electoral del país en el año 2006.

La democracia le ha dado a la izquierda la preferencia de millones de votantes, el gobierno de la Ciudad de México y de otros cuatro estados de la República. En 2006 estuvo a punto de darle la Presidencia.

Pero a nada ha dedicado la izquierda esfuerzos tan concentrados como a cuestionar los veredictos de la democracia, y a obstruir y desacreditar el funcionamiento de las instituciones derivadas de ella.

La crisis electoral del PRD muestra como en una prueba de laboratorio que la deslealtad de esa izquierda con la democracia es pareja: se ejerce fuera y dentro de casa.

En ningún sitio se han hecho tan presentes los vicios que el PRD denunció, sin probar, en la elección presidencial de 2006, como en la elección interna de la presidencia del PRD.

Ahí lo vimos todo: consigna oficial a favor de un candidato, manipulación del programa de resultados preliminares, declaración anticipada de ganador, fraude a la antigüita, compra e inducción de votos, parcialidad de las instancias encargadas de la elección.

Al final, se hizo evidente que la parálisis del proceso no era sólo por la batalla cerrada entre dos candidaturas, sino entre dos maneras de hacer trampa. Los candidatos exigían que se aplicara el procedimiento que favorecía el conteo de sus trampas, y ahí se estancó el proceso.

Antier, el Tribunal Federal Electoral terminó ordenando al PRD lo obvio: que cuenten todos los votos y limpien luego la elección con los propios procedimientos de impugnación previstos en sus estatutos. Es decir, que cumplan sus estatutos, las reglas democráticas que ellos mismos se han dado.

El pleito ha sido extraordinariamente caro para el PRD y quizá no muestra aún todos sus costos. Puede decirse entonces que nada le ha dando tanto al PRD como las reglas democráticas y nada le va quitando tanto como su deslealtad a esas reglas.

El juego contra las reglas y las instituciones democráticas ha sido catastrófico para el PRD. Hay cierta justicia inmanente en esto: un castigo democrático proporcional a la deslealtad democrática ejercida dentro y fuera de las propias filas.

El quitarrisas

Francisco Garfias
Arsenal
exonline.com

A Andrés Manuel López Obrador le aplicaron el quitarrisas. No tiene asegurado su maximato en la presidencia nacional del PRD. El TEPJF desconoció el resolutivo de la Comisión de Garantías y Vigilancia del PRD, controlada por seguidores del legítimo, que otorgaba a Alejandro Encinas el triunfo en la elección interna, con apenas 83% de los votos computados. Le ordenó contar 100% de los sufragios.

¿Al diablo con las instituciones?

Dos a uno a que ni así se sumará a la propuesta que hizo ayer Cuauhtémoc Cárdenas a los ex presidentes del PRD, en un intento más por superar la megacrisis interna, de hacer un llamado conjunto a Ortega y Encinas para que renuncien a sus posibilidades de ejercer los cargos para los que contendieron en la elección.

¡Él, Andrés Manuel, es el movimiento!

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Este reportero le solicitó a Javier González Garza que hiciera un balance de la polémica gestión de Ruth Zavaleta como presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados. “Ya sé qué es lo que quieres”, especuló El Güero, en tono de contraofensiva. ¿Y qué es lo que quiero?, pregunté.

El coordinador de los diputados del PRD insinuó que el objetivo de la pregunta era explotar las diferencias que provocaba el comportamiento de Zavaleta en el interior de la bancada que él comanda.

Le insistí en que lo único que había pedido era una opinión del coordinador de los diputados sobre la gestión de Zavaleta. El Güero descalificó entonces el trabajo de la presidenta de la Mesa Directiva. Alegó que su comportamiento no fue institucional.

Y fue al detalle: “Se votaba una ley lesiva para el país (la de crédito hipotecario). El PRD decidió que no se votara. En el salón de sesiones no se encontraban presentes 251 diputados. Pasados los cinco minutos reglamentarios (para cerrar la votación), no había quórum. Ruth decidió entonces dar otros dos minutos. Es un asunto fuera de reglamento”, dijo.

* * *

González Garza, por cierto, comió tête-à-tête con Carlos Navarrete en el restaurante Los Girasoles, junto al Senado de la República. Charlaban solitos, sin testigos ni oídos indiscretos. Me acerqué para solicitarle al coordinador de los senadores del PRD una charla off the record (fuera de grabadora) cuando tuviera tiempo. Quería escuchar su punto de vista sobre lo que sucede en su partido

“Dentro de unas semanas…”, repuso, sobrado. ¿Ya también eres vedette?, reviré, sorprendido. “Tengo muchos fierros en la lumbre. Por ahora necesito ver y no decir”, señaló. Pero también necesitas explicar, insistí. La respuesta volvió a ser: “No”. Me acordé entonces del clásico López-Dóriga: “El poder los iguala…” Yo agregaría: “Y revela su verdadera dimensión…”

* * *

Los legisladores defeños de Nueva Izquierda, amenazados por la purga obradoriana, dieron respuesta al anuncio hecho por Alejandra Barrales, virtual presidenta del PRD-DF, en el sentido de que pedirá que los expulsen del partido por colaborar con el régimen de Felipe Calderón, pero también por aprobar modificaciones al Estatuto de Gobierno del DF que, dice ella, “prohíbe” (¿?) la construcción de una mayoría en la Asamblea Legislativa.

En un documento leído por el senador René Arce, dirigente de Nueva Izquierda en esta capital, los legisladores anuncian que no acudirán a la sesión del consejo estatal del PRD-DF. “Que disfruten su fiesta patibularia; que saquen sus hachas, que sigan alegando falsas violaciones a los estatutos; que saquen toda la espuma que quieran por la boca; que rememoren a Stalin y a Pol Pot, que prohíban a los militantes llamarse Jesús y, ya encarrerados, que nombren a Alejandro Encinas presidente vitalicio y plenipotenciario del PRD y, si quieren, del PT y Convergencia también…”

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Daniel Hernández, coordinador de asesores de Josefina Vázquez Mota, se ha ganado a pulso el mote de “viceministro”. Toma decisiones, da órdenes a los subsecretarios, él decide quién ve y quién no ve a Josefina Vázquez Mota. El poder que le ha conferido la secretaria ya le ha creado problemas con su círculo de colaboradores. Allí está el ejemplo de Sergio Vela.

Ya trascendió que Roberto Lomelí, secretario particular de Josefina, le ha negado al titular del Conaculta una cita con la secretaria. “Las instrucciones las dio Hernández”, aseguran. Algunos celosos dicen que este personaje tiene literalmente “secuestrada” a la secretaria. ¿Será?

http://panchogarfias.blogspot.com

Un poquito de razón

Raúl Cremoux
Escritor y periodista
El Universal

Paradójico y patético. El que aspiraba merecer el honor de haber sido el mejor presidente de México se ha visto obligado a trabajar durante años en sus libros para justificar, enmendar y realzar sus dichos y hechos, así como para, de modo inequívoco, enjuiciar a sus principales detractores.

A la manera de quienes no tenemos más remedio que recorrer el camino de la denuncia pública, así en su más reciente y voluminosa entrega Carlos Salinas despliega esa aguda y perversa inteligencia que lo llevó a lo más alto para terminar precipitándolo al abismo.

De entre las iniciales numerosas reacciones, un individuo de nombre Luis Sánchez, vocero de la bancada perredista en San Lázaro, afirma que el ex presidente tiene un poco de razón cuando enjuicia a su sucesor “porque tal vez Zedillo sí ayudó a que la reforma electoral del 94 impulsara a quien, sin tener los requisitos legales, llegó al Gobierno del DF”.

En lo que Salinas no hace énfasis, ni parece tener un poquito de razón, es en soslayar que muchas de nuestras calamidades actuales fueron gestadas en su tiempo como supremo gobernante.

La primera y definitiva fue su ascenso al poder. Recordemos que Manuel Bartlett, entonces secretario de Gobernación de Miguel de la Madrid, nos salió con que el sistema de cómputo electoral se había caído. Salinas nunca debió ocupar el lugar que Cuauhtémoc Cárdenas había ganado. Y de ahí en adelante: si bien Joaquín Hernández Galicia (La Quina) fue llevado a la cárcel, ¿por qué no se limpió el sindicato petrolero de raíz para impedir que esa fábrica de corrupción continuara hasta la fecha en que Carlos Romero Deschamps muestra con orgullo la gorda fortuna e impunidad que goza?

El ascenso de Elba Esther Gordillo como el obstáculo mayor para que la educación nacional no pueda desarrollarse fue la innovación con la que Salinas sustituyó a Carlos Jonguitud Barrios del gremio magisterial.

La privatización de empresas públicas tuvo dos momentos alucinantes: la venta de Telmex al modo conveniente de Carlos Slim y la ilimitada entrega de los bancos al capital privado primero y su impulso para, más tarde, permitir la extranjerización de todo el sistema de pagos. Recordemos cómo Guillermo Ortiz Martínez, hoy gobernador del Banco de México, prometía que serían cientos de miles de accionistas mexicanos los que serían dueños de esas instituciones. ¡Los bancos al alcance de todos!

¿Alguien se ha olvidado de que el hermano mayor, Raúl, era mejor conocido como Mister Ten Percent? Todavía hoy se encuentra reclamando más de 100 millones de dólares a la banca suiza a donde fue a depositar esos ahorros. La Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público le abrió las puertas al clero para que hoy sea una fuente rivalizante con el Estado. Como muestra de un poder omnímodo, sus decisiones llevaron a que en su sexenio se dieran 24 mandatarios interinos de diferentes niveles; muchos de ellos sin siquiera ser escuchados.

Y si bien acababa de dejar el cargo, el hecho es que su gobierno auspició que se generara lo que él mismo bautizó como “el error de diciembre” para, con esa magna crisis, sumir a millones de connacionales en la desesperación, la austeridad y la mayor carestía de los tiempos modernos con la ácida cauda del Fobaproa que todavía hoy tiene repercusiones. Los asesinatos de Posadas Ocampo, Ruiz Massieu y Colosio son facturas abiertas, tanto como Chiapas. Cierto, Salinas tiene un poquito de razón y mucho, pero mucho que saldar con la historia.