julio 10, 2008

“Grano en el trasero”

Francisco Garfias
Arsenal
Excélsior

¿De quién sospechas?, preguntamos a Manlio Fabio Beltrones.

-De algún loquito, respondió.

-¿Algún loquito del gobierno?

-Sí, y hay muchos.

Hablábamos, obviamente, del espionaje del que han sido objeto el senador sonorense, su familia y sus colaboradores.

Manlio no da crédito a la versión, difundida desde el gobierno, de que lo espiaron dos agentes de inteligencia que fueron corridos del Cisen. El senador, quien algo sabe de esto, está convencido de que, en la “información basura” que contienen los documentos derivados del espionaje, se aprecia la huella del gobierno federal. Pero aclara: “No he dicho que es el Cisen…”

* * *

Otro tema que el sonorense lleva como “grano en el trasero” es el libro Señal de alerta, advertencia de regresión política en México (Editorial Planeta) que el ex dirigente nacional del PAN, Manuel Espino Barrientos, publicará próximamente. “Versa sobre esa información basura”, asevera, categórico, el senador.

-¿Y como lo sabes?, preguntamos.

-Porque ya lo leí.

Manlio tampoco se traga la especie de que el polémico ex dirigente del PAN se le salió de control al gobierno federal. “Es poco convincente”, puntualiza. Ya encarrerado, dice que a Espino lo llamaron del CEN (del PAN) para que le baje a los agravios, pero contra los hombres del presidente. “Le leyeron la cartilla, por andarse metiendo con el gobierno”, asegura.

En los fragmentos que El Universal publicó del citado libro, el polémico presidente de la Organización Demócrata Cristiana de América acusa a los “capos de Calderón” de haberlo espiado a él también.

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Charlamos con el poderoso senador, apenas abandonó el salón de sesiones en la casona de Xicoténcatl, donde se llevaba a cabo la sesión de la Comisión Permanente. El pleno acababa de aprobar, con 18 votos del PRI, el PRD, el PT y Convergencia, contra 14 del PAN, la solicitud a Calderón para que cese al titular del Cisen, Guillermo Valdés Castellanos.

Valdés contrató a una empresa privada, representada por una militante del PAN, para “espiar”, dicen en la oposición, a los 628 legisladores. El resolutivo aprobado argumenta que ya no tiene la confianza del Congreso.

Beltrones no participó en la votación. No estaba en la lista de asistencia. El senador Cleominio Zoreda Novelo, propietario, votó a favor de la resolución. La presencia en el salón, del coordinador de la bancada del PRI en la Cámara alta, fue únicamente “solidaria”.

-¿Guillermo Valdés se va a caer?, le inquirimos.

-No sé si esté parado, mucho menos si se puede caer, repuso, mordaz.

El sonorense nos hizo notar que la empresa Consultores de Diseños de Estrategias Político-Legislativas, que contrató el Cisen para “espiar” a los legisladores, es una empresa fantasma, de reciente creación, que no tiene teléfono ni razón social.

Antes de desaparecer detrás de la puerta de sus oficinas en Xico, seguido por un cortejo de senadores y colaboradores, el senador del PRI manifestó su “extrañeza” de que Manuel Espino no haya escrito en su libro por qué “lo corrieron” de la oficina de Alcoholes de Ciudad Juárez, Chihuahua. “Cuando lo veas, pregúntale…”, pidió.

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El próximo Consejo Nacional del PAN, originalmente convocado en la Ciudad de México, se llevará a cabo en León, Guanajuato, los días 26 y 27 de julio. Es lo que dice la notificación recibida a principios de semana por los integrantes de ese organismo del azul. ¿Un guiño a El Yunque?

* * *

El periodista Álvaro Delgado, por cierto, nos mandó copia de su libro El Engaño prédica y práctica del PAN (Editorial Grijalbo), en el que documenta el gran viraje que se ha registrado en esa agrupación política, otrora símbolo de lucha contra el sistema de partido de Estado.

“Se extienden las prácticas clientelares, se fomentan campañas sucias, crecen las organizaciones de ultraderecha, se asimila la hemorragia priista, se hace uso del aparato gubernamental para asegurar triunfos, se compran votos, se manipula con la fe, se revientan asambleas, se desvían recursos, se idolatra a Elba Esther Gordillo”, subraya la contraportada del libro.

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El enroque producido en el GDF por la tragedia del News Divine llevará al doctor Armando Ahued Ortega a suplir a Manuel Mondragón y Kalb, proyectado hacia la SSPDF con la salida de Joel Ortega, a convertirse en titular de la Secretaría de Salud en la Ciudad de México.

Ahued, quien no es “médico político” como su predecesor, sino que ha dedicado su vida a la medicina, fungía como subsecretario de Servicios Médicos e Insumos de esa Secretaría, hasta su nombramiento.

Vileza contra Guillermo Valdés

Carlos Marín
cmarin@milenio.com
El asalto a la razón
Milenio

Bastaría el tratamiento que Guillermo Valdés ha dado a la demanda del EPR sobre sus dos desaparecidos para saber que no responde al arquetipo del policía político sepultado por el priato desde que Manuel Bartlett era secretario de Gobernación. Suponer que “espía” para el panato es, nada más, una estupidez.

Cuando el crimen en México y el mundo requiere ser enfrentado con instituciones fortalecidas y servidores eficientes, a los becarios en el Congreso se les ocurre demoler lo que se ha venido construyendo a partir de la creación del Cisen, la Policía Federal Preventiva, el Sistema Nacional de Seguridad y la Agencia Federal de Investigación.

“Espiar” es hoy tan vulgar como cualquier giro negro: la ensalada se prepara con tecnología que puede adquirirse en cualquier mercado de piratería y chismes de Internet y de columnistas.

Que sin la menor evidencia la Comisión Permanente del Congreso de la Unión pida la cabeza de Valdés “por carecer de la confianza de este órgano legislativo”, es promover un servicio lacayuno a la delincuencia.

Manlio vs Guillermo Valdés

Ciro Gómez Leyva
gomezleyva@milenio.com
La historia en breve
Milenio

Dieciocho de 33 legisladores de la Comisión Permanente acaban de votar a favor de que se despida al director del Cisen, Guillermo Valdés, ¡porque no le tienen confianza! Busco al líder de los senadores del PRI, Manlio Fabio Beltrones. Me explica: “Los legisladores están pidiendo la remoción del director del Cisen por haber contratado una empresa que deja mucho que desear para poder hacerse de información del Congreso”.

—¿Mucho que desear a quién? ¿A Pablo Gómez?

—¡Te parecería bien que una empresa que se conforma con dos meses de anticipación sea contratada por el Cisen para hacer acopio de información del Congreso!

—Entonces, ¿no hay que contratar empresas que tengan dos meses de vida?

—No. Hay algunos tipos de actividades del gobierno que son intransferibles y que las debería hacer directamente el gobierno. Si no, para qué tener una subsecretaría de Enlace Legislativo, o una de Desarrollo Político, si ya el Cisen puede contratar a una empresa que tenga relación con la dirigente del PAN en el DF para que haga las investigaciones del Congreso.

—¿Son excluyentes las subsecretarías y la contratación privada?

—Déjame entonces darte la razón —creo que ironiza—: la verdad es que el espíritu privatizador del gobierno actual puede llevarlo mejor a contratar empresas que estén haciendo trabajos que antes hacía el Cisen.

—Estás enojado, Manlio.

—Indignado.

—Enojado.

—¡Bueno! Enojado e indignado, porque creo que este tipo de trabajos sucios (el presunto espionaje en su contra, por el que hoy presentará una denuncia en la PGR contra quien resulte responsable) deberían estar siendo muy ajenos a un gobierno que, por lo menos públicamente, muestra su voluntad permanente de llegar a acuerdos con sus adversarios políticos.

¿Se lo pedirá al Presidente?

Joaquín López-Dóriga
lopezdoriga@milenio.com
En privado
Milenio

Para qué la autocrítica si siempre habrá alguien que se encargue de eso. Florestán

La salida de Joel Ortega de la Secretaría de Seguridad Pública y de Rodolfo Félix Cárdenas de la Procuraduría, crea una oportunidad en dos sentidos: Marcelo Ebrard y Felipe Calderón, en ese orden.

La ventana se abre porque la norma establece que el Presidente de la República es quien designa al secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal, a propuesta, o no, del jefe de Gobierno.

Así ocurrió cuando en agosto de 1998 Ernesto Zedillo nombró al doctor Alejandro Gertz Manero en ese cargo, a propuesta de Cuauhtémoc Cárdenas, el primer jefe de Gobierno electo en el Distrito Federal.

Tres años más tarde, en 2000, Vicente Fox rechazó la propuesta original de Andrés Manuel López Obrador, que le había enviado el nombre de Francisco Garduño, y aceptó la segunda con el de Marcelo Ebrard.

Con Felipe Calderón no hubo confrontación a pesar de la crisis postelectoral, la traumática toma de protesta y el rechazo permanente de Ebrard a reconocerlo como Presidente Constitucional. Le mandó la propuesta de Joel Ortega y así, tal cual, lo designó el Presidente.

Ahora, los cambios llevarán a Ebrard y a Calderón a recorrer ese camino, cuando aquel le proponga el nombre del doctor Manuel Mondragón y Kalb como nuevo secretario de Seguridad Pública, propuesta que, por la calidad personal y profesional de este médico, facilitará la decisión presidencial.

En el caso del procurador capitalino, éste lo nombra el jefe de Gobierno y lo ratifica el Presidente.

El relevo otorga a Ebrard el espacio para replantear una relación rota que, sin tener que tomarse la foto, permita recuperar los espacios que niega y a los que la lógica y el ejercicio de gobierno del Distrito Federal obligaría.

Pero ni veo a Ebrard con el ánimo del acercamiento, ya dijo que de eso se encargará su secretario de Gobierno ni a Calderón con el de complicar el nombramiento, ya indicó que respetará la ley.

Retales

1. AJUSTE.- ¿De verdad el director del CISEN necesita el voto de confianza de la oposición en el Congreso para seguir en el cargo? Lo pregunto porque fue esa mayoría la que promovió y logró, con el voto en contra del PAN, un punto de acuerdo para que el Presidente cese a Guillermo Valdés como director de ese centro federal de inteligencia;

2. ESCÁNDALO.- Es una vergüenza que en la alcaldía panista de Atizapán de Zaragoza, de Gonzalo Alarcón, se haya falsificado una sentencia judicial para obtener un amparo contra el pago del agua. El asunto está en manos de la PGR; y

3. CONFIRMADO.- La discusión de la reforma energética del presidente Calderón será en el próximo período ordinario del Congreso, a partir del 1 de septiembre. Esa será la señal para que los legisladores del FAP vuelvan a tomar las tribunas.

Nos vemos mañana, pero en privado.

Y ahora, el compás de espera…

Yuriria Sierra
Nudo Gordiano
Excélsior

Ahora que rodaron las cabezas en el gobierno capitalino, no sólo estamos a la espera de saber los nombres que se integrarán de manera oficial al equipo de Marcelo Ebrard (ya sabemos que Manuel Mondragón es quien ocupa el mando en la SSP de manera interina y estará allí hasta que Felipe Calderón decida si es, o no, el bueno para el cargo); también aguardamos por la renovación de aquella dependencia pues escuchamos decir al jefe de Gobierno que ese es el nuevo asunto que lo ocupa, obviamente, no sin antes resolver el caso News Divine.

Aunque desde lo ocurrido en la Gustavo A. Madero se escuchaba en resonancia la petición de cesar de su cargo a Joel Ortega (hoy ya cesado, renunciado, dado las gracias o como quieran llamarlo), Marcelo dice ahora que la ausencia de Ortega Cuevas en la SSP no es consecuencia (directa) por los hechos. Según él, era algo que debía ocurrir si lo que se busca es una reforma (¡oh!, palabra causante de tanto conflicto) en materia de seguridad pública en el Distrito Federal.

Esto porque, según el informe presentado por la Comisión de Derechos Humanos del DF, no hay pruebas o señalamientos que lo culpen por lo acontecido. Lo curioso es que la renuncia presentada por Ortega fue anunciada (y evidentemente, aceptada) sin tantos titubeos. RodolfoFélix Cárdenas también había presentado su renuncia, sin emargo, no supimos si era aceptada o no, sino hasta el mismo martes pasado, pero en una segunda conferencia de prensa.

Sobre esto, Ebrard dijo que, a pesar de haberse tardado un poco más, aceptó la renuncia de Félix Cárdenas con la intención de dar paso libre a las investigaciones, o sea, ya con Chíguil, Zayas, Ortega, Félix y demás ex funcionarios fuera, no habría posibilidades de desviar o entorpecer la investigación.

Desde su celda, Zayas ha declarado que le han aconsejado echarle parte de la culpa a Ortega, según él, “para que no me coma solo la culpa”, pero se ha negado porque argumenta que el ex secretario de Seguridad Pública capitalina siempre trabajó para ubicar a la policía en un mejor lugar.

Valdría preguntarnos qué pasará ahora, porque finalmente seguimos en las mismas, los procesos penales a los hasta hoy inculpados dan pequeños avances y sueltan más preguntas. Además, por ocultamiento de información y entorpecimiento de las investigaciones, se deberían abrir varios procesos penales. Aunque también debemos preguntarnos qué debemos esperar. No sólo hablo de la aprobación o la propuesta de un nuevo candidato al frente de la Secretaría de Seguridad Pública y de la Procuraduría capitalinas, sino que de verdad estos movimientos constituyan una estrategia real para resolver este caso y dar con los verdaderos responsables.

Esperamos que no sea una estrategia más, como la famosa comisión investigadora o la expropiación del predio que ocupada el News Divine (y que ahora se va a convertir en un centro de atención para jóvenes) que, finalmente, sólo son trucos para hacer como que se trabaja.

Ebrard tiene ahora su nueva oportunidad de potencializar los hechos en algo a su favor, pero eso dependerá de que las cosas lleguen a su fin y no de meros carpetazos prematuros.

Lo que se va a poner divertido será observar, como lo decíamos ayer, si el titular del Poder Ejecutivo federal le da o no el visto bueno a la propuesta ebrardiana, o mejor se toma su tiempo y un delicioso té verde desde la lejana China y mantiene en ascuas al único mandatario de todos los de la República (perredistas incluidos) que sigue sin reconocerlo como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Desafortunadamente, para Ebrard, la Carta Magna lo obliga a pedir la venia del, sí, presidente Felipe Calderón…

DF: gobernar para todos o para los amigos

Jorge Fernández Menéndez
Razones
Excélsior

Se tardó, quizá demasiado, Marcelo Ebrard, en hacer cambios en Seguridad Pública y la Procuraduría capitalinas y tuvo que hacerlo forzado por las circunstancias: un informe demoledor de la Comisión de Derechos Humanos del DF que, sobre todo contraponiéndolo con la vergonzosa investigación oficial que había presentado apenas el lunes la Procuraduría, ponía de manifiesto, aún más, el círculo de corrupción exhibido por la tragedia del News Divine.

Se tardó Ebrard y ese mal manejo de los tiempos le ha generado costos políticos ineludibles. Ante esa situación, hay quienes han asegurado que, por lo tanto, y llevando la responsabilidad a su máximo nivel, que el jefe de Gobierno debe renunciar. Es un error: no hay elementos que determinen que él haya tenido responsabilidad, incluso esa responsabilidad “ética e ineludible” de la que hablaba Emilio Álvarez Icaza para los titulares de Seguridad Pública, la Procuraduría y la delegación Gustavo A. Madero, responsabilidades que, según el ombudsman, podrían derivar en cargos penales contra ellos y sus subordinados. No es el caso, por lo menos no se vislumbran elementos para ello, con respecto a Marcelo Ebrard.

De todas formas, de lo que no cabe duda es de que el gobierno capitalino está en crisis y el jefe de éste no termina de vislumbrar hacia dónde se dirigirá para salir de ella. La demora de 18 días para renunciar a sus colaboradores demuestra que no se midió la magnitud del descontento ni de la tragedia que se había producido. Pero la crisis es también oportunidad. Y Ebrard, si decide realmente cambiar la forma de entender y ejercer el poder, tiene posibilidades de revertir la situación. Eso va mucho más allá de los reemplazos de Joel Ortega y Rodolfo Félix Cárdenas. En el caso de quien, todo lo indica, será propuesto como nuevo secretario de Seguridad Pública local, Manuel Mondragón y Kalb, no cabe duda que ha sido y es un buen funcionario, que hizo una muy buena labor en Salud, sobre todo comparado con los tristes resultados de su antecesora, Asa Cristina Laurel. Se trata de un político con experiencia en seguridad y con personalidad para ocupar el cargo. Si Ebrard lo propone al presidente Calderón, no debería haber razón alguna para que fuera rechazado. Pero el tema, decíamos, va más allá de los nombres e incluso de las dependencias.

Afirmaba Ebrard que la Secretaría de Seguridad Pública requiere cambios profundos de concepción y operación y que él mismo se ocupará de hacerlo. Está bien, pero, en todo caso, el problema es tan grande que se debe recordar que Marcelo fue secretario de Gobierno y mano derecha durante los años de Manuel Camacho en el DF, con una fuerte capacidad de operación sobre la policía. Luego, con López Obrador, fue secretario de Seguridad Pública, cargo que debió abandonar por la muerte de los policías en Tláhuac. Su reemplazante fue uno de sus hombres de mayor confianza, Joel Ortega, quien se mantuvo en ese cargo desde fines de 2004 hasta ahora. El desempeño personal de Ortega no fue malo, como tampoco el de Ebrard. Pero, en realidad, la policía siguió siendo tan mala como antes. Lo que sucede es que no se trata de nombres, sino de la decisión de romper una institución para literalmente refundarla, crear otra nueva.

En su momento, con el fin de superar a la Policía Judicial Federal hubo que crear a la AFI y de allí terminó surgiendo la Policía Federal Preventiva que, con todas sus insuficiencias, sigue siendo, con mucho, el mejor cuerpo policial del país. En el DF se debe realizar algo similar y establecer una relación muy estrecha, por obvias razones, con el gobierno federal: debe refundarse la policía y la mejor opción que tiene el DF para ello consiste en basarse en la ley y la geografía y hacerlo de la mano con los esfuerzos federales. Ganan los dos. Es más, Ortega intentó hacerlo, mantuvo una buena relación personal e institucional con el gobierno federal, pero no se puede ir más allá cuando, por un infantilismo político que quién sabe si puede ser calificado como de izquierda, el gobierno de la capital del país juega simultáneamente al futurismo y paga compromisos del pasado y, por lo tanto, no reconoce al gobierno federal, cuyos poderes se asientan en la capital que le toca administrar.

Ahí se encuentra en buena medida la raíz del problema. Y pasa por la partidización de la función pública: aunque se tengan buenas intenciones para el futuro de la ciudad, ésta no puede depender de las vicisitudes partidarias del gobierno en turno. Quienes han tenido éxito en la transformación de sus urbes, comenzando por la seguridad, han trabajado sobre otros parámetros: y allí están los ejemplos de Bogotá, Medellín y Cali, en Colombia, gobernadas muchas de ellas por opositores al gobierno central, pero con visiones comunes sobre qué debe hacerse. O la ciudad de Nueva York, que resucitó durante el gobierno demócrata de Clinton, bajo la administración del republicano Giuliani. O la de Madrid con Enrique Tierno Galván. Ejemplos hay demasiados. La única coordenada común entre todos ellos es que se tuvo éxito transformando y lanzando hacia el futuro una ciudad cuando se gobierna y se piensa en ella, independientemente de aventuras partidarias o ambiciones, legítimas, aunque plasmadas a destiempo, de posiciones futuras.

Para poder avanzar en todo eso, por ejemplo, para transformar la seguridad, se debe romper con la ilegalidad prevaleciente en la capital, con los grupos clientelares que operan en el límite de la ley y son consentidos por las autoridades; con quienes invaden terrenos impunemente; con quienes ocupan edificios sindicales, con lujo de violencia, sin que la policía haga nada; con aquellos que bloquean calles y hacen plantones y son tolerados, porque son amigos. Despartidizar la administración capitalina implica, entre otras cosas, gobernar para todos. Esa sería la reforma inmediata más importante.

¿Y Ebrard no?

Pablo Hiriart
Vida Nacional
Excélsior

Ya están las renuncias del secretario de Seguridad Pública y del procurador de Justicia del Distrito Federal, por la mortandad causada en la redada del 20 de junio en la discoteca de una colonia popular.

Muy bien, pero, ¿y luego?

El presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, Emilio Álvarez Icaza, dijo en entrevista con el programa Frente al País, de Imagen, que “el primer responsable de la tragedia tiene nombre y apellidos: Marcelo Ebrard Casaubón”.

Eso parece no contar en el listado de soluciones que planteó Marcelo Ebrard para salir de esta crisis y reparar el daño social causado.

En la entrevista con Joaquín López-Dóriga, el periodista le preguntó que si ya estaban fuera Joel Ortega y Rodolfo Félix, ¿por qué no estaba fuera Marcelo Ebrard?

El jefe de Gobierno, evidentemente tenso, con un ir y venir de muecas en su rostro que seguramente los que saben de lenguaje corporal podrán interpretar, respondió:

-Si yo hubiera tenido conocimiento o hubiera dado la orden para que se cometieran esas vejaciones, entonces no estaría aquí...

Si ese es el argumento, ¿por qué le aceptó las renuncias, o removió, al procurador y al secretario de Seguridad Pública?

Ebrard dijo que ellos no estuvieron en el lugar de los hechos ni dieron las órdenes para las vejaciones. O sea, igual que él.

Por eso la pregunta de López-Dóriga sigue siendo válida: si se fueron Ortega y Félix, ¿por qué se queda Ebrard?

El presidente de la Comisión de Derechos Humanos, en su contundente y clara investigación, comete —a mi juicio— un error semántico. Habla de la responsabilidad “ética” de los jefes de la policía y de la Procuraduría.

En la vida pública no hay más ética que la ley. Y los funcionarios a que el ombudsman hace referencia tuvieron, cuando menos, una responsabilidad política en lo ocurrido.

Igual cosa sucede con Marcelo Ebrard.

Ahora bien, dijo Ebrard en la mencionada entrevista que él no tuvo conocimiento ni ordenó las vejaciones.

Seguramente tiene razón. No es imaginable que el jefe de Gobierno diga que maten a jóvenes a pisotones y que desnuden a las adolescentes en el Ministerio Público.

El problema, o el sofisma, está en otro lado:

¿A poco Ebrard no sabía que su gobierno realizaba redadas que son contrarias a la Constitución?

Redadas como la ocurrida en el News Divine son frecuentes y el gobierno de la ciudad difundía imágenes y promovía la información.

La diferencia entre las otras redadas y la del viernes 20, en la colonia Nueva Atzacoalco, es que en ésta hubo 12 muertos.

Y esas muertes se derivan de una violación a la Constitución, igual que se violaba en los operativos en otros centros nocturnos y discotecas.

Las remociones o las renuncias de dos de sus colaboradores no lo relevan de su responsabilidad.

Entonces: ¿sabía o no sabía que las redadas de su gobierno eran inconstitucionales?

Él puede alegar que no sabía lo que hacían su Secretaría de Seguridad y su Procuraduría de Justicia. Que por eso aceptó las renuncias de los titulares de esas dependencias.

Pero esgrimir ese argumento es tan ilógico como decir que alguien es responsable de su cabeza, pero no de lo que hacen sus brazos o sus piernas.

En fin, creámosle a Ebrard que no sabía nada de las redadas y de los abusos a los jóvenes en múltiples actos de la policía.

¿Por qué no estaba enterado?

¿En qué estaba tan ocupado?

Todos los días y las semanas previas a la tragedia del News Divine se dedicó a promover la “consulta” sobre la reforma petrolera.

Estaba distraído en hacerle la tarea a su jefe político, López Obrador.

Si se va a quedar al frente del Gobierno de la ciudad, como todo indica que así sucederá, no es un atrevimiento pedirle más atención a sus tareas en la ciudad.

Que sepa qué hacen sus subordinados porque el responsable político es él.

Si en lo que hacen bien sus colaboradores, Ebrard se cuelga las medallas, que asuma también los costos de lo que hagan mal, como es el caso de la tragedia del 20 de junio.

Que se dedique más a la ciudad y menos a complacer a López Obrador.

La falla fundamental

Macario Schettino
schettino@eluniversal.com.mx
Profesor de Humanidades del ITESM-CCM
El Universal

Las rentas que extraen los grupos privilegiados del resto de la población es lo que impide que México avance. Esto es así por tres razones

Una es que esta extracción de rentas distorsiona al mercado, porque los no privilegiados reciben menos dinero del que deberían; la segunda es que al alterar los precios relativos, hay un incentivo a convertirse en rentista en lugar de en productor; finalmente, porque para extraer rentas es necesario un comportamiento que no sólo redistribuye la riqueza, sino que la destruye. Permítame explicar esto con más detalle.

Para que alguien obtenga una renta es necesario que otro pierda dinero. Por ejemplo, todos perdemos para financiar a los sindicatos de gobierno, que ganan más de lo que producen. Ya le he dado datos en otra ocasión, así que sólo le recuerdo que los salarios son más altos en el gobierno que en la iniciativa privada (para trabajos similares), pero las prestaciones son mucho más altas aún. Para financiar eso, todos tenemos que pagar más impuestos de los que debemos. Peor todavía, para pagar las pensiones de los sindicatos de gobierno tendrán que pagar más impuestos las generaciones que vienen. Y no estoy hablando de poco dinero.

El segundo mecanismo dañino de las rentas se ha hecho cada vez más grave. Puesto que si usted no recibe renta, entonces financia las rentas de otros, pues es preferible ser rentista. Así, todos quieren convertirse en tales, y nadie quiere trabajar. Ejemplos sobran, empezando por los políticos (que son rentistas por definición), y siguiendo con los líderes sindicales, universitarios, y ahora de ONG, y no olvidemos a los franeleros, peticionarios de vivienda, vendedores ambulantes, limpiadores de parabrisas, y todo lo demás que usted guste. No estoy criticando a quienes no encuentran otra forma de vida y tienen que dedicarse a ese tipo de actividades, sino a quienes ni siquiera buscan ya alguna forma de trabajar. ¿para qué? Basta con apropiarse de una esquina.

Pero hay una clase especial de rentista que hay que evidenciar: los empresarios abarroteros. No es que los demás que hemos mencionado no lo sean, sino que éstos son particularmente importantes porque no reconocen su carácter de rentistas. Según ellos, sus ganancias son producto de su esfuerzo y de que arriesgan su capital. Aunque esto puede ser cierto para muchos empresarios, no lo es para la mayoría, que suele hacer su fortuna vendiendo caro, abusando de sus trabajadores y proveedores, engañando a sus clientes y al fisco, y sin aportar lo indispensable de un empresario: la visión de negocio. Solemos quejarnos del gobierno y de los sindicatos, y tenemos razón, pero también tenemos que quejarnos de los empresarios mexicanos, acostumbrados a ganar mucho arriesgando poco.

Pero el tercer mecanismo de las rentas es el más grave. Para poder obtener la renta, en muchas ocasiones es necesario destruir riqueza. Así, para mantener el control de un sindicato, el líder impide la llegada de mejores elementos; para extraer renta, los profesores reducen su trabajo, dañando de manera irreversible a los niños a los que deberían haber educado; para obtener ganancia, los empresarios reducen la calidad de sus productos; para revaluar sus terrenos, los políticos colocan buena infraestructura en ellos, aunque no se requiera, o aunque acabe con cualquier diseño urbano elemental.

Cuando una economía se orienta a la generación y extracción de rentas, la riqueza se va destruyendo irremediablemente. A veces esto no se nota, mientras hay recursos de sobra, como ocurrió en México hasta mediados de los 60. Pero desde entonces, cada peso que alguien obtiene como renta implica la pérdida de varios pesos en los demás, particularmente en las generaciones futuras. Mire usted a su alrededor: observe la infraestructura urbana, vea la situación ambiental, acérquese a los cuerpos de agua contaminados, huela la basura que lo rodea, concéntrese en la gente que camina junto a usted: dos de cada tres son analfabetas funcionales, luchando todos los días por salir a mano.

Eso que ve usted a su alrededor es producto de un sistema económico construido para sostener a un régimen autoritario, con una idea que parecía buena allá por los años treinta, pero que ha fracasado en todo el mundo. Lo más preocupante es que sólo los latinoamericanos seguimos sin darnos cuenta. O más claramente, Argentinos y Mexicanos. Sólo nosotros seguimos creyendo en un sistema que destruyó nuestras economías. Somos, sin duda, el hazmerreír del mundo. Pero al menos ellos juegan bien al futbol.

El error fue la Unipol

Salvador García Soto
Serpientes y Escaleras
El Universal

Sería de esperarse que el jefe de Gobierno revisara ese organismo y se corrigiera la principal falla: la inexistencia de un mando real en las corporaciones policiacas

Mencionada sólo de refilón en informes e investigaciones oficiales, tanto de la PGJDF como de la Comisión de Derechos Humanos del DF, la figura de la Unipol, apenas creada unas semanas antes, fue factor determinante en la tragedia del New’s Divine.

Aunque la idea de un mando central único para todas las policías de la ciudad es buena, hubo errores en el diseño institucional del organismo que se exhibieron crudamente cuando, en plena tragedia, mientras morían aplastados jóvenes y uniformados la tarde del 20 de junio, los policías judiciales y los de la SSP se peleaban entre ellos y nunca se coordinaron en la emergencia.

En los hechos, la Unipol, presentada como “programa estrella” de Marcelo Ebrard, y de la que se habían presumido cifras récord de detenciones y operativos exitosos, quedó desnudada en sus fallas de diseño y, con su director, Guillermo Zayas, preso y sujeto a proceso, sería de esperarse que el jefe de Gobierno revisara el funcionamiento de ese organismo y se corrigiera la principal falla: la inexistencia de un mando real que controle y dirija a las confrontadas corporaciones policiacas de la ciudad.

Porque en la realidad las distintas policías son vistas y manejadas por sus directivos e integrantes como auténticos “cotos de poder”, además de negocios y fuentes de ingresos ilícitos. Cuando se diseñó la Unipol y se puso a Zayas como mando único, no se tomó en cuenta que difícilmente los policías judiciales iban a aceptar una coordinación que no fuera la de la Procuraduría, por sus conocidas rivalidades y disputas con las corporaciones dependientes de la Secretaría de Seguridad Pública.

Sin modificar organigramas y estructuras reales de mando, y sin establecer reglas claras para su funcionamiento, desde el escritorio y al más con afanes propagandísticos y de lucimiento mediático, se decidió una coordinación que, si bien funcionó en algunas áreas, tarde o temprano mostraría el problema de origen.

Eso sin mencionar el enfrentamiento entre Joel Ortega y Rodolfo Félix Cárdenas que les costó el cargo a ambos. Al final los dos resultaron responsables y se fueron. ¿Pero la Unipol que se exhibió con todas sus fallas en ese operativo seguirá? Seguridad y estructuras policiacas siguen siendo el talón de Aquiles de la ciudad y de sus gobernantes. En los últimos cuatro gobiernos en el DF se han dado salidas escandalosas de jefes policiacos acusados de negligencias, errores y corrupción.

David Garay fue el primer secretario de Seguridad Pública de Óscar Espinosa Villarreal y en 1996 sus policías golpearon a maestros disidentes que marchaban a Los Pinos; Garay pretendió frenar la marcha y evitar que llegara a la casa presidencial, pero ante el escándalo y los señalamientos de represión y uso excesivo de la fuerza de los policías, el presidente Ernesto Zedillo determinó su salida.

El general Enrique Salgado llegó entonces como secretario. La mano militar se hizo sentir y hubo éxitos en el combate a la delincuencia. Pero el 8 de septiembre de 1997, el general ordenó un operativo en la colonia Buenos Aires, encabezado por sus cuerpos de élite: Jaguares y Zorros. En el operativo murieron un policía y un civil; pero después de este evento desaparecieron seis jóvenes de la popular colonia y sus cadáveres aparecieron semanas después con huellas de tortura, tres en las minas de Tláhuac y otros tres en el Ajusco. Se dijo entonces que se habían utilizado técnicas de tortura conocidas en el Ejército.

Ante el escándalo, los jefes de Zorros y Jaguares, ambos de origen militar, pisaron la cárcel, pero al poco tiempo salieron.

Rodolfo de Bernardi duró poco en el cargo durante el gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas. Las violaciones a varias jovencitas en Tláhuac, cometidas por elementos de la Policía Montada, le costaron el cargo y en su lugar llegó Alejandro Gertz Manero, quizá el único jefe policiaco que salió sin escándalos. Al contrario, tras sus resultados con Cárdenas y Rosario Robles, salió promovido cuando Vicente Fox le ofreció la SSP federal, de donde ya no salió tan bien librado pues lo removieron en 2004, en medio de señalamientos de ausencia de resultados.

Después vino el caso de Ebrard, que siendo jefe de la policía le linchan a dos policías federales en San Juan Ixtayopan y quien lo cesa es Vicente Fox, bajo la acusación de omisión en el caso.

Hoy a esa lista de jefes policiacos en desgracia se suman Joel y Rodolfo Félix, y a la enorme lista de yerros en el tema de la seguridad capitalina, se suma la Unipol.