julio 20, 2008

Batman: El caballero de la noche


Tuve la oportunidad de ver, hace un rato, esta película y me vi en la necesidad de hacer algunos comentarios.

Fuera de sentimentalismos relacionados con la muerte del actor Heath Ledger que, en la nueva entrega de la zaga del hombre murciélago, interpretara al Guasón, la película está excelentemente estructurada, las caracterizaciones son más que apropiadas, incluso la de Christian Bale (Batman) que se parece más a 'El maquinista' que al Batman de la primera entrega, Michael Caine, Aaron Eckhart, Gary Oldman... etc. En especial se extraña la belleza, el estilo y la elegancia de Katie Holmes, la Rachel en 'Batman Begins', sustituida inexplicablemente, por Maggie Gyllenhaal que, siendo una muy buena actriz, 'no da' para el personaje... Recuerdo aquel refrán de la mona y la seda.

Destaca, por supuesto, el personaje del Guasón, que en el 'Batman' de Tim Burton fuera magistralmente interpretado por Jack Nicholson, ahora, en una reinvención del personaje, cada vez más alejado de César Romero en la popular serie de televisión de los 60's y, a mi parecer, muy en la línea del Pingüino de Danny DeVito, es ahora el enemigo más siniestro y obscuro de los que han enfrentado a Batman en su historia cinematográfica y televisiva.


El Guasón de Ledger ¿Mejor que el de Nicholson? Son tan diferentes pero, si... un villano, mucho más villano, más cruel, despiadado, menos caricatura y más acorde con la realidad actual.

Considero esta película digna de varios premios y si, también considero que Ledger lo merecería por su actuación y no, gane o pierda, porque murió al finalizar el rodaje de la cinta.

Muy buena película para mi... vamos a ver el martes que opina Mario Netas. (ALR)

Creel y la reforma

Pascal Beltrán del Río
Bitácora del director
Excélsior

“No sabes el servicio que le has hecho a este gobierno”, dijo el presidente Felipe Calderón por teléfono al líder senatorial panista Santiago Creel, momentos después de que se anunciara el acuerdo político para que los legisladores del Frente Amplio Progresista abandonaran las tribunas de las dos cámaras del Congreso de la Unión, el pasado 25 de abril.

A la llamada de Calderón siguieron la del secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, y la del jefe nacional del PAN, Germán Martínez Cázares, quienes expresaron a Creel una satisfacción similar por la firma del convenio de 16 puntos, que dispuso la celebración del foro de discusión sobre la reforma energética que concluye pasado mañana.

Sin embargo, algo sucedió en los 40 días siguientes, pues Creel pasó de ser uno los artífices del rescate de la civilidad en el Congreso a convertirse en el responsable del empantanamiento del proyecto presidencial de reforma de Pemex.

En todo caso, esa fue una de las razones que expuso Martínez Cázares cuando le informó, el jueves 5 de junio, que dejaría de ser el coordinador de la bancada panista. Las otras, a decir del ex secretario de Gobernación, fueron una supuesta rebelión dentro del grupo parlamentario (cosa que no existió) y una mala relación con las principales televisoras (cosa que está de sobra confirmada).

De las tres razones, la única opinable es la primera: ¿Es responsable Creel de que el paquete de seis iniciativas del Ejecutivo se haya atorado?

Para contestar a esa pregunta se requiere saber si realmente está en problemas el proyecto presidencial, más allá de que la actitud del oficialismo parece indicar que esa es su impresión.

Cuando Martínez informó a Creel que lo removería como coordinador, el foro de discusión llevaba apenas 23 días de haber arrancado, y aún tenía mes y medio por delante.

En poco más de tres semanas, ¿qué había cambiado?

No lo sabemos con certeza.

Sí sabemos, en cambio, que Martínez no había encontrado hasta entonces razones para sustituir a su coordinador en el Senado, aunque los estatutos del partido lo facultan para hacerlo.

También sabemos, porque hay constancia, que Creel propuso, durante una reunión en la Torre Azul, formar un grupo de miembros de su bancada para impedir que los legisladores del FAP tomaran la tribuna del Senado (al estilo de la operación que hizo posible la asunción de Calderón en San Lázaro), pero Germán Martínez se opuso y dio un argumento contundente: “Hay que dejarlos que se pudran…”

Si por podrirse el jefe nacional panista entendía que el PRD y sus partidos aliados pagarían un costo en opinión pública por tomar las tribunas, tenía razón: las encuestas muestran que van a la baja —hoy, menos de 20% de los electores votaría por ellos—, aunque el costo mayor ya lo habían pagado con la desastrosa estrategia poselectoral de 2006, cuando bloquearon el corredor Reforma-Zócalo.

Pero si por podrirse entendía que el resto de los partidos dejaría al FAP predicando en el desierto, evidentemente se equivocó: el plan original, que consistía en sacar adelante las iniciativas en el Senado antes de que concluyera el periodo ordinario (el 30 de abril), se truncó.

La decisión de no enviar las iniciativas antes del 8 de abril difícilmente puede ser atribuida a Creel. Desde fines de enero, cuando los senadores del PAN tuvieron un cónclave en Querétaro, Martínez aseguró que el proyecto llegaría al Congreso “en este período”, es decir, a partir del 1 de febrero. ¿Por qué tardó más de dos meses en llegar?

Se sabe que el PRI pidió a Calderón retrasar la entrega. Primero, para librar el 18 de marzo. Después, para no entorpecer la reunión del Consejo Político priista, en Veracruz, a principios de abril. Se entiende que el gobierno cedió, pero, ¿a cambio de qué?

Si el gobierno y la dirigencia panista pensaban que contarían con el apoyo decidido del PRI, leyeron mal el panorama. Varios senadores panistas les advirtieron que los priistas no respaldarían los cambios legales en refinación y transporte. Y los priistas que sí querían un acuerdo advirtieron que aún no habían logrado domar a su oposición interna.

Ya en la etapa de los foros de discusión, el gobierno decidió a quiénes mandaba a defender su iniciativa. Y la bancada del PAN, aún comandada por Creel, emprendió una negociación bilateral con el PRI cuyos términos siguen intactos en lo esencial, pese a la sustitución del coordinador panista, concretada el martes 10 de junio.

Antes y después de esa fecha, el PRI se ha opuesto a dejar pasar los cambios en refinación y transporte; ha pedido bajar de 11 a siete años el periodo de transición fiscal para Pemex; ha dado su apoyo a los bonos ciudadanos, pero siempre y cuando tengan un destino explícito (por ejemplo, la construcción de una refinería), entre otras cosas.

Antes y después de esa fecha, el PRI ha mantenido un coqueteo simultáneo con el PRD sobre la reforma. Paradójicamente, Germán Martínez ahora se ha subido al carro de esa negociación (¿que se pudra el PRD?), acaso para ganar tiempo en su diálogo con el PRI, o para reducir los daños si priistas y perredistas deciden finalmente mandar las iniciativas presidenciales a la congeladora legislativa.

¿Por qué entonces cambiar a Creel, que es el segundo panista más conocido del país, tal como se demostró en la encuesta nacional publicada el pasado lunes por Excélsior? ¿Y por qué hacerlo de una manera tan desaseada que incluso muchos de sus enemigos en el PAN dicen que “eso no se vale, aunque se trate de Santiago”?

El tema sigue siendo materia de discusión, salvo en una cosa: quienes decidieron proceder de esa manera, no saben el servicio que le han hecho al senador.