septiembre 05, 2008

Propone México Unido pena de muerte

Xochitl Álvarez
El Universal
León, Guanajuato
Viernes 05 de septiembre de 2008

María Elena Morera plantea que se aplique además la cadena perpetua a delincuentes que comentan delitos graves como secuestro, homicidio y robo de niños, "para que la gente sienta que se le hace justicia"

La presidenta de México Unido Contra la Delincuencia, María Elena Morera, propuso que en el país se aplique la pena de muerte y la cadena perpetua a delincuentes que comentan delitos graves como secuestro, homicidio y robo de niños. "Para que la gente sienta que se le hace justicia", señaló.


En el III Congreso Internacional Sobre Política Criminal y Prevención del Delito informó que los legisladores deben abrir el debate y los foros de consulta para que se exprese la sociedad civil.

Ante unas 300 personas entre jueces, agentes del ministerio público, defensores de oficio, abogados, peritos, estudiantes, criminólogos y policías, dijo que la gente exige mayores castigos para los criminales.

En una encuesta el 75 por ciento de los mexicanos pide aumento a los castigos. De éstos, el 42 por ciento, propone el agravamiento de los castigos; el 13.9 por ciento aprueba que la gente se quede en la cárcel de por vida, que fue lo que propuso el presidente Calderón. El 9.3 está a favor de la pena de muerte para delitos graves.

"Entonces: si la gente lo está pidiendo, se lo deberíamos de dar. Incluso, claman cadena perpetua a los violadores", enfatizó Morera en el auditorio del estado.

"Imponer eses castigos no soluciona el problema de seguridad pública ni de justicia, ni va a acabar con la impunidad que es del 99 por ciento, pero dará respuesta al clamor social", aclaró Morera.

Al aprobarse esas penalidades "hará que la gente sienta que se hizo justicia. Sería para los casos de homicidio, robo de niños y secuestro", puntualizó la lideresa social

La dirigente del Movimiento social destacó que es muy alta la cantidad de personas que piden pena de muerte.

"Hoy en día la gente esta muy indignada porque las cosas no cambian.

"Esta muy enojada porque ya nos han prometido muchos sexenios que las cosas van a cambiar. Nos han prometido que va haber más seguridad, que nuestros niños van a salir a la calle seguros", puntualizó.

'American Myopic" por Paco Calderón

El caso Martí, pendiente

Joaquín López-Dóriga
lopezdoriga@milenio.com
En privado
Milenio

A la gente sólo le interesa la política cuando habla de cosas que le afectan. Florestán

Las estadísticas de la aplicación de la justicia en México son devastadoras y explican por sí, el dramático nivel de inseguridad en el que vivimos.

Los números todos, unos más, otros menos, dicen que la impunidad tiene muchas caras pero es el gran motor de la inseguridad.

Hay quienes señalan que de cada cien delitos denunciados, sentencian a cuatro o cinco responsables. El resto está en la calle protegido por ese alo de impunidad, legal o ilegal, pero siempre inmoral; esa impunidad que es fruto de todo el círculo perverso que va de las policías a las mismas leyes, que protegen más al delincuente que a la víctima, pasando por las instituciones encargadas de procurar justicia, las de impartirlas y el desastroso sistema penitenciario mexicano.

¡Cuántas historias hay de delincuentes en la calle, de expresiones cínicas, y a veces socialmente celebradas, de impunidad en todas las vertientes de la delincuencia!

Hoy me quiero referir a un caso paradigmático que disparó la indignación nacional ante la inseguridad: el secuestro y asesinato de Fernando Martí.

El pasado 4 de junio, como todos los días, se dirigía a su escuela cuando en la esquina de Insurgentes y Copilco se detuvo en un retén policiaco, que no era tal, pero que así actuaba a la vista de todos.

Fernando fue secuestrado aquella mañana, iniciándose un viacrucis para él y su familia, que tuvo su peor momento cuando el niño apareció muerto la noche del viernes 31 de julio.

El caso disparó la indignación contenida ante la inseguridad y todos lo hicimos nuestro. Alejandro, su papá, se convirtió en símbolo de esa rabia y su sentencia: “Si no pueden, renuncien”, en un referente.

Pero no obstante todo, hoy, este secuestro y asesinato convertido en el caso más simbólico de la inseguridad, sigue impune.

¡Qué será de los demás!

Retales

1. TROTACALLES.- Las calles de la Ciudad de México son las peores de todas las capitales del mundo. Baste circular para sentirlo. Y cuando parchan el asfalto, resulta peor. No sé de quién es responsabilidad pero el reclamo es para Marcelo Ebrard, que para eso jefe de Gobierno del Distrito federal;

2. RECLUSORIOS.- Hace cinco años, se habló de instalar bloqueadores de teléfonos celulares en los Reclusorios capitalinos. Y fue otra tomadura de pelo. Hoy, desde esos penales, siguen delinquiendo reos que dirigen a sus bandas, que secuestran y extorsionan. ¿Y los bloqueadores? Le repito, fue un cuento. Otro más; y

3. CAMPA.- Grave decisión del presidente Calderón la designación del nuevo secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, a la salida, aún inexplicada, de Roberto Campa, que mientras siga sin hablar, la apuntaremos como un abandono y falta de compromiso social.

Nos vemos el martes, pero en privado.

Eufemio Muñoz Ledo

Yuriria Sierra
Nudo Gordiano
Excélsior

Primer acto. Después de los múltiples e insistentes llamados de López Obrador y pandilla a desconocer al actual Poder Ejecutivo y de amenazar nuevamente con todo tipo de acciones radicales para “impedir” (cualquier cosa que eso signifique) al gobierno del antes “espurio” y hoy simplemente “pelele” (porque ya sabemos que lo de AMLO son las groserías de niño de primaria), ahora, uno de sus más cercanos habló de “derrocarlo” si era necesario. En una entrevista publicada por Milenio Diario, Porfirio Muñoz Ledo dice que Calderón es un “inepto e incompetente” y que su castigo por eso debe ser su remoción del cargo que ocupa.

Segundo acto. Los vientos soplan fuerte y forman un huracán alrededor del coordinador del Frente Amplio Progresista, porque todos entienden, con esto, que se busca acabar con el gobierno de Felipe Calderón. Cosa obvia según lo que se lee en sus propias palabras.

Tercer acto. Porfirio alza la voz y aclara que jamás habló de un derrocamiento, sino que pretende llevar al país a una democracia moderna, misma que para él radica, entre otras menudencias, en la posibilidad de remover del cargo a los funcionarios que no estén haciendo su trabajo. Según Muñoz Ledo, Iluminemos México dejó muy en claro que los ciudadanos quieren la renuncia de Calderón.

Cuarto acto. Para que no nos hagamos bolas, Porfirio nos aclara que todo se trata de cambios que serán discutidos en el pleno para poner sobre la mesa la revocación de mandato, al mismo tiempo que la ratificación del gabinete. O sea, buscar que constitucionalmente se le pueda dar las gracias al Presidente y mandarlo a su casa. Sacarlo, pero por las buenas.

Quinto acto. Como nadie entendió nada, se ve en la necesidad de aclararlo por distintos medios. Aunque no le salió tan bien la jugada: dice que lo dijo, pero que se malentendió; que sí se vaya Calderón, pero que no como todos piensan. Que jamás habló de un “golpe de Estado”… Que “no nos hagamos”…

Sexto Acto. Llegamos de nuevo con el cuento de lo ilegítimo. Muñoz Ledo afirma que otras de las razones para pensar en la revocación de su cargo a Calderón está en el hecho de ser un usurpador, de haber llegado al poder de manera ilegítima; ese cuento del FAP del gobierno “espurio”.

Séptimo acto. Y como la palabra “ilegítimo” parece invocarlo, Andrés Manuel López Obrador se lava las manos de este asunto y dice que este argüende —entiéndase, malentendidos— es obra del gobierno federal, el famoso compló, pues, bajo nuevas ediciones, según el tabasquenian Messiah... Hasta se culpó de ver a Felipe Calderón en Los Pinos…

Octavo acto (y último, hasta ahora). Como Porfirio ya lo aclaró: no dijo que lo derrocarán ni que no lo derrocaran sino todo lo contrario (le aprendió bien a su otrora mentor, Luis Echeverría), o sea, dice él, que se haga el intento de sacarlo de manera educada y constitucionalmente. O sea, derrocarlo por las buenas. Y como los personajes secundarios le dan más sabor a los cuentos, Manlio Fabio Beltrones entra en escena y dice que pensar en la remoción del cargo del Presidente es una locura, un disparate, una estrategia de los golpistas o de los muy ingenuos.

La pregunta al calce de todo esto es: ¿cómo se llamó este episodio?

Respuesta: Eufemio Muñoz Ledo.

No lo malentendamos, mejor cooperemos para que Rubén Aguilar regrese a Los Pinos y le responda a Porfirio en una mañanera… O, si no, que lo contrate el ex priista (que también es ex perredista, ex panista y ex pfcrunista), como su vocero, para que nos aclare: “Lo que Porfirio quiso decir es…”

Descubriendo el Mediterráneo

José Sarukhán
jose.sarukhan@hotmail.com
Investigador del Instituto de Ecología de la UNAM
El Universal

Ha tocado la suerte de escribir este artículo desde Barcelona. He sido invitado por la Generalitat de Catalunya a ser miembro del jurado para el Premi Ramón Margalef d’Ecologia, instituido en memoria de quien fuera catedrático de la Universitat de Barcelona, fallecido hace cuatro años, y uno de los ecólogos intelectualmente más influyentes de la segunda mitad del siglo pasado.
Estaba dispuesto a iniciar una breve serie de artículos que estoy preparando sobre lo que está pasando con los bosques mexicanos, cuando al leer el diario a la hora del desayuno me topé con una noticia que me hizo sonreír, recordar y sentir lo tenía que comentar con los estimados lectores. Estaba ante un nuevo redescubrimiento de esta agredida masa de agua que es el Mediterráneo.

Se trataba de un estudio hecho por la Universidad de Londres y recientemente hecho público en la versión electrónica de Science, cuyas conclusiones son que el desempeño académico de los estudiantes de entre siete y 10 años de edad en las escuelas está muy relacionado con la formación de la madre. Un elemento interesante del estudio fue su motivación: se quería demostrar que si los niños asistían a un ciclo preescolar tendrían un mejor desempeño escolar ulterior. La sorpresa de los investigadores fue que aunque dicha asistencia ayudaba al desempeño, en realidad el factor individual que explicaba de mejor manera si los estudiantes lo hacían bien o mal en la escuela era el nivel educativo de la madre, no del padre.

La sonrisa y el recuerdo, a los que me referí al inicio, tenían que ver con un estudio que condujimos, hace unos 15 años, en la UNAM, bajo la dirección de la doctora Rosa María Valle, para indagar si el nivel económico familiar por sí mismo o la proveniencia de la escuela (privada o pública) y de la entidad —área metropolitana o los estados—, o algún otro factor del historial de los estudiantes, se relacionaba al desempeño de los estudios en la universidad.

El resultado fue, en ese momento, un tanto inesperado. Era el nivel de estudios de la madre, no el del padre, el que tenía mayor influencia; era el que estadísticamente explicaba, por sí mismo, la mayor proporción de la relación con el desempeño académico de los estudiantes. Los estudiantes de mejor desempeño provenían de familias en las que la madre tenía estudios profesionales, independientemente del nivel económico de la familia o de que el padre tuviese ese mismo nivel de estudios o no. A su vez, los desempeños académicos más bajos se daban en el grupo de jóvenes cuya madre tenía una escolaridad nula o muy limitada nuevamente con independecnia del nivel económico o de los estudios del padre. Siguiendo una larga tradición y costumbre nacionales, esos estudios no se publicitaron en revistas especializadas en educación o en medios académicos para compartirlos con quienes tienen interés en estos temas.

“Sesudos” comentarios de expertos españoles en educación trataban de explicar estos resultados y de concluir que muy probablemente, debido a las diferencias en estructura familiar, los resultados de un estudio similar en España no darían los mismos resultados.

De algún lugar hemos heredado estos hábitos de considerarnos en México distintos, únicos, pero, en realidad, esterilizantemente defensivos...

¿Quién es el general Grant de Felipe Calderón?

Ciro Gómez Leyva
gomezleyva@milenio.com
La historia en breve
Milenio

En la Guerra Civil estadunidense, el presidente Abraham Lincoln tenía una estrategia para derrotar al sur, pero carecía de conocimientos militares y era desdeñado por sus generales. ¿Qué utilidad tenía una estrategia si no podía aplicarla? Pero pronto encontró a un socio en el general Ulysses S. Grant, quien compartía su confianza en la guerra ofensiva y no tenía un ego desmesurado. Una vez que Lincoln descubrió a Grant, lo retuvo, lo puso al mando y le permitió conducir la guerra como lo creyera conveniente. Ganaron.

Hasta ahí la reflexión de Robert Greene y Joost Elfers sobre las virtudes de elegir al mando preciso, y el error de quienes en la hora cruenta se dejan seducir por la inteligencia y experiencia de generales y policías que, probablemente, no comparten objetivos con el Presidente, ni tienen la capacidad de trabajar bajo sus órdenes y con el resto del equipo.

Como uno más de los millones de mexicanos que vive hoy con el corazón en la mano por las terribles noticias de la inseguridad, me congeló, desanimó la forma en que el presidente Calderón le dio la vuelta a la pregunta que le hice el martes. Me decepcionó que no se atreviera a decirles a los radioescuchas, televidentes y lectores que sí, que pese a las señales, el gobierno mexicano va ganando la guerra contra los criminales.

Pero a Calderón le dio miedo. Su temor, o cuidado extremo de las palabras, me hace pensar que de aquí a quién sabe cuándo la oferta seguirá siendo sangre, sudor y muchas lágrimas.

¿Qué no tiene un general Grant que le dé confianza? ¿Quién es el general Grant del Presidente? ¿Es Galván Galván, es García Luna, quién es?

Qué indefenso me sentí al escuchar a un Presidente que ya no puede contagiar ánimo. Y que luce solo. Muy solo.

Porfirio: de regreso al autoritarismo

Jorge Fernández Menéndez
Razones
Excélsior

Muchas veces se ha dicho que el mayor enemigo de Porfirio Muñoz Ledo es él mismo. Un hombre inteligente, culto, pero que se cree a sí mismo con una sagacidad política que ya no tiene y que lo ha llevado a perder, con los años, hasta el sentido del decoro político. Su última ocurrencia, para tratar de convertirse en el “ideólogo” de un López Obrador que no lo toma en serio, ha sido la del derrocamiento del gobierno. En forma vergonzosa, Muñoz Ledo ha tratado de desdecirse de lo que declaró en varias oportunidades y de jugar con las palabras para darle otro sentido a las suyas: habla de una destitución constitucional, de una remoción, pero lo que ha dicho y lo que ha escrito se traduce en lo que es el corazón y la única razón de ser del lopezobradorismo en este momento: tirar al gobierno y, como lo reconoció el propio Muñoz Ledo, con su “20 por ciento de la población” (en realidad es mucho menos y menor aún el número que seguiría esa aventura), iniciar, ahora sí, la verdadera transición política del país. Porfirio, además, ha insistido en varias entrevistas con la consigna “Calderón no termina”, pero lo mismo ha dicho López Obrador (de eso hablaba desde que se proclamó presidente legítimo), lo ha deslizado Manuel Camacho, lo ha declarado con toda la brusquedad que la caracteriza Dolores Padierna y lo ha proclamado Fernández Noroña cada vez que alguien le acerca un micrófono. Es, literalmente, una actitud golpista, que no se plantea ganar el poder en un proceso electoral, sino hacerlo por un golpe de fuerza. Y como la gran mayoría de los golpes en América Latina, se presenten de derecha o de izquierda, con un indiscutible sello autoritario.

La historia de Porfirio merecía terminar mejor, pero su oportunismo lo ha perdido. Le tocó ser una de las mentes más brillantes que acompañaron en su momento a Luis Echeverría y, apoyando su candidatura, le tocó defender públicamente y en representación de los “jóvenes priistas”, hace ya 40 años, la masacre de Tlatelolco. Quiso ser candidato, no pudo y llegó el poder a López Portillo. Subestimó siempre a Miguel de la Madrid y tuvo aquel bochornoso incidente como representante de México ante la ONU en Nueva York, que provocó su salida del cargo y que el gobierno británico no otorgara el placet para convertirlo en embajador en ese país. Parecía que su carrera había concluido y apoyó, originalmente, la precandidatura de Manuel Bartlett con un grupo que tendría una trascendencia nacional mucho mayor que la que muchos de ellos pensaban: algo que comenzó siendo llamado corriente democrática dentro del PRI para oponerse a la posibilidad de que Carlos Salinas fuera presidente y que terminó siendo el embrión de lo que hoy conocemos como el PRD, con la candidatura presidencial en 1988 de Cuauhtémoc Cárdenas. En esa ocasión, al influjo del cardenismo, Muñoz Ledo ganó la senaduría del DF y ese año, por primera vez, interrumpió el último Informe presidencial de Miguel de la Madrid, en un hecho que quedó en la historia.

Vinieron luego años oscuros para Porfirio: errores políticos, falta de confianza mutua entre los principales dirigentes del naciente partido; paradójicamente, Muñoz Ledo se presentaba entonces como una opción negociadora ante la dureza de Cárdenas y finalmente decidió invocar el “derecho de sangre” para ser candidato a gobernador en Guanajuato. Era 1991, allí conoció a Vicente Fox y comenzó a distanciarse cada vez más del PRD para acercarse a quien era una de las posibilidades a futuro en la política nacional. Le fue mal, Medina Plascencia terminó como gobernador interino, Fox estaba enredado en su propio divorcio y parecía que tanto él como Porfirio desaparecían de la escena. En la elección de 1994, ya muy alejado de Cárdenas, no tuvo protagonismo alguno. Tres años después le disputó a Cárdenas la candidatura para el DF y éste ganó la interna y la elección por abrumadora mayoría. En ese momento Porfirio ya estaba en la esfera de Vicente Fox. Dejó el PRD, aceptó la candidatura presidencial del PARM y en el momento oportuno dejó ese partido para apoyar a Fox. Muchos recuerdan, no sin cierta ironía, la noche de aquel 2 de julio de 2000, en el festejo en la sede nacional del PAN, cuando Porfirio, que acababa de sumarse a esa candidatura, acabó junto al presidente electo festejando su triunfo.

No obtuvo lo que quería. Esperaba por lo menos la Secretaría de Educación Pública, pero en cambio recibió una encomienda diplomática de lujo: la representación de México ante la Unión Europea, donde se mantuvo durante cuatro años. Intentó, todavía, después de las elecciones de 2003, tener una posición en el gabinete foxista. No lo logró y, en 2005, rompió también con el gobierno y se sumó a quien había sido uno de sus principales adversarios en los largos años del perredismo: López Obrador. Y como ocurrió antes con Echeverría, con Cárdenas y con Fox, lo hizo presentándose como el más comprometido y leal de los suyos, hasta lograr, en un maniobra de López Obrador para desplazar a Camacho y a Jesús Ortega, convertirse en el coordinador del Frente Amplio Progresista y en uno de los impulsores de un nuevo partido que le dé sustento (y registro) a López Obrador y que convierta a Porfirio en 2009 en diputado. Su declaración sobre el derrocamiento del gobierno, su insistencia en que “Calderón no termina”, le pueden hacer perder, ahora, incluso esa oportunidad. Por supuesto, los “ignorantes” siempre son los otros, que no supieron comprenderlo.

La verdad, es triste que un hombre con un enorme talento natural, hecho para la política, se haya convertido en una caricatura de sí mismo. Es triste que quien fue un aporte cierto, tangible, a la transición democrática, termine como empezó: defendiendo las visiones más autoritarias de la política mexicana.

Carcajadas en San Cristóbal

Carlos Marín
cmarin@milenio.com
El asalto a la razón
Milenio

A tres años y dos meses de creada, la comisión que la Cámara de Diputados engendró para investigar a los hermanos Bribiesca Sahagún muere hoy sin haber demostrado lo que se propuso en julio de 2005, cuando cacareaba el cuento de que los hijos de Marta Sahagún fueron favorecidos por el IPAB vendiéndoles casas “a tres mil pesos”.

En sus últimas patadas, esa instancia (inútil como todas las de su género) escribió su epitafio en 117 tristes páginas, con una conclusión tan explosiva como pólvora mojada: ese par de “vivales” cometieron “probables conductas ilícitas” en actos que, cuando mucho, fueron “anómalos” o “irregulares”: Jorge Alberto Bribiesca expidió un cheque por un millón 303 mil pesos para garantizar la participación de Construcciones Prácticas en la subasta de un predio rústico (en Celaya), y la empresa depositó otro, firmado por un tal Alfredo Dunand, para concursar en la licitación de 275 departamentos (en Puebla).

Más de tres años de linchador “trabajo” diputadil para salir con tan bochornosa batea de babas.

Testimonio

Margarita Zavala Gómez del Campo
El Universal

Empecé a escribir este artículo hace varios días. No encontraba cómo abordar el tema y confieso que hice muchos borradores.
Después de varios intentos descubrí que mi error estaba en tratar de equiparar experiencias de mis seres queridos, que tienen o tuvieron complicaciones superables a través de terapias, con las circunstancias y consecuencias que viven los niños y las familias que tienen un integrante con discapacidad.

Pero el hecho de no tener, en ese sentido, un testimonio personal, no me ha impedido involucrarme en el tema. Como le pasa a mucha gente, me interesé en ello no de manera espontánea, sino a través de familias ejemplares que tenían una persona con discapacidad entre sus miembros, a través de queridísimas amigas que enfrentan con sus hijos esa realidad y a través de organizaciones cuyos miembros fui conociendo a causa de mi función como diputada local o federal.

En 1994, conocí a algunos integrantes de “Libre Acceso”. Siempre les agradeceré la oportunidad que me dieron para entrar al maravilloso y difícil mundo de la discapacidad; nos veíamos en un restaurante localizado en Altavista e Insurgentes y con paciencia me explicaron y aprendí lo más que pude. A través de ellos me di cuenta que derechos humanos tan elementales como el derecho a la educación, a la salud, a la vivienda, resultan imposible ejercerlos si permanecen barreras arquitectónicas y culturales.

Con el tiempo fui conociendo a otras Instituciones de Asistencia Privada (APAC, por ejemplo), otras organizaciones (Comunidad Down, Confe), Fundaciones (como la John Langdon Down) y a miles de personas que venían haciendo un trabajo silencioso y que un día se fue escuchando.

Yo podría escribir miles de historias heroicas. Historias de mamás que tienen un hijo con síndrome de Down y por ese motivo crean una organización o una escuela. En algunas de estas organizaciones, los hijos que fueron motivo de su iniciativa fallecieron a temprana edad, pero siguieron entregándose todos los días de su vida, seguramente porque son capaces de ver, en los niños que atienden, a su propio hijo.

Sé que puede sonar un lugar común decir que admiro a cada mamá, a cada abuela, a cada papá, a cada hermana o hermano que acompaña a su niño con discapacidad. Pero no nos podemos quedar en admirarles y agradecerles. Como sociedad debemos hacer un mayor esfuerzo para que la información relativa a algunas alteraciones en el desarrollo, por pequeñas o grandes que sean, se encuentren al alcance de todos.

No podemos dejar esa responsabilidad sólo al instinto de una mamá o de los papás y mucho menos dejárselo al tiempo.

El personal médico debe poner mayor atención en el desarrollo de un niño, detectar oportunamente los signos de alarma, hacer equipo con la familia y prevenir lo que puede convertirse en una discapacidad mayor.

GPS: un nuevo abuso

Arturo Damm Arnal
arturodamm@prodigy.net.mx
La Crónica de Hoy

El precio que pagamos en México, en general, y en la ciudad de México, en particular, por tener un automóvil es mayor que el precio que le pagamos, al oferente, a la hora de comprarlo, y lo es por el abuso que el gobierno hace de su poder, poder para limitar la libertad y la propiedad de los gobernados, tal y como sucede en el caso de los automóviles.

Repasemos todo a lo que el gobierno nos obliga con relación a nuestros autos: Impuesto al Valor Agregado e Impuesto Sobre Autos Nuevos (a la hora de comprarlo); placas (también a la hora de comprarlo y que, ¡obviamente!, hay que pagar); Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios y, nuevamente, el IVA (a la hora de comprar gasolina); tenencia y derechos vehiculares (cada año, sin falta), licencia de manejar (que hay que pagar); verificación (que también hay que pagar); hoy no circula, el normal y el sabatino y, por si fuera poco, ahora resulta que todos los autos, modelo 2008 en adelante, deben tener instalado el dispositivo GPS y, de no ser así, los automovilistas se harán acreedores a una multa, todo lo cual no pasa de ser un abuso más de los gobernantes en contra de los gobernados, a quienes no nos queda otra más que dar gracias por la prórroga para la entrada en vigor del castigo, tal y como sucedió en el caso del mentado GPS.

A mí, y perdonen mi mal pensar, todo este asunto me huele a contubernio entre las empresas que ofrecen el servicio de localización satelital (que para eso, localización satelital, es el GPS) y el gobierno. ¿Qué oferente de cualquier bien o servicio no quiere que el gobierno obligue a la gente a consumir su producto? Entiendo que la intención es buena: reducir el robo de autos y aumentar la recuperación de los mismos. Eso lo entiendo, pero lo que no acepto es el método: la imposición gubernamental, que en este caso representa un desembolso más, ¡obligatorio!, para el dueño del automóvil.

En todo caso, lo que se puede hacer es que, a la hora de contratar un seguro de auto, la aseguradora cobre dos tarifas: una para autos con GPS, y otra para autos sin el adminículo, menor la tarifa en el primer caso que en el segundo, ya que el riesgo (y eso, riesgo, es lo que cubren los seguros), es más alto en el segundo que en el primero, respetando la libertad de elección del automovilista. Si esta propuesta parece inaceptable, y se considera que hay que obligar a que todo auto, modelo 2008 en adelante, cuente con el aparatejo, razón por la cual el gobierno obliga al gobernado a instalarlo, entonces su precio debe ser cien por ciento deducible del pago de impuestos. De hecho, cualquier trámite, permiso, licencia, etc., a los que obligue el gobierno deben ser “gratis”, y entrecomillo lo de gratis porque no hay que olvidar que pagamos impuestos, de los cuales deben financiarse todas esas exigencias gubernamentales.

Al gobierno hay que ponerle un “estate quieto” para que desista de seguir limitando, ¡¡¡arbitrariamente!!!, la libertad y la propiedad de los gobernados y, muy probablemente, concediéndole privilegios a determinados oferentes de ciertos bienes y servicios, porque, insisto, a mí todo este asunto me huele a contubernio entre las empresas que ofrecen el servicios de localización satelital y el gobierno. Si no es así, y antes que alguien me vaya acusar de difamación, pido disculpas, pero sin dejar de señalar que, contubernio o no, los resultados son los mismos: una imposición gubernamental contra el bolsillo de los dueños de automóviles y un beneficio a favor de las cajas de las empresas.

La semana del Presidente

Pablo Hiriart
Vida Nacional
Excélsior

Los diputados no querían que el 1 de septiembre fuera el día del Presidente porque ensalzaba al titular del poder Ejecutivo y le hacía sombra al Legislativo. Por eso optaron por suprimirlo.

Se equivocaron por partida doble.

Después de su presentación en televisión la noche del día 1, dio entrevistas a las dos redes nacionales de TV abierta.

El martes estuvo en diversas televisoras y radiodifusoras cuyas emisiones cubren todo el territorio nacional y el sur de Estados Unidos.

El miércoles siguió la ronda informativa acerca de lo que había dicho el Presidente a los medios de comunicación.

Los legisladores no quisieron hablar con él porque quisieron minimizar a la figura presidencial.

Perdieron de manera apabullante, por mezquinos.

En lugar del “día del Presidente”, los legisladores le regalaron a Felipe Calderón “la semana del Presidente”.

Hasta en el horario de las comedias aparece el Presidente.

Los diputados y senadores creyeron que si el Presidente no hablaba ante ellos iba a ser ignorado.

Durante años diputados, senadores, gobernadores y dirigentes de distintos colores partidarios nos han dicho con voz de sabios que “en política no hay vacíos; siempre se llenan”.

Pues esta vez olvidaron sus propias lecciones y los medios de comunicación tomaron su lugar.

En los medios se entendió que hay una inquietud de la población por escuchar al Presidente sobre temas que a todos preocupan: inseguridad, violencia, carestía, desempleo.

Y el Presidente leyó bien el momento. Tomó el micrófono y empezó a hablar y a difundir spots con sus mensajes para satisfacer esa demanda de información que los diputados y senadores desconocieron.

¿Hace cuántos años que no teníamos Presidente a toda hora?

Esta semana el presidente Calderón saturó, de manera legítima, las pantallas de televisión y las estaciones de radio.

Lo negativo del caso es que no hubo cuestionamientos. Las preguntas en esta semana han sido formuladas por profesionales del periodismo, cuya tarea es distinta a la del político.

No oímos los planteamientos de parlamentarios con una visión crítica de la gestión del mandatario.

Eso ganaron con suprimir el Informe Presidencial.

No querían ser apabullados por la imagen presidencial y resultaron barridos.

No querían a la figura del Presidente en el centro de la atención nacional y lo pusieron en un pedestal de plasma, inalcanzable para sus reproches, réplicas y críticas.

El error de los legisladores al querer minimizar a la figura del Presidente en un país presidencialista, tiene que enmendarse.

El Informe Presidencial es una ceremonia republicana que viene desde el siglo antepasado, y no porque ahora a los diputados y a los senadores se les ocurra que está obsoleta quiere decir que así sea.

Sin el Informe ante el Congreso perdemos todos.

Nadie ha leído el documento de 514 cuartillas que envió el Presidente al Congreso.

El presidente Calderón se manifestó dispuesto a acudir a San Lázaro a responder las preguntas de los diputados y senadores en un ambiente de respeto, pero los legisladores dijeron que no.

Los integrantes del Frente Amplio Progresista tenían prohibido cruzar palabra con el Presidente, y por eso fue la medida de negar al titular del Ejecutivo la posibilidad de acudir a leer su Informe ante el Congreso y dialogar con los legisladores sobre su contenido.

Su lugar fue ocupado por comunicadores, que le hicieron preguntas mucho más interesantes y apegadas a las inquietudes de la población que los reclamos habituales de los “representantes populares”, que suelen actuar más como representantes de sus partidos que de los ciudadanos.

Faltó, desde luego, escuchar a los legisladores y sus argumentos. Pero ellos se callaron. Se hicieron chiquitos.

Pretendieron borrar “el día del Presidente” —que además ya no existía desde hace décadas—, e instauraron “la semana del Presidente”.

Peña Nieto: ¿Imparable?

Ricardo Alemán
aleman2@prodigy.net.mx
Itinerario Político
El Universal

La política es como la casa del jabonero: “El que no cae resbala”
Para algunos llega a la mitad de su gobierno; para otros, empieza su descenso


Para algunos, la carrera presidencial de Enrique Peña Nieto rumbo al 2012 ya es imparable.

Y es que en abono a esa hipótesis, en la mayoría de las encuestas que miden la popularidad y aceptación de los distintos gobernantes del país —y de manera aleatoria de los aventajados aspirantes presidenciales— colocan precisamente como puntero al gobernador mexiquense, quien aventaja no sólo a mandatarios estatales, a presuntos presidenciables y, por si fuera poco, al mismo Felipe Calderón. ¿Pero es posible asegurar que Peña Nieto es imparable?.

Está claro que no. Y el mejor ejemplo lo podemos ver en el caso del ex jefe de Gobierno del DF, quien se decía “indestructible”, quien por casi cuatro años aventajó a todos los pretensos presidenciables, pero que al final de cuentas y gracias a descomunales errores políticos, mediáticos y a la ausencia de autocrítica elemental, terminó por ser derrotado. Y claro, habrá quienes justifiquen que Peña Nieto no es López Obrador, y tendrán razón. Pero también es cierto que en política y en el ejercicio del poder nadie está exento de tropiezos. La política es, según el refranero popular, lo más parecido a “la casa del jabonero” donde “el que no cae resbala”.

Pero para empezar debemos buscar el origen de la popularidad y la aceptación de Peña Nieto, ya que hasta antes de convertirse en el candidato presidencial del PRI al gobierno mexiquense —hace cuatro años— era un perfecto desconocido no sólo para una buena parte del electorado local, sino para todo el país. En realidad saltó a la palestra política precisamente cuando se convirtió en candidato al segundo gobierno más poderoso política y económicamente hablando del país, luego del GDF.

En el fondo, el “fenómeno Peña Nieto” es un proyecto político construido no sólo para consolidar a los herederos del poderoso Grupo Atlacomulco, sino para empujar desde el estado de México el regreso del PRI al poder presidencial. Pero la popularidad de Peña Nieto y la aceptación que tiene entre amplios sectores sociales no es sólo producto de una personalidad que —en términos de marketing— “resulta amigable y mueve simpatías”, sino que detrás del gobernador mexiquense se mueve una potente y costosa estrategia mediática que lo ha llevado, literalmente, a los cuernos de la luna. Gracias a esa estrategia mediática —en Televisa y otros medios—, Enrique Peña Nieto aparece hasta en la sopa.

Sin embargo, para el más aventajado presidenciable, no todo son buenas noticias. Y es que la ventaja que coloca a Peña Nieto como puntero entre los potenciales presidenciables es, al mismo tiempo, un potente imán para atraer adversarios, enemigos, conflictos y, por si fuera poco, lo coloca en la mira como el adversario a vencer. Peña Nieto, como en su momento ocurrió con Roberto Madrazo, concita ya una suerte de “todos unidos contra Peña”. Por lo pronto, entre amarillos y azules —del PAN y PRD—, el gobernador mexiquense es el presidenciable que está en la mira, al que por todos los flancos pretenden detener.

Incluso se sabe que la dirigencia panista de Germán Martínez afina la puntería contra el gobernador mexiquense, a cuya administración los azules pronto acusarán de, entre otras cosas, puntear en criminalidad, violencia, feminicidios y corrupción, entre otras “lindezas”. Y esa guerra podría empezar hoy mismo en el Congreso local, donde Peña Nieto rendirá su tercer informe de gobierno, en medio de una impensable pluralidad —el Congreso tiene una composición de diputados casi idéntica entre PRI, PAN y PRD, en tanto que azules y amarillos gobiernan los municipios de mayor concentración poblacional y derrama económica— y de una saludable apertura en la entrega del informe, que tiene previsto que el mandatario estatal sea interrogado directamente por los diputados locales, quienes además tienen derecho a réplica.

Para algunos, Peña Nieto llega a la mitad de su gobierno, en tanto que otros señalan que empieza el descenso del gobierno mexiquense. Como se quiera ver, lo cierto es que al tiempo que Peña Nieto sigue como puntero entre los presidenciables —y ante la posibilidad de seguir creciendo en la aceptación— entrará a la segunda mitad de su gestión y con ello al umbral de “puntero a derribar”. Es decir, los adversarios dentro y fuera del PRI intensificarán los embates contra Peña Nieto, buscarán todo lo que sirva para derribarlo, colocarán trampas y zancadillas, y empezará la guerra sucesoria. En la memoria de muchos está aún fresco el escándalo que por enriquecimiento inexplicable derribó las ambiciones presidenciales del también gobernador mexiquense, Arturo Montiel, cuyo fantasma persigue a Enrique Peña Nieto.

EN EL CAMINO.

No, las citas textuales de AMLO y de Heberto Castillo que hicimos en el Itinerario Político de ayer no salieron del imaginario. Se localizan, respectivamente, en La Jornada del 3 de junio de 1996 y el semanario Proceso número 1023, del 10 de junio de 1996.