Nudo Gordiano
Excélsior

Hace ya casi un par de años, cuando Andrés Manuel López Obrador se quedó con su orgullo y sin la Presidencia —que ostentaba soberbio y presuroso en la campaña electoral—, puso al DF de cabeza al tomar el Paseo de la Reforma durante semanas, 48 días para ser exactos, en reclamo de un reconteo de votos que nunca llegó. El ya clásico “voto por voto, casilla por casilla”. A la par, tomó la tribuna en San Lázaro para impedir que el entonces presidente Vicente Fox rindiera su Informe anual de actividades.
Han pasado 24 meses y el Partido de la Revolución Democrática, junto con la corriente del Frente Amplio Progresista, que encabeza López Obrador, sigue sin aceptar los resultados de esa elección, continúan llamando “ilegítimo” al gobierno de Felipe Calderón y desdeñan cualquier declaración, acto o decisión que les afecte directamente. Su herida sigue abierta.
Y justo ahora que el Instituto Federal Electoral pretende imponer una multa de un buen número de millones de pesos al PRD a causa de aquellas manifestaciones poselectorales, es cuando los miembros del partido del sol azteca, vuelven a la carga contra ese Instituto y el gobierno federal.
Para los miembros del partido, esta multa no es sino una “revancha política” con el fin de mermar cualquier movimiento similar ahora que la reforma energética está por ser discutida. Acusación en respuesta a la iniciativa presentada por el panista Federico Döring, para castigar monetariamente las tomas de tribuna (y de calles y de plazas públicas) realizadas por cualquier partido.
Claro está que Andrés Manuel no iba a quedarse callado y en su clásico y dominguero mitin (aunque ahora se llamó Marcha en Defensa del Petróleo) salió con un “miren cómo tiemblo” y aseguró que no hay sanción capaz de impedir que ejerza, él y su corriente, su también pejítimo derecho a manifestarse. Que seguirán con lo planeado en caso de ser aprobada la reforma energética que, según él, pondrá a Pemex en manos de empresas privadas y bla, bla, bla.
El argumento de los perredistas para descalificar y llamar ilegítima esta multa consiste en que con ella se estaría inhibiendo y reprimiendo la libre expresión de los ciudadanos. Para ellos, manifestarse tan violentamente —sí, violentamente, porque coartar el libre tránsito no es cualquier cosa— es su camino de construir una política más justa, humana e igualitaria. Aunque en el transcurso se lleven entre los pies millones de pesos a causa de las afectaciones que sufren los negocios que están al paso de sus marchas.
Y es que finalmente no se trata de una sanción producto de una propuesta que afecte exclusivamente al PRD, pero sabemos que los genes de este partido reaccionan como niños y hacen efectivo el clásico “se lleva, pero no se aguanta”.
Con esta multa, el Partido de la Revolución Democrática y Andrés Manuel López Obrador engordan el costo que han tenido que pagar por sus berrinches. No sólo han perdido fuerza política y credibilidad, ahora también, en caso de aprobarse, tendrán que desembolsar 60 millones de su presupuesto, como castigo. Éste sí, legítimo. ¿O acaso usted no lo considera justo por las incuantificables pérdidas en esos oscuros días vividos en el glorioso Paseo de la Reforma?
Habrá que ver si el PRD insiste en sus técnicas ahora que los costos políticos ya no sólo incluyen a un talón de Aquiles…