octubre 03, 2008

Aprueban plan de rescate financiero en EU


Notimex

Washington.- La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó hoy la nueva versión del paquete de rescate financiero, el cual incluye un aumento del seguro bancario y exenciones fiscales luego de haber rechazado el lunes la propuesta original.

La iniciativa, que ya había sido aprobada por el Senado, pasó con 263 a favor y 171 en contra, por lo que sólo resta su promulgación final por el presidente George W. Bush.

Un total de 172 Demócratas y 91 Republicanos votaron a favor, mientras que 63 Demócratas y 108 Republicanos votaron en contra.

El índice Dow Jones se encontraba con una ganancia de 288 puntos al momento de la votación y bajó de inmediato a unos 155 puntos después que se oficializó la aprobación, aunque empezaba a repuntar lentamente.

La Casa Blanca informó que el presidente tiene planeado dar un mensaje nacional en breve.

Autogoles

Francisco Garfias
Arsenal
Excélsior

Francisco Labastida Ochoa se mostraba contrariado. El gobierno federal ha enviado al Congreso cinco contrapropuestas a la iniciativa de reforma energética, que no hacen sino meter ruido a los acuerdos alcanzados por los senadores del PRI y los del PAN en materia de reforma energética.

“Quieren meter artículos mañosos, para ver si me apendejo…”, se quejó el presidente de la Comisión de Energía en el Senado, en charla con el reportero. Son trucos, ardides, burdas estrategias, que llevan la intención de filtrar, en el dictamen final, propuestas del Ejecutivo que abiertamente no pasarían.

El legislador sinaloense ha hablado con Georgina Kessel, secretaria de Energía, y con Jesús Reyes Heroles, director de Pemex. Pero no pasa nada. Las contrapropuestas persisten. “Pareciera como si quisieran que no saliera nada”, aseveró el senador del PRI, en tono crítico.

Una de esas contrapropuestas, por ejemplo, pretende mantener a Pemex bajo la férula de la Secretaría de Hacienda, a pesar de que ya se acordó un periodo de transición, de siete años, para otorgar autonomía a la empresa paraestatal, explicó el sinaloense.

* * *

En el Senado, por cierto, tienen asumido que habrá movilizaciones obradoristas, sea cual fuere la reforma energética que se apruebe. Pero están resueltos a sacarla adelante, sin importar el tamaño ni la intensidad de estas manifestaciones. Panistas y priistas tienen la mayoría necesaria en el Congreso para aprobarla.

Los últimos esfuerzos se han encaminado a incorporar propuestas del PRD, como la diversificación energética, con la intención de que los moderados de ese partido voten a favor del dictamen. Buscan el máximo de acuerdo posible, aunque saben que una parte del PRD no va a votarla y que, otra parte, la más radical, “se volverá loca”.

¿Qué va a hacer el gobierno federal si, por ejemplo, los obradoristas le toman el Aeropuerto de la Ciudad de México y bloquean las pistas? Es la pregunta que se hacen cotidianamente. La respuesta no es fácil. Un error en el desalojo, heridos de más o un muertito y el tabasqueño volverá a ser San Andrés mártir.

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“¿Legalización de la mota? Claro que sí…”, soltó, espontáneo, el legendario asambleísta Salvador Martínez de la Rocca, alias El Pino. Hablaba de la propuesta que promueve el jefe de la bancada del PRD y presidente de la Comisión de Gobierno en la Asamblea Legislativa, Víctor Hugo Círigo.

Este hombre quiere despenalizar el uso de la mariguana y, eventualmente, de la cocaína, para acabar con el negocio y “romperle el espinazo al crimen organizado”. Lo otro, advierte, “es seguir en esta costosa guerra, a la que no se le ve salida…”

Círigo recordó que la Suprema Corte de Justicia ya reconoció que la ALDF tiene facultades para legislar en materia de salud. “La legitimación del consumo de drogas cae en el ámbito de la salud”, alegó el perredista.

El jefe de los asambleístas del PRD, por cierto, presentó ayer una iniciativa de reforma constitucional para que, entre otras cosas, el nombramiento del procurador de Justicia del DF deje de ser facultad del Ejecutivo federal. Propone que, en adelante, el nombramiento se haga a propuesta del jefe de Gobierno del DF, y con la ratificación de la ALDF.

* * *

En el gobierno de Veracruz andan preocupados por las últimas palabras que pronunció el autoinmolado líder campesino, Ramiro Guillén Tapia. Este hombre, de 42 años, se quejó, antes de morir, de que el Ejecutivo estatal no atendía sus demandas.

“Es de todos conocida y sabida la accesibilidad del gobernador Fidel Herrera Beltrán para escuchar las demandas de la población y darle solución a los problemas. Su gobierno es de puertas abiertas”, aseguran colaboradores del mandatario, en una nota enviada a distintos medios.

Guillén encabezaba a un grupo de 40 campesinos que invadieron 250 hectáreas en la comunidad de Ocozotepec, Veracruz. Los invasores perdieron un juicio en el Tribunal Agrario y sobre ellos pesaba la amenaza de desalojo. Ante la posibilidad de que se suscitara un conflicto social, la SRA tomó cartas en el asunto.

El tema fue incorporado al Programa de Atención a Conflictos Sociales en el Medio Rural (Colomer.) Para amortiguar el problema, se acordó el pago de dos millones 240 mil pesos, como contraprestación por la desocupación del predio. La mitad la pagaría el gobierno de Veracruz y la otra mitad la Reforma Agraria. La minuta, aseguran, fue firmada por el propio Guillén Tapia.

Zedillo reivindicatum est

Yuriria Sierra
Nudo Gordiano
Excélsior

Para cerrar su ciclo presidencial, el entonces ocupante de Los Pinos, Ernesto Zedillo, fue llamado “el Robin Hood al revés” (que le quitaría a los pobres para darle a los ricos). Con el error de diciembre de 1994 y los movimientos que su gobierno hizo para inflar el colchón que menguó el golpe que sufrió la banca, se ganó su paso a la historia gracias al tan mentado Fobaproa y sus pagarés firmados (en nombre de generaciones, nos dijeron) que están por venir.

En ese entonces, cuando se discutía el “sí” o el “no” a las propuestas del Presidente para el rescate bancario (discusión que terminó en un sí), la izquierda mexicana (sobre todo la extrema) se opuso por completo. Las razones, todas sustentadas en ese —y en estos— entonces por sus defensas populistas, digo, populares, pusieron a Zedillo contra la pared y, junto con él, el futuro del país.

Finalmente, el Fobaproa se aprobó. Cien mil millones de dólares recibió el país para no entrar en estado de coma. Nos quedamos en terapia intensiva. Pero con esto se evitó que pasáramos del Tercer Mundo al subterráneo. La neta. De 95 a 98 México logró recuperar su ritmo de crecimiento. Los costos se seguirán pagando, pero los golpes no noquearon tan atrozmente como pudo haber pasado.

Nuestro polémico Fobaproa se hizo arma de campaña de muchos, pretexto para otros y, sobre todo, un medio con el fin de sostener, lo mejor posible dadas las condiciones, aquello que mueve la economía del país a grandes niveles y repercute en lo particular.

Y con lo que ocurre en Estados Unidos, la recesión, el rescate que piden los bancos estadunidenses y la debacle de los corporativos hipotecarios, el gobierno de George W. Bush presentó un plan para salvar su sistema financiero, lo que hemos llamado “Fobaproa gringo”.

Y es que nuestro plan de hace unos años mucho se parece al que discuten los legisladores de nuestro país vecino.

Setecientos mil millones de dólares es la cifra de la que pretende Bush su autorización para salvar la economía. Apenas el lunes pasado, los diputados gringos le dijeron al presidente que no. Que su plan no era viable, por lo tanto no lo autorizaron.

Extrañamente, en Estados Unidos los opositores al plan de Bush no son los miembros de la izquierda, como sucedió en el expediente México/Fobaproa/1994-95. En Gringolandia, los opositores fueron los derechistas, los republicanos, los del lado del presidente.

Apenas el lunes pasado, legisladores de Washington dijeron que no al rescate bancario. Un par de días después, el Senado sí lo aprobó y ya sólo falta que se discuta y se dé luz verde en la Cámara de Representantes. Los bolsillos de los bancos gringos necesitan ser zurcidos antes de que todos nos vayamos a la tostada.

Lo curioso es que Bush, con todos, todos, todos sus defectos, finalmente ahora sí necesita que su propuesta sea aprobada. El peligro es demasiado. Y mucho depende del sí que está discutiéndose. Todos los mercados abogan por la aprobación. Es necesario, punto.

Bizarro es que en México se oponía la extrema izquierda y en EU la extrema derecha. Bizarro es que, por una propuesta similar, y que finalmente sí nos salvó de ser sepultados vivos, a Ernesto Zedillo se le haya crucificado. Y, sobre todo, bizarro que hoy, esa misma izquierda mexicana cruce los dedos para que la derecha gringa ya no se oponga a su aprobación…

Será cosa de ironías o de un mal chiste (igualito a los que nuestro ex presidente solía contar)…

Cuando el PRD se divide, pierde

Joaquín López-Dóriga
lopezdoriga@milenio.com
En privado
Milenio

Lo malo no es que las paredes oigan, lo grave sería que hablaran. Florestán

Pasado mañana, en Guerrero habrá elecciones para renovar el Congreso local y 81 municipios, de los que la joya es Acapulco, en manos del PRD desde hace casi una década, proceso éste al que llega dividido como una consecuencia del enfrentamiento a nivel nacional.

El PRD de Nueva Izquierda postuló, con el respaldo del gobernador Zeferino Torreblanca, a Gloria Sierra López, a contrapelo de la decisión de Andrés Manuel López Obrador, que dio su apoyo al senador de Convergencia, Luis Walton, que ha encontrado en Porfirio Muñoz Ledo su principal respaldo oratorio con un FAP fraccionado.

El PRI, por su parte, compite con Manuel Añorve Baños, alcalde interino a la destitución que hizo Ernesto Zedillo de Juan Salgado Tenorio, ausente en el desastre del huracán Paulina, en octubre de 1997, siendo último presidente municipal priista de Acapulco. A partir de ahí perdieron todas, la primera con el mismo Torreblanca, luego con López Rosas, al que siguió Félix Salgado Macedonio.

Hoy, en Acapulco, el PRD repite el error de Zacatecas y con el mismo operador, Ricardo Monreal, que entonces operó a favor del PT, por lo que fue suspendido seis meses. Ahora lo hace a favor de Convergencia, vía su candidato Walton.

En este escenario, el PRD corre el riesgo de repetir el error de Zacatecas donde, dividido, perdió ante el candidato de un PAN unido, Cuauhtémoc Calderón.

Y no porque éste tuviera más votos, sino porque al dividir a su base electoral, el PRD tuvo menos.

Esto, que se repite en Acapulco, es lo que ha ocultado Walton, quien quiere presentar esta elección como un mano a mano con la candidata del PRD, lo que además le abre el espacio para acusar de fraude al PRI en caso de ganar.

De lo que no hay duda es que será un cochinero generalizado desde el que cualquiera puede levantar la mano, pero no como un triunfador.

Retales

1. AJUSTE.- Algo pasó en el PVEM, que El Niño Verde impidió que Manuel Velasco asumiera la coordinación de su bancada en el Senado, y designó a Jorge Legorreta. Luego le echó la culpa a Manlio Fabio Beltrones;

2. PRESIDENTE.- El Tribunal Electoral confirmó que la presidencia de Isidro Cisneros en el Instituto Electoral capitalino termina en 2013, lo que fue celebrado por Marcelo Ebrard como "un triunfo de la ciudadanía". ¿De verdad, Marcelo, fue un triunfo ciudadano, lo que se dice ciudadano?; y

3. AGUAS.- Se informó que en Santa Fe, 25 mil personas carecían de agua, lo que es quedarse corto. A los edificios de corporativos llegan todos los días pipas para abastecerlos, y eso que no son de vivienda. Ahí no hay agua, las calles son como de las de Bagdad, las vialidades un desastre, y siguen construyendo torres. Eso es mirar hacia el futuro por el espejo retrovisor.

Nos vemos el martes, pero en privado.

Los gobernadores y la seguridad

Héctor Aguilar Camín
acamin@milenio.com
Día con día
Milenio

Me hace notar un gobernador amigo que durante la reunión de Alamos, Sonora, los miembros de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) firmaron también un acuerdo sobre seguridad, y no sólo sobre federalismo, como señalé en mi columna del lunes pasado (“Gobernadores”, 29/9/08).

Le respondí lo que respondo ahora: que el acuerdo que decidieron difundir con planas pagadas en los periódicos fue el de federalismo, no el de seguridad.

Es verdad, sin embargo, que la Conago emitió en Alamos un pronunciamiento sobre el proyecto de Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública que antier fue enviada por el Presidente al Congreso.

Los gobernadores del país y el jefe de Gobierno del DF refrendan en ese documento su “firme decisión de cerrar filas” con el presidente Calderón “en el esfuerzo de aglutinar toda la capacidad, el peso y el trabajo institucional de la República a favor de esa urgente e importante exigencia ciudadana”. Ratifican después su “irrestricto apoyo” al Acuerdo Nacional de Seguridad firmado el 21 de agosto

El único compromiso de acción que contiene el documento es interesante y uno se pregunta por qué es una promesa novedosa en vez de una realidad cotidiana. Se trata de “iniciar, a la brevedad, operativos conjuntos” entre los estados.

La lista de los peros es más larga. Los gobernadores están de acuerdo en “la adopción de medidas urgentes” en materia de seguridad, “pero sin vulnerar las instituciones”. Importaría saber de qué vulneración institucional se habla, aunque uno sospecha que el documento se refiere a las intervenciones de la fuerza pública federal para pasar a la báscula a policías y procuradurías locales.

Finalmente, los gobernadores dicen que enviarán observaciones a la Ley de Seguridad Pública del Presidente, es decir, que no le gusta como está. Y solicitan a la Cámara de Diputados que les aumente el presupuesto de seguridad en igual proporción al solicitado por el gobierno federal, que es, creo, de un veinte por ciento.

Concluyo del documento que lo que hay entre los gobernadores y la federación es un forcejeo de fondo más que un acuerdo sin fisuras. Lo cual vuelve a ser una mala noticia porque se revela que no hay un frente verdaderamente común en la guerra contra el narco donde tiene que haberlo.

Mi impresión es que el gobierno federal y los gobiernos locales piensan en cosas distintas cuando hablan de aterrizar las políticas de seguridad pública y, sobre todo, cuando hablan de la guerra al crimen organizado en que está comprometido el gobierno federal.

Dos de octubre: el mito y la historia

Jorge Fernández Menéndez
Razones
Excélsior

Para Valeria, que vive otras épocas, con sus propios mitos y fascinaciones.

Los 40 años de la masacre de Tlatelolco, aquel 2 de octubre de 1968 que fue el acontecimiento que marcó a toda una generación, pasaron sin pena ni gloria: recordatorios, movilizaciones, algunos exabruptos y muchos recuerdos, algunos aferrados a la realidad, otros imaginando lo que debió haber sido y no fue. Muchos más, enmarcados en la mitología o en el crudo escenario de esos días, colocando aquella historia en su propio andarivel, porque el 68, para víctimas y victimarios, para quienes lo recuerdan pero no lo vivieron y mucho menos participaron en él, sigue siendo a estas alturas más una construcción del imaginario colectivo, una construcción cultural y social, que un hecho histórico en sí.

Del 2 de octubre, a cuarenta años, nos queda, en el mejor sentido de la palabra, el mito. Un mito es un relato de hechos maravillosos protagonizados por personajes sobrenaturales o extraordinarios, dice mi enciclopedia y para muchos eso sigue siendo el 68. En realidad todo fue bastante más prosaico: no tiene nada de maravilloso asesinar a jóvenes en medio de un fuego cruzado entre fuerzas policiales y militares (y alguno que otro estudiante mal armado) que no se reconocen entre sí porque así se lo quiso desde el poder; detener y abusar de decenas, centenares, de jóvenes inocentes y acabar con un movimiento que ya había pasado sus mejores momentos, para poder inaugurar en paz las Olimpiadas que se iniciarían días después. Tampoco los personajes que participaron en ello eran sobrenaturales o extraordinarios. Los hubo heroicos, pero también traidores, hubo criminales y hombres y mujeres íntegros, y otros que no eran ni una cosa ni la otra: quienes iban honestamente a tratar de romper con un sistema político o asumir su modernidad en ciernes y quienes pensaban que acababan con una conjura internacional contra el país. Y hubo, por sobre todas las cosas, la rigurosa frialdad del ejercicio del poder, sin importar los costos. Los mitos se construyen de vida y muerte, sangre y carne, de pasiones sublimes y muy bajas. Y de eso sí hubo mucho en Tlatelolco.

El 68 nos dejó, quizás también sin asumirlo plenamente, más una estética que una cultura, derivada en buena medida del propio mito. En términos estrictos no hay una cultura del 68 ni una literatura del mismo (aunque se escribieran muchos libros del movimiento); su música, como en el caso del rock, terminó casi en la clandestinidad, con un cierto desprecio de las dirigencias políticas de izquierda de entonces, y todo se consumió en la llamada música de protesta, de buena o mala calidad, que tenía exponentes nacionales pero también raíces provenientes de la nueva trova cubana o de las distintas naciones sudamericanas, donde se estaban desarrollando otros mitos que queríamos adquirir como propios. Dice Levi Strauss que los mitos deben tener tres elementos fundamentales para serlo: generar una pregunta existencial, sobre la vida y la muerte por ejemplo; estar constituido por contrarios irreconciliables: bien y mal, estudiantes y gobierno, en este caso; y por un tercer elemento que de alguna manera trataron de implementar Echeverría y López Portillo en la década siguiente: la reconciliación de esos polos con el fin de conjurar nuestra angustia. Todo eso fue parte del mito del 68, pero lo que no hubo fue la construcción de una verdadera historia del 68. Hoy conocemos lo que ocurrió por partes de esa historia que fueron reconstruidas por Luis González de Alba, Julio Scherer, Carlos Monsiváis y muchos otros, pero seguimos teniendo un mito del 68 que no ha generado una historia, ni siquiera oficial, de lo sucedido.

Tenemos, es verdad, un momento histórico preciso que posee la virtud de engarzar a un México entonces encerrado en sí mismo, con el momento mundial: el 68 de Tlatelolco es parte de la misma historia con los asesinatos de Martín Luther King y Robert Kennedy y el movimiento de los derechos civiles en Estados Unidos; la muerte en Bolivia del Che Guevara; las movilizaciones de París y Praga; el encandilamiento de la guerra de Vietnam y la revolución cubana; los capítulos más álgidos de la Guerra Fría y El Libro Rojo de Mao; la revolución cultural y social que venía de la música de Los Beatles, los Rolling Stones y Bob Dylan y que, con todo, nos quedaba en muchas ocasiones demasiado lejos. Pero había, más allá del poder y de la política, una generación (o parte de ella, porque el movimiento no se vivió igual en toda la República y en muchos sentidos fue netamente capitalino) que quería romper la cortina de nopal y hacer suya esa historia que se estaba viviendo más allá, en un mundo que parecía entonces lejano y extraño. El 68 fue también la nostalgia de lo que aún no se había vivido y ya se estaba viviendo en el mundo.

Y alrededor se vivía desde la experimentación con las drogas y el amor libre hasta la guerra de guerrillas, desde la propuesta de llevar la imaginación al poder hasta la violencia más pragmática rodeada de una aureola de misticismo. Todo eso se trató de atraerlo a nuestra realidad y tropicalizarlo de una u otra manera, aunque el país, en sí, fuera distinto y viviera bajo parámetros diferentes a los de muchos de quienes vivían, sufrían o disfrutaban de esos fenómenos sociales, culturales, políticos, que no dejaban de ser fascinantes.

Pero han pasado 40 años. Y el 68 nos dejó también a los vividores de aquel movimiento, a los que cuatro décadas después lo siguen explotando como si fuera propio, y nos dejó a una serie de personajes políticos que nunca se han podido quitar el estigma de la violencia ejecutada con frialdad para lograr objetivos personales disfrazados de razones de Estado. Pero, como no se hizo nunca justicia, algo imprescindible para convertir el mito en historia, seguiremos reinventando el 68 y, como ayer, dejándolo cada vez más atrás.

Sorpresas forestales

José Sarukhán
jose.sarukhan@hotmail.com
Investigador del Instituto de Ecología de la UNAM
El Universal

Escribí hace dos semanas (EL UNIVERSAL, 19/IX/08) que la mayor parte de la potencial riqueza forestal del país pertenece a personas de comunidades ejidales y comunales, que a pesar de dicho potencial viven en condiciones de pobreza, con frecuencia extrema. La causa de ello es que, históricamente, las explotaciones madereras fueron concesionadas a empresas privadas o paraestatales, lo que causaba que los propietarios fuesen meros recipiendarios de “rentas” y los bosques se depauperasen por una explotación con características de minería.

Hace poco más de 20 años la ley forestal terminó con las concesiones a terceros y restituyó a ejidatarios y comuneros el derecho de manejar sus bosques. Se pusieron así las bases del manejo forestal comunitario. A partir de 1995, la Semarnap (apoyada en el trabajo de Fifonafe de entonces hasta ahora) ha ido apoyando directamente a los dueños en estas empresas. Se establecieron entonces varios programas que, con altas y bajas, han ido apoyando a las comunidades campesinas e indígenas (entre ellos, Procymaf, Prodefor y Coinbio).

Existen hoy 38 unidades forestales certificadas internacionalmente como sustentables (más de 90% ejidales o comunitarias), que representan el manejo racional de entre 700 y 750 mil hectáreas de bosques. También para sorpresa de muchos, México ocupa el primer lugar del mundo en número de empresas y extensión de manejo certificado como sustentable. Los estados más importantes en este rubro son Campeche, Chiapas, Chihuahua, Durango, Guerrero, Hidalgo, Michoacán, Oaxaca, Querétaro y Quintana Roo. Curiosamente, varios estados de la República con mayor marginación social y económica.

Algunas de estas empresas forestales comunitarias tienen un alto grado de integración con fábricas de muebles o productos de alto valor agregado. Los beneficios de esta actividad van directamente a los miembros de las comunidades, resultando no sólo en su beneficio económico, sino también en bienestar social con la construcción de escuelas, clínicas y entrenamiento técnico y profesional a los jóvenes y reinversión en la capacidad de la empresa, entre otras acciones. En Oaxaca, solamente, se estima que la producción forestal maderable produce unos 30 mil empleos directos en comunidades y ejidos, con una derrama económica anual de 400 millones de pesos.

Aun con estos ejemplos, el hecho es que la industria forestal mexicana adolece de ineficiencia y baja capacidad competitiva. La balanza comercial en este sector es negativa: importamos cerca de 40% de la demanda nacional de madera y celulosa, lo que implica unos 4 mil millones de dólares anuales.

Se antoja que los ejemplos de las empresas forestales certificadas existentes, hecho que me parece sumamente alentador, deberían multiplicarse con una clara y bien financiada política de apoyo y de capacitación profesional y administrativa adecuadas. Es claro que no todas las comunidades dueñas de los bosques están en condiciones de desarrollar ejemplos exitosos. Sería necesario hacer una evaluación cuidadosa de aquellas en las que, con ayuda económica y organizativa, libre de manipulaciones políticas, se podría repetir el ejemplo de las muchas que ya funcionan exitosamente. Para ello se requiere tener ciertas condiciones básicas a las que haré referencia en mi próxima entrega. Hasta entonces.

Por cuarta vez, ¿cuántos muertos, Presidente?

Ciro Gómez Leyva
gomezleyva@milenio.com
La historia en breve
Milenio

¿En cuántos muertos pensaba el presidente Calderón cuando dijo que el combate contra el crimen organizado conllevaría, además de sacrificios, vidas humanas? ¿A partir de cuántas vidas perdidas se puede seguir afirmando que la estrategia es la adecuada?

Tomo el párrafo anterior del artículo que publiqué aquí el 4 de abril del año pasado, bajo el título “¿Cuántos muertos, Presidente?” Volví a hacer la pregunta el 17 de aquel abril y el 9 de enero de este 2008.

Y la hago ahora, después de revisar el recuento presentado el miércoles en MILENIO: 170 víctimas en diciembre de 2006, 2 mil 773 en 2007, 3 mil 654 en los ochos primeros meses del año. Total en el sexenio: 6 mil 597. Mexicanos, prácticamente todos. Así el 90 por ciento sean narcos, sicarios, bandidos, secuestradores, violadores, es demasiado.

¿Cuántas vidas hay que entregar? ¿Qué dice el diseño estratégico del gobierno? ¿Cuál es el límite: 20 mil, 100 mil, un millón? ¿Dónde, cuándo, cómo debe terminar la carnicería?

Seis mil 597 muertes después, ¿qué se ha obtenido en esta guerra? ¿Se ha dañado realmente a los narcotraficantes? ¿Los Zetas, La Familia, los sinaloenses pensarán que el Ejército y las policías son más temibles hoy? ¿Cuántos kilómetros cuadrados de territorio se les han arrancado a los criminales? ¿Qué porcentaje de las policías ha sido plenamente limpiado? ¿Cuántos municipios pueden ser declarados “libres de narco”? ¿En cuánto ha bajado el consumo de drogas?

Disculpe la necedad, Presidente: es una lucha que se tenía y tiene que dar, pero, ¿cuántos muertos hay que poner?

Lo pregunto desde la hora más oscura de estos duros, crueles 21 meses. Cuando la esperanza es sólo una extraña y abigarrada candidez.

¿La servidumbre doméstica?, esclavitud a la mexicana

Francisco Martín Moreno
fmartinmoreno@yahoo.com
Excélsior

México jamás podrá ser libre ni mucho menos próspero mientras a millones de mujeres ignorantes y de escasos recursos no se les respete por su sola calidad humana.

La concepción cavernícola de la mayoría de la sociedad mexicana en relación con los más elementales derechos humanos queda de manifiesto a partir del respeto que ésta dispensa a sus trabajadoras domésticas. Millones de humildes compatriotas siguen sufriendo a diario los horrores de una esclavitud velada precisamente al iniciar un nuevo milenio. México jamás podrá ser libre ni mucho menos próspero mientras a millones de mujeres ignorantes, analfabetas y de escasos recursos, no se les respete por su sola calidad humana con independencia de la legislación o de cualquier otro valor político, social, racial o ético.

Los agravios que sufren a diario un número multimillonario de trabajadoras domésticas mexicanas dejan al descubierto el carácter ultrarreaccionario de una alarmante proporción de habitantes de la nación. No debe sorprendernos, en consecuencia, la embrionaria evolución política de nuestro país si ya se parte de la existencia de una esclavitud disfrazada en los hogares mexicanos, en donde a muy pocos llama la atención la vergonzosa condición en que subsisten sus semejantes bajo un mismo techo y dentro del seno mismo de la familia mexicana, cuyos integrantes —sálvese el que pueda— continúan contemplando a la servidumbre desde la visión despreciable de los hacendados que condujeron finalmente, entre otros coetáneos más, a la Revolución para terminar sus días justificadamente colgados de los ahuehuetes por sus propios empleados. Así se vengaron, entre otras insufribles vejaciones, el derecho de pernada que en otra de sus salvajes modalidades se sigue practicando hasta la fecha en las ciudades mexicanas, desde el momento en que las trabajadoras domésticas llegan a sufrir el acoso sexual tanto de los padres como de los hijos varones en el interior mismo de los hogares mexicanos por más católicos, apostólicos y romanos que éstos sean.

Muchas amas de casa privan de la libertad a sus trabajadoras domésticas encerrándolas en sus cuartuchos para no dejarlas salir ni en sus días de descanso; las golpean por una faena mal ejecutada; se les impide disfrutar los mismos alimentos que consume la familia, ya que para las “criadas”, por decirlo eufemísticamente, hay reservada otra clase de comida; no se respeta, ni mucho menos, la jornada de ocho horas de trabajo, sino que laboran el doble de lo establecido por la Ley Federal del Trabajo sin mediar compensación económica alguna por las horas extra rendidas. ¿Quién paga horas extra a la servidumbre? Millones de estas mujeres ni siquiera están registradas en el IMSS ni se les paga salario mínimo ni aguinaldo ni vacaciones ni se les respeta su derecho de antigüedad y que pierden a diario su empleo sin mediar compensación ni indemnización ni pensión alguna después de años y más años de servicios cumplidos ni tienen acceso al Infonavit ni a las Afores ni a ningún fondo de ahorro ni a ninguna clase de asistencia social en cualquier etapa de su vida, mucho peor si ya son de edad avanzada. Cuando se constata semejante insensibilidad humana no es difícil adivinar el largo trecho que nos falta como nación para llegar a ser alguna vez libres e integrar una democracia próspera y civilizada.

¿Cuál Independencia? ¿Cuál Revolución? ¿Cuáles garantías individuales conquistadas con sangre por nuestros abuelos? La servidumbre mexicana no ha conocido la evolución social.

El efecto de la fusión de dos razas, el mestizaje nacional, lo seguimos viendo expuesto en los hogares mexicanos durante la convivencia diaria con el servicio doméstico. Es el caso de un pequeñísimo laboratorio social reducido a su mínima expresión. Después, todo es cuestión de magnificar el ejemplo a nivel nacional para poder entender el abandono en el que tenemos “los blancos” de hoy a nuestra propia gente de piel cobriza. Lo mismo que acontece con las “criadas” en los hogares citadinos se da a nivel nacional con los llamados despectivamente “indios”. Ambos son ignorados por la sociedad, por el gobierno, por la ley y por la nación en su conjunto hasta que aparecen en el horizonte los Genaros Vázquez y los Marcos y sus incendios sociales para llamar nuestra atención respecto a una vergonzosa historia de explotación, abandono y desprecio centenarios que hoy empieza a nuevamente a amenazar nuestra propia existencia gracias a la presencia de más de 40 millones de mexicanos en la miseria.

El desprecio por nuestros aborígenes, a quienes les debemos la grandeza histórica de México, como el deslumbrante imperio azteca o las tortillas o los tamales o nuestros bailes, canciones y tradiciones artísticas y culturales, no se da sólo en nuestros campos y ciudades, se da en el seno mismo de la familia mexicana que no acepta nuestra realidad mestiza y por lo tanto impide nuestra reconciliación como país con todas sus consecuencias económicas, políticas, culturales, raciales y sociales que padecemos con insoportable indolencia

¿Cuál Independencia? ¿Cuál Revolución? ¿Cuáles garantías individuales conquistadas con sangre por nuestros abuelos?

Fidel Herrera: ‘virrey’ de Veracruz

Ricardo Alemán
aleman2@prodigy.net.mx
Itinerario Político
El Universal

El gobernador mantiene vivo al viejo PRI
El estado y su gobierno: la más pura de las regresiones


“Si quieren mi vida para que nos hagan caso, se las doy”, dijo Ramiro Guillén Tapia en protesta por la indolencia del gobierno de Veracruz. En seguida se prendió fuego y murió después por quemaduras de segundo y tercer grados en 90% del cuerpo.

Poco antes el gobierno de Fidel Herrera había cancelado a Guillén Tapia una audiencia largamente esperada —cancelada en un centenar de ocasiones—, para atender y resolver un muy añejo conflicto agrario que por décadas enfrentan los indígenas popolucas. Cansado del repetido engaño del gobierno estatal, Ramiro Guillén Tapia protestó en forma extrema, lo que le costó la vida.

Fidel Herrera Beltrán es el gobernador de Veracruz, heredero de las más cuestionables prácticas autoritarias del viejo PRI y uno de los últimos políticos en activo de la camada de “jilgueros” juveniles del entonces presidente Luis Echeverría —a propósito de cuatro décadas de la masacre de 1968—, quien a decir de no pocos de sus paisanos trabaja no para Veracruz y menos para los veracruzanos, sino para hacer realidad un sueño largamente anhelado; el de ser presidente de México.

Para políticos, analistas y observadores de lo que ocurre en Veracruz —desde que Fidel Herrera llegó al gobierno estatal—, la protesta suicida de Ramiro Guillén Tapia es del tamaño de gobierno autoritario, represor, censor de los medios de comunicación y nada democrático de Fidel, el mandatario estatal veracruzano que como pocos ilustra los estragos de la balcanización que desde la caída del poder presidencial del PRI se produjo en las entidades federativas.

Fidel Herrera es el virrey todopoderoso de Veracruz, feudo que el mandatario estatal, su claque política y parentela creen escriturado para ellos, que no le rinde cuentas a nadie, y que no sólo tiene el control total de los poderes estatales Legislativo y Judicial, sino que mantiene un férreo control de buena parte de los medios de comunicación… Herrera Beltrán ha convertido a Veracruz en una isla en la que se preservan todos y cada uno de los vicios, los usos y costumbres, la antidemocracia del viejo PRI.

Veracruz, su gobierno y sus gobernantes son la más pura de las regresiones políticas que vive la atomización del PRI. Es decir, al caer el poder presidencialista del PRI, que era el eje articulador de la federación de partidos de todo el país en que se había convertido el viejo partido tricolor, los gobernadores se convirtieron en el vértice de la pirámide del poder entre el priísmo. Un gobernador del PRI, de una entidad del tamaño, la riqueza, la influencia política como Veracruz, es lo más cercano al dueño de la vida y el futuro de su pueblo; el virrey en turno, el que a nadie le rinde cuentas; el todopoderoso.

Y sólo en un gobierno represor, autoritario, despótico, vertical, sin equilibrios ni control alguno se puede dar una protesta como la que llevó a cabo Ramiro Guillén Tapia. La protesta del hartazgo, del rebasado límite de la burla contra la sociedad, del límite de lo que es capaz de tolerar un ciudadano agraviado de un gobierno y un gobernante despótico. Y es que Fidel Herrera sólo escucha a sus amigos, a los que lo halagan, a los que hacen la corte ante el virrey de Veracruz. Los demás pueden esperar 30, 40, 100 cancelaciones de encuentros para resolver un problema elemental de justicia, como el que reclamaba Guillén Tapia.

Los gobiernos estatales y los respectivos gobernadores de todas las entidades del país —sean de PRI, PAN y PRD— son jefes de feudos sin control político alguno y no existe poder que pueda removerlos. Antaño el poder presidencial en manos del PRI era capaz de quitar y poner gobernadores —poder fáctico contrario a la democracia elemental—, pero hoy los mandatarios encarnan por separado, cada cual en su estado, la balcanización del derrocado poder presidencial priísta. Cada gobernador es su propio jefe político.

Y en el extremo de la contradicción entre el priísmo, resulta que los gobernadores estatales del tricolor son los más interesados en que el poder presidencial no regrese al tricolor. ¿Por qué? Porque muchos de los mandatarios estatales no sólo no habrían llegado al cargo que ostentan, sino que ya habrían caído del mismo. El presidencialismo autoritario y vertical que dejó la casa presidencial en el año 2000, también dejó manos libres a gobernadores autoritarios, despóticos, y nada democráticos como Fidel Herrera, Ulises Ruiz, Mario Marín y muchos otros.

Está claro que Ramiro Guillén Tapia recurrió a una protesta extrema —lo que le costó la vida—, ante un gobierno que no ve ni escucha a sus ciudadanos. Pero ¿quien va a sancionar al gobernador Fidel Herrera? Al tiempo.