noviembre 05, 2008

Y de pronto... la nave desapareció

Redacción (con información de Aída Ulloa)
El Universal
Ciudad de México
Miércoles 05 de noviembre de 2008

De acuerdo con la información difundida por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, la comunicación de la tripulación del jet con los controladores del aeropuerto capitalino fue interrumpida súbitamente

De acuerdo con las imágenes difundidas por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) la aeronave en la que viajaba quien fuera secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, desapareció súbitamente del radar del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).


Basado en las grabaciones de la caja negra de la nave, Agustín Arellano, director de Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano (Seneam), detalló que en un momento el jet desapareció del radar y se perdió la comunicación de su tripulación con los controladores del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

"A partir de este momento, el sistema que tiene capacidades de pronóstico de las siguientes posiciones de la nave empieza a darnos posiciones predecibles de la aeronave pero sin contar con la información que debe tener de parte de la aeronave para confirmar los datos de altitud y velocidad.

"Nos indica que la aeronave ya no es segura y que está siendo perdida por parte del sistema de radar del aeropuerto y luego desaparece finalmente", señaló, apoyado por las gráficas obtenidas del radar.

La torre de control en el AICM se comunicó varias veces con el piloto, que inició el descenso luego del punto de San Mateo (cerca de Valle Dorado, en el estado de México), pero entonces el controlador de tráfico perdió contacto con la aeronave.

"Toda vez que no lo tenemos en pantalla y el piloto no se reporta a la unidad de tránsito aéreo especializada, se presupone en términos aeronáuticos que hubo un problema, un accidente o algún evento que está fuera de la operación normal de la aeronave", dijo.
En conferencia de prensa, Arellano señaló que las trayectorias, altitudes y velocidades de la aeronave se encuentran dentro de la normalidad.

El funcionario mostró gráficas en las que se demuestra que el avión que antecedía la nave de la Segob, que procedía de Buenos Aires, Argentina, estaba ya llegando al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).

Reiteró que no hubo ninguna señal de alerta ni llamadas de auxilio por parte de la tripulación de la avioneta en que viajaban los funcionarios y seis personas más.

Ayer, alrededor de las 18:40 horas, la aeronave en la que Mouriño regresaba de una gira de trabajo por San Luis Potosí se desplomó en la zona de las Lomas de Chapultepec, en la Ciudad de México.

En el accidente perdieron la vida también José Luis Santiago Vasconcelos, ex titular de la SIEDO; Arcadio Echeverría Lanz, coordinador de eventos y administación del secretario de Gobernación; José Miguel Monterrubio Cubas, director general de Comunicación Social de Segob; Norma Angélica Díaz Aguinaga, directora de Información; Julio César Ramírez Dávalos, jefe de ayudantes del secretario de Gobernación; Giselle Carrillo, sobrecargo; Álvaro Sánchez Jiménez, piloto, y Martín de Jesús Oliva, copiloto.

'Negro / ¿Blanco?' por Paco Calderón

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Germán Dehesa
german@plazadelangel.com.mx
Gaceta del Ángel
Reforma

Esto es lo que yo tengo como comentario a los hechos ocurridos esta gris tarde de otoño en el rumbo de Reforma, Periférico y Ferrocarril de Cuernavaca. Me parece enormemente absurdo e irresponsable poner por escrito cualquier versión de los hechos que ni siquiera toman en cuenta lo magro de la información que hasta el momento (nueve de la noche) hemos recibido. Puedo decir solamente que esto me parece grave y muy triste para nuestro país, para nuestro gobierno y obviamente para los familiares y amigos de los que perecieron. Ni siquiera a ellos tendría yo algo pertinente que decirles.

La noticia de la muerte de Juan Camilo Mouriño llegó en momentos en que la presencia del ahora fallecido en la Secretaría de Gobernación era objeto de cuestionamientos, versiones y rumores. Nuestros politólogos de banqueta aseguraban que Mouriño saldría pronto de la SEGOB. La muerte de Mouriño irrumpe también en mitad del estrépito provocado por una serie de acusaciones que indiciaron al padre de Juan Camilo por diversos delitos. Digamos que la figura de Mouriño se encontraba en el centro de muchas y diversas turbulencias frente a las cuales un servidor público de tan magra ejecutoria no tenía más carta fuerte que esa verdad a voces que lo señalaba como amigo del Presidente.

En este momento (21:15), nuestro Presidente Felipe Calderón corrobora lo que acabo de escribir y con notoria tristeza se dirige a los televidentes para hablar acerca de la muerte de un amigo cercano y entrañable. Por cierto, me permito aquí abrir un paréntesis para comentar la anómala relación entre el gobierno y Televisa. So pretexto de que esta última tiene que cumplir con el urgente y sagrado deber de "informar" a la opinión pública, a los televidentes, a nosotros, pues; se permite tratar a los funcionarios cual si fueran unos chalanes cuya primerísima y casi única obligación es hacerle caso y atender a sus personeros rapidito y de buen modo. Toda pregunta, por impertinente, o absurda, o mafufa que sea tiene que ser respondida a satisfacción de estos "reporteros" que sólo saben algunas cronologías, pero que suelen ignorar minuciosamente eso que se llama "cultura".

Ni yo, ni nadie (así lo espero) podía imaginarse que ocurriría algo de tal gravedad. Hoy toda la información estaba, quizá un poco morbosamente, centrada en las elecciones de Estados Unidos y en particular en la carismática imagen de Barack Obama. De hecho, yo ya había escrito y entregado a buena hora (¡ése fue mi error!) un artículo donde hablaba acerca de lo que podría significar para México el resultado de esta elección. De hecho, yo tenía una doble invitación de la Embajada Norteamericana y de mi súper-cuata Denise Dresser para que veláramos en espera de los resultados. Mi comentario fue tajante: no sean payasos; esto es una especie de Real Madrid contra Zacatepec. A estas horas, dos de la tarde, yo les aviso que gana Obama por madriza. Puse punto final, envié el artículo y media hora después, éste ya no tenía mejor uso que envolver aguacates. El centro de atención se había desplazado violentamente y México volvía a ser, aunque fuera por tan triste motivo, el centro de nuestra atención.

Vendrán los días subsecuentes. Deseo, quiero creer, que la verdad se abrirá paso y sepamos con razonable certeza si es que fue un accidente, o si es que se trató de un atentado cumplido. En este último caso y si no fuera mucho pedir, habría que hacer justicia. Ésta es la gran deuda que Felipe Calderón tiene con su entrañable amigo y con el país que gobierna. Y lo que digo de Mouriño es totalmente aplicable al difunto Señor José Santiago Vasconcelos y a todos los que murieron en este triste evento.

ENVÍO

Señor Presidente: le expresamos nuestra solidaridad, nuestro afecto y nuestra cercanía.

Cualquier correspondencia con esta triste columna, favor de dirigirla a german@plazadelangel.com.mx (D.R.)

Elección y muerte

Joaquín López-Dóriga
lopezdoriga@milenio.com
En privado
Milenio

Que sensación rara, un negro les anuncia un nuevo día. Florestán

Hasta ayer, un presidente negro en la Casa Blanca era algo sólo de ficción.

Eran los sesentas y los negros no podían sentarse con los blancos ni beber en los mismos bares ni comer en la misma mesa ni entrar al club de golf; en algunos ni de caddies o ir a los mismos colegios y universidades, ni asentarse en los mismos vecindarios ni votar.

Un presidente negro sólo existía en la ficción de Irving Wallace, que escribió una novela, El Hombre, en la que el protagonista llegaba a la Casa Blanca pero no vía elecciones, sino por la muerte del presidente blanco y el vicepresidente blanco. El relevo era presidente de la Corte Suprema de Justicia, cargo al que había llegado en un movimiento político para apaciguar a la negritud de Estados Unidos.

Al otro presidente negro le llevó más de 40 años y también fue en la ficción: una serie de televisión, 24, que causó furor en el mundo siendo una de las más vistas. El eje central giraba en torno a las aventuras del inmortal Jack Bauer al servicio de las causas imposibles de un presidente negro que, atrapado en intrigas y muertes violentas, la de su ex esposa incluida, no se presenta a la reelección.

Así, desde ese escenario de ficción se comenzó a construir en forma silenciosa la candidatura de un senador por Illinois, al que no le daban oportunidad alguna. Había llegado en la miseria a la convención demócrata de 2000 en la que se nominó a Al Gore, y cuatro años después hablaría en la nominación de John Kerry. La derrota de uno y otro, Gore y Kerry, marcó a aquel joven que se propuso reivindicar a su partido y, pese a ser negro, ganar la Presidencia de Estados Unidos.

En esa ruta, desde lo imposible, Barack Obama comenzó su largo camino que en un principio se le facilitó porque nadie le daba una oportunidad.

Y desde ese desdén, el joven Obama arrancó el proyecto de su vida en el que superó todo lo que se le puso enfrente; su último obstáculo, la poderosa mancuerna Hillary y Bill Clinton, y lo llevó anoche a convertirse en el primer presidente negro de Estados Unidos, lo que ya no es ficción, sino realidad, noticia. Y él tendrá el compromiso de hacerlo historia.

Retales

El golpe no pudo ser peor. Juan Camilo, el más cercano del presidente Calderón, venía de regreso de San Luis Potosí en el viejo Lear Jet de la Secretaría de Gobernación. La noticia fue brutal, el accidente, peor. El avión se estrelló apenas había pasado la torre de la esquina del Periférico y Reforma, y se estrelló en su ruta hacia el aeropuerto de la Ciudad de México. Con él, José Luis Santiago Vasconcelos, el ex titular de la SIEDO. La muerte de Mouriño altera la ecuación de gobierno y de sucesión del presidente Calderón.

Nos vemos mañana, pero en privado.

No a la especulación

Francisco Garfias
Arsenal
Excélsior

La trágica muerte de José Luis Santiago Vasconcelos, junto a Juan Camilo Mouriño, va a desencadenar toda clase de especulaciones. Es inevitable. El titular de la SIEDO en tiempos de Fox, funcionario de la SSP, era un hombre amenazado. Apenas en enero pasado fueron detenidos sicarios del crimen organizado contratados para matarlo.

El intento de asesinato se le achacó entonces a Joaquínel ChapoGuzmán. El mismo José Luis alguna vez nos comentó que Osiel Cárdenas, el extraditado capo del cártel del Golfo, se la tenía jurada. Anoche mismo, sin el menor sustento, corrían ya las versiones de que habían “bajado” el viejo Lear Jet 45, comprado en los tiempos de Santiago Creel en Bucareli, en el que volaron de regreso de San Luis Potosí.

Lo más sensato es esperar la información de la caja negra y la versión de la Torre de Control para saber qué pasó, antes de dar rienda suelta a las versiones sobre un supuesto atentado. Especular sin bases confunde a los ciudadanos y altera aún más a este sacudido país.

El presidente Calderón, en su mensaje de anoche por cadena nacional, comprometió al gobierno federal, en coordinación con las instancias competentes, a realizar todas las investigaciones necesarias, a fin de averiguar a fondo las causas que originaron la tragedia. “Mientras tanto, nos atendremos a la información que vaya surgiendo de las pesquisas correspondientes”, puntualizó.

* * *

Alejandro Zapata Perogordo no iba en ese avión. Alguien soltó irresponsablemente la versión de que el precandidato del PAN al gobierno de San Luis Potosí acompañaba a Juan Camilo Mouriño, quien regresaba de una visita relámpago a esa ciudad.

La versión, nos dicen, salió del CEN del PAN. El senador con licencia tenía ayer una cita con Juan Camilo, pero aquí en la Ciudad de México. “Quedamos de vernos a su llegada de San Luis. Le mandé un mensaje, pero ya no respondió”, nos contó Alejandro.

El que sí se salvó fue Ulises Ramírez, coordinador de asesores del secretario de Gobernación. El político mexiquense tenía boleto para ese vuelo fatal, pero un contratiempo de última hora lo mantuvo en la Ciudad de México. “Está vivo de milagro”, nos dijo Zapata Perogordo.

* * *

Juan Camilo viajó a la capital potosina para firmar el Acuerdo por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad. Se dio tiempo para comer en la Casa de Gobierno con Marcelo de los Santos, mandatario estatal. Hubo un tercer comensal: José Luis Santiago Vasconcelos.

Asistió también a un evento del Programa Paisano 2008, realizado en la carretera San Luis Potosí-Matehuala, cerca del aeropuerto, en compañía de la comisionada nacional de Migración, Cecilia Romero Castillo, y del diputado Antonio Valladolid Rodríguez, presidente de la Comisión de Población, Fronteras y Asuntos Migratorios.

A Cecilia Romero, quien está viva y en perfectas condiciones, también la pusieron equivocadamente entre los pasajeros del Lear Jet.

* * *

Al secretario de Gobernación lo saludamos, apenas el pasado lunes, en el Castillo de Chapultepec. Salía de la comida ofrecida al presidente de Paraguay, Fernando Lugo Méndez. Se acercó al grupo donde estábamos la conductora de Formato 21, Guadalupe Juárez, el diputado federal Samuel Aguilar y este reportero. Nos dijo entonces que eran “puras voladas” lo de su salida de Bucareli. Ese fue el título de la columna de ayer y las últimas palabras que le escuché.

* * *

Nos llegó anoche un correo electrónico del ex piloto Eduardo Riveroll, que abona la tesis del accidente. Dice textual:

“Ese avión venía en tránsito normal al aeropuerto de México a la pista 5. Se llama MW (mike-whiski). Se entra checando el VOR de San Mateo y todo el tiempo los aviones están controlados en comunicación con aproximación México y torre.

“Casi es seguro que tuvo paro de motores y no puede haber sido por otra razón que por falta de gasolina. Eso sólo las investigaciones lo dirán. La torre de control tiene grabada toda la conversación de la aproximación. Habría que checar si en San Luis Potosí cargó combustible.

“Esto sucedió después de checar el VOR de San Mateo, que está cerca de las Torres de Satélite, lo cual quiere decir que, hasta ese instante, el vuelo venía sin ningún problema. Es seguro que el piloto reportó una emergencia. Con aviones de ese tipo, el piloto no tuvo tiempo de hacer algo, sino tratar de llegar al Bosque de Chapultepec. Lamento mucho lo que pasó. Fue un accidente, no otra cosa que después inventan.”

Juan Camilo Mouriño y el Estado en vilo

Carlos Mota
motacarlos100@gmail.com
Milenio

Anteayer vi a Juan Camilo Mouriño. Fue en el Castillo de Chapultepec, durante la recepción que el presidente Felipe Calderón ofreció al presidente de Paraguay, Fernando Lugo. Durante varios minutos, antes de iniciar la comida, a Juan Camilo se le veía sonriente y contento. Charlaba con Josefina Vázquez Mota y con Luis Téllez.

El horror de ayer en Periférico y Reforma, en el corazón mismo de la capital del país, representa una de las más graves amenazas al Estado mexicano que esta generación haya atestiguado.

Vendrán días en las que habrá más preguntas que respuestas. ¿Fue en verdad un accidente? ¿Fue un atentado? ¿Cabe esa posibilidad? En cualquiera de los dos casos, accidente o atentado, la muerte del secretario de Gobernación equivale a la más severa crisis de institucionalidad en México, porque si fue accidente existen altas probabilidades de que las líneas de investigación apunten hacia el mantenimiento de la aeronave —y si hay un avión que no puede tener fallas de mantenimiento es aquella en el que viaja el secretario de Gobernación—. Pero si fue atentado, pues entonces este país está en una de sus peores crisis de su historia reciente.

En cualquiera de los casos, la muerte del secretario de Gobernación es la peor noticia que ha tenido el país este año. No sólo por lo que representa para la familia Mouriño —la sensación de dolor es indescriptible ante la prosperidad y logros del joven Juan Camilo—, sino porque nuestra eterna incapacidad de acuerdo político hará harto difícil el reacomodo político que se avecina.

Este país debe tener dolor en este momento. Pero no sé si el pueblo de México lo tendrá y lo manifestará, y esa es precisamente nuestra tragedia: que ante el fallecimiento de nuestros más altos representantes gubernamentales y servidores públicos, lo que puede florecer es el miedo y el temor por la suerte que corra el Estado, dejando detrás el dolor que debería emanar de una situación como la que viven familias que ayer perdieron a sus seres queridos.

¿Quién tiene el control del Estado? ¿Está en manos de alguien más que no sea el gobierno del presidente Calderón? Ojalá las respuestas sean benéficas para el país. O estamos en serios problemas.

Mouriño y Vasconcelos

Carlos Marín
cmarin@milenio.com
El asalto a la razón
Milenio

Más Juan Camilo Mouriño que José Luis Santiago Vasconcelos, ambos venían capoteando el vendaval de la insidia: el primero la calumnia de “corrupto”, y el segundo la de “protector de narcotraficantes”.

La revelación de que el ex secretario de Gobernación había firmado contratos con Pemex como apoderado legal de una empresa familiar de transporte, cuando ya era funcionario público, probó nada más que Mouriño, como sus linchadores, también cometía errores, pero el negocio fundado por su padre comenzó con diez carros pipas, los contratos eran renovables de manera rutinaria, y resultó tan “próspero” que las unidades se volvieron ocho.

De Santiago Vasconcelos vino murmurándose que “pudo estar detrás” de los funcionarios de la SIEDO acusados de servir al crimen, pero lo único verificable es que fue el mayor experto de México en la persecución de la delincuencia organizada; que gozó de reconocimiento internacional más que nadie, y que aspiraba a la Suprema Corte para que hubiera, por fin, un ministro especializado en el escabroso tema.

Qué cruda ética la de sus calumniadores.

La hora negra

Rafael Cardona
La Crónica de Hoy

Un abrazo a Raymundo RP

La desgracia ocurrida ayer tiene varios componentes terribles. El primero de ellos es la tragedia humana. El segundo, el componente político, pues implica una fase de profundo desajuste de un gobierno ya emproblemado en el cual el finado Juan Camilo Mouriño era a la vez factor y actor.

Pero hay otro elemento adicional: la presencia en el avión accidentado de un hombre cuya cabeza tenía precio y valor para las organizaciones delincuenciales del país; José Luis Santiago Vasconcelos. Ese es un hecho en la circunstancias y como tal debe ser analizado.

No sería justo hacer deducciones apresuradas ni teorías sobre las rodillas, pero la sensatez implica también relacionar los sucesos y buscar en los antecedentes. Santiago Vasconcelos había explicado él mismo, cuándo y cómo se había planeado asesinarlo.
La información publicada en todos los diarios en enero de este año daba cuenta de la existencia de un grupo denominado Fuerzas Especiales de Arturo Beltrán Leyva, y de la captura en la ciudad de México, en la ruta por donde habría de pasar el entonces subprocurador contra la Delincuencia Organizada, y donde los sicarios del narcotráfico planeaban ultimarlo.

“En la camioneta verde con placas de Estados Unidos se encontró un arsenal: un rifle R-15, un fusil Fal 7.62 mm, un subfusil Heckler MP-5, un lanzagrandas calibre 0.40 mm, GRANADAS ANTIAÉREAS y de fragmentación, así como 40 cargadores de diferentes armas”, decía la información publicada inicialmente. Sobre los atentados, Santiago Vasconcelos dijo

“A mí me avisaron inmediatamente, fui avisado por el subprocurador de crimen organizado, el maestro Noé Ramírez Mandujano”, relató el propio Vasconcelos al confirmar este jueves a una radiodifusora la noticia sobre el frustrado atentado en su contra… “Ya habían tenido algún intento el día 22 (de diciembre), pero yo salí de vacaciones el día 22 precisamente”.

El funcionario hoy fallecido en el último vuelo del avión XC-VMC, tipo Learjet 25 de la Secretaría de Gobernación, había sido relevado de las funciones más riesgosas y en días recientes se destapó un escándalo en torno de quienes fueron sus subordinados, cuyas oficinas habían sido penetradas por grupos de narcotraficantes. ¿Eso nos autoriza a pensar automáticamente en un atentado?
De ninguna manera, pero tampoco nos obliga a olvidar o desestimar los antecedentes.

Muy poco tiempo después de la confirmación pública del fatal accidente —en torno del cual hubo numerosas víctimas ocasionales—, el presidente de la República envió un mensaje a los mexicanos. Visiblemente dolido, contrito y con tristeza en la voz y la expresión, el Presidente dirigió un exhorto de enjundia con un lenguaje distinto del resto del contenido de su apenado discurso. Como si hubiera querido decir algo ente líneas.

“Nunca dudamos —dijo al hablar de su pasada relación política con JCC—, en empeñar nuestras vidas para ver realizados nuestros sueños de ver engrandecida a nuestra Patria... Su muerte me causa un enorme pesar, pero al mismo tiempo es para mí un motivo poderoso para pelear sin descanso, y ahora más que nunca por los ideales que compartimos… Pido a todos los mexicanos que ningún acontecimiento, por doloroso o difícil que sea, como por supuesto lo es éste, nos haga desfallecer en nuestro anhelo de tener un México mejor”.

En momentos como los actuales, con el gobierno en abierta guerra contra los cárteles de la droga y sus complementos, el obstáculo mayor para ese México mejor es la violencia generalizada. No hace ni dos meses hizo su aparición el “narcoterrorismo” en la ciudad de Morelia en un episodio demasiado conocido.

Tienen razón quienes piden no especular. Pero también tenemos razón quienes pensamos en la información plena y verosímil como justo sustituto de la especulación.

“Estaremos informando a ustedes y a toda la nación a medida en que avancen las investigaciones del caso —ha dicho FCH y todos aguardamos— , y en su momento haré saber a los mexicanos las decisiones de Gobierno correspondientes.”

La única decisión de gobierno por ahora, antes de concluir las investigaciones, es dar a conocer los nombres de los funcionarios de remplazo. Ojalá y escoja bien.

El luto y la duda

Pablo Hiriart
Vida Nacional
Excélsior

“Pobre México, pobres de todos nosotros”, exclamó José Francisco Ruiz Massieu cuando se enteró del asesinato de Luis Donaldo Colosio en Lomas Taurinas.

El recuerdo de ese momento trágico viene a colación porque desde ahí nos ha perseguido la desgracia. Y no nos suelta.

El entonces Presidente perdió a su amigo y candidato presidencial.

Ayer, el actual Presidente perdió a su amigo y secretario de Gobernación.

Es México el que ha perdido y perdido y perdido.

Crisis, rupturas, pérdida de la confianza ciudadana, fabricaciones, homicidios y accidentes nos han llovido entre esos dos acontecimientos trágicos de la historia moderna del país.

Faltan por esclarecer las causas de lo ocurrido al avión en que viajaban Juan Camilo Mouriño, José Luis Santiago Vasconcelos y otras seis personas.

Pero el hecho es que estamos, nuevamente, ante una tragedia de grandes dimensiones políticas.

Hay que exigir, por la salud del país, que las investigaciones se conduzcan de una manera pulcra, responsable, sin protagonismos y que se llegue a la verdad.

Nada de circos políticos con comisiones especiales de las cámaras legislativas para sacar provecho partidista de un acontecimiento que enluta a la nación.

Mucho menos fiscalías especiales que manipulen la información, filtren a conveniencia datos de la averiguación para fortalecer hipótesis preconcebidas.

El país ha pagado un precio demasiado alto por la irresponsabilidad con que se han conducido las averiguaciones de otras muertes y otros accidentes.

Esa irresponsabilidad ha llevado a buena parte de la población a creer lo que sea, menos en la verdad.

Apenas llegó al aeropuerto del Distrito Federal, el Presidente de la República emitió un mensaje a la nación, de dolor, sí, pero también de seriedad.

No vimos a un Presidente noqueado ni en estado de shock.

A Calderón se le vio sereno, y eso inspira confianza.

Confianza de que no va a cometer errores ni en la investigación ni en la designación del sucesor de Mouriño.

Hasta anoche, el comportamiento de los medios de comunicación fue ejemplar.

Cero especulaciones en las cadenas de televisión y en las radios, por lo menos hasta donde fue posible captar.

Los principales actores políticos salieron a dar el pésame a las familias de los muertos y su solidaridad al gobierno de la República por la pérdida de dos valiosos funcionarios.

Marcelo Ebrard tuvo una actitud responsable, como hombre de bien que es, y no se dejó llevar por el protagonismo ni por los rencores políticos. Quiere decir que no los tiene. Ayer fue el primero en dar el pésame, de manera pública, a los familiares y al gobierno.

Lo mismo hizo Manlio Fabio Beltrones, el líder de los priistas en el Senado, quien reconoció la capacidad de interlocución de Mouriño y la pérdida que significa su muerte para el país.

Guadalupe Acosta Naranjo, presidente del PRD, Beatriz Paredes, dirigente nacional del PRI, también expresaron sus condolencias, en una actitud que en mucho los enaltece.

Germán Martínez, su compañero de partido, presidente nacional del PAN, expresó su dolor ante los medios de comunicación.

Nadie adelantó especulaciones. Esperemos que así se continúe, para no entorpecer lo que debe ser una investigación ejemplar de las causas de la tragedia.

Por la magnitud de lo ocurrido, es obvio que la atención se haya centrado en la muerte de Juan Camilo Mouriño.

Pero ayer también murió otro mexicano de excepción: José Luis Santiago Vasconcelos.

Un hombre valiente en el combate al narcotráfico. Amenazado de muerte, libró atentados en su contra, encabezó la SIEDO. Hoy está muerto.

De Lomas Taurinas a Reforma y Periférico. Un ciclo trágico de asesinatos y accidentes mortales.

Esperemos que sea el fin de un ciclo.

A ello puede contribuir una investigación exhaustiva, expedita y sin manchas de manipulación.

Eso es lo que se debe exigir en estos momentos de luto y de duda.

Golpe mayor al gobierno de Calderón

Ricardo Alemán
aleman2@prodigy.net.mx
Itinerario Político
El Universal

Nadie puede descartar accidente, pero tampoco atentado
En narcomantas, amenazas contra el gobierno federal


Hasta anoche nadie podía asegurar y/o descartar si fue un accidente o un atentado la caída del avión en la que perdieron la vida Juan Camilo Mouriño y José Luis Santiago Vasconcelos, entre otros servidores públicos.

Ni expertos en materia aérea y menos especialistas en la lucha contra la criminalidad podían validar hipótesis alguna sobre las causas del posible accidente o descartar especulaciones sobre un eventual atentado. ¿Por qué?

Porque si bien todos debemos esperar el resultado de las indagatorias que deberán hacer las autoridades federales y capitalinas, también debemos recordar que el gobierno de Felipe Calderón sostiene una guerra frontal contra el crimen organizado y el narcotráfico, que a través de las narcomantas han lanzado amenazas incluso al propio Presidente, quien en su mensaje de condolencia, y sin asegurar si se trató de un accidente o un atentado, advirtió que su gobierno “no se doblegará”.

Pero más allá de que las investigaciones esclarezcan la tragedia —de que se localicen las cajas negras de la aeronave, que podrán determinar si se trató de un accidente o un atentado—, la pérdida trágica del número dos del gobierno y uno de sus hombres fuertes para la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico es el más severo golpe a la gestión de Calderón.

El Presidente pierde no sólo a uno de sus mejores amigos y colaboradores, sino a una pieza fundamental de su gabinete. Por eso la pérdida de Juan Camilo Mouriño y de José Luis Santiago Vasconcelos obligará a Calderón a un reacomodo emergente en su equipo. Por lo pronto, anoche mismo el Presidente convocó al gabinete de seguridad —que encabezaba el propio Mouriño— no sólo para dar cauce a las investigaciones respectivas, sino para definir las líneas estratégicas a seguir para los reacomodos en el gabinete.

A partir de los reacomodos que determinará el presidente Calderón ante el fallecimiento de Mouriño, se espera que hoy mismo sea designado al nuevo encargado del despacho de Gobernación. En días recientes se había hablado como posibles sustitutos de Mouriño —ante un eventual cambio— de la secretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota; del secretario particular del Presidente, César Nava; y del director del IMSS, Juan Molinar Horcasitas.

Sin embargo, puede quedar desplazado todo esquema previsto hasta antes de la tragedia de la tarde de ayer, de la muerte de Mouriño y de Santiago Vasconcelos, y sobre todo ante la eventualidad de que pudiera haberse tratado de un atentado. Y es que el de la Secretaría de Gobernación es no sólo el cargo número dos del gobierno mexicano, sino que por lo regular se trata del hombre más cercano al mandatario en turno. El titular de Gobernación es el hombre de mayor confianza, que comparte el proyecto porque construyó el proyecto.

¿Quién ocupará ese cargo? ¿Quién será el nuevo número dos del presidente Calderón? ¿Quién construyó el proyecto y lo continuará desde la casona de Covián? El que resulte al final de cuentas designado como sucesor de Mouriño, a querer o no, modificará las formas, pero no los objetivos del gobierno de Calderón, para quien, según dijo en el hangar presidencial —al dar a conocer de manera oficial lo ocurrido—, la tragedia no cambiará su proyecto. Por eso otros no descartan a Germán Martínez, hoy presidente del PAN.

Sí, hasta anoche y posiblemente en muchas horas nadie podrá determinar las causas de la tragedia; nadie podrá defender la hipótesis del accidente o la teoría del atentado. Pero nadie puede olvidar que por lo menos en dos ocasiones que se saben de manera pública, manos criminales atentaron o pretendieron atentar contra José Luis Santiago Vasconcelos, uno de los hombres del gobierno de Calderón más importantes en la lucha contra el narcotráfico, uno de los que más conocía del combate a la criminalidad y que era llamado a encabezar un fuerte viraje de la estrategia de la lucha contra el narcotráfico.

Por lo pronto, anoche se supo que luego de la tragedia se ordenó a todo el gobierno federal intensificar el mantenimiento de aviones y helicópteros de las secretarías de Estado, de las propias aeronaves presidenciales, pero también estrechar la vigilancia en torno a sus esquemas de seguridad.

Se debe recordar que hacia el final del gobierno de Vicente Fox, también en forma poco clara —a pesar de las versiones oficiales—, se precipitó rumbo al estado de México el helicóptero en el que viajaba el entonces secretario de Seguridad Pública federal, Ramón Martín Huerta, cuya nave oficialmente cayó debido a una falla mecánica.

And the winner is...