Jorge Fernández MenéndezRazones
Excélsior
Este será el año de la desilusión de la gente con los partidos y, quizás, también con la democracia. Olvidemos la torpeza enorme de quienes en el Instituto Federal Electoral deciden el momento en que deben pasar los anuncios de los partidos y el sano coraje que debe haber sufrido el espectador que, al momento de querer ver el juego de América-Monarcas o el Monterrey-Guadalajara, se sorprendió porque, a la mitad de los mismos, entraron muchos minutos de anuncios del PT, del PAN, del PRI, del PSD, del PRD y de Nueva Alianza. Seguramente, la interrupción de la transmisión del juego de alguno de los equipos más populares de México, por órdenes del IFE, debe haber llenado a la ciudadanía de un alto espíritu cívico y dejado muy bien parados a los partidos y a los políticos, a los miembros de las instituciones electorales y a sus familiares. Para sensibilizar a la sociedad de participar en las elecciones, no hay nada mejor.
Pero la decepción irá más allá. Se iniciaron en los hechos las precampañas para la elección de candidatos a diputados de todas las fuerzas políticas y se han dado dos fenómenos notables. Todos los partidos han hablado una y otra vez de democracia interna, se han comparado unos con otros, pero lo cierto es que se han reservado la mayor parte de las candidaturas para que sean designaciones directas de la dirección de cada una de esas fuerzas. Como se preveía desde la aprobación de la reforma electoral, cada vez más el poder se concentra en las dirigencias partidarias y no sólo se cancelan los derechos de la ciudadanía, salvo en el acto de votar (“gracias por participar, podría ser la consigna, los invitamos a regresar dentro de tres años”), sino también la de los militantes partidarios. En el PRD habrá disputa abierta en 53 de los 300 distritos, los demás, al igual que las listas de plurinominales, serán designaciones del CEN del partido; en el PAN se elegirá a candidatos en 105 de los 300 distritos, los otros 195 son para la dirección panista; en el PRI, en por lo menos 12 estados, los candidatos serán de unidad, o sea, únicos.
Y lo mismo sucede con las demás fuerzas, incluido el extraño comportamiento del PRD, Convergencia y el PT, que llevan, los primeros, candidatos propios; los segundos, en una coalición relativa y, en los tres casos, el que termina designando a muchos de los aspirantes es López Obrador, escoltado por un expulsado del PRD, el célebre René Bejarano. Según los estatutos del PRD, el ex candidato presidencial tendría que ser expulsado por apoyar a candidatos de otros partidos distintos del PRD, pero Jesús Ortega ya ha dicho que no hay problema y que él no se peleará con el tabasqueño, a quien una vez más se le permite violar la ley públicamente, sin consecuencia alguna (vamos, hasta la multa por el plantón de Paseo de la Reforma la terminó pagando el PRD y no la presidencia legítima de AMLO, que maneja sus recursos).
Por eso la designación de esos candidatos, en esos tres partidos, es la más extraña. Para empezar, en Convergencia encabeza su lista de plurinominales Alejandro Gertz Manero, secretario de Seguridad en el Gobierno del DF con Cuauhtémoc Cárdenas y Rosario Robles, con los que terminó muy distanciado y que, en virtud de ello, el entonces presidente Fox lo promovió como secretario del ramo a nivel federal. Gertz tuvo la confianza del mandatario durante casi cuatro años, pero sus enfrentamientos con Santiago Creel, Rafael Macedo de la Concha, Genaro García Luna y Wilfrido Robledo, entre otros, están en el corazón de los graves problemas que enfrenta el sistema de seguridad desde el sexenio foxista. Por alguna razón ha quedado como candidato a diputado y dirige también el centro de estudios del partido. La pregunta es desde cuándo Alejandro Gertz estaba relacionado con uno de los partidos más cercanos a López Obrador. Tanto que Pío, el hermano del ex candidato presidencial, impulsado por la corriente de René Bejarano también será candidato por ese partido. Lo mismo que un ex presidente del PRI tabasqueño con Roberto Madrazo, Pedro Jiménez León.
Como si faltaran negociaciones extrañas, Alejandra Barrales, también del equipo de Bejarano, dejó la presidencia del PRD en el DF, cuando estaban a punto de desconocer la elección en el Trife, para buscar una candidatura y también dicen que están negociando con Rubén Mendoza, que en elEstado de México ya recorrió el PRI y el PAN. Y afirman que la ex corredora Ana Gabriela Guevara será lanzada como candidata, pero a delegada por la Miguel Hidalgo. Mientras tanto, el que palomea las listas del perredismo en Oaxaca es nada menos que José Murat. Pero hay más, aparece también en la lista, apoyado nuevamente por Bejarano, Miguel Bortolini, que se hiciera famoso por la leche contaminada Betty que vendía a los sectores populares. Como castigo ahora será candidato a diputado (en China, por algo similar, vender leche contaminada, acaban de fusilar a dos funcionarios del gobierno). Nada para asombrarnos si el otro responsable, Martí Batres, es el secretario de Desarrollo Social de la capital del país. Lo que sí resulta asombroso son los pocos candidatos que ha podido colocar en las listas precisamente el jefe de Gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, sólo a su secretaria jurídica, Leticia Bonifaz.
En los hechos, en el PRD por una parte y en Convergencia y el PT por la otra, se dará una lucha intensa en busca de las candidaturas, porque Ortega y la nueva dirigencia del partido son conscientes de que los lopezobradoristas quieren armar una bancada propia con los legisladores que salgan de la coalición PT-Convergencia, unidos con los de esa corriente en el PRD. Habrá que ver aún muchas cosas. Pero pocas como la decisión del flamante PSD de candidatear a Silvia Irabién, apodada La Chiva en Big Brother, para diputada. ¿Así buscan reemplazar a Patricia Mercado? Para mañana, los priistas y los panistas.