abril 29, 2009

Daños colaterales (las otras víctimas de la Legión)

Fernanda de la Torre
fernanda@milenio.com
Milenio

Hace poco escribí de los santurrones. Como consecuencia de esa columna tuve una plática con un amigo. En algún momento me hizo una observación: “Todos hablan de Maciel y las víctimas de su pederastia, pero nadie habla de las otras víctimas, de los que crecimos creyendo en él y su obra y ahora estamos confundidos y decepcionados”. Originario del norte del país, conoce bien el tema de que me habla. Estudió con los Legionarios toda su vida, creció llamando a Marcial Maciel “Nuestro Padre” y pertenecía al “Reino”.

Mi amigo considera que en el caso de Marcial Maciel hay muchas más víctimas que no se han nombrado. Para empezar, todos los que, como él, estudiaron en escuelas de Legionarios. ¿Cómo conciliar las enseñanzas recibidas de los Legionarios con la realidad?

Hace falta tener una venda en los ojos para pensar que Marcial Maciel logró engañar solo a todos los Legionarios, que nadie jamás supo de los delitos cometidos por el propio Maciel y por otros sacerdotes. Es obvio, me dice, que varios miembros de la orden, conociendo los delitos, prefirieron encubrir a los criminales en vez de defender a las víctimas. No puede evitar preguntarse: “¿Lo sabría el Padre Fulano, a quien tanto quise? ¿El padre Perengano, quien nos recalcó la importancia de no mentir?”

Al igual que a muchos, le preocupa la tardía y torpe reacción de los Legionarios. Parecen olvidar que fue por los delitos de pederastia que el Papa obligó a Maciel a retirarse a una vida de oración. Reconocer que tenga una hija y hablar de “debilidades” parece un torpe esfuerzo por tratar de tapar el sol con un dedo y distraer la atención. Todavía no se ha pedido perdón a las víctimas. Reducir el problema de la Legión de Cristo a Maciel es un error. Es necesario revisar a fondo la estructura que le permitió vivir una doble vida.

Mi amigo considera que otros afectados son los padres. Años de esfuerzos y sacrificios (las escuelas de Legionarios no son precisamente baratas) para dar a sus hijos la mejor educación, con los valores morales que consideraban adecuados, para que ahora sea evidente que ese hombre al que tanto ponderaron, lejos de ser un santo, resultó ser un criminal. Ahora se preguntan acerca de esos rumores de actos de pederastia que fueron rápidamente ocultados. Se preguntan por qué no pidieron la aclaraciones pertinentes en su momento y dudan de las personas que están educando (o educaron) a sus hijos. Imposible no cuestionar sus prioridades y preguntarse si están calificados para educar.

El desaparecido Marcial Maciel. Foto: J.L.Pino / EFE

Me habla también del daño que hicieron a hombres y mujeres que él conoce. Predicar acerca del sexo como un pecado, la abstinencia, el control los deseos carnales, afectó a varias personas. Me habla de amigas quienes no han podido tener orgasmos por considerar que el sexo es pecado; otras que no pudieron ser penetradas por sus maridos por las mismas creencias. Tanto sufrimiento y años de terapia, para venir a enterarse de que la mismísima persona que tanto predicaba la pureza, era no sólo débil, sino un delincuente.

Todos aquellos pertenecientes al movimiento laico Regnum Chisti, quienes creían en la inocencia de Marcial Maciel y lo defendieron a capa y espada diciendo que cada acusación era otra prueba más que tenía que sufrir “Nuestro Padre”. Mientras él oficiaba misa lo veían arrobados y creían que estaban frente a un santo viviente, y ahora tienen que digerir que estaba más cerca del infierno que del cielo. “¿Te imaginas cuán traicionados se sentirán por tantas mentiras?”

Mi amigo se pregunta cómo se sentirán los seminaristas y sacerdotes de la Legión que también fueron víctimas del engaño. ¿Extenderán sus dudas sobre la persona hasta el centro de su fe? ¿Pensarán en dejar la Legión? ¿Se sentirán profundamente traicionados y humillados?

Efectivamente, hay muchas más víctimas de Marcial Maciel y de quienes, conociendo su delito, lo encubrieron. Supongo que ahora pueden medir los alcances y las desastrosas consecuencias de su decisión. Este tipo de errores no son privativos de los Legionarios; se han dado repetidamente dentro de la Iglesia católica y otras instituciones. Más que atacarlos, para todos es una lección a fin de entender que tarde o temprano la verdad derrumba todas las mentiras. Encubrirlas genera un efecto de bola de nieve y, como diría Oscar Wilde, “nadie es tan rico que pueda comprar su propio pasado”. En cualquier circunstancia, es mejor encarar las verdades, llamar a las cosas por su nombre, por dolorosas que sean, a dejar que las mentiras, como gangrena, se apoderen del cuerpo a riesgo de perder la propia vida.

Hemos visto que el valor y la perseverancia de unos pocos que se enfrentaron al sistema develaron la verdad y junto con esa verdad han caído varios mitos y seguramente encontraremos más de un culpable. Seguramente ni Marcial Maciel ni quienes lo encubrieron pensaron que sus actos saldrían a la luz ni en los incontables daños colaterales de vivir en la mentira y encubrir a un criminal.

Existe una página web, http://www.regainnetwork.org/, para unir y apoyar a todos aquellos que han sido afectados negativamente por la Legión.

¿Daños colaterales? Me gustaría oír tu opinión. Por favor escribe a:
fernanda@milenio.com

¡Éramos tantos..! Y parió la abuela

Marielena Hoyo Bastien
producciones_serengueti@yahoo.com
Animalidades
La Crónica de Hoy

Estamos viviendo, como país, un verdadero caos. La muy particular forma de practicar la política, dizque cobijada por la democracia, cada vez es más aterradora y costosa. Del problema económico mundial, con todo y el ahorrito del sexenio Fox, tampoco nos libramos. Como resultado, atravesamos por una de las peores épocas de desempleo, lo que ha subido de tono la inseguridad y para más nos tiene en un hilo la lucha del gobierno federal contra el monstruo del narcotráfico. ¿Festejamos? Asimismo que con tan sólo dos añitos de vigencia, una ley que permite la interrupción del embarazo ya acumuló los 23 mil abortos. Crueldad terrible para el humano, cuanto más para los no humanos. Y como nos faltaba, sobrevino el temblorcito del pasado martes, en pleno debut de México como epicentro de una ¿pandemia…? ¿Sólo una mala racha...? Quién sabe. El chiste es que…

Así como las cosas lindas generalmente vienen una tras otra y las pensamos como recompensa a nuestro buen comportamiento, también de la misma forma sobrevienen las situaciones anómalas que igual trabajamos por ellas. Es el caso de la fiebre porcina, cuyo brote y mutación hacia el humano se conocen de hace tiempo, pero de la que todavía no nos informan con certeza absoluta cómo surgió en el país, permitiendo toda clase de especulaciones que van desde el ocultamiento del problema, factor que aseguran algunos provocó una reacción tardía, hasta la culpa sobre la empresa porcina veracruzana Granjas Carroll, pasando por la versión de que se trata de un atentado sembrado por… ¡Obama! Con todo, es un hecho que el problema nos rebasó extendiéndose más allá de nuestras fronteras, pero a mi parecer su contaminación tan amplia no se debe a la actuación deficiente de nadie, sino más bien al comportamiento social de todos y que va más allá del origen étnico, económico o cultural de cada persona. Padecemos una ignorancia supina con respecto al manejo higiénico que debemos mantener de común, haya o no haya alarma sanitaria y más en estos tiempos, cuando todo y todos viajamos con una rapidez y facilidades increíbles. Díganme si no… cuántas veces se encuentra uno con gente que después de abrazarnos como si fuera el último día del Planeta nos informa que trae una gripe del cocol. Lo he vivido en innumerables ocasiones. La última justo este pasado sábado, con todo y el bombardeo de que hemos sido objeto por todos los medios posibles para que evitemos el contacto corporal porque…

Resulta que más que por la vía aérea, este virusillo ex marranil que no tiene patas para movilizarse se nos transmite al toquetearnos nosotros mismos con nuestras lindas y hábiles manitas, concretamente con nuestros deditos que antes fueron depositados o sobetearon alguna superficie contaminada. De esa forma lo conducimos hacia nuestra boca o lo que es peor hacia nuestra nariz, donde ya sin obstáculo alguno se introduce al organismo dando cuenta de nuestra fortaleza o debilidad. De ahí la instrucción repetida infinidad de veces para que nos lavemos las manos continuamente o las desinfectemos con gel alcoholizado, hecho más importante que traer o no tapabocas, que por otra parte no está de sobra, especialmente cuando tratamos con personas que como el Pato Lucas te salpican de saliva a cada palabra. Sólo que…

Me pregunto si quienes insisten sobre ello están al tanto de lo que sucede y potencialmente podría pasar en las numerosísimas zonas marginadas de los más elementales servicios, como es justamente la dotación de agua potable y drenaje, y donde para obtener un poco de líquido se arriesga hasta la vida. ¿Cómo exigirle a esa gente higiene continua, si ni siquiera cuentan con jabón, mucho menos con otros insumos? ¿Qué hacer para controlar lugares atiborrados de personas con deficiente nutrición y por tanto presa fácil del bichillo, cuando sabemos además que aún controlada por hoy, este tipo de fiebre u otra similar o de mayor virulencia podría afectarnos el próximo invierno? Y no me refiero a poblaciones lejanas, no. Hay colonias ubicadas entre algunos de los fraccionamientos más “exclusivos” del DF y Estado de México que no cuentan con la mínima infraestructura para el combate del problema que por ello mismo nos deja una severa lección sobre las necesidades a las que hay que darles prioridad y…

En medio de todo y por lo que toca a mi particular preocupación que son los animales no humanos, debo reconocer que México no se vio obligado, al menos hasta ahora, a terminar con la vida de cientos de miles de cerditos, como hubiera sido una vía de fácil solución y complacencia o como hubo de proceder hace algunos años con la fiebre aftosa y las vacas y hace menos tiempo con la fiebre hemorrágica de los conejos. Bien pudo pasar como con la fiebre aviar y los millones de patos y gansos que pagaron con su vida y de forma terrible la epidemia. Claro, con la salvedad de que la virulencia de este H1N1 no es la misma, pero de todas maneras se agradece que no se hayan ido por esa vía de principio y por ello…

Esta vez los cerditos la libraron. Ganaron también porque la situación abrió camino para poner ojo público en el manejo de los ejemplares presa de la industria porcícola. Si los lectores, lectoras, pudieran vivir por una sola ocasión lo que yo he debido presenciar en rastros municipales y en mercados de abasto con respecto a la matanza de estos sensibles e inteligentes animales, les aseguro que NUNCA MÁS CONSUMIRÍAN CERDO, quizás la especie por la que siento más respeto y agradecimiento.

La danza de las cifras

Héctor Aguilar Camín
acamin@milenio.com
Día con día
Milenio

Me declaro confundido por las cifras de la influenza que nos azota. La mayor autoridad sanitaria del país, el secretario de Salud del gobierno federal, ha dado en público las siguientes cifras:

Enfermos con síntomas de influenza:


Sábado 25 de abril: 1,384

Domingo 26 de abril: 1,614 (+230)

Lunes 27 de abril: 1,995 (+381)

Muertos:


Sábado 25 de abril: 81

Domingo 26 de abril: 103 (+ 22)

Lunes 27 de abril: 152 (+ 71)

El mismo secretario de Salud declaró el lunes que “se redujo el ritmo de los decesos”. No es lo que dicen las cifras anteriores. Dicen lo contrario: que el ritmo de los enfermos y de los muertos crece. (Tomo la cuenta de enfermos y muertos de los diarios Reforma y MILENIO en los días respectivos)

Las cifras mexicanas son preocupantes por su número y por su progresión, suficientes para andar todos con tapabocas y lo menos posible en contacto con otros. (¡Ah, la tentación histérica o juguetona de sentirse en medio de una novela clásica sobre la peste o de una de anticipación apocalíptica sobre la venganza de la naturaleza mediante virus invisibles que mutan y matan!)

Los diarios de ayer traen también las cifras de casos probados de influenza reconocidos en el mundo hasta ahora por la Organización Mundial de la Salud.

No tienen nada que ver con las cifras mexicanas. Según la OMS hay sólo 75 casos probados de influenza en el mundo: 40 de ellos en Estados Unidos, 26 en México, 6 en Canadá, 2 en Escocia y 1 en España.

Sólo 26 en México. ¿De dónde sale la cifra de 1,995 casos declarados por las autorida-
des en nuestro país? O están mal las cifras de la OMS o están mal las de México.

Más probablemente: están contando cosas diferentes. La OMS recoge sólo casos probados y la cifra mexicana recoge también... ¿qué?

¿Casos probables y probados? ¿Casos de otras enfermedades respiratorias, como neumonía, que pueden confundirse o asociarse con influenza? ¿Todo lo que parezca ser influenza por sus síntomas concurrentes?

El hecho es que las cifras de la OMS nos hablan de una epidemia infinitamente menor que las mexicanas.

Una de tres: o la OMS minimiza la epidemia, o las autoridades mexicanas la exageran o simplemente estamos mal informados de lo que van contando una y otras.

Por lo pronto esta tarde echaré mano de Daniel Defoe y su Diario del año de la peste, que devastó Londres en el año de 1665 llevándose 68 mil 576 almas.

México apestado

Salvador García Soto
Serpientes y Escaleras
El Universal

Lo mismo que les está ocurriendo a personas y sus familias que han contraído el virus de la influenza porcina, que además del padecimiento empiezan a ser víctimas de rechazo, segregación y hasta discriminación de la sociedad, le sucede también a nuestro país en el mundo.

El ser identificado como el foco de origen de lo que ya se considera una pandemia mundial está dañando la imagen de México en el exterior y el costo de eso será alto.

Las restricciones de viajes y las cancelaciones de vuelos a territorio mexicano, incluidos nuestros principales destinos turísticos que están siendo vetados por los grandes operadores turísticos del mundo, son apenas una manifestación de las múltiples afectaciones que traerá consigo la enfermedad con la que ya se asocia a lo mexicano.

El Mexican flu, como se le llama por internet al padecimiento, tendrá efectos altamente nocivos no sólo en lo interno por la lamentable pérdida de vidas humanas, la sicosis social y las ya millonarias pérdidas económicas. En lo externo, tomará meses y millonarias inversiones en campañas de difusión reposicionar la imagen y el atractivo del país, tanto en lo turístico como entre los inversionistas.

Si entre nosotros mismos ya se reportan casos como el de la familia de un joven de 26 años que murió de neumonía en un hospital la semana pasada, que es ya estigmatizada por sus vecinos, quienes los comienzan a segregar, es de esperarse que con lo mexicano y los mexicanos en el extranjero ocurran situaciones similares.

Ya les pasó a los jugadores del equipo de futbol Guadalajara, quienes ayer narraron cómo fueron objeto de burla, rechazo y hasta comentarios despectivos cuando paseaban en un centro comercial en Viña del Mar, Chile, a donde fueron a jugar a un partido, además de que a su llegada al país andino fueron sometidos a estrictas revisiones por parte de las autoridades.

Es el ejemplo gráfico del daño que sufrirá la imagen del país en el mundo y que llevará tiempo, recursos y mucho oficio diplomático resarcir, aunque los costos se sentirán de inmediato y el impacto en inversiones y en el turismo vendrá a agudizar la crisis y el desempleo creciente que se vive en el país y que resurgirá, como fuerte resaca, en cuanto pase la emergencia.

¿Fuimos nosotros los culpables?

Víctor Gordoa
Excélsior

Como nación, la hemos ido forjando desde hace muchos años, pero ahora, con lo sucedido, está peor que nunca y eso nos va a afectar gravemente.

Pues si no… parece que lo fuimos y el mundo entero está advirtiendo a su gente que se alejen de México debido a la crisis de influenza porcina que se desató en nuestro país. Bienvenidos una vez más al mundo de la imagen pública, donde el fenómeno de la reputación se desprende de la manera como algo o alguien es percibido al través del tamiz del tiempo y, en ese terreno, nosotros como nación hemos ido forjando la nuestra desde hace muchos, muchos años, por desgracia en no buenos términos, pero ahora, con todo lo que ha sucedido, está peor que nunca y eso nos va a afectar gravemente.

La reputación…

No es otra cosa que una imagen pública sostenida en el tiempo. Recordemos que una imagen se configura con todos los estímulos verbales y no verbales que alguien recibe al mismo tiempo y lo único que la mente hace es discriminar aquellos que no pueda aparejar por pecar de incoherentes. La coherencia en el proceso de estimulación de audiencias es el gran factor que nos permite creer o no creer en algo o en alguien y esta coherencia puede actuar en sentido positivo o negativo. Así, poco a poco almacenamos la información que después nos hará decidir a favor o en contra de lo que estamos percibiendo y otorgamos identidades buenas o malas y formamos los prejuicios con los que construimos una reputación, buena o mala.

La reputación mexicana…

Podemos decir que nuestro país ha ido percibiéndose de manera histórica según como los medios de comunicación han evolucionado en su capacidad de difundir masivamente cualquier información. En Europa se supo oficialmente de México desde el siglo XVI, pero las noticias tardaban mucho en llegar y eran transmitidas dependiendo de la objetividad del informante, que se constituía oficialmente como medio de comunicación. Como no pretendo hacer un análisis histórico, permítanme dar un gran salto en el tiempo para ubicarnos en la década de los cincuenta del siglo XX en la que ya éramos percibidos en el mundo como flojos, irresponsables, buenos para la fiesta, la bala, el alcohol y las mujeres, gracias en gran medida a la difusión de la imagen que dimos de nosotros mismos en el cine de los años cuarenta y cincuenta. Después, a partir de los años sesenta, con el crecimiento de la prensa, la radio y la televisión, durante varias décadas difundimos la imagen de ser un país poco democrático y corrupto, en el que surgían muchos nuevos ricos en medio de la gran pobreza del pueblo mexicano. Nuestra fama de atrasados, incumplidos e irresponsables creció. La mala imagen de México y los mexicanos se arraigó. Pero vendría aún más.

Los tiempos modernos...

En los últimos veinte años crecieron los satélites y las computadoras, surgió la telefonía celular y la internet, la información se hizo más veloz y nosotros jamás reparamos en que la que partía de México sólo hablaba de corrupción, inseguridad, secuestros, narcoviolencia y muertos, muchos muertos.

Escenario actual…

A todo esto hoy se le suma el gran brote epidémico de influenza porcina que ya está siendo bautizado en el mundo como la gripe mexicana, es decir, que internacionalmente ya se nos considera causantes de ella y culpables de que otros países se estén infectando, por lo que ya se recomienda aislarnos. Estados Unidos, posible foco de la infección, ya nos señaló como el origen y hábilmente se lavó las manos. ¿Se dan cuenta del gran daño de imagen pública que esto causará? ¿De las repercusiones económicas y sociales? Los medios de comunicación se han centrado en difundir cifras alarmantes, en hacer ver más grande la emergencia de las medidas extremas preventivas que se han tomado, en difundir imágenes que cualquiera que las vea en otros países pensará que estamos al borde de un colapso que cobrará centenas de miles de muertos. A nuestra de por sí mala reputación súmenle ahora los adjetivos de enfermos y dañinos. La carne de cerdo mexicana ya no se quiere importar, el turismo se va a derrumbar, las divisas van a escasear y esto hará más grave la gran crisis económica que ya traíamos por culpa de otros. ¿Y el gobierno qué está haciendo para atajar la desinformación? ¿Qué esperan los encargados de imagen de la Presidencia para salir con una campaña internacional que involucre a todo el aparato de la Secretaría de Relaciones Exteriores con el fin de informar en la justa dimensión lo que mitigue el daño? Cada día que pase dejando correr la desinformación obrará en contra, así que estamos ante otro caso de emergencia. Y encima tiembla… me cae que estamos jodidos.

Estados Unidos, posible foco de la infección, ya nos señaló como el origen y hábilmente se lavó las manos.

'Voici ton Petit Cochon' por Paco Calderón