agosto 17, 2009

EPIGRAMA

Rafael Cardona Lynch
Ovaciones

El Titular del Gobierno del DF, MARCELO EBRARD, estimó que el contenido del libro salud reproductiva (sexo) que se distribuirá en las escuelas primarias y secundarias generará un gran debate:

Todo escolapio que lea
este manual de Cupido
se quejará, compungido,
¡si no le dejan tarea!

Cambio

Jacobo Zabludovsky
Bucareli
El Universal

Como a Napoleón, se nos adelantó el invierno.

Una semana de contradicciones y aclaraciones confusas termina con un hoyo tan grande en nuestros bolsillos que ni el glorioso futbol alcanza a consolarnos.

El secretario de Hacienda habla de shock y déficit fiscal mientras el Presidente afirma que lo peor ya pasó. Se asegura que aumentan los empleos y sube la cotización del peso frente al dólar, esto último es cierto, mientras las medidas emergentes y las voces más diversas pronostican un futuro de la patada.

Como será la cosa que lo que llamamos derecha, izquierda o centro, coinciden en su pesimismo. Claudio X. González habló como si fuera Andrés Manuel López Obrador. Dijo (EL UNIVERSAL, jueves 14): “…urge evitar el estancamiento y la mediocridad en el diseño de las reformas que el país necesita… reducir la desigualdad social (¡órale!) y la expansión de la clase media como vías para la modernización y crecimiento económico, podrán concretarse sólo si se realiza una transformación estructural… es necesario completar la reforma hacendaria integral, que promueva mayor y eficiente recaudación, así como la simplificación administrativa”, y luego dijo otras cosas que lo alejan de Andrés Manuel, aunque están de acuerdo en lograr “…una transformación estructural… una segunda generación de reformas... el país no podrá progresar mientras no exista un estado de derecho”.

En el coro nacional de declarantes destacó la voz del doctor José Narro, rector de la UNAM, que tuvo oportunidad martes, miércoles y jueves de hablar en distintos actos o ceremonias, proponiendo soluciones a los problemas que van más allá de los límites de Ciudad Universitaria pero a los que la Universidad no puede ignorar haciéndose de la vista gorda.

El martes en el Senado afirmó: “No es aplicando disposiciones similares a las que nos llevaron a este trance, como saldremos adelante… la obstinación de seguir un modelo que a todas luces no es el adecuado para nuestra realidad… la caída de la actividad económica anualizada se estima en cerca de 8%... pérdida de 600 mil empleos el último año… el mercado no puede regularse por sí solo… nos aferramos a pautas que han trastocado profundamente el sistema de valores laicos… millones de jóvenes ni estudian ni trabajan, tampoco tienen confianza ni esperanza… requerimos cambiar un modelo que se ha agotado y que ya no muestra ser el conveniente para México”.

El miércoles habló en el homenaje a Bernardo Quintana a los 25 años de su muerte. Hablaron también el nieto del fundador de Ica, el ingeniero Alfredo Elías Ayub y el licenciado Carlos Abedrop. Al evocar la obra de Quintana, único representante de la iniciativa privada en la Rotonda de las Personas Ilustres, el rector Narro lo recordó como un “… nacionalista…” que se entregó a una obra de transformación de su país “…como nunca antes se había visto… con conciencia social, dispuesto a asumir riesgos, incansable en imaginar las obras que se requerían en la nación”.

El jueves abrió el ciclo escolar 2009-2010 para 306 mil alumnos de la Universidad, 85 mil de ellos de nuevo ingreso. “Por cada uno de quienes resultaron seleccionados, hay otros seis que no pudieron ingresar porque no se tiene capacidad…”. Y más cifras dramáticas: “Sólo 27% de los jóvenes en edad de cursar estudios superiores puede hacerlo, para el resto no existen espacios disponibles… más de 7 millones de jóvenes ni estudian ni trabajan… más de la quinta parte de los jóvenes mexicanos entre los 12 y los 29 años de edad, no tienen esas posibilidades…”. Terminó: “Con enorme convicción trabajamos en la posibilidad de construir una sociedad más justa, más incluyente, menos desigual”.

La diferencia entre las palabras del rector y las de quienes todos los días las usan para diagnosticar nuestra bonanza presente, futura y por los siglos de los siglos, es que las del rector tienen el respaldo de la institución que dirige a los 450 años de su fundación: la UNAM, clasificada entre las mejores universidades del mundo, misma que dentro de 10 semanas recibirá el Premio Príncipe de Asturias. Alguien escribió que es más difícil gobernar a la Universidad que gobernar México.

Lo consignado en esta columna y lo dicho en estos días por otros personajes, expresa la necesidad de buscar otras soluciones para nuestros problemas y, como dijo el rector: “Diseñar una nueva estructura de país… un nuevo proyecto de nación… convencer a la sociedad de su viabilidad… emprender la refundación… de la República”.

Si la consecuencia de esta crisis es un acuerdo nacional en ese sentido, habrá valido la pena.

Los cambios y la fuerza del Presidente

Jorge Fernández Menéndez
Razones
Excélsior

“Un presidente es tan fuerte como él se lo proponga”, escribía Liébano Saénz, quien sin duda sabe de tratos con un mandatario, en su artículo de este sábado. En muy buena medida es verdad, aunque los márgenes de operación, como lo constató Liébano Sáenz durante la administración de Ernesto Zedillo, pueden acotar y determinar el tipo de fortaleza de un presidente.

En todo caso se trata de una forma de ensayo, acierto y error, de saber buscar los límites y comprender hasta dónde se puede y debe llegar. En estos días, en este mes que comienza hoy con el regreso del presidente Calderón de Brasil y la presentación, el próximo 16 o el 17 de septiembre, del paquete económico para 2010, Felipe Calderón deberá demostrar qué grado de fortaleza tiene y cuáles son los espacios reales entre los que puede operar.

Por lo pronto, siguen pendientes los cambios en el gabinete: ya César Nava es presidente del PAN y Josefina Vázquez Mota coordinadora del partido en la Cámara de Diputados, ahora el presidente Calderón tendrá que realizar cambios en su equipo para demostrar que se está entrando en una nueva etapa de esta administración. Algunos de ellos parecen ser ineludibles, pero el mandatario tendrá que decidir qué mensaje va a dar, hacia dónde querrá hacer transitar a su gobierno, incluso con quiénes y, en ese mismo contexto, qué señales comienza a dar en torno a 2012. En ese sentido pueden darse muchas y muy distintas combinaciones.

Las más importantes tendrán que establecerse en el terreno económico. Hay definiciones centrales por adoptar: primero, la del paquete económico y dentro del mismo tanto el tipo de recorte presupuestal que deberá realizarse, como la forma de recuperación de los recursos fiscales que se han perdido. En las últimas horas, a pesar de que los partidos han insistido en que no aprobarán el IVA a alimentos y medicinas, la magnitud de la pérdida ha vuelto a poner sobre la mesa la necesidad de un impuesto al consumo generalizado, sin exenciones, y que permita, no sólo comenzar a recuperar lo perdido con la crisis, sino a reconstruir un sistema de contribuyentes que, pese a lo que se ha podido avanzar en los últimos años, no está a la altura de las necesidades del país, sigue siendo limitado, no abarca el universo potencial de contribuyentes, resulta complejo e injusto. Dicen que la política es el arte de lo posible y que debemos conformarnos con las reformas que en este ámbito se puedan producir, pero eso, lisa y llanamente, es hoy lo imposible, por lo menos si se quiere tener instrumentos para una recuperación relativamente sólida de la economía.

El gobierno federal tendría que proponer lo que realmente se requiere en estos ámbitos. Prácticamente todos los partidos están apostando por cambios menores y se encuentran en condiciones de imponerlos en la negociación del paquete económico, pero debería ser, si se quedan muy atrás, parte de su responsabilidad. Ello se aplicará, sobre todo, a dos temas: por una parte, como dijimos, la fiscal, pero la otra no es menos importante: la distribución de los ingresos y del presupuesto. Ante los recortes, los que han salido más afectados han sido los estados y los municipios que más dependen de los recursos federales. Entidades como Chiapas, Oaxaca, Guerrero y muchos municipios del país verán drásticamente reducidos sus recursos, sobre todo para obras. Existe una presión importante de los diversos partidos y en especial del PRI, porque es el que gobierna la mayor parte de esas entidades, para que el apoyo a los estados y a los municipios se mantenga al nivel más alto posible y también sostienen la idea de que se federalice el gasto, sobre todo el social. Sin embargo, en el priismo saben que esas medidas son relativamente fáciles de implementar, pero luego muy difíciles de revertir y que, por lo tanto, su visión en estos temas no puede ser tan limitada como para cerrarse sus opciones después de 2012.

¿Habrá cambios en el equipo económico? Por lo menos en las áreas relacionadas con la Secretaría de Hacienda se percibe difícil que eso suceda antes de que concluya la negociación de ese paquete económico, salvo que ocurran en forma inmediata, antes de que la propuesta del mismo llegue al Congreso, lo que se ve muy difícil si asumimos que estaremos ante la negociación presupuestal más importante de los últimos años. Con todo, pueden y deberían realizarse varios otros cambios en el sector económico del gabinete, para relanzar una economía que requiere nuevos aires y regeneradas expectativas de cara al futuro. Existen condiciones para hacerlo y es allí, sobre todo, donde el Presidente puede demostrar que tiene la fortaleza que él mismo se proponga, parafraseando a Liébano.

Pero, ¿hasta qué punto el Presidente quiere hacer uso de esa fuerza?, ¿hasta qué punto quiere dar un golpe de timón, cambiar el cuadro de una parte de sus colaboradores? Creo que algunos cambios ya están planteados y los anunciará en fecha próxima, pero no creo que el presidente Calderón cambie radicalmente su forma de gobernar y la preferencia por el tipo de colaboradores que lo acompañan en esa tarea. No creo que pueda haber sorpresas importantes en las designaciones que vienen. Quizás habrá que estar atentos a qué tan azul se quiere terminar de configurar el gabinete y qué tanta apertura está dispuesto a ejercer en ese equipo el Presidente. La versión de los cambios en la Procuraduría General de la República, para colocar allí a un abogado panista, iría en el primer sentido y en el debilitamiento de los espacios de interlocución del gobierno con otros sectores. La versión, como la anterior no confirmada, de que se estaría buscando a José Ángel Gurría para la Secretaría de Hacienda y se colocaría a Agustín Carstens en el Banco de México, abona la segunda hipótesis. Lo más probable es que nos quedemos lejos de ambos extremos.

Prácticamente todos los partidos están apostando por cambios menores y están en condiciones de imponerlos en la negociación del paquete económico.

Cabezas de yunque

Luis González de Alba
La Calle
Milenio

Una receta infalible para argumentar con pase automático a la verdad es 1. Degradar al oponente. En Chiapas un grupo de indios mató a otro en Acteal en diciembre de 1997. La receta indica evitar los nombres “indio” y más aún “indígena” para los agresores y acuñar un término adecuado: ninguno mejor que “paramilitares”. 2. Purificar a la víctima. Los asesinados estaban rezando cuando los paramilitares llegaron a matarlos. ¿Motivos? ¿Un padre a quien los piadosos rezanderos habían asesinado a su hijo? ¿Conflictos por tierras y minas? ¿Diferencias religiosas? ¿Diferencias políticas? Nada de eso: los malos mataron a los buenos porque es tradición de los malos matar a los buenos. 3. Eliminar los matices. Todos son buenos en un lado y malos en el otro. 4. Construir una versión de los hechos, tenga o no relación con los hechos. 5. Amenazar a quien ponga en tela de juicio la versión propalada por los buenos y santificada por el agua bendita de curas católicos que cuidan de los embates protestantes a su clientela.

Es notable que la furia con que se ataca los datos presentados por Héctor Aguilar Camín al respecto de Acteal —datos levantados en el lugar de los hechos, a la vista de las actas periciales y con las versiones de testigos—, no rebata ni una sola de las pruebas que ofrece para demostrar la fabricación de culpables y su entrega a los leones del circo. La descalificación es ideológica y contra la persona. Uno de los datos más estremecedores es el caso del indígena que, sin hablar español ni saber leer ni escribir, presentó un listado, por escrito, de ciento sesenta nombres de agresores reconocidos por él, con apellidos, ocupaciones y etnia de origen. Interrogado por la defensa respondió que el listado lo habían hecho los judiciales. Y, escandalosamente, no se desechó como prueba.

Otro dato de los que se graban a fuego, es el reporte forense por el que sabemos que los cuerpos de las víctimas fueron amontonados y, ya muertos, se les reventó el cráneo con machetes y piedras. Un forense puede precisar si una herida es posterior al fallecimiento, si hubo intención de alterar el aspecto de las víctimas. Si el forense está equivocado es un asunto técnico que se resuelve entre expertos. Por lo pronto, nadie ha desmentido al forense.

Son apenas un par de datos duros, comprobables para quien de buena fe quiera revisarlos. Toda su investigación le llevó a Aguilar Camín tres números de Nexos. Pero el coro de viudas gemebundas se limita a señalar la opinión que le merece Aguilar Camín como persona, no su investigación como historiador. Acusan al mensajero en vez de refutar el mensaje. Si el historiador se equivocó se le debe señalar dónde y cómo, cuáles fueron sus errores técnicos. No lo hacen por dos razones: 1. Porque es de hueva ir a buscar archivos, actas, documentos, informes forenses y ponerse a leer millares de papeles. 2. Porque, para los fines que persiguen, les basta con descalificar a la persona.

Y en eso no se distinguen la derecha ni la “izquierda”. Exactamente lo mismo que los curas del Centro Miguel Agustín Pro et al., de bandera roja, hace el cardenal tapatío Juan Sandoval y la ultraderecha yunquista con el asesinato del cardenal Posadas: los yunques están hechos para resistir el marrazo de una verdad que no les gusta.

Y otro tanto ocurre con el asesinato de Colosio: cuatro procuradores pueden coincidir, cuatro investigaciones pueden rendir los mismos resultados. A quien no le gusta la conclusión, se ríe y da la espalda.

El PAN y la no información

Al PAN nomás no se le da eso de informar sus logros. Desde el Seguro Popular, uno de los pocos éxitos de los seis años perdidos con Fox, hasta el Macrobús de Guadalajara. En parte movidos por los microbuseros que, es natural, se oponen a la regulación del transporte, pero también por falta de información, los usuarios naturales del transporte colectivo, los beneficiarios de una línea de macrobús, se oponen porque el PAN no ha sabido explicar que no pagarán los transbordos.

El metro de Guadalajara quedó convertido en versión tren ligero y con todo es la parte más eficiente del sistema de transporte. Se hizo con métodos arcaicos, a pico y pala, abriendo calles y obstruyendo así con la obra el tránsito por años. Pero hace tiempo que existen excavadoras de túneles que realizan la obra bajo tierra mientras arriba la actividad continúa. Parece que los folletos informativos no han llegado a las autoridades.

Deshonestidad

Denise Maerker
Atando Cabos
El Universal

No se puede reclamar la injusticia del proceso que se le ha seguido a Jacinta, ni cuestionar la absurda condena que paga Ignacio del Valle, el líder de Atenco en Almoloya, sin por lo mismo celebrar que la Suprema Corte de Justicia haya excarcelado a 21 indígenas que esperaban condena desde hace 11 años por la matanza de Acteal. Dicho de otro modo, no nos podemos quejar de las invenciones de la Procuraduría de Justicia en unos casos y aceptarla en otros, según nos parezca adecuado y correcto políticamente.

Y sin embargo, han sido legión los que en estos últimos días han hecho exactamente eso. Hermann Bellinghausen, por ejemplo, escribió ayer en La Jornada que: “El defensor y activista de los derechos humanos Michael Chamberlin con años de experiencia en las comunidades indígenas de Chiapas, señala sobre los paramilitares priístas: A pesar de la liberación no dejan de ser culpables… [y añade] que las deficiencias en la investigación de los hechos de Acteal por parte de las procuradurías federal y estatal, la pérdida de evidencia, la modificación de la escena del crimen, la invención de pruebas y las faltas al debido proceso son la coartada perfecta para que hoy la Corte deje libres a los responsables materiales de la masacre”. ¿Coartada? ¿Si la autoridad que acusa lo hizo todo mal, qué los hace culpables entonces? El argumento es el siguiente: en Chiapas hace 12 años el estado animaba y promovía una estrategia de contrainsurgencia que incluía la preparación, adiestramiento y equipamiento de comunidades antizapatistas de la zona. Los excarcelados pertenecían a una de esas comunidades y estaban enfrentados con las víctimas. Aceptando punto por punto lo anterior, de qué sirve este contexto para dilucidar la efectiva participación de Juan o Pedro y su responsabilidad concreta en la matanza? Existen efectivamente testimonios de sobrevivientes y de familiares de los muertos en contra de los acusados. Pero ningún testimonio puede ser suficiente, ni el del afi supuestamente secuestrado por Jacinta ni el de un sobreviviente de Acteal. Se necesitan pruebas, periciales y científicas.

—Ellos saben quiénes fueron, se conocen muy bien —me dijo convencido y dolido por la liberación, un conocedor de la zona. Pero eso no es suficiente, no en un sistema que pretende juzgar al individuo y no echar culpas colectivas. Es deshonestidad pura demandar un justo procedimiento sólo si el acusado es alguien en cuya inocencia se cree y considerar al contrario que es prescindible y un mero tecnicismo cuando damos por sentada su culpabilidad.

Pesimismo de ojos abiertos

Jesús Silva-Herzog Márquez
Reforma

Esta semana le colmé el plato a un lector. Mi artículo más reciente le resultó a tal punto indigesto que decidió no volver a leerme. Me lo anunció hace unos días. Una frase desbordó el vaso de una paciencia de la cual, al parecer, fui abusando poco a poco. Hace una semana escribí "el futuro que nos aguarda es aterrador", y a mi ahora ex lector le pareció demasiado. No dudo que los motivos de la despedida sean más amplios, ni cuestiono que estén perfectamente justificados, pero me concentro en la frase que menciona en su mensaje como la gota del hastío. Releída, la oración perpetrada es, en efecto, irritante. Un vaticinio más propio del cine de horror que de la crítica política. La frase embonaría bien ahí, en una película de Wes Craven. Un desquiciado con máscara se acerca a un grupo de presos indefensos y les anuncia que su futuro es aterrador. En efecto, la expresión resulta alterada y estridente en un artículo dizque analítico.

Me resulta valiosa la llamada de atención porque descubre en mí una licencia apocalíptica de la que no era del todo consciente y que, por cierto, no se asoma en el polo contrario. Jamás podría haber cometido una frase paralela que anunciara no el terrorífico futuro sino el mañana esplendoroso. No imagino la ocasión que pudiera llevarme a anunciar que el futuro sería resplandeciente y jubiloso. De encontrarme con alguien que dijera que el mañana sería celestial, también le anunciaría mi despedida. Sin embargo, bien que pude tolerar la proposición contraria. Dudo que esta propensión por la catástrofe sea una aflicción personal. Tal parece que se trata de un síndrome común, un aire de los tiempos. Los permisos que damos al pesimismo son infinitamente más amplios que los que concedemos al optimismo. En cuanto levanta la cabeza un dato positivo tendemos a desacreditarlo, a dudar de él y a oponerle en seguida una legión de evidencias de la desgracia. Al optimismo lo llamamos iluso; al pesimista lo elogiamos como realista. Tal vez habría que oponer a ambas disposiciones la prudente reserva del escepticismo. Calderón de la Barca escribió una comedia cuyo título viene a cuento: "No siempre lo peor es cierto". Perfecta réplica al pesimismo vuelto dogma. Lo bueno podría ser cierto.

Chesterton detectó una diferencia entre el pesimista y el optimista. El optimista, decía, es quien piensa que todo está bien en el mundo; menos el ciego del pesimista. El pesimista, por su parte, era la persona que estaba convencida de que todo estaba mal en la Tierra, menos él, que se daba cuenta de la verdad. Para el optimista, el único mal era el pesimista; para el pesimista, el único bien era él mismo. El apunte deja ver lo antipático que resulta el refunfuñón: un arrogante que se coloca por encima del mundo repartiendo condenas y juicios reprobatorios. Nada está a su altura, nadie alcanza su nivel. Pero hay dos expresiones del pesimismo que es necesario registrar: uno está anclado en el prejuicio. Cierra los ojos porque ya no necesita ver. ¿Para qué abrir los ojos si ya se sabe que el panorama es desolador? Cualquier experiencia le sirve para reforzar su dictamen calamitoso. El merolico de la catástrofe repite su cantaleta de desgracias, pase lo que pase. El otro pesimismo no es resultado de la ofuscación, sino resultado del escrutinio. No se defiende la probabilidad del mal por manía, sino por efecto de observación.

Quisiera pensar que mi pesimismo es un pesimismo de ojos abiertos y que está dispuesto a la sorpresa de lo bueno. Acepto la crítica a la expresión chillante de mi pesimismo. Sostengo, sin embargo, sus razones. Desde donde lo veo, el país va mal y no hay muchos hilos de dónde colgar la confianza de que enderece el rumbo. México está mal en sus escuelas y en sus cárceles; en su trato con la ley y con la naturaleza. A sus males ancestrales se ha apresurado a agregar males recientes. El deterioro es el signo del país desde hace varios lustros. Es un menoscabo constante, perceptible, mensurable. No es producto del PAN, ni de la alternancia, ni del pluralismo democrático, es cierto. Es una crisis vieja, profunda y extendida para la que el nuevo régimen no ha sabido pronunciar una sola palabra. La nueva política se ha dedicado a ignorar la crisis. A los grandes asuntos nacionales, responde con razones para la inacción. Hablo de un régimen porque las grandes fuerzas políticas parecen coincidir en lo elemental: lo necesario es imposible.

Ahí se funda mi pesimismo. No encuentro liderazgos, responsabilidad, alicientes para hacer frente a los peligros de México. Y nuestro deterioro no encuentra muro. Tal vez por eso debe subirse el tono. Si el actor político se ve forzado a endulzar el atractivo de sus promesas, el crítico también se ve obligado a subir el tono de sus advertencias. El futuro que nos aguarda es, en efecto, terrible.

Recortes recomendables

Arturo Damm Arnal
arturodamm@prodigy.net.mx
La Crónica de Hoy

Un déficit presupuestario, la diferencia entre los ingresos tributarios y el gasto total no es, de ninguna manera, una fatalidad inevitable. No, un déficit presupuestario es la consecuencia de la decisión de no ajustar el gasto total a los ingresos tributarios y, por ello, de la decisión de financiar la diferencia con algún ingreso distinto al proveniente de la recaudación, que puede ser, dependiendo del marco institucional de cada economía, o la emisión primaria de dinero, modo de financiamiento del déficit presupuestario que en México está prohibido, o la deuda, que en nuestro país sí está permitida. Cualquiera de las dos opciones presenta más inconvenientes que ventajas, razón por la cual, ante la caída en los ingresos tributarios, lo correcto es reducir el gasto, algo que los presupuestívoros no están dispuestos a aceptar.

En México sobra tela de dónde cortar para reducir el gasto gubernamental, y debería comenzarse por eliminar, ¡y lo digo en serio!, todas las secretarías de Estado que tengan que ver con alguna actividad económica, como son la de Energía, Turismo, Comunicaciones y Transportes, y Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural Pesca y Alimentación que, en el peor de los casos, deberían quedar reducidas a su mínima expresión, como direcciones dentro de la Secretaría de Economía o, en el mejor, desaparecer, y hacerlo junto con la Secretaría de Economía.

Sé que más de un lector pensará que me he vuelto loco, y se preguntará qué pasaría con todas esas actividades económicas sin sus respectivas secretarías de Estado, y qué sucedería con la economía mexicana sin la Secretaría de Economía, como si el buen desempeño de todas esas actividades económicas, y de la economía en su conjunto, dependiera de las secretarías de Energía, Turismo, Comunicaciones y Transportes, y Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, y, ¡faltaba más!, de la Secretaría de Economía.

Preguntémonos, ¿cuál es la tarea de esas dependencias gubernamentales? En esencia, una de dos. Primera: regular, de manera especial dichas actividades económicas, decidiendo qué sí y qué no; y si sí, cómo sí y cómo no, y cuándo sí y cuándo no y, segunda, otorgar privilegios, es decir, apoyos, protecciones, subsidios, concesiones, etcétera, tanto directos como indirectos, a los agentes económicos que caen bajo su égida. En ambos casos, regulación especial y otorgamiento de privilegios, se trata de, para perjuicio o beneficio, tratos especiales que no se justifican ni desde el punto de vista moral ni mucho menos desde la perspectiva económica, razón por la cual deben eliminarse.

A todos los que piensan que mi propuesta a favor de la eliminación de las cinco secretarías de Estado mencionadas es un despropósito, me resta decirles que pueden dormir tranquilos: apuesto triple contra sencillo a que ninguna de esas secretarías desaparecerá. Es más, en una de ésas se multiplican las secretarías de Estado relacionadas con las actividades económicas, y uno de estos días amanecemos con la Secretaría de la Torta, el Taco y la Tostada, la STTT, ¡baluarte del progreso económico de los mexicanos y las mexicanas!

Un mundo feliz

Pedro Ferriz
El búho no ha muerto
Excélsior

Claramente la tendencia que nos marca el desarrollo, lleva a entender que el trabajo del hombre está siendo desplazado por soluciones de nuevas tecnologías. La facilidad mayor con la que trabajamos y eficientamos resultados, ¡es pasmosa!, pero debemos entender que cada vez que se crean mejores aparatos que: hacen, organizan, transportan, almacenan, procesan, producen, siembran y recogen. Manos y mentes descansan por fuerza. Para hacer más fácil la vida de unos, pero imposible el sustento de otros que se quedan sin actividad marginal. Esa que los mantenía sin prosperidad, pero “a flote”. Lo que conocemos como pobreza.

Al llegar la modernidad a desplazar enormes hordas de mano de obra, se le presenta a la humanidad un problema creciente de desempleo. Pero no sólo eso, sino la ociosidad que conlleva. El brinco resultará garrafal. Y si bien todo este progreso debería por lo menos compensar a la mano de obra resolviendo la vida de los desplazados, los esquemas económicos entorpecen ese tránsito y “las razones del mercado” mantienen y fomentan los precios de los productos, encareciéndolos constantemente. El fenómeno aleja los bienes materiales del consumidor final. En otras palabras: mayor producción y productividad, no implican necesariamente mejor capacidad distributiva.

Visto así… a mayor población y tecnología, el empleo será decreciente. La ociosidad y el hambre sinónimo de delincuencia. La violencia tenderá a exacerbarse y con esto, no habrá otra fórmula para la convivencia que no pase por el endurecimiento de las formas de gobierno, para contener a turbas que pasarán al descontrol producto de su hacinamiento. Mediatizar y atemperar al capitalismo será estratégico. Habremos de ver cómo se sacrifica la opulencia de un polo, para evitar la inestabilidad del otro. Lo que se conoce como “los grandes intereses económicos” darán paso a soluciones sensatas que encaucen riqueza a fin de nivelarla. Atemperen morbilidad y sobre todas las cosas, dediquen enormes recursos materiales, tecnológicos y humanos a la educación. Si queremos mantener una expectativa futura, habremos de cultivar con esmero a la gente para que dé frutos. Igual que en el campo se hace con las semillas, en el afán de no desperdiciarlas.

En vista del escenario presente y futuro, el análisis somero de lo que expongo, nos lleva a determinar que hoy y en las próximas décadas, el mundo ya tiene y serán crecientes, zonas “viables e inviables”. Lugares con remedio e irremediables. Sitios de armonía y otros de confrontación. Centros de la más clara expresión del potencial humano y zonas de desastre y fracaso. Lo habitable e inhabitable del planeta.

No estoy prediciendo el futuro… sólo intento prevenirlo. Insertarse al mañana de forma irreflexiva, es lo que hasta hoy hemos hecho. Improvisar el presente, nos lleva de manera inevitable a no planear el porvenir. El manejo demagógico de nuestra democracia, dedica su tiempo en enfocar el problema y no la solución. ¿Dónde están las mentes brillantes que eviten nuestros descalabros? ¿Dónde su valor para forzar el arribo de las soluciones? El capitán del barco pierde de manera constante su autoridad. Se le ve limitado. Atado de pies y manos. Bajo el constante escrutinio de un jurado que niega y no ayuda a encontrar el camino. Acorralado y necio. Con el riesgo de imaginar remedios ante lo imposible de alcanzarlos. Ha llegado el tiempo de hablar claro y si es necesario imponer sensatez ante un mar de ignorancia que ahoga los sentidos… Mañana será tarde.

Hoy y en las próximas décadas, el mundo ya tiene y serán crecientes, zonas “viables e inviables”.

Lo que pudo ser y no fue

Román Revueltas Retes
revueltas@mac.com
Interludio
Milenio

Supongo que muchos de ustedes, circulando obligadamente por carreteras estrechas, mal pavimentadas, llenas de baches, con pésima señalización y, por todo esto, pavorosamente peligrosas, habrán imaginado —ahora que papá Gobierno nos anunciaba un colosal proyecto de construcción de infraestructuras para aliviar la catastrófica postración de la economía mexicana— un país diferente, un territorio surcado de amplias autopistas, conectado por puentes que no se derrumban y trenes que circulan más rápido que cualquier coche. El propio Barack Obama, trepado a un TGV durante su última visita a Francia, se preguntaba cómo es que Estados Unidos (de América) no tiene ferrocarriles de alta velocidad comparables a esos prodigios tecnológicos que maneja la SNCF (una sociedad estatal, por cierto, pero bien administrada).

Bueno, pues si el presidente de la nación más poderosa de este rincón de la galaxia quedó grandemente impresionado con los trenes franceses, no quiero ni pensar en el desafío que significa, para México, modernizarse un poco y tener caminos que no te fastidien a suspensión del coche, por no hablar de aeropuertos en los que puedan aterrizar simultáneamente dos aviones o de redes de ferrocarriles suburbanos que te eviten el uso del auto familiar para ir diariamente al trabajo.

Parecía que el sueño de un país con infraestructuras de Primer Mundo sería por fin alcanzable porque era una apuesta —públicamente anunciada— del propio Felipe Calderón. Pero ¿qué ha pasado? Pues, ocurrió lo de siempre, señoras y señores: los magnos proyectos, los planes grandiosos no se pueden nunca realizar en México. Recuerdo todavía una obra pública, en esos tiempos de bonanza que tan desastrosamente gestionó López Portillo, que fue cacareada como si se tratara de alguna de las antiguas maravillas del mundo —no sé, las pirámides de Egipto o la torre de Babel— y que terminó siendo una vía doble electrificada de… ¡200 kilómetros de longitud, de México a Querétaro! Ésa fue toda la herencia que nos dejó un Gobierno que, miren ustedes, se dedicó a “administrar la abundancia”.

Hoy, sin recursos para siquiera pagar los sueldos de los empleados públicos, la SCT construirá, de seguro, un camino vecinal de Topilejo a Parres. Pues eso.

Chocan Salinas y AMLO

Ricardo Alemán
aleman2@prodigy.net.mx
Itinerario Político
El Universal

La 61 Legislatura de la Cámara de Diputados —que arrancará el 1 de septiembre— será histórica no sólo por su papel fundamental frente a la gran crisis económica, política y social de 2009, sino porque en su tribuna chocarán dos titanes de la política en México: Carlos Salinas y López Obrador.

Pero además, en esa Legislatura se reeditarán viejas peleas y rencillas políticas que nos harán regresar a julio de 1988, a julio de 1994 y a julio de 2000. La 69 Legislatura será, igualmente, antesala del regreso del PRI a Los Pinos. Vamos por partes.

Es un hecho —salvo imponderables de la política— que el jefe de la bancada del PRI en San Lázaro será el mexiquense Carlos Rojas, priísta de toda la vida y cuya familia es de las más cercanas a Carlos Salinas. Desde San Lázaro, con sus casi 237 diputados —más el PVEM—, el poderoso PRI de Rojas negociará las salidas a la crisis con el PAN de Josefina Vázquez Mota y el PRD de otro mexiquense, Alejandro Encinas.

Además, Rojas chocará con una hechura de Salinas, el PT, cuyo dueño real es AMLO. En San Lázaro en realidad lo comandará Porfirio Muñoz Ledo. AMLO y Porfirio son dos de los más feroces adversos de Salinas. No es todo. También incrustados en el PT salinista, están hombres de Manuel Camacho y Marcelo Ebrard, entre ellos el diputado “cachirul” Jaime Cárdenas, ex consejero del IFE y camachista de toda la vida. Es “cachirul” porque compitió por Iztapalapa, sin pisar antes esas tierras.

Las peleas y espectáculos de circo se darán —en esa 61 Legislatura— durante los escarceos por salir de la crisis, incrementar los impuestos y la aprobación de modalidades del IVA en medicinas y alimentos. Pero en realidad esos arreglos sólo se harán para impedir que se hunda el barco. En el fondo la pelea será por el poder presidencial. Por el 2012. Y ahí se verá, como pocas veces ha ocurrido, el despliegue de estratagemas sucesorias por parte de Felipe Calderón, Carlos Salinas y AMLO. Y claro, de aquellos que aparecen como presidenciables.

Lo curioso es que buena parte de la clase política de hoy —sea del PRI, PAN y PRD— es producto directo o indirecto del salinismo, a pesar de que a muchos saca ronchas sólo pensar en esa realidad. Veamos, el PAN llegó al poder gracias a sus alianzas con Salinas. El PT es un invento de Salinas, igual que el PST, antecedente de Los Chuchos. Son producto salinista AMLO, Muñoz Ledo, Manuel Camacho y Marcelo Ebrard. En el fondo veremos una pelea entre hermanos. El objeto del deseo es 2012. Y para eso quieren tirar a Enrique Peña. De eso hablaremos mañana.

EN EL CAMINO Por cierto, Carlos Navarrete será el jefe del Senado. Al tiempo.