Gabriel Said
Reforma
Debemos la democracia al crecimiento de la población moderna, una minoría que supone (aunque parezca inocente) que México puede ser un Estado de derecho; que las autoridades deben someterse a la ley y cumplir lo que ofrecieron; que el gobierno está para hacerle los mandatos a la sociedad, y no al revés.
La población moderna se reproduce poco demográficamente, pero se ha multiplicado culturalmente porque la libertad es contagiosa. Además, los viajes ilustran, tanto a los que viajan para conocer como a los que emigran por necesidad. Hace un siglo, había miles de mexicanos con exigencias cívicas. Hoy son millones, y eso inspira confianza en los años que vienen.
Desgraciadamente, la clase política está rezagada frente a la población moderna. No por taras congénitas, como algunos sospechan, sino por razones históricas. En las democracias que funcionan mejor que la nuestra, los políticos no son más inteligentes ni decentes que los mexicanos. La diferencia está en que allá no los dejan hacer de las suyas tan fácilmente. Hay instituciones públicas, asociaciones privadas, instrumentos ciudadanos y medios de comunicación que limitan sus desviaciones, incumplimientos y mentiras. En todos los países hay abusos del poder, pero no en todos hay tanta impunidad de las autoridades y los influyentes.
Todavía falta mucho para tener una red institucional y social que acabe con la impunidad en México, pero han estado apareciendo iniciativas notables, con mayor o menor éxito. El mayor ha estado en las leyes de transparencia, una iniciativa que parecía inocua y por lo mismo fue aprobada por todos los partidos, que ahora intentan lo que pueden para frenar su aplicación.
Una iniciativa reciente, también subestimada, fue el voto nulo: acudir a las urnas y votar en blanco, para manifestar el descontento con todos los partidos. Desconcertó, porque se parece a la abstención; y, para efectos legales, el voto en blanco es un cheque en blanco a favor de los mismos que provocan el repudio. Pero está en un caso parecido al de una iniciativa anterior: las manifestaciones que exigieron seguridad pública. No tuvieron consecuencias legales ni consiguieron su objetivo. La inseguridad empeoró. Sin embargo, las manifestaciones de impotencia pesan por su misma impotencia. Una multitud silenciosa que vota en blanco es tan impresionante como una multitud silenciosa vestida de blanco.
Otra iniciativa notable, también considerada inocua, fue pedir a los candidatos que firmaran sus promesas electorales ante notario. El simbolismo es importante: las promesas se vuelven contratos que deben cumplirse, no propaganda que nadie toma en serio. Y pueden ir más lejos: dar pie para acciones políticas y legales. Los juristas del Observatorio Ciudadano deben ir perfilando desde ahora las acciones legales para demandar por incumplimiento a los que firmaron y no cumplan. Aunque las demandas no tengan mucho éxito judicial, el mero hecho de tomar en serio las promesas tendrá consecuencias políticas.
En México, hay obsesión por legislar y volver a legislar; como si reformar la vida nacional consistiera en cambiar la redacción de unos párrafos. Se ignora el hecho elemental de que las leyes que no se cumplen están ahí como si no existieran. ¿De qué sirve legislar penas mayores para el crimen, si los criminales rara vez llegan a la cárcel, y cuando llegan tienen a su servicio a las autoridades carcelarias? Ninguna reforma es más urgente que depurar los poderes públicos, despidiendo o encarcelando a los ineptos, mentirosos, corruptos o abusivos.
Los poderes federales, estatales y municipales no han demostrado capacidad de autodepurarse. Lo mismo ha sucedido con el PAN y el PRD, que desperdiciaron la ventaja competitiva que tenían por ser vistos como más decentes que el PRI. La depuración tiene que hacerse desde afuera. La presión ciudadana debe concentrarse en exigir a las autoridades el cumplimiento de las reglas que ya existen y las promesas que hicieron, no en promover nuevas reglas para ver si las cumplen.
Hay que multiplicar las iniciativas para no dejar impunes los abusos, incumplimientos y mentiras. Más allá del castigo electoral a los partidos cada tres años, hacen falta castigos diarios para los servidores públicos que no sirven. La Secretaría de la Función Pública ha sido un fraude para efectos prácticos. Hay que suplirla con servicios no gubernamentales dedicados a vigilar, denunciar y fundamentar juicios contra los delincuentes en el poder.
Una teoría simplona supone que los crímenes se explican por la pobreza, como si la impotencia de los pobres los llevara a poder lo que no pueden: superar su desánimo y sus inhibiciones morales, organizarse, adquirir tecnología de punta, desarrollar operaciones internacionales y comprar o intimidar a las autoridades. Los crímenes no se explican por la impotencia, sino por el poder. Hay que acabar con la impunidad de los delincuentes en el poder.
agosto 30, 2009
Jóvenes por los derechos de los animales
Gustavo Larios Velasco
Presidente y fundador de Amedea
El Universal
Cuando era niño mi padre me llevó a una “becerrada” en un lienzo charro; la experiencia me dejó sensaciones de impotencia e injusticia que nunca pude olvidar. Yo ignoraba, al momento del traumático evento, que tales sensaciones eran compartidas por otros pequeños que, al igual que yo, y en formas diversas, estaban siendo presionados por sus padres para ver tales masacres.
Desde temprana edad me lastimaba el sufrimiento de los demás: niños de la calle, ancianos con rudos trabajos, perros famélicos o confinados a infames azoteas, burros cargados hasta casi no verse sus cuerpos, cadáveres amontonados de pollos, cerdos o reses en las carnicerías… la tristeza en la mirada de los animales de los circos, de los zoológicos o de las perreras. Llegué a pensar que únicamente yo sufría ante esas imágenes de abuso y que posiblemente algo andaba mal en mi mente, pues el resto de la gente pasaba ante ello como si nada, e incluso era capaz de reír y aplaudir ante el linchamiento de un becerrito.
Siendo adulto me enteré de que la patología estaba del otro lado: en la indiferencia o, más aún, en el gusto por el sufrimiento ajeno, y no en la capacidad de compadecer. Fui conociendo a mucha gente sensible y a expertos en la psique humana y en el razonamiento lógico, al tiempo que descubría literatura seria sobre el maltrato a los animales y el ambiente, la salud, la ética y la criminalidad, todo lo cual me reveló que mi preocupación por el sufrimiento de los animales era natural e incluso era prueba de salud mental. Aprendí también que la peligrosidad de un sujeto que tortura a humanos o no humanos es similar, aunque las legislaciones primitivas no lo contemplen así. Me di cuenta de que las nuevas generaciones tienden a rechazar a la crueldad, incluso teniendo a ascendientes taurinos o aficionados a la cacería, a palenques o a otras formas de abuso.
De hecho, la decadencia de la tauromaquia y de los circos con animales obedece en mucho a esa mutación generacional y, claro está, a las mayores posibilidades de comunicación que existen gracias a la tecnología y a la nueva apertura de los medios, lo que ha sacado a la luz la vergonzosa realidad de esos espectáculos.
Empresarios y viejos aficionados ya no pueden convencer a los jóvenes y niños de que clavar lanzas, arpones, espadas y dagas a un bovino, o destripar a un equino en una plaza donde se consumen incontables litros de alcohol, es algo artístico, y menos aún, de que eso deba continuar por simple inercia, como si fuera obligatorio que una sociedad se mantenga aturdida o enajenada.
En mi activismo a favor de los derechos de los animales por más de 15 años he conocido niveles inimaginables de maldad humana, pero al mismo tiempo se ha acrecentado mi esperanza en una sociedad más justa, pues la mayoría no está de acuerdo con la crueldad, sólo que muchos no saben qué hacer o desconfían de las autoridades para denunciar o para proponer cambios en legislación o en políticas públicas.
Hoy, cuando alguien pretende convencer a un estudiante de que “el toro no siente” o de que los humanos somos seres superiores y tenemos derecho de hacer lo que nos plazca con los demás animales, el fracaso suele ser rotundo. En los debates en los que he participado es recurrente la respuesta de los jóvenes: toreros y picadores deberían ser tratados igual que el toro para que entiendan lo que se siente. Aunque no se trata de lastimar a los torturadores, sino de evitar que éstos sigan haciendo daño, es claro que la respuesta de las nuevas generaciones alude en forma sencilla y lógica a la regla de oro de la ética: “No le hagas a otro lo que no te gustaría que te hicieran a ti.”
Algunos aficionados a la tauromaquia intentan convencer de que hay una diferencia entre su “fiesta” y las “pamplonadas” u otros eventos de abuso animal, tratando de atribuir a la primera ciertas virtudes “estéticas” o de “rito”, pero la verdad es que más allá de sus extrañas vanidades, las nuevas generaciones conciben a todo maltrato animal como un primitivismo a superar y piensan que sólo modificando nuestra actitud podremos garantizar la supervivencia del planeta.
Trabajando con niños en talleres en los que se les motiva a desarrollar su empatía con los seres vivos, o en foros con jóvenes, notamos la facilidad con que comprenden los derechos de los animales. Con frecuencia, estudiantes de diferentes carreras solicitan asesoría para sus trabajos escolares y a aun para la elaboración de tesis con el tema del abuso a los animales y sus derechos.
Un ejemplo de este fenómeno de la generación sensible es la realización del documental Bravo, de egresados de la Universidad Iberoamericana, campus Puebla, que decidieron crear un testimonio gráfico del salvajismo real de los “festejos” callejeros en Huamantla, Tlaxcala, donde imitando a las fiestas españolas de San Fermín, pero en una modalidad aún más cobarde, se tortura, agota y asesina a varios bovinos. En la “huamantlada” se rentan azoteas para que los visitantes observen cómo decenas de individuos envalentonados por el alcohol torturan animales, mientras algunos noticiarios de tv preparan alegres y superficiales notas sobre el número de lesionados que “heroicamente” enfrentaron a los “fieros toros”.
En Bravo las imágenes van más a fondo, pero además se integran testimonios que muestran la mentalidad de quienes forman parte de la masacre y de quienes, apoyándonos en la ciencia y en la ética, proponemos conciencia y dignidad en gobernantes y gobernados. Leyes y burócratas deberían ser instrumentos sociales para poner límites a la conducta criminal, pero no es así. Muchas autoridades son la primera causa del problema, pero en contrapeso, la nueva generación sigue empujando para bien, documentando, invitando a pensar, presionando hacia un México civilizado y no discriminador por especie.
Quizá las catástrofes en el planeta (inundaciones, maremotos, huracanes, sequías, desgajamientos de cerros), provocadas por los impactos ambientales antropogénicos, están obligando a nuestra especie a plantearse modelos distintos de desarrollo. Quienes han causado la destrucción podrán o no reflexionar, pero aquellos a quienes corresponderá vivir el nuevo y frágil escenario no tienen más que ver a la Tierra y a sus integrantes desde otra perspectiva, con menos egoísmo y prepotencia. Pero, más allá de lo que esté provocando en los jóvenes ese cambio de mentalidad, tal mutación es evidente y… esperanzadora.
Presidente y fundador de Amedea
El Universal

Desde temprana edad me lastimaba el sufrimiento de los demás: niños de la calle, ancianos con rudos trabajos, perros famélicos o confinados a infames azoteas, burros cargados hasta casi no verse sus cuerpos, cadáveres amontonados de pollos, cerdos o reses en las carnicerías… la tristeza en la mirada de los animales de los circos, de los zoológicos o de las perreras. Llegué a pensar que únicamente yo sufría ante esas imágenes de abuso y que posiblemente algo andaba mal en mi mente, pues el resto de la gente pasaba ante ello como si nada, e incluso era capaz de reír y aplaudir ante el linchamiento de un becerrito.
Siendo adulto me enteré de que la patología estaba del otro lado: en la indiferencia o, más aún, en el gusto por el sufrimiento ajeno, y no en la capacidad de compadecer. Fui conociendo a mucha gente sensible y a expertos en la psique humana y en el razonamiento lógico, al tiempo que descubría literatura seria sobre el maltrato a los animales y el ambiente, la salud, la ética y la criminalidad, todo lo cual me reveló que mi preocupación por el sufrimiento de los animales era natural e incluso era prueba de salud mental. Aprendí también que la peligrosidad de un sujeto que tortura a humanos o no humanos es similar, aunque las legislaciones primitivas no lo contemplen así. Me di cuenta de que las nuevas generaciones tienden a rechazar a la crueldad, incluso teniendo a ascendientes taurinos o aficionados a la cacería, a palenques o a otras formas de abuso.
De hecho, la decadencia de la tauromaquia y de los circos con animales obedece en mucho a esa mutación generacional y, claro está, a las mayores posibilidades de comunicación que existen gracias a la tecnología y a la nueva apertura de los medios, lo que ha sacado a la luz la vergonzosa realidad de esos espectáculos.
Empresarios y viejos aficionados ya no pueden convencer a los jóvenes y niños de que clavar lanzas, arpones, espadas y dagas a un bovino, o destripar a un equino en una plaza donde se consumen incontables litros de alcohol, es algo artístico, y menos aún, de que eso deba continuar por simple inercia, como si fuera obligatorio que una sociedad se mantenga aturdida o enajenada.
En mi activismo a favor de los derechos de los animales por más de 15 años he conocido niveles inimaginables de maldad humana, pero al mismo tiempo se ha acrecentado mi esperanza en una sociedad más justa, pues la mayoría no está de acuerdo con la crueldad, sólo que muchos no saben qué hacer o desconfían de las autoridades para denunciar o para proponer cambios en legislación o en políticas públicas.
Hoy, cuando alguien pretende convencer a un estudiante de que “el toro no siente” o de que los humanos somos seres superiores y tenemos derecho de hacer lo que nos plazca con los demás animales, el fracaso suele ser rotundo. En los debates en los que he participado es recurrente la respuesta de los jóvenes: toreros y picadores deberían ser tratados igual que el toro para que entiendan lo que se siente. Aunque no se trata de lastimar a los torturadores, sino de evitar que éstos sigan haciendo daño, es claro que la respuesta de las nuevas generaciones alude en forma sencilla y lógica a la regla de oro de la ética: “No le hagas a otro lo que no te gustaría que te hicieran a ti.”
Algunos aficionados a la tauromaquia intentan convencer de que hay una diferencia entre su “fiesta” y las “pamplonadas” u otros eventos de abuso animal, tratando de atribuir a la primera ciertas virtudes “estéticas” o de “rito”, pero la verdad es que más allá de sus extrañas vanidades, las nuevas generaciones conciben a todo maltrato animal como un primitivismo a superar y piensan que sólo modificando nuestra actitud podremos garantizar la supervivencia del planeta.
Trabajando con niños en talleres en los que se les motiva a desarrollar su empatía con los seres vivos, o en foros con jóvenes, notamos la facilidad con que comprenden los derechos de los animales. Con frecuencia, estudiantes de diferentes carreras solicitan asesoría para sus trabajos escolares y a aun para la elaboración de tesis con el tema del abuso a los animales y sus derechos.
Un ejemplo de este fenómeno de la generación sensible es la realización del documental Bravo, de egresados de la Universidad Iberoamericana, campus Puebla, que decidieron crear un testimonio gráfico del salvajismo real de los “festejos” callejeros en Huamantla, Tlaxcala, donde imitando a las fiestas españolas de San Fermín, pero en una modalidad aún más cobarde, se tortura, agota y asesina a varios bovinos. En la “huamantlada” se rentan azoteas para que los visitantes observen cómo decenas de individuos envalentonados por el alcohol torturan animales, mientras algunos noticiarios de tv preparan alegres y superficiales notas sobre el número de lesionados que “heroicamente” enfrentaron a los “fieros toros”.
En Bravo las imágenes van más a fondo, pero además se integran testimonios que muestran la mentalidad de quienes forman parte de la masacre y de quienes, apoyándonos en la ciencia y en la ética, proponemos conciencia y dignidad en gobernantes y gobernados. Leyes y burócratas deberían ser instrumentos sociales para poner límites a la conducta criminal, pero no es así. Muchas autoridades son la primera causa del problema, pero en contrapeso, la nueva generación sigue empujando para bien, documentando, invitando a pensar, presionando hacia un México civilizado y no discriminador por especie.
Quizá las catástrofes en el planeta (inundaciones, maremotos, huracanes, sequías, desgajamientos de cerros), provocadas por los impactos ambientales antropogénicos, están obligando a nuestra especie a plantearse modelos distintos de desarrollo. Quienes han causado la destrucción podrán o no reflexionar, pero aquellos a quienes corresponderá vivir el nuevo y frágil escenario no tienen más que ver a la Tierra y a sus integrantes desde otra perspectiva, con menos egoísmo y prepotencia. Pero, más allá de lo que esté provocando en los jóvenes ese cambio de mentalidad, tal mutación es evidente y… esperanzadora.
Hay ecos del nacimiento del Universo
Luis González de Alba
Se descubrió que...
Milenio
El origen del universo: no hay una pregunta más radical, esencia de todas las esencias, anterior a la vida, anterior a las estrellas… La especulación más antigua y la rama de la ciencia más reciente.
En el siglo VI a. C., Aristarco de Samos puso el Sol fijo en el centro del universo, con la Tierra, los planetas y las “estrellas fijas” a su alrededor. La idea, herética por mil años, fue recuperada en la Italia renacentista por Galileo, consolidada por Kepler y dotada de su fuerza de cohesión por Newton, que vio en la gravitación la fuerza que atrapa los planetas en torno al Sol y la que nos retiene en el suelo: una síntesis maravillosa producto de las matemáticas.
Con el descubrimiento del Big Bang, cuyos restos han sido detectados, supimos que el universo tuvo un principio… Al menos este universo. Nada sabemos, todavía, de otros anteriores de los que éste sea un rebote, el último por ahora.
Nature ofrece el más reciente atisbo a la infancia del universo. Un equipo internacional de científicos buscan las ondas de gravitación que debió producir el Big Bang. Realizan sus observaciones por medio del LIGO (Laser Interferometer Gravitational-Wave Observatory). En 2007 se unió a la investigación el Interferómetro Virgo, en Italia.
Recordemos: el Big Bang es también el inicio del espacio y del tiempo. No había espacio dentro del cual ocurrió el Big Bang. No: ocurrió en una nada que incluye el espacio. Con el Bang comenzó a crecer el espacio y a correr el tiempo. Es en ese espacio primigenio, anterior al primer minuto, donde la gravitación primordial debió dejar sus rastros.
“Nuestros resultados son un gran paso hacia la detección de las ondas gravitatorias primordiales —arrugas en el tejido del espacio y el tiempo— que fueron creadas conforme el universo se expandió en los primeros momentos”, señala Lee Samuel Finn de la Universidad Penn State. “Este tipo de información proveería claves vitales para entender cómo evolucionó la estructura del universo. Por ejemplo, ¿por qué está nuestro universo aglutinado en galaxias?”
Los cosmólogos buscan una superposición de ondas gravitatorias con diferentes tallas y direcciones, como las que se forman en la superficie de un estanque en una granizada. De las cuatro fuerzas (quizá cinco) esenciales del universo, la gravitación dominó los primeros nanosegundos. Pero la gravitación, de acuerdo con la física cuántica, tiene su elemento mínimo, su quantum, que está en superposición de estados partícula-onda mientras no ocurra una observación.
“El espacio-tiempo es el escenario vivo sobre el cual se desarrolla el drama del universo”, dice Finn. “Y las ondas gravitatorias primordiales son los pliegues, torsiones y dobleces en el espacio-tiempo que dejaron su marca conforme el universo se expandió desde sus primeros instantes al presente. Las observaciones que reportamos en este artículo son el más directo examen del universo viviente y respirando.”
La gravitación en Newton era un hecho instantáneo, una fuerza de atracción que pudo medir, pero no describir su naturaleza. Las ecuaciones de Newton podían localizar un nuevo planeta por sus efectos gravitatorios, pero no daban respuesta a qué es la gravitación.
Debimos esperar a 1916, cuando Einstein nos dio la respuesta en su teoría general de la relatividad: es una curvatura del espacio-tiempo, curvatura producida por la masa, como un balón puesto sobre un cielo raso. Y esa curvatura viaja a la velocidad de la luz, no aparece de forma instantánea, en la relatividad nada es instantáneo. La palabra misma está desechada.
Las ondas gravitatorias son una previsión de la relatividad general: si pongo un balón sobre un cielo raso, la curva que produce en la tela avanza, muy rápido, pero no es instantánea. La curvatura del espacio-tiempo fue comprobada muy pronto: durante el eclipse solar de 1919 se pudieron observar estrellas que deberían quedar ocultas tras del disco solar. La luz, curvada por la masa del Sol, hacia observable lo que estaba detrás. La primera evidencia de ondas gravitatorias se tuvo en 1979.
Desde entonces, la ciencia anda tras de las generadas durante el Big Bang, ya que son la única manera de sondear los primeros nanosegundos del universo. En este sentido son absolutamente únicas, dice David Reitze, de la Universidad de Florida. ¿Y cómo captar el paso de una onda gravitatoria? Un rayo láser se divide en dos que siguen brazos en forma de L, un detector tiene 2 kilómetros, el otro 4. Uno en el estado de Washington y el otro en Louisiana: la diagonal más grande en los EU continentales. Según la relatividad, un brazo debe ser ligeramente estirado y el otro comprimido cuando una onda gravitatoria pasa. Y las variaciones en el láser del interferómetro pueden detectar un cambio de una milésima del diámetro de un núcleo atómico en la longitud de los brazos de la L. ¡¡¡Uf!!!
Contacto: Samuel Lee Finn: lsf5@psu.edu.
Se descubrió que...
Milenio
En el siglo VI a. C., Aristarco de Samos puso el Sol fijo en el centro del universo, con la Tierra, los planetas y las “estrellas fijas” a su alrededor. La idea, herética por mil años, fue recuperada en la Italia renacentista por Galileo, consolidada por Kepler y dotada de su fuerza de cohesión por Newton, que vio en la gravitación la fuerza que atrapa los planetas en torno al Sol y la que nos retiene en el suelo: una síntesis maravillosa producto de las matemáticas.
Con el descubrimiento del Big Bang, cuyos restos han sido detectados, supimos que el universo tuvo un principio… Al menos este universo. Nada sabemos, todavía, de otros anteriores de los que éste sea un rebote, el último por ahora.
Nature ofrece el más reciente atisbo a la infancia del universo. Un equipo internacional de científicos buscan las ondas de gravitación que debió producir el Big Bang. Realizan sus observaciones por medio del LIGO (Laser Interferometer Gravitational-Wave Observatory). En 2007 se unió a la investigación el Interferómetro Virgo, en Italia.
Recordemos: el Big Bang es también el inicio del espacio y del tiempo. No había espacio dentro del cual ocurrió el Big Bang. No: ocurrió en una nada que incluye el espacio. Con el Bang comenzó a crecer el espacio y a correr el tiempo. Es en ese espacio primigenio, anterior al primer minuto, donde la gravitación primordial debió dejar sus rastros.
“Nuestros resultados son un gran paso hacia la detección de las ondas gravitatorias primordiales —arrugas en el tejido del espacio y el tiempo— que fueron creadas conforme el universo se expandió en los primeros momentos”, señala Lee Samuel Finn de la Universidad Penn State. “Este tipo de información proveería claves vitales para entender cómo evolucionó la estructura del universo. Por ejemplo, ¿por qué está nuestro universo aglutinado en galaxias?”
Los cosmólogos buscan una superposición de ondas gravitatorias con diferentes tallas y direcciones, como las que se forman en la superficie de un estanque en una granizada. De las cuatro fuerzas (quizá cinco) esenciales del universo, la gravitación dominó los primeros nanosegundos. Pero la gravitación, de acuerdo con la física cuántica, tiene su elemento mínimo, su quantum, que está en superposición de estados partícula-onda mientras no ocurra una observación.
“El espacio-tiempo es el escenario vivo sobre el cual se desarrolla el drama del universo”, dice Finn. “Y las ondas gravitatorias primordiales son los pliegues, torsiones y dobleces en el espacio-tiempo que dejaron su marca conforme el universo se expandió desde sus primeros instantes al presente. Las observaciones que reportamos en este artículo son el más directo examen del universo viviente y respirando.”
La gravitación en Newton era un hecho instantáneo, una fuerza de atracción que pudo medir, pero no describir su naturaleza. Las ecuaciones de Newton podían localizar un nuevo planeta por sus efectos gravitatorios, pero no daban respuesta a qué es la gravitación.
Debimos esperar a 1916, cuando Einstein nos dio la respuesta en su teoría general de la relatividad: es una curvatura del espacio-tiempo, curvatura producida por la masa, como un balón puesto sobre un cielo raso. Y esa curvatura viaja a la velocidad de la luz, no aparece de forma instantánea, en la relatividad nada es instantáneo. La palabra misma está desechada.
Las ondas gravitatorias son una previsión de la relatividad general: si pongo un balón sobre un cielo raso, la curva que produce en la tela avanza, muy rápido, pero no es instantánea. La curvatura del espacio-tiempo fue comprobada muy pronto: durante el eclipse solar de 1919 se pudieron observar estrellas que deberían quedar ocultas tras del disco solar. La luz, curvada por la masa del Sol, hacia observable lo que estaba detrás. La primera evidencia de ondas gravitatorias se tuvo en 1979.
Desde entonces, la ciencia anda tras de las generadas durante el Big Bang, ya que son la única manera de sondear los primeros nanosegundos del universo. En este sentido son absolutamente únicas, dice David Reitze, de la Universidad de Florida. ¿Y cómo captar el paso de una onda gravitatoria? Un rayo láser se divide en dos que siguen brazos en forma de L, un detector tiene 2 kilómetros, el otro 4. Uno en el estado de Washington y el otro en Louisiana: la diagonal más grande en los EU continentales. Según la relatividad, un brazo debe ser ligeramente estirado y el otro comprimido cuando una onda gravitatoria pasa. Y las variaciones en el láser del interferómetro pueden detectar un cambio de una milésima del diámetro de un núcleo atómico en la longitud de los brazos de la L. ¡¡¡Uf!!!
Contacto: Samuel Lee Finn: lsf5@psu.edu.
Los diputados también lloran
Vianey Esquinca
La inmaculada percepción
Excélsior
A punto de terminar la LX Legislatura de la Cámara de Diputados, los medios volvieron, como cada tres años, a publicar notas sobre los excesivos bonos y compensaciones que reciben los legisladores al finalizar cada periodo. Más de un millón cien mil pesos recibe cada diputado como liquidación —sin contar las devoluciones secretas que se hacen por boletos de avión no utilizados ni la distribución que cada bancada legislativa hace de sus remanentes a los legisladores— y ni siquiera esperan el campanazo de salida, se van antes del 31 de agosto, no vaya a ser que los pongan a trabajar. No importa si son de izquierda, derecha, centro, si están pintados de verde, amarillo, azul o naranja, ninguno le hace feo a recibir esas cantidades de dinero.
Pero, como siempre, no pasa nada. Es más, los nuevos diputados que tomarán protesta el próximo 1 de septiembre ya comienzan a frotarse las manos para recibir las prestaciones prometidas. La Cámara de Diputados se vuelve el paraíso terrenal y fiscal donde sólo por existir reciben mensualmente 205 mil pesos mensuales entre salario y diversos apoyos y, por supuesto, tienen gasolina y casetas gratis, boletos de avión, gastos de seguro médico mayor y seguro de vida. Además, no pagan impuestos, todo lo absorbe el órgano legislativo y los trabajadores de las distintas bancadas tienen esquemas irregulares de contratación. Es un mundo feliz, donde el saludo oficial entre los diputados es: “que el fuero te acompañe”.
Durante todas estas décadas, un requisito para pertenecer a la fauna legislativa era tener la piel dura como lagarto para evitar que las críticas les hicieran el más mínimo daño. Sin embargo, algo pasó este año, y seguramente cansados de ser protagonistas de tantas notas negativas, los diputados se unieron e hicieron llegar un desplegado pidiendo su inmediata publicación: “A la opinión pública y no tan pública, en un hecho histórico, los 500 diputados de la nueva LXI Legislatura nos hemos puesto de acuerdo para exigir a ustedes respeto. Estamos ciertos que la mayoría de las críticas vienen de la gente envidiosa que desearía estar en nuestros sitios para estar tres años becados, pero eso no les da derecho a juzgarnos, porque somos diputados como cualquiera, con dudas y confusiones, con defectos e imperfecciones, con fuero e impunidad.
“La Cámara de Diputados es el órgano legislativo más democrático del país, no se exigen estudios o mostrar una capacidad o talento, tampoco es necesaria una carrera política o en ninguna otra materia, se aceptan líderes ambulantes, sindicales o sociales, ex secretarios de gobierno, funcionarios de televisoras o juniors. Hasta estábamos dispuestos a aceptar a un integrante del cártel de La Familia, pero no nos dejó el Poder Judicial. No importa si es hombre, mujer o quimera, todos los que hayan tenido los contactos necesarios en sus partidos para contender por una diputación son recibidos, hasta legisladores que no tienen madre… o padre, son aceptados sin ninguna objeción.
“El único requisito académico que se les pide es que sepan escribir su nombre y decir protesto, antes tenían que decir y escribir correctamente: ‘a favor’ o ‘en contra’, pero gracias a la tecnología, se pudo quitar ese reto y ahora sólo tienen que apretar un botón. Estamos hartos de que la gente no entienda lo difícil que es mantenerse despierto después de largas horas de discusión inútil o de tener que estar concentrados sin verles las piernas a las edecanes.
“La población no comprende lo que es lidiar con traidores al género que pretenden devolver sus cheques, que son fruto de nuestras escasas horas de estar sentados en esas curules que, aunque confortables, nos quitan horas de sueño. Nos duele mucho que peleles nos quiten la atención que nosotros merecemos por ser los peleles legítimamente electos. No todos nos llamamos Juanito, pero tenemos nuestros propios ladrillos a dónde subirnos y nuestros delirios de grandeza que ventilar.
“Los medios no han entendido nuestra misión histórica, ¿qué harían sin nuestros excesos, acuerdos en lo oscurito, escándalos y escenas diarias? ¡Nada! ¡No tendrían nota! La gente sin el Canal del Congreso no tendría horas y horas de sana diversión. También somos humanos, tenemos derecho a cambiar de opinión y, si un año queremos que el Ejecutivo nos mande por escrito su Informe de Gobierno y al otro que venga al recinto, estamos en nuestro derecho. El trastorno bipolar legislativo es un lujo, pero creemos que lo valemos.
“Incluso merecemos tener un día del diputado. Si se celebra al albañil, a la secretaria, al compadre y al amigo, ¿por qué no contemplar al señor legislador como parte de las celebraciones del año? Así se podría tener un día más de descanso que buena falta hace. Por eso exigimos consideración a nuestro trabajo, a cambio de ello, los líderes de las tres principales fuerzas políticas: Josefina Vázquez Mota, con su look al más puro estilo del Fashion Emergency; Francisco Rojas, que regresó de ultratumba para demostrar que el PRI dejó de lado las nuevas tendencias, para quedarse con sus mismas viejas corrientes, y el Santa Claus de la izquierda mexicana, Alejandro Encinas, se comprometen a dar lo mejor de sí para no decepcionar a sus detractores y mantener el mismo nivel de percepción de la Cámara baja y sus legisladores.
“Si no nos respetan, les vamos a echar encima a Gerardo Fernández Noroña, que ahora con fuero se convierte en alguien más peligroso que un terrorista con una bomba amarrada a la cintura. Atentamente.”
La inmaculada percepción
Excélsior

Pero, como siempre, no pasa nada. Es más, los nuevos diputados que tomarán protesta el próximo 1 de septiembre ya comienzan a frotarse las manos para recibir las prestaciones prometidas. La Cámara de Diputados se vuelve el paraíso terrenal y fiscal donde sólo por existir reciben mensualmente 205 mil pesos mensuales entre salario y diversos apoyos y, por supuesto, tienen gasolina y casetas gratis, boletos de avión, gastos de seguro médico mayor y seguro de vida. Además, no pagan impuestos, todo lo absorbe el órgano legislativo y los trabajadores de las distintas bancadas tienen esquemas irregulares de contratación. Es un mundo feliz, donde el saludo oficial entre los diputados es: “que el fuero te acompañe”.
Durante todas estas décadas, un requisito para pertenecer a la fauna legislativa era tener la piel dura como lagarto para evitar que las críticas les hicieran el más mínimo daño. Sin embargo, algo pasó este año, y seguramente cansados de ser protagonistas de tantas notas negativas, los diputados se unieron e hicieron llegar un desplegado pidiendo su inmediata publicación: “A la opinión pública y no tan pública, en un hecho histórico, los 500 diputados de la nueva LXI Legislatura nos hemos puesto de acuerdo para exigir a ustedes respeto. Estamos ciertos que la mayoría de las críticas vienen de la gente envidiosa que desearía estar en nuestros sitios para estar tres años becados, pero eso no les da derecho a juzgarnos, porque somos diputados como cualquiera, con dudas y confusiones, con defectos e imperfecciones, con fuero e impunidad.
“La Cámara de Diputados es el órgano legislativo más democrático del país, no se exigen estudios o mostrar una capacidad o talento, tampoco es necesaria una carrera política o en ninguna otra materia, se aceptan líderes ambulantes, sindicales o sociales, ex secretarios de gobierno, funcionarios de televisoras o juniors. Hasta estábamos dispuestos a aceptar a un integrante del cártel de La Familia, pero no nos dejó el Poder Judicial. No importa si es hombre, mujer o quimera, todos los que hayan tenido los contactos necesarios en sus partidos para contender por una diputación son recibidos, hasta legisladores que no tienen madre… o padre, son aceptados sin ninguna objeción.
“El único requisito académico que se les pide es que sepan escribir su nombre y decir protesto, antes tenían que decir y escribir correctamente: ‘a favor’ o ‘en contra’, pero gracias a la tecnología, se pudo quitar ese reto y ahora sólo tienen que apretar un botón. Estamos hartos de que la gente no entienda lo difícil que es mantenerse despierto después de largas horas de discusión inútil o de tener que estar concentrados sin verles las piernas a las edecanes.
“La población no comprende lo que es lidiar con traidores al género que pretenden devolver sus cheques, que son fruto de nuestras escasas horas de estar sentados en esas curules que, aunque confortables, nos quitan horas de sueño. Nos duele mucho que peleles nos quiten la atención que nosotros merecemos por ser los peleles legítimamente electos. No todos nos llamamos Juanito, pero tenemos nuestros propios ladrillos a dónde subirnos y nuestros delirios de grandeza que ventilar.
“Los medios no han entendido nuestra misión histórica, ¿qué harían sin nuestros excesos, acuerdos en lo oscurito, escándalos y escenas diarias? ¡Nada! ¡No tendrían nota! La gente sin el Canal del Congreso no tendría horas y horas de sana diversión. También somos humanos, tenemos derecho a cambiar de opinión y, si un año queremos que el Ejecutivo nos mande por escrito su Informe de Gobierno y al otro que venga al recinto, estamos en nuestro derecho. El trastorno bipolar legislativo es un lujo, pero creemos que lo valemos.
“Incluso merecemos tener un día del diputado. Si se celebra al albañil, a la secretaria, al compadre y al amigo, ¿por qué no contemplar al señor legislador como parte de las celebraciones del año? Así se podría tener un día más de descanso que buena falta hace. Por eso exigimos consideración a nuestro trabajo, a cambio de ello, los líderes de las tres principales fuerzas políticas: Josefina Vázquez Mota, con su look al más puro estilo del Fashion Emergency; Francisco Rojas, que regresó de ultratumba para demostrar que el PRI dejó de lado las nuevas tendencias, para quedarse con sus mismas viejas corrientes, y el Santa Claus de la izquierda mexicana, Alejandro Encinas, se comprometen a dar lo mejor de sí para no decepcionar a sus detractores y mantener el mismo nivel de percepción de la Cámara baja y sus legisladores.
“Si no nos respetan, les vamos a echar encima a Gerardo Fernández Noroña, que ahora con fuero se convierte en alguien más peligroso que un terrorista con una bomba amarrada a la cintura. Atentamente.”
Ignorancia
Luis Rubio
Reforma
Hace años un sindicato de maestros estadounidense lanzó una campaña cuyo lema pretendía lograr la solidaridad social: "si crees que la educación es costosa, prueba la ignorancia". Yo me pregunto qué pasa cuando la ignorancia se origina en el propio gobierno.
Los desafíos que enfrenta el país son enormes, pero también lo son las oportunidades. A pesar de eso, llevamos décadas sin ser capaces de empatar uno con lo otro y el resultado es que los problemas se acumulan mientras que las soluciones escasean. Y esto pasa en el contexto de un mundo cambiante en el que las fuentes de oportunidad, riqueza y desarrollo han dejado de ser las tradicionales. La educación se ha convertido en el corazón del desarrollo de los países, pero nosotros seguimos firmemente enfocados hacia una economía industrial y agrícola que arroja rendimientos decrecientes. El costo para el mexicano promedio es inmenso e incremental.
Todos los indicadores relevantes muestran enormes rezagos e impedimentos que se han tornado en virtuales muros, obstáculos insalvables para el crecimiento de la economía y de la riqueza, pero también para el avance de nuestro país como sociedad organizada. Tenemos frente a nosotros problemas fiscales y de infraestructura, una incapacidad que cada vez más parece genética para que nuestros políticos se pongan de acuerdo y policías incapaces de cumplir su cometido. Todos estos temas y problemas son enormes pero palidecen frente al que se ha convertido en el mayor fardo para el futuro: el educativo.
La educación es el eje de nuestros problemas por dos razones: ante todo, porque lo que agrega valor en la producción en la actualidad es la capacidad creativa de la población y ésta se magnifica y acrecienta con la educación. La otra razón es que nuestra estructura educativa es un microcosmos perfecto de la realidad política y hasta cultural del país. El mundo educativo mexicano se caracteriza por un sindicato abusivo que todo lo paraliza, una secretaría hiperburocrática, un centralismo disfrazado en el que nadie gobierna nada y un enorme dispendio que resulta de una descentralización malograda. El (o)caso de nuestro sistema educativo sería risible si no fuera por el terrible daño que le hace al porvenir del país y de cada niño que se queda estancado sin la menor posibilidad de prosperar en la vida.
El gobierno actual intentó llevar a cabo un cambio en la relación SEP-sindicato. Por años, la líder sindical se había adueñado de la secretaría y se había acostumbrado a mandar a los secretarios. Los presidentes le hacían caravanas y todo mundo se le plegaba. Uno llegó al extremo de ir a visitarla fuera de México para recibir sus instrucciones. El primer paso emprendido por el gobierno actual consistió en redefinir esa relación: los temas educativos se negociarían en la secretaría, no en Los Pinos, y la relación sería de carácter laboral, es decir, patrón-sindicato, y sustantiva, es decir, concentrada en la educación, no en las elecciones, los paros o las manifestaciones.
El siguiente paso consistió en negociar un nuevo esquema de administración de la educación que consistía en un realineamiento de los incentivos de los maestros y alumnos. La llamada Alianza por la Calidad Educativa (ACE) cambió dos elementos clave en la relación laboral: en primer lugar, se acordó que la contratación de nuevos maestros se realizaría por medio de concursos de oposición, matando con ello la sacrosanta práctica de la venta de plazas. En segundo lugar, se llevarían a cabo exámenes anuales estandarizados y el pago por mérito a los profesores (a diferencia de la negociación general anual) dependería del desempeño de los alumnos en esos exámenes. En otras palabras, la ACE se proponía vincular el pago de los maestros con el desempeño de los niños. Un maestro que enseñara bien y cuyos estudiantes aprobaran exitosamente sus exámenes podría llevarse a su casa un bono anual de hasta 120 mil pesos. Si bien nunca se resolvió qué pasaría con las plazas de los maestros que se retirarían en los primeros años de ejercicio de la Alianza, todos los maestros que lograran mejorar el desempeño de los alumnos habrían salido beneficiados en términos económicos.
El objetivo de estas reformas era uno muy simple: romper con el obstáculo que la educación se había vuelto para el avance del país. De haberse continuado, la Alianza prometía la posibilidad de avanzar hacia una auténtica igualdad de oportunidades para todos los niños de México. Ciertamente, un país con las desigualdades tan agudas que acusa el nuestro no puede esperar un cambio radical de inmediato, pero la modificación de los patrones e incentivos que guiarían a los maestros en el futuro sin duda habría contribuido a transformar las vidas de los niños para bien, sobre todo los de extracción más pobre.
Aunque el liderazgo sindical negoció y firmó la ACE, muy pronto comenzó a retractarse, en parte por conflictos como el de Morelos, pero sobre todo por la pérdida de poder sindical que la Alianza entrañaba. Quizá por la cercanía de las elecciones intermedias, en lugar de forzar el avance del proceso, el presidente optó por el canto de las sirenas y la promesa de apoyos electorales cuya realidad siempre ha sido dudosa.
Dicho y hecho: como era previsible, las elecciones recientes mostraron que el apoyo del SNTE no hizo diferencia alguna para el partido gubernamental. En contraste, el sindicato logró librarse de los compromisos que había contraído con la ACE y el gobierno abandonó el proyecto de reforma educativa. Más allá de la política, la economía mexicana pagará las consecuencias y los problemas de desigualdad no podrán más que acentuarse.
La salida de Josefina Vázquez Mota de la SEP tuvo en su momento muchas lecturas y especulaciones. El paso de los meses confirma la hipótesis de que el presidente optó por la relación política y electoral con el sindicato por encima de la transformación educativa, quizá el único proyecto de su gobierno que era susceptible de trascender. La evidencia de que la SEP ha vuelto a ser del dominio único del sindicato es tan contundente que no deja lugar a lecturas alternativas. Patético.
En política lo que cuenta son los resultados, no las intenciones. El resultado en educación es que retornamos al reino del control sindical, con lo que la niñez mexicana tendrá que aguardar otras décadas para tener las oportunidades que merece y que son responsabilidad del gobierno. Hay cosas que se miden por lo que se hace. Ésta tendrá que medirse por lo que pudo ser.
www.cidac.org
Reforma

Los desafíos que enfrenta el país son enormes, pero también lo son las oportunidades. A pesar de eso, llevamos décadas sin ser capaces de empatar uno con lo otro y el resultado es que los problemas se acumulan mientras que las soluciones escasean. Y esto pasa en el contexto de un mundo cambiante en el que las fuentes de oportunidad, riqueza y desarrollo han dejado de ser las tradicionales. La educación se ha convertido en el corazón del desarrollo de los países, pero nosotros seguimos firmemente enfocados hacia una economía industrial y agrícola que arroja rendimientos decrecientes. El costo para el mexicano promedio es inmenso e incremental.
Todos los indicadores relevantes muestran enormes rezagos e impedimentos que se han tornado en virtuales muros, obstáculos insalvables para el crecimiento de la economía y de la riqueza, pero también para el avance de nuestro país como sociedad organizada. Tenemos frente a nosotros problemas fiscales y de infraestructura, una incapacidad que cada vez más parece genética para que nuestros políticos se pongan de acuerdo y policías incapaces de cumplir su cometido. Todos estos temas y problemas son enormes pero palidecen frente al que se ha convertido en el mayor fardo para el futuro: el educativo.
La educación es el eje de nuestros problemas por dos razones: ante todo, porque lo que agrega valor en la producción en la actualidad es la capacidad creativa de la población y ésta se magnifica y acrecienta con la educación. La otra razón es que nuestra estructura educativa es un microcosmos perfecto de la realidad política y hasta cultural del país. El mundo educativo mexicano se caracteriza por un sindicato abusivo que todo lo paraliza, una secretaría hiperburocrática, un centralismo disfrazado en el que nadie gobierna nada y un enorme dispendio que resulta de una descentralización malograda. El (o)caso de nuestro sistema educativo sería risible si no fuera por el terrible daño que le hace al porvenir del país y de cada niño que se queda estancado sin la menor posibilidad de prosperar en la vida.
El gobierno actual intentó llevar a cabo un cambio en la relación SEP-sindicato. Por años, la líder sindical se había adueñado de la secretaría y se había acostumbrado a mandar a los secretarios. Los presidentes le hacían caravanas y todo mundo se le plegaba. Uno llegó al extremo de ir a visitarla fuera de México para recibir sus instrucciones. El primer paso emprendido por el gobierno actual consistió en redefinir esa relación: los temas educativos se negociarían en la secretaría, no en Los Pinos, y la relación sería de carácter laboral, es decir, patrón-sindicato, y sustantiva, es decir, concentrada en la educación, no en las elecciones, los paros o las manifestaciones.
El siguiente paso consistió en negociar un nuevo esquema de administración de la educación que consistía en un realineamiento de los incentivos de los maestros y alumnos. La llamada Alianza por la Calidad Educativa (ACE) cambió dos elementos clave en la relación laboral: en primer lugar, se acordó que la contratación de nuevos maestros se realizaría por medio de concursos de oposición, matando con ello la sacrosanta práctica de la venta de plazas. En segundo lugar, se llevarían a cabo exámenes anuales estandarizados y el pago por mérito a los profesores (a diferencia de la negociación general anual) dependería del desempeño de los alumnos en esos exámenes. En otras palabras, la ACE se proponía vincular el pago de los maestros con el desempeño de los niños. Un maestro que enseñara bien y cuyos estudiantes aprobaran exitosamente sus exámenes podría llevarse a su casa un bono anual de hasta 120 mil pesos. Si bien nunca se resolvió qué pasaría con las plazas de los maestros que se retirarían en los primeros años de ejercicio de la Alianza, todos los maestros que lograran mejorar el desempeño de los alumnos habrían salido beneficiados en términos económicos.
El objetivo de estas reformas era uno muy simple: romper con el obstáculo que la educación se había vuelto para el avance del país. De haberse continuado, la Alianza prometía la posibilidad de avanzar hacia una auténtica igualdad de oportunidades para todos los niños de México. Ciertamente, un país con las desigualdades tan agudas que acusa el nuestro no puede esperar un cambio radical de inmediato, pero la modificación de los patrones e incentivos que guiarían a los maestros en el futuro sin duda habría contribuido a transformar las vidas de los niños para bien, sobre todo los de extracción más pobre.
Aunque el liderazgo sindical negoció y firmó la ACE, muy pronto comenzó a retractarse, en parte por conflictos como el de Morelos, pero sobre todo por la pérdida de poder sindical que la Alianza entrañaba. Quizá por la cercanía de las elecciones intermedias, en lugar de forzar el avance del proceso, el presidente optó por el canto de las sirenas y la promesa de apoyos electorales cuya realidad siempre ha sido dudosa.
Dicho y hecho: como era previsible, las elecciones recientes mostraron que el apoyo del SNTE no hizo diferencia alguna para el partido gubernamental. En contraste, el sindicato logró librarse de los compromisos que había contraído con la ACE y el gobierno abandonó el proyecto de reforma educativa. Más allá de la política, la economía mexicana pagará las consecuencias y los problemas de desigualdad no podrán más que acentuarse.
La salida de Josefina Vázquez Mota de la SEP tuvo en su momento muchas lecturas y especulaciones. El paso de los meses confirma la hipótesis de que el presidente optó por la relación política y electoral con el sindicato por encima de la transformación educativa, quizá el único proyecto de su gobierno que era susceptible de trascender. La evidencia de que la SEP ha vuelto a ser del dominio único del sindicato es tan contundente que no deja lugar a lecturas alternativas. Patético.
En política lo que cuenta son los resultados, no las intenciones. El resultado en educación es que retornamos al reino del control sindical, con lo que la niñez mexicana tendrá que aguardar otras décadas para tener las oportunidades que merece y que son responsabilidad del gobierno. Hay cosas que se miden por lo que se hace. Ésta tendrá que medirse por lo que pudo ser.
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