Arturo Damm Arnalarturodamm@prodigy.net.mx La Crónica de Hoy
No falla, sobre todo con la clientela presupuestaria del Cona(sub)culta, el Consejo Nacional para el Subsidio a la Cultura y las Artes. No fallan, siguen el libreto al pie de la letra, lo cual quiere decir que, cada vez que arremeto, como lo hice en el último Pesos y Contrapesos, contra el subsidio a la producción de arte y cultura, independientemente de cuál sea su manifestación (en el último Pesos y Contrapesos fue el cine y el Im(sub)cine, el Instituto Mexicano para el Subsidio de la Cinematografía), surgen los creadores que me tildan de bárbaro insensible por oponerme a la cultura y a las artes, cosa que no es cierta, ya que a lo que me opongo es al subsidio a la cultura y a las artes, ¡algo muy distinto!, al menos que consideren, ¡como buenas clientelas presupuestarias que son!, que subsidio a la cultura y a las artes es sinónimo de cultura y arte.
Aclaro, y quienes me conocen no me dejarán mentir: soy cinéfilo de hueso colorado, y como tal estoy dispuesto a financiar la producción de las películas que valoro. ¿Cómo? Pagando el boleto en taquilla, pago que realizo voluntariamente, lo cual les indica a todos los involucrados en la producción de películas que valoro lo que me ofrecen, lo cual debe llenarlos de orgullo: me fueron útiles.
Sin embargo, como contribuyente me niego a que el gobierno me obligue a entregarle parte del producto de mi trabajo para que, a su vez, se lo dé, por la vía del subsidio, a todos los involucrados en la producción de películas. Me niego, como deberíamos de negarnos todos los contribuyentes, a que me obliguen a subsidiar, como contribuyente, lo que como consumidor me niego a financiar libremente, comenzando por la producción de películas, que es el asunto que hoy me ocupa, asunto que, como objeto de subsidio, no es el único, sino uno entre muchos.
¿Cómo calificaría usted a un productor de cine que, por la fuerza, digamos a punta de pistola, le quitara a usted parte del producto de su trabajo para subsidiar la filmación de su película? Y una vez calificado como ladrón (¿o no?), ¿dígame usted cómo califica al gobierno que, por la fuerza, bajo amenaza de sanción de no acceder a sus deseos, le quita a usted parte del producto de su trabajo para, por la vía del Im(sub)cine, subsidiar la producción de películas?
El Cona(sub)culta y el Im(sub)cine son una de las muestras de que, como lo señaló Bastiat, el gobierno es la gran ficción por la cual todo el mundo pretende vivir a costa de todo el mundo, lo cual resulta imposible (por eso lo de gran ficción), ya que solamente unos (por ejemplo: los cineastas) son capaces de vivir a costa de otros (por ejemplo: los contribuyentes), unos que, por formar parte de cierta clientela presupuestaria, reciben recursos, otros que, por no formar parte de ella, aportan, ¡obligados!, dichos recursos. ¿Qué tenemos? Expoliados y expoliadores; delincuentes y víctimas; recaudadores y contribuyentes