Yuriria Sierra
Nudo Gordiano
Excélsiorwww.twitter.com/yuririasierraEl tremendismo de la realidad, su incurable tendencia al melodrama y a lo absurdo. José Emilio Pacheco
En el fondo, es bien fácil: Iztapalapa es el melodrama inventado por Andrés Manuel López Obrador. El absurdo que resulta de su engendro en probeta electoral. En Iztapalapa, El Peje intentó, como otras tantas veces, poner a la ley por debajo del capricho personal; masticarla a su gusto. Y ahí está el resultado inevitable: dos creaciones pejistas peleando por el mismo bambineto, como unos siameses recién separados luchando por su espacio. Sólo que: ante la ley, nada más uno de ellos es el legítimo dueño de la cuna, porque su nombre estuvo inscrito en la boleta…
El 28 hicimos recuento del caso Juanito y casi nos atrevimos a pronosticar un resultado. Sabíamos que las cosas no se pondrían fáciles, no lo fueron. Así como lo anunció, Rafael Acosta llegó a las oficinas de la delegación Iztapalapa para tomar lo que electoralmente le corresponde, la jefatura delegacional. Más allá del acuerdo ya roto al que había llegado con AMLO y con Clara Brugada, lo que se avecina, porque ese otro lado lo dejó muy claro, es la disputa, nada sencilla, que tiene a la demarcación más poblada de la capital como botín.
Las versiones que hablan de Iztapalapa como un tesoro que le daría recursos de campaña a AMLO podrían ser el argumento más fuerte de Rafael Acosta, claro, además de las actas y de las boletas electorales que traen su nombre impreso. La delegación es un botín, no sólo electoral, por el número de votantes. Es también un botín financiero, por el presupuesto que recibe al año.
Pasaron los 59 días de la licencia inicial que tendría que haberse convertido en renuncia, pero no fue así; de hecho, Juanito de inmediato destituyó a un par de funcionarios, cercanos a Brugada. Y es que al final, legalmente, él es el delegado.
¿Qué pasará ahora? Marcelo Ebrard se ha reunido ya con ambos, sin éxito, sin solución. Le toca ahora a la Asamblea Legislativa resolver el conflicto, ya la última estancia que, en caso de interceder por Brugada, podría hacer uso de alguna de estas causales para bajarle el telón a Juanito. Rescato lo publicado por La Lonchería.com:
I. Por violaciones sistemáticas a la Constitución, al presente Estatuto o a las leyes federales y del Distrito Federal.
II. Por contravenir de manera grave y sistemática los reglamentos, acuerdos y demás resoluciones del Jefe de Gobierno del Distrito Federal.
III. Por realizar cualquier acto o incurrir en omisiones que afecten gravemente el funcionamiento de la administración pública del Distrito Federal o el orden público en la Entidad.
IV. Por desempeñar cualquier otro empleo, cargo o comisión en la Federación, Estados, Distrito Federal o Municipios, durante el tiempo que dure su encargo, excepto las actividades docentes, académicas y de investigación científica no remuneradas.
V. Por invadir de manera reiterada y sistemática la esfera de competencia de la administración pública central o paraestatal del Distrito Federal.
VI. Por incumplir reiterada y sistemáticamente las resoluciones de los órganos jurisdiccionales Federales o del Distrito Federal.
VII. Por realizar actos que afecten gravemente las relaciones de la Delegación con el Jefe de Gobierno del Distrito Federal.
VIII. Por realizar actos que afecten de manera grave las relaciones del Jefe de Gobierno con los Poderes de la Unión.
Pero el gran detalle es que Rafael Acosta no había cumplido una sola hora como jefe delegacional, hasta el domingo: no hay una causal que pueda imputarse en su contra. El cuento es sabido por todos, si deciden que Juanito se queda en la delegación, su única culpa sería entonces el faltar a su palabra, esa dada a AMLO y su séquito, Brugada. Si se va, entonces sí abriríamos un expediente distinto, porque la razón para hacer válido un acuerdo, verbal y de voluntades, sin ningún tipo de fundamento legal, y tomarlo como causal para destituir a un jefe de delegación, no es lo que la ALDF necesita.
Rescato otras líneas del recién laureado José Emilio Pacheco, y del mismo poema: “La realidad es psicópata: / Jamás se compadece de sus víctimas. / Hace trampa al jugar con la esperanza.”
Juanito, independiente de lo que dure el show, ya puso en problemas a un clan que generalmente se piensa inamovible y que, irónicamente, le dio a Iztapalapa un delegado legítimo. Aquí sí el pato le tiró a la escopeta y, al parecer, le dio al menos un llegue.
Y remato este texto, como remata Pacheco su poema (literatura y realidad): “Sin embargo posee un alto grado / Una virtud artística suprema: / No se repite nunca, / Siempre en nueva, / Siempre nos deja con la boca abierta”.
El Peje intentó, como otras tantas veces, poner a la ley por debajo del capricho personal.