julio 05, 2010

Espejismos

Roberto Zamarripa
Reforma

1. Las condiciones de las contiendas en 15 estados del país, 12 de ellas para renovar gubernaturas, no alcanzaron estándares democráticos. Campañas negras, coacción de voto, intimidación de activistas y ciudadanos participantes en el proceso, mediante el uso político del aparato policiaco, inequidad y dispendio de recursos públicos por encima de los topes legales, intervención descarada en los comicios del Presidente, secretarios de Estado, gobernadores y alcaldes por encima de la ley, marcaron las contiendas.

2. El crimen organizado participó activamente. En cada estado decidió, por amenaza, imposición o eliminación, a los candidatos de su preferencia. Para ser candidato había que aceptar las condiciones de los criminales. Igual para dejar de serlo. El miedo ahuyentó a ciudadanos que tenían intenciones de postularse y gobernar a sus paisanos. Las autoridades gubernamentales, policiacas y electorales, ni las manos metieron. Un poder paralelo decidió candidaturas, en muchos casos las inyectó de dinero, en otros les pintó territorio y hasta les tiene dispuestos a los funcionarios para el gobierno electo, estatal o municipal. Contiendas bajo el manto del miedo y de la impunidad. Votos ahumados de pólvora.

3. Ganó el PRI, en el caso más conservador, 8 de las 12 entidades en disputa y en comicios municipales se llevó Tijuana, una joya tradicionalmente panista. Una visión tricolor optimista diría que obtuvo 11 de las 12 entidades. Sus triunfos fueron apabullantes en Tamaulipas o Quintana Roo donde seis de cada diez votos fueron suyos. Holgados en Durango, Chihuahua o Veracruz. Cerrados en Hidalgo o Aguascalientes. Contundentes en Zacatecas. Discutidos en Puebla, Sinaloa, Tlaxcala.

Pero si las cuentas no fallan, en las 12 entidades en disputa el PRI gobernaba, antes de los comicios, a casi 30 millones de habitantes. Si se confirman sus derrotas en Oaxaca y Puebla -aún con sus triunfos en 10 estados- ahora gobernará 5 millones de mexicanos menos. Ganó 9 o 10 estados: gobierna menos mexicanos.

Pierde recursos públicos federales que los gobernadores usaban para fines facciosos, como por ejemplo en Oaxaca, el tradicional bastión de votos, la entidad del abuso y el cinismo. Cayó su cacique mayor y el caciquito en ciernes. Ya cayó.

4. La alianza PAN-PRD festeja dos triunfos y uno más al que se aferra con las uñas: Oaxaca, Puebla y Sinaloa. Rara condición de victoria. Gabino Cué no es panista ni perredista. Su último tramo de militancia lo hizo al lado de Andrés Manuel López Obrador, quien obtuvo en el 2006 más de 600 mil de votos en Oaxaca. Las bases sociales de Gabino Cué son mayoritariamente lopezobradoristas. En el caso del poblano Rafael Moreno Valle si bien tuvo un acercamiento a los panistas, sus lealtades están plenamente definidas con Elba Esther Gordillo, quien le otorgó los votos necesarios para el triunfo de manera similar que Felipe Calderón fue favorecido en el 2006. Y en el caso de Mario López, candidato en Sinaloa, su triunfo tendrá un sello de la división priista más que del empuje panista o perredista. Y las lealtades de Malova son más para Juan Millán que para César Nava o Jesús Ortega.

5. El PAN pierde Aguascalientes y Tlaxcala. También Tijuana que equivale casi a un estado. No logra ganar en Ciudad Juárez, municipio emblemático de la política anticrimen del gobierno federal. Lo borran en Chihuahua, entidad azotada por el narco y que la administración de Felipe Calderón se había propuesto rescatar. El PRD pierde Zacatecas, entidad que gobernó dos sexenios seguidos. Sus divisiones abrieron el paso al candidato impulsado por Enrique Peña. Y el PANAL, el otro aliado circunstancial, vence con el PRI en las entidades triunfantes del tricolor y con panistas y perredistas en Oaxaca y Puebla. Como en la pirinola, Elba Esther Gordillo gana (o toma) todo.

6. Los institutos o consejos electorales estatales estuvieron dominados por las amenazas de gobernadores. Las instrucciones externas orientaron el comportamiento de los funcionarios electorales. Las contrataciones de papelería electoral, de herramientas para llevar adelante la jornada ocurrieron en medio de licitaciones sospechosas y favorecimientos a proveedores cuya probidad ha estado siempre en duda. La corrupción gangrena esas entidades de presunta integración ciudadana. Hizo crisis el arbitraje electoral local. La reforma electoral que homologó elecciones estatales ha concluido su impulso y alcances.

7. Ni el PRI es tan poderoso como se cree, ni las alianzas tan sustanciosas como se presumen. Asomó una resistencia ciudadana a las intimidaciones y emergieron candidaturas diferentes que rebasaron a las maquinarias partidistas. Pero a pesar de todo, dominó la coacción del cañón, del fusil y del dinero.

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