Julio Faesler
Consultor
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Excélsior
Como resultado de la extinción de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, el SME no es ya sino un fantasma.
Pocas acciones del gobierno de Felipe Calderón han merecido un aplauso tan generalizado como fue la extinción de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro. El gobierno no debe vacilar en completar la obra iniciada.
Mantener a Martín Esparza Flores como secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) sería confirmarle su control sobre los cuantiosos bienes patrimoniales y los dineros en efectivo del sindicato y sostenerle su poder político en una fase particularmente importante en la historia nacional como es la de los comicios de 2011 y del año siguiente.
Como resultado de la extinción de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, el SME no es ya sino un fantasma, cascarón legal, pero es titular de un patrimonio que según datos oficiales tiene un valor en libros de 8 mil millones de pesos. El Sindicato es propietario de al menos 22 inmuebles en el DF, los estados de México, Morelos e Hidalgo, ahí están la sede central del Sindicato en la Avenida Insurgentes, las oficinas en Antonio Caso, con su gran mural de David Alfaro Siqueiros, los gimnasios, canchas de baloncesto, deportivos en Villa Coapa, Azcapozalco, Cuernavaca y Pachuca, una escuela técnica y predios en Toluca, DF y Pachuca. Más las cuotas, fondos de pensiones y de vivienda y cuentas bancarias congeladas.
El secretario general y el tesorero administran los bienes del sindicato. Para venderlos se requiere un poder notarial avalado por los secretarios del Interior y del Trabajo del gremio, previa aprobación de una asamblea extraordinaria. El producto se repartirá entre los miembros con derechos pudiendo recibir cada uno 90 mil pesos en promedio.
Esto es lo que está en juego. Es evidente que en la mesa de diálogo de alto nivel convocada por el nuevo secretario de Gobernación, Martín Esparza usará todos los medios a su alcance, movilizaciones y bloqueos, para obtener de la Secretaría del Trabajo la "toma de nota" que lo reconozca como secretario general. Esto le permitiría manejar a su arbitrio una asamblea extraordinaria, dominada por su grupo, que le autorizase a disponer del patrimonio sindical. Tantos millones de pesos antes mencionados, bien vale la pena hacer de su ambición un asunto de dimensión nacional.
Sería un grave retroceso que el gobierno, por cualquiera circunstancia o pasajera conveniencia, cediera a las amenazas de un líder reconocidamente corrupto y manipulador. De hacerlo, el presidente Calderón avalaría un caso más manipulación sindical que tanto atraso le ha costado al país en términos de desarrollo económico y competitividad.
Hay bases más que firmes para seguir de frente en el caso de Luz y Fuerza del Centro. Está primero el Decreto de Extinción perfectamente convalidado por la Suprema Corte, en segundo lugar, la generosa liquidación de los trabajadores que así lo solicitaron, y en tercer lugar, el ofrecimiento de incorporar a la CFE a los trabajadores liquidados que acrediten su capacidad laboral.
Es conocida la identidad de objetivos que ligan a Martín Esparza y a Andrés Manuel López Obrador desde que éste era el Jefe de Gobierno del DF. Confirmar a Martín Esparza como secretario general del SME y con ello su plena autoridad sobre el patrimonio del sindicato, es dotarle una determinante fuente financiera a AMLO al inicio mismo de su campaña presidencial recién lanzada en el Zócalo de la Ciudad de México el domingo pasado.
No hay razón que pudiera justificar que la Secretaría de Trabajo expida la "toma de nota" a la directiva encabezada por Martín Esparza Flores por mucho que el gobierno federal quisiera mantener para los agitados tiempos que vienen el muy precario entendimiento con alguna de las fluctuantes fuerzas de la izquierda actual.
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