julio 23, 2010

No han sabido organizar la fiesta

Leo Zuckermann
Juegos de Poder
Excélsior

Para las naciones, como para los humanos, los aniversarios son una extraordinaria oportunidad de celebrar lo que son.

Alguna vez le pregunté al historiador Javier Garciadiego por qué creía que Porfirio Díaz había incumplido su promesa de no reelegirse como presidente en 1910, tal y como se lo había dicho al periodista estadunidense James Creelman en 1908. A Díaz le costó muy caro recular. Por un lado, abrió la Caja de Pandora de su sucesión pero, al echarse para atrás, ya no pudo controlar los ángeles y demonios que destapó al anunciar su intención de retirarse. Mucho hubiera cambiado la historia mexicana si Díaz efectivamente no se hubiera presentado a la elección presidencial de 1910. Pero, de acuerdo a Garciadiego, Díaz incumplió porque "de ninguna manera se hubiera perdido la oportunidad de ser Presidente de México durante las fiestas del centenario de la Independencia en 1910". Sería un momento culminante para la historia patria y para el mismísimo dictador.

Y vaya que Díaz "echó la casa por la ventana" para festejar el centenario de la Independencia. La Historia gráfica de la Revolución Mexicana de Casasola muestra la pompa y circunstancias de los diversos actos conmemorativos incluida, desde luego, la inauguración de la bellísima Columna de la Independencia sobre el magnífico Paseo de la Reforma el 16 de septiembre de 1910.

Uno de los grandes atractivos de ser Presidente de México durante este sexenio (2006-2012) era presidir los festejos del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución. A López Obrador le hubiera encantado. Pero Felipe Calderón resultó ser el afortunado. Sin embargo, tengo la impresión de que este gobierno no ha sabido organizar la magna fiesta.

Para empezar, ha habido muchos encargados de los festejos. Cinco en total desde 2006: Cuauhtémoc Cárdenas, Sergio Vela, Bernardo de la Garza, Rafael Tovar y de Teresa y José Manuel Villalpando. Luego está todo el tema del dinero donde recientemente han aparecido historias de contratos muy sospechosos, con comisiones injustificadas, del Fideicomiso del Bicentenario a través del Turissste. En las columnas de chismes políticos se dice que una de las razones de la salida de Patricia Flores como jefa de la Oficina de la Presidencia tiene que ver con la asignación de contratos de los festejos a "familiares de algunos funcionarios públicos".

El último capítulo de esta historia fallida en la organización de las fiestas lo tuvimos esta semana cuando se anunció que el secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, relevará a Villalpando como vocero de los festejos. El Presidente así lo ordenó ya que considera "que la difusión de las fiestas ha sido dispersa y desordenada".

En fin, que estamos a 54 días del Bicentenario de la Independencia y 89 del Centenario de la Revolución y, hasta ahora, los festejos han dejado mucho que desear, comenzando, por cierto, con la absurda ceremonia de sacar los huesos de los héroes independentistas de sus tumbas para hacerles exámenes de ADN y comprobar que efectivamente son ellos. Yo no entiendo este evento necrofílico de andar paseando calacas. Soy de los que piensan que a los muertos, como reza el dicho, hay que dejarlos descansar en paz.

Para las naciones, como para los humanos, los aniversarios son una extraordinaria oportunidad de celebrar lo que son. A Felipe Calderón le ha tocado la enorme fortuna de ser el Presidente de México en una fecha histórica. Debe aprovecharlo. Es cierto que tiene mil y un problemas que resolver, pero valdría la pena que le dedicara tiempo este verano a la organización de una buena fiesta en un país que, si algo sabe hacer, son buenos reventones.

Vacaciones

Este columnista se tomará unas vacaciones por lo que Juegos de Poder volverá a aparecer el martes 10 de agosto.


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