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La historia en breve
Milenio

La tarde es de señales cruzadas. ¿Por qué quedamos en medio de una situación así? ¿Qué es esto de que si transmitimos una imagen liberan a nuestro compañero rehén; pero si no lo hacemos, lo matan; o si lo hicimos, no lo sueltan; o si lo volvemos a hacer, quién sabe qué carajos pasará?
Esa no puede ser una tarea nuestra. Un medio de comunicación no está diseñado ni equipado para negociar una toma de rehenes.
Con Carlos Marín coincidimos en que el Estado mexicano tendría que asumir al cien el manejo de esta crisis, que no es de televisión, sino de seguridad nacional. Tendría que intervenir nuestra señal en este tema. Y anunciar que ha intervenido nuestra señal en este tema y sólo en este tema.
Y que sea el Estado, no nosotros, el que resuelva si se transmite o no una imagen que vale la vida de uno, dos, tres, cuatro periodistas, y que puede desencadenar quién sabe qué violencia. Que el Estado asuma esa responsabilidad: no sólo la policiaca, también la política. Y que cuando haya un desenlace, el Estado regrese a lo suyo.
Sirva la crisis de La Laguna para sentar un precedente. Nunca más un dueño, o un director de periódico o de un canal de televisión, en el centro de la negociación de una toma de rehenes.
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