julio 30, 2010

Tomo nota de la toma de nota

Román Revueltas Retes
revueltas@mac.com
Interludio
Milenio

En México nos da por adoptar expresiones lingüísticas muy extrañas y las incorporamos alegremente al habla cotidiana y, sobre todo, a la corrompida jerga periodística. Decimos así que un juez “obsequió una orden de aprehensión” (madre mía, el refrán popular sentencia que al caballo regalado no se le examinan los dientes pero un obsequio así, de merecerlo yo algún día, no me gustaría aceptarlo por ningún motivo), bramamos también que los coches corren por la “carpeta asfáltica”, mascullamos que la “mancha urbana” está invadiendo suelos de sufridos campesinos (terminará, en efecto, por penetrar, la tal mácula, los territorios libres y soberanos de San Salvador Atenco, aunque sus pobladores esgriman machetes para que la comarca “siga en pie de lucha”), farfullamos que “la carga vehicular” es muy alta —o muy intensa o muy “pesada” (pues sí, como suelen ser habitualmente las cargas)—, balbuceamos que hay una “contingencia ambiental” (un disparate del tamaño de una mansión de líder sindical porque, digo, una contingencia, según estipulan legalmente los diccionarios del castellano que nos impuso el conquistador, es, primeramente, la “posibilidad de que suceda algo” o, mira tú, de que “no suceda” y, en otra acepción muy cercana a la anterior, una contingencia es una “cosa que puede suceder o no suceder”; ustedes dirán, entonces, si las susodichas “contingencias ambientales” ocurren cuando suceden o si dejan de ocurrir porque se da la posibilidad de que “no sucedan” y, de paso, me explican lo que son) y gruñimos, sobre todo en estos últimos tiempos, una locución incomprensible pero que, por lo visto, está plenamente entendida, y sobreentendida, en los ámbitos laborales-sindicales: hablo, ya se habrán ustedes dado cuenta, de la famosa “toma de nota”, esa manzana de la discordia que intentan mordisquear a la vez los acojonados negociadores del supremo Gobierno y los avispados pandilleros de la camarilla que lidera el señor Martín Esparza.

He logrado deducir que esta combinación de vocablos significa, en cristiano, que se debe reconocer, oficialmente, al antedicho don Esparza como jefazo indiscutible del Sindicato Mexicano de Electricistas. Ahora bien, ya puestos a descifrar enigmas y a disecar terminajos, que me aclaren, también, cómo es que un tipo que no ganó las elecciones internas en su organización obrera a pesar de las trampas que hizo (y que, justamente por no conseguir ser elegido en buena ley, no obtuvo el reconocimiento de las autoridades laborales) puede ahora usar la referida “toma de nota” como moneda de cambio y, peor aún, cómo es que los representantes del Gobierno le confieren siquiera la condición de interlocutor válido. Pero expónganmelo con palabras claras, simples, fáciles y sencillas, por favor. Gracias.

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