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Gaceta del Ángel
Reforma

Contra lo que muchos piensan, no creo que el país esté atorado en la Presidencia. Si así fuera, todo sería tanto más fácil. No lo es. Nuestro actual encamotamiento tiene que ver contigo y conmigo y con él. Estamos en una difícil transición que fatalmente se está cumpliendo en el interior de nuestra ciudadanía. Poco a poco, los que consideraban que ser ciudadano era simplemente un título casi nobiliario que venía adosado a la mayoría de edad, ellos, todos ellos, comienzan a comprender que ser ciudadano es algo inmensamente más comprometedor, más humano, más generoso y mucho más benéfico para todos. Por dar un caso, si las mujeres mexicanas (ciudadanas también ellas) se decidieran a exigir el trato que corresponde a una ciudadana y la pareja oyera, ¡entendiera! y actuara en consecuencia; les aseguro que estaríamos en el umbral de una felicidad social que nunca hemos conocido.
¡Detengan las rotativas!, Calderón va a hablar, o, como decíamos en mi infancia: ¡silencio, ranas, que va a predicar el sapo!. Felipe Calderón viene a cuadro con su ya conocido, quizá choteado, traje color Tofico, muy pronto deja atrás el español y aterriza en el priñol que es un caso curiosísimo de un idioma que fue creado y desarrollado para no significar nada. Si a un priista se le entiende algo cuando habla en público, inmediatamente la policromada Beatriz entra en acción y envía al culpable a un campo de reeducación que los priistas tienen en Tlaxcala en sociedad con los Legionarios. Su lema es precioso: "Aprender para no entender y no entender para no educar". Pero ya basta de chacotita. Lo que yo quería enfatizarles era el hecho de que estamos en el exacto momento histórico en que debemos asumir plenamente nuestra ciudadanía que viene a ser en lo social, el equivalente de nuestra mayoría de edad y de la aceptación plena de nuestros compromisos. Ustedes, como yo, han vivido la experiencia de intentar un diálogo, iniciar un trámite, plantear una explicación con cualquiera de estos capados del alma. Ya me entendieron.
¿QUÉ TAL DURMIÓ? MDCCCXLIX (1849)
MONTIEL.
Cualquier correspondencia con esta columna que aspira a la ciudadanía, favor de dirigirla a dehesagerman@gmail.com (D.R.)
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