Razones
Excélsior

La explicación de por qué no aplicó Fox esas medidas que ahora propone puede provenir de otros ámbitos. Recordemos que el presidente Fox envió al Congreso una iniciativa para determinar los máximos permisibles, la cantidad de droga que un eventual consumidor podría poseer sin caer en el delito de tráfico de estupefacientes. Esa reforma la cabildeó el Ejecutivo federal en ambas cámaras, particularmente en el Senado y directamente con quien era entonces su líder (y también un precandidato presidencial con el cual el PRI hubiera podido tener otra suerte en 2006), Enrique Jackson. El sinaloense se comprometió con Fox a sacar adelante la iniciativa y logró que se aprobara, no sin presiones en ambas cámaras y se envió a Los Pinos para que se publicara. Pasados algunos meses, extrañado por la falta de publicación de la reforma, Jackson pidió una cita con el presidente Fox y le preguntó qué estaba pasando. Dice Jackson que Fox le contestó con una sonrisa: "Querido senador, fíjate que me habló Bush, molesto y contrariado porque le habían informado que el gobierno mexicano pretendía legalizar las drogas en su territorio" y, evidentemente, Fox se comprometió a que esa iniciativa, que él mismo había enviado, no pasara. La ley, con cantidades máximas para el consumo diferentes a la aprobada en el sexenio anterior, fue aprobada y promulgada en éste.
O sea que no es verdad que en la administración de Fox no se avanzó en la propuesta de legalización porque "no había los índices de consumo y de violencia actuales", sino porque el gobierno estadunidense se oponía y si no hay una acción concertada entre los dos países, por lo menos, la legalización de la marihuana, que es de lo que en realidad se está hablando, no es viable. Por eso habrá que estar muy atentos a ver cómo se vota el referéndum sobre la legalización que se someterá a votación el 2 de noviembre en California.
Pero lo que resulta indiscutible es que la legalización no derrota al crimen organizado. En la reunión con el presidente Calderón, Jesús Ortega, defendiendo la legalización, equivocó por completo su argumentación. Aseguró Jesús que no fue Eliot Ness el que derrotó a la mafia en los años 30 sino el fin de la ley seca, de la prohibición de la venta de alcohol. Son demasiados errores en una sola línea: primero, Eliot Ness y su grupo hicieron su parte al detener a algunos de los principales capos de ese entonces (nada menos que Al Capone y otros) y romper la corrupción policial en Chicago. Segundo, el fin de la ley seca no derrotó a la mafia. Hasta el día de hoy la mafia sigue operando. Es más, su época de esplendor fue entre los años 50 y principios de los 60. Si no se quiere hacer un estudio bibliográfico más extenso, el dirigente del PRD simplemente tendría que ver El Padrino. La mafia no desapareció, cambió de giro: prostitución, apuestas, venta de protección, venta de drogas, robos, contrabando. Lo hacía entonces, lo hace ahora. Lo mismo sucederá en México: ¿o alguien cree que la lucha entre las pandillas de Los Aztecas y Los Artistas Asesinos concluirá en Juárez con la legalización de la mariguana?
No nos engañemos ni engañemos a la gente. El debate de la legalización de la mariguana debe darse con todos los grises del tema, creo que tiene aspectos muy benéficos y otros cuestionables. Pero no tiene nada que ver con la crisis de seguridad: que se definirá actuando sobre el modelo policial, sobre la reforma a los ministerios públicos y el sistema de justicia. Nada más, nada menos.
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