septiembre 29, 2010

Santa María Tlahuitoltepec

Yuriria Sierra (@YuririaSierra)
Nudo Gordiano
Excélsior

Era de madrugada, por la hora y por costumbre, la gente se encontraba en el interior de su casa, dormía cuando de pronto la tierra se movió y el cerro se les vino encima. Se les había advertido de los riesgos, se les había pedido con antelación ir a los albergues. Pero nadie quiso abandonar su hogar y sus pertenencias. Y, así, parte de Santa María Tlahuitoltepec se cubrió de tierra, esfumó los sueños de algunas personas y el talento de otras, por las casas que, se presume, fueron sepultadas. Y, para colmo, el clima impedía no sólo tener claridad respecto a las dimensiones reales de la tragedia, sino agilizar las labores de rescate. Es más, ni seis intentos de aterrizaje del gobernador Ulises Ruiz lograron que las autoridades llegaran a la zona afectada. Ni el clima ni las condiciones del terreno ayudan. (Lo mismo que le pasó a Felipe Calderón en Tabasco, donde el avión presidencial sobrevoló por más de 30 minutos, sin éxito para aterrizar en esa otra zona castigada por la naturaleza).

Si un trayecto carretero en tiempo normal nos lleva de la ciudad de Oaxaca a Santa María Tlahuitoltepec en tres horas, imaginemos cuánto tardará hoy en llegar cualquier persona que desee acercarse. Según lo estimaba Protección Civil del estado, hasta la entrega de esta columna, son al menos 11 personas las desaparecidas y cuatro casas afectadas y les ha sido complicado obtener mejores datos porque las condiciones del lugar impiden remover escombros, lo que, se pronostica, tomará tres días como mínimo. Y hay un puente caído que no ayuda a que personal de rescate llegue y así tener una más precisa estadística.

Qué doloroso ha sido este hecho, mientras aterrados nos acostumbramos a las notas que dan cuenta de asesinatos de alcaldes y civiles, nos topamos con más golpes, distintos de esa otra realidad.

Tanto en Santa María Tlahuitoltepec como en las costas del Golfo de México, que han sido azotadas por Karl y por Matthew, el clima ha sido factor importantísimo para asegurar las labores de rescate, que ni tan seguras. Leíamos ayer que son al menos unas nueve mil personas las que habitan en Tlahuitoltepec, identificada así como una cuna de talentos, pionera en la defensa de su cultura, la mixe. Desde hace años han realizado trabajos y esfuerzos importantísimos no sólo para conservar, sino con miras a difundir todo aquello que encierra la cultura mixe. Incluso, su Instituto Tecnológico de la Región Mixe es reconocido como uno de los pocos del país enfocados en el desarrollo de las comunidades indígenas.

Ayer por la tarde entrevisté a Ulises Ruiz, el gobernador de Oaxaca, en la Segunda Emisión de Cadenatres Noticias. Noté el desconcierto, por lo malo de las condiciones que no le permitieron llegar a aterrizar en Santa María Tlahuitoltepec, la incredulidad para creer cómo es que una comunidad fue sepultada en una sola noche, y la incertidumbre, porque ni el mismo gobernador tenía una fuente que le permitiera dar una cifra exacta y que lo hizo desmentir incluso lo dicho por Felipe Calderón cuando éste hablaba de siete víctimas mortales. Y es que se habló primero de cuatro, luego de siete, después de nuevo cuatro y el mismo gobernador Ruiz terminaba el día declarando que tal vez no había ni una sola víctima mortal.

El Ejército y la Marina entraron a pie porque los accesos terrestres estaban bloqueados. Para la noche, la Cruz Roja Mexicana ofrecía como saldo las 11 personas desaparecidas, y se daba la orden de regresar al DF con todo y maquinarias. Pero más vale eso que desatender una tragedia que pudo haber sido mayúscula...

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