Razones
Excélsior
Una cosa es enfrentarse a un gobernador que concluye su periodo y otra a un posible futuro Presidente de la República.

Pero, además, se percibe otro cambio decisivo. No veo al presidente Calderón demasiado entusiasmado con las alianzas. A pesar de su reticencia inicial sí tuvo simpatía sobre todo por las de Oaxaca y Puebla (no tanto por la de Sinaloa, donde el gobernador electo Mario López Valdez se apresta a construir un gabinete con muy fuerte presencia priista), sin embargo, para este 2011, como que el Presidente está viendo otro panorama. A nuestro amigo Pablo Hiriart le dijo en entrevista que esas alianzas a veces le incomodaban y, posiblemente, a la hora de construir una agenda para el final del sexenio, eso sea más evidente que nunca, sobre todo al mismo tiempo que el PRD parece encaminado a una casi inevitable fragmentación e incluso el sector que aparece como aliado electoral del PAN no refleja esa alianza en el terreno político y el legislativo.
La mejor demostración de ello fue la reunión de la Junta de Coordinación Política del Senado con el presidente Calderón. Por razones absurdas, allí no participó Carlos Navarrete, el coordinador de los senadores perredistas, y en los hechos se aisló de un proceso en el que siempre quiso participar. Y quedó en claro que la negociación para lo restante del sexenio pasará, al menos esa es la intención, por el PAN y el PRI, y debido a una razón bastante sencilla: son los dos que tienen que apostar a la gobernabilidad en el próximo sexenio porque, salvo que ocurra alguna cosa muy extraña, independientemente del orden en que queden en 2012, uno tendrá la Presidencia y el otro liderará la oposición. Si el PRD continúa dividido y sin definir su verdadero rostro político, poco tiene que hacer en esa disputa.
Esa nueva sintonía del gobierno con el PRI parece darse también en los encuentros privados que ha tenido el Presidente con algunos gobernadores y dirigentes del tricolor e incluso con el perfil, como comentábamos ayer, de quienes serán los principales aspirantes a encabezar al PAN desde diciembre próximo. Ni Roberto Gil ni Francisco Ramírez Acuña parecen estar demasiado entusiasmados con seguir la línea de alianzas que marcó César Nava, sobre todo cuando, de cara a 2012, lo que le urge al PAN es construir sus candidaturas y una estructura partidaria que sigue siendo débil.
Y el caso Godoy parece ser un eslabón clave para terminar de definir el alejamiento del PAN y el gobierno con el PRD, al tiempo que se da un acercamiento legislativo con el PRI. Todo el episodio del diputado Julio César Godoy es desastroso para el perredismo que lo apoyó, lo metió en forma secreta a la Cámara, lo tuvo durmiendo dos días en las oficinas de Alejandro Encinas y acusó al gobierno de realizar una persecución política en su contra, para encontrarse con que el diputado en realidad es el compadre de La Tuta y resulta indefendible. En la suma de mentiras de Godoy hay que acumular la última: la afirmación de que él había renunciado voluntariamente al PRD, al mismo tiempo que los dirigentes del partido decían que le habían exigido la renuncia para que afrontara las acusaciones en su contra. Godoy será desaforado y juzgado, eso se va a reflejar en la imagen del PRD y tendrá muchas repercusiones, incluidos, por supuesto, los próximos comicios en Michoacán, donde ni remotamente se puede esperar una alianza PAN-PRD.
Mientras tanto, en el priismo se afianza la posibilidad de que el gobernador Humberto Moreira se quede con la presidencia del partido, con el visto bueno de Enrique Peña, de Manlio Fabio Beltrones y de otros de factores de poder del tricolor. Por cierto, el presidente Calderón se acaba de reunir con Moreira para que ambos pudieran reconstruir una relación que había quedado dañada.
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