octubre 12, 2010

El IFE, el 2006 y el 2012

Héctor Aguilar Camín
acamin@milenio.com
Día con día
Milenio

Nadie puede desear que le vaya mal al IFE, porque si le va mal al IFE le irá mal a la democracia mexicana. Pero la reforma constitucional de 2007 le hizo daño a la institución.

El descabezamiento y remodelación del IFE acordado por esa reforma fue como conceder que había estropeado las elecciones.

Lo he dicho antes y lo repito ahora. El IFE de 2006 resistió la tormenta perfecta, la peor de todas, aquella para la que estaba realmente diseñado: una elección presidencial en la que el candidato del partido en el gobierno gana por una cantidad tan pequeña de votos que no puede declararse ganador esa misma noche.

La protesta poselectoral zarandeó al IFE, pero no lo destruyó, pues sus veredictos y procedimientos probaron estar a prueba de impugnaciones y errores. El conteo fue impecable y el IFE obtuvo los avales de ley en cada instancia del proceso poselectoral.

Entonces, luego de haber probado su fortaleza en la tormenta, el gobierno y los partidos decidieron desmantelar al IFE del 2006 y sellar con eso la acusación de que su desempeño había sido digno de castigo.

Los partidos se repartieron con desparpajo el nombramiento de los nuevos consejeros y subordinaron la institución al Congreso.

Lo peor que hicieron fue echar sobre el IFE tareas hercúleas, en el fondo incumplibles, como la de administrar y pautar los tiempos oficiales de publicidad política de los partidos, única a los que los partidos tienen derecho.

También dieron al IFE la obligación de vigilar y sancionar a quienes violen esas normas, tan absurdas y restrictivas que los contendientes las violan todos los días.

Esta semana el Congreso elegirá por cuotas partidarias nuevos consejeros del IFE, los que quedaban de la decapitación previa.

Ojalá elijan bien a sus consejeros partidarios, no como en la selección previa que empezaron por rechazar a los mejores.

Hay que desearle al IFE y al país una elección holgada en 2012, como fueron las de 2009. Porque el IFE superviviente, el que ha quedado después de la reforma, intervenido y sobreexigido, difícilmente resistirá otra tormenta.

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Ps. El maestro twittero @RockStrock ha restituido la cita completa de Fiztgerald a que me referí ayer. “La verdadera prueba de una inteligencia superior es poder conservar simultáneamente en la cabeza dos ideas opuestas, y seguir funcionando. Admitir por ejemplo que las cosas no tienen remedio y mantenerse sin embargo decidido a cambiarlas”.

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