octubre 06, 2010

Insurgencia

José Luis Valdés Ugalde
jlvaldes@servidor.unam.mx
Analista político. Profesor-investigador de la UNAM
Excélsior

El senador republicano por Indiana, Richard Lugar, se refirió a una "narcoinsurrección en México.

All warfare is based on deception Sun Tzü.

Las referencias a la narcoinsurgencia en México crecen, se reproducen y cercan la monótona y defensiva narrativa de seguridad que el Estado mantiene contra viento y marea. Aunque provienen de EU, las referencias y el debate generado exhiben, en ambos lados de la frontera, aunque por distintas y a veces veladas causas, en diversos grados y entre diferentes sectores de decisión y opinión, un malestar creciente con la actuación que el gobierno ha tenido en el tema. La secretaria Clinton fue la primera en referirse al asunto y provocó aquí un ceremonial de vestiduras rasgadas ad náuseam. Obama la sacó del "aprieto" y reiteró su solidaridad con Calderón para salvar la cara de una contigüidad en creciente deterioro. El senador republicano por Indiana, Richard Lugar, un veterano y hábil político, se refirió al tema como el de una "narcoinsurrección" y México guardó cauteloso silencio. Él tiene poder en el Comité de Relaciones Exteriores y nuestro gobierno no querría confrontarlo en momentos tan delicados para la relación bilateral. Luego conocimos el interesante documento Guerras Criminales: Pandillas, Cárteles y la Seguridad Nacional de Estados Unidos, producido por el Centro para una Nueva Seguridad en EU (CNAS por sus siglas en inglés), y sus autores, Bob Killebrew y Jennifer Bernal, hablan de la existencia de "una insurgencia criminal en contra de las bases de su sociedad", y sugieren que, en esta confrontación sin fin, si bien no hay una causa política característica de los movimientos revolucionarios del siglo XX o del terrorismo o de las subversiones modernas, su causa, nos dicen, se reduce a defender sus "ganancias" a toda costa.

Se trata de una guerra contra el crimen organizado y así lo han sostenido del Presidente para abajo. ¿Por qué, entonces, negar que en la respuesta manifiesta de los grupos paramilitares a esta guerra hay un tufillo emergente de insurgencia que apuesta por la desestabilización generalizada del país? Me pregunto si un candidato a gobernador y 11 alcaldes asesinados (no me olvido de los 30 mil muertos), más de uno amenazado y algunos ediles más en fuga, obligados a mudar de sede su cabildo, y una sociedad aterrorizada por la intimidación criminal, no es suficiente evidencia para cuestionarse si la guerra ya no es del Estado en contra de estos actores no estatales, sino de los últimos en contra del primero. Y que en los hechos la insurgencia ya está en marcha. ¿Será tan grave para la seguridad nacional articular una nueva estrategia ofensiva, con la aceptación implícita o explícita de que estamos ante un creciente problema de insurgencia armada, que está atacando desde varios flancos las arterias del poder establecido? El documento, que coincide con la visión de algunos en Washington, hace señalamientos especialmente significativos sobre el conflicto. Señala que la justicia mexicana ha sido desafiada por los altos niveles de corrupción encontrados "a todos los niveles de gobierno, desde las policías hasta miembros del gabinete". Agrega que, "en parte por esa razón, el Ejército, que hasta ahora ha disfrutado de altos niveles de respeto y considerado menos corrupto que las policías locales y federales, se encuentra frente a un resultado incierto: cuando fue lanzado a este combate tenía poco o nulo entrenamiento en actividades policiacas o de contrainsurgencia. Los resultados han sido variados, pero podrían haberle comprado tiempo al gobierno para entrenar o reeducar a las fuerzas especiales de la policía". ¿Ha sido así? Aceptando que este análisis pueda estar sesgado, al menos hace un esfuerzo analítico que acá no hacemos y revela cuán grave puede ser no recomponer la estructura institucional de defensa de la seguridad. ¿Tendrán la capacidad de entender nuestros legisladores y funcionarios de ese sector, que tal vez ya estemos tarde para remediar el grave error de no haber creado una policía nacional profesionalizada y unificada que blindara región por región el territorio del país?

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