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En el informe de Nexos sobre la legalización de las drogas queda claro que mientras no se ataque el bolsillo del crimen organizado, su capacidad de corromper, reclutar y armarse seguirá también intocada (nexos.com.mx/?P=leer articulo&Article=575418).
Las estrategias de combate al lavado de dinero han fracasado en todas partes y son particularmente endebles en México.
Legalizar las drogas es un camino a la reducción de las ganancias que otorga la prohibición, porque es la prohibición lo que encarece el producto.
Cada salto en las barreras de la prohibición, supone un salto en el margen de ganancia. Véase el caso de la cocaína reconstruido por el informe de Nexos:
Un kilo de pasta de coca en Colombia tiene un valor de 950 dólares. Convertido en base de coca, su valor sube a mil 430 dólares. Vuelto cocaína propiamente dicha, el valor del kilogramo sube a dos mil 340 dólares.
Con ese precio sale de Colombia, o de Perú o de Bolivia, y va agregando valor conforme vence las barreras de su persecución. Puesta en alguna ciudad mexicana de la frontera norte, el valor del kilogramo de cocaína es ya de 12 mil 500 dólares. En cuanto cruza la frontera y pisa territorio estadunidense, sube a 26 mil 500 dólares.
Una vez que se divide en gramos y se reparte en sobres o líneas en las calles de las grandes ciudades de Estados Unidos, el prodigioso kilogramo de cocaína puede alcanzar un rendimiento de hasta 180 mil dólares.
Según la Oficina de la Casa Blanca para la Política de Control de Drogas, en el año 2006 los ingresos totales del narcotráfico mexicano eran de 13 mil 800 millones de dólares, cifra lejana de las estratosféricas que suelen manejarse (29 mil o 35 mil millones de dólares), aunque enorme si se piensa en la compra de policías que ganan 300 dólares al mes y sicarios que pueden matar a alguien por 500 dólares.
Nadie sugiere que legalizar las drogas implica suspender la persecución del crimen organizado o pactar con él. Legalizar es una forma de desarmar a las organizaciones criminales de su mayor fusil: el dinero.
Es también una forma de liberar recursos y esfuerzos públicos para perseguir los crímenes que verdaderamente afrentan a la sociedad y desafían al Estado: el homicidio, el secuestro, la extorsión, la inseguridad en que viven ciudades fundamentales del país.
Se trata de legalizar las drogas para debilitar al crimen. Legalización no es amnistía ni complicidad: es la guerra al crimen por otros medios.
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