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Médico y escritor
Excélsior
México llegó tarde al control de la natalidad, a la aceptación del aborto, a los matrimonios homosexuales y a las tecnologías limpias.

México llega tarde. Llegó tarde al control de la natalidad, a las detecciones del cáncer, a los trasplantes de órganos, llegó tarde (y aún no llega por completo) a la aceptación del aborto, llegó tarde (con clérigos que vomitan sandeces) a los matrimonios de homosexuales, llegó tarde (aún no llega) al uso de las tecnologías limpias y, ahora, está a punto de llegar tarde a la legalización de las drogas.
¿Cuánto dinero ha gastado el gobierno tratando de detener a los narcos?, ¿cuántos muertos se acumulan cada día en esa lucha imposible de ganar?
Si sabemos que el alcohol mata más que la mariguana (28 mil muertos en accidentes por alcohol cada año), ¿por qué el alcohol está permitido y la cannabis no?, ¿qué vamos a hacer ahora que se generalicen el cultivo y la venta de la yerba en Estados Unidos?
Estas y otras preguntas sólo sirven para hacer patente la incongruencia de aferrarse a una idea moralista, sin sustento científico, que ha costado al país miles de muertos y cientos de miles de millones de pesos.
Ya veo a Felipe Calderón convocar a un "comité para analizar las ventajas y desventajas de la legalización de las drogas", formado por decenas de individuos que -como en los otros comités, de seguridad, de combate al secuestro, de una policía única, etcétera- servirá para lo que se le unta al queso.
Ya estoy viendo a los diputados y a los senadores engolando la voz para pontificar sobre ventajas y desventajas de la legalización, en sesiones soporíferas que no llegarán a nada.
Ya estoy viendo a cristianos y paganos rasgándose las vestiduras para defender sus dogmas y sus creencias, y a analistas y periodistas expresar sus fobias y sus filias.
Los argumentos a favor de la legalización de las drogas son muchos: reducirá la inestabilidad política que padecemos, disminuirá la población de las cárceles, liberará recursos -ahora gastados en la guerra inútil-, para educación, salud y mejoría de las áreas pobres.
Al legalizar la droga, el gobierno contará con un ingreso extra que podrá utilizarse para crear empleos y podemos tener decenas de argumentos más, pero todo se resume en éste: es una tontería criminalizar una práctica milenaria, quien es alcohólico o adicto lo seguirá siendo, haya o no prohibición, y si el alcohólico o el drogadicto quieren, pueden recibir atención adecuada para superar su problema -tenemos buenas instituciones públicas y privadas-, y para esto también se necesita dinero, que puede provenir a los ingresos de la droga.
Dhar Mann, fundador de WeGrow Hydroponics dice: "Cuando se mida bien el potencial de la industria de la mariguana, otros países . van a hacer algo parecido a lo que ya comenzó en Estados Unidos".
Las voces a favor de la legalización seguirán aumentando en número y en intensidad, los sólidos argumentos a favor están ahí y llegó el momento, no hay tiempo que perder.
¡Legalizar, ya!
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