noviembre 30, 2010

Más calientes

Sergio Sarmiento
Jaque Mate
Reforma

"El calentamiento global es demasiado serio para que el mundo continúe ignorando su peligro o dividiéndose en facciones opuestas sobre el tema". Tony Blair

Alguna vez un amigo periodista me decía que los columnistas escribimos sobre el cambio climático cuando no hay ninguna otra noticia importante. Quizá. Pero esto suele ocurrir con los temas de mayor importancia para la humanidad. A los periodistas nos es más fácil tratar lo urgente, o lo escandaloso, que lo importante.

Ahora bien, ¿cuáles son los hechos en este fenómeno? En el siglo XX hubo un aumento de la temperatura promedio en el planeta de 0.7 grados Celsius. ¿Es esto realmente peligroso? Sí, el proceso está acentuando las sequías en zonas áridas y está incrementando la intensidad y destructividad de las lluvias y huracanes en otras áreas. Los glaciares se están derritiendo con rapidez, lo cual sube el nivel del mar y aumenta las inundaciones en zonas marítimas bajas, como Tabasco.

Lo peor de todo es que el proceso continúa y en el siglo XXI se están rompiendo los récords de temperatura. De continuar la actual tendencia la temperatura del planeta en el 2100 estará 3.5 grados superior al que había a fines del siglo XIX.

¿Es realmente este calentamiento producto de la actividad humana? Todo parece indicar que sí. Aunque ha habido otros periodos de calentamiento, incluso mayores al actual, nunca se había registrado uno con esta velocidad. Los científicos consideran altamente probable que la actual acumulación de bióxido de carbono a niveles de 390 partes por millón, 40 por ciento más que antes de la revolución industrial, ha sido la responsable de la actual alza de temperatura.

Entre la última era glacial y los tiempos preindustriales hubo un aumento de 6 grados en la temperatura del planeta. ¿Por qué habría pues de preocuparnos una de 3.5 grados? La última era glacial tuvo lugar hace 10 mil años. Hoy estamos sufriendo un aumento de más de la mitad en apenas 200 años.

¿Podríamos adaptarnos al cambio de temperatura como lo han hecho otras especies en el pasado? Es posible. Al contrario de otras especies que desaparecieron en tiempos de cambio climático, los seres humanos estamos conscientes de lo que hemos provocado y podemos tomar medidas para contrarrestarlo. En el proceso habría perdedores y ganadores. Pero Tabasco y el norte árido de México estarían entre los perdedores.

Aun si detuviéramos hoy toda emisión de carbono, el proceso de calentamiento global continuaría durante años o décadas. Esto se debe a que se mantendrían en la atmósfera grandes concentraciones de carbono que seguirían impidiendo el escape de calor. En la cumbre de Copenhague de hace un año se tomó la decisión de impulsar medidas para limitar el aumento de temperatura en este siglo XXI a sólo dos grados Celsius. Nadie sabe, sin embargo, exactamente qué tipo de medidas se requerirían para eso.

Algunos científicos políticamente incorrectos, entre ellos el danés Bjorn Lomborg, autor de El ambientalista escéptico, reconocen el problema del calentamiento global y su vínculo con las emisiones de carbono a la atmósfera; pero plantean que la humanidad sufriría más con algunas de las medidas que se están proponiendo para combatir el calentamiento, por la mayor pobreza que generarían. La solución, dice Lomborg, radica en tomar medidas sensatas y no dogmáticas y sobre todo en aprovechar las nuevas tecnologías que pueden reducir las emisiones de contaminantes sin tener un impacto negativo en la economía.

Multas de diputados

Ahora los contribuyentes pagaremos las multas de los diputados. Una nota de La Jornada señala que el comité de administración de la Cámara de Diputados ha aprobado cubrir adeudos por 34 mil pesos de multas acumuladas por diputados de legislaturas pasadas que cometieron infracciones con vehículos de la Cámara. No sólo nos damos cuenta de que los diputados usan su fuero para violar las reglas de tránsito, sino que además nos dejan las multas a los contribuyentes.

Lo que queda de la izquierda

Yuriria Sierra (@YuririaSierra)
Nudo Gordiano
Excélsior

Gracias a personajes como Lula da Silva o Michelle Bachelet dejó de verse como una ideología peleada a muerte con el libre comercio.

Los últimos años hemos visto desde las gradas los triunfos de políticos latinoamericanos identificados con corrientes de izquierda y que, pensando en utopías, le han significado a esta parte del continente y, sobre todo, a su respectivo país, una mejoría en su calidad de vida y dentro del estatus político mundial. Chile y Brasil son los mejores ejemplos de ello, los que han logrado cambios importantísimos en percepción de esta idea no internacionalista que se les atribuye a los gobiernos de izquierda.

Gracias a personajes como Lula da Silva o Michelle Bachelet dejó de verse a la izquierda como una ideología peleada a muerte con el libre comercio o el “imperialismo estadunidense”, dejó, pues, el discurso nacionalista como único argumento. Lo mismo sucedió en Uruguay, aunque con menos intensidad la luz del reflector.

Y lo hemos visto desde las gradas, el triunfo de Dilma Rousseff en las elecciones presidenciales de Brasil y cuya intención es darle continuidad a la política ejercida por Lula, hace pensar más sobre lo que el resto de Latinoamérica necesita para repuntar al mundo. Lo que, obviamente, nos gustaría ver en México: el triunfo de una política progresista, cualquiera que sea el color que la represente, pero que vaya más allá del rigor con que se manejan los partidos y que los vuelve enemigos de causas y temas que, dicen, además, no caben en su agenda.

Pensemos en esos otros países latinoamericanos, donde está una izquierda retrógrada, que ejercita a diario esas líneas nacionalistas como vía de progreso; pensemos en Bolivia y, por supuesto, en Venezuela. La izquierda se disfrazó de democracia y terminó en dictaduras, en regímenes que, de tan cerrados, se codean con ese lado que tanto dicen odiar, el del conservadurismo, porque de progresistas no tienen un pelo. Legado de un Daniel Ortega, pionero en la perpetuidad en el poder, sin importar lo que diga la Constitución de su país y del equívoco de confundir ideas de progreso con neoliberalismo.

Me viene esto a la mente con la publicación del libro Lo que queda de la izquierda, escrito por Jorge G. Castañeda y Marco Morales, una revisión de este fenómeno, de esta polarización política que, al menos en nuestro país, ha tenido costos altísimos. En el imaginario colectivo (y en los archivos de una historia no tan lejana), en México, la izquierda pasó, de ser una esperanza, a grupos que arroparon a los exiliados del partido al poder. Pocos han sido quienes lograron mantenerse en objetivos, muchos quienes terminaron acomodándose a los tiempos y las oportunidades, apenas para seguir figurando en la política nacional.

Y es que pareciera que en México lo que queda de la izquierda es un puñado de ideas que se cambian por permanencia, una izquierda hecha utopía, que cambia de color, casi al mojarse. La izquierda mexicana, presa también de la aspiración y la consecuencia de ser espectadora, siempre sentada en las gradas, aprendiendo poco de lo que se ve en el escenario.

¿Calderón sólo tiene defectos?

Román Revueltas Retes
revueltas@mac.com
Interludio
Milenio

¿Conocen ustedes a alguna persona que sea toda defectos, que no tenga absolutamente ninguna virtud? Pues, tal vez los aterradores rasgos de los individuos antisociales —ya saben, los que no tienen ningún sentimiento de culpa cuando perpetran monstruosas atrocidades— no te permitan reconocerles ninguna otra probable cualidad —ni ganas de hacerlo, encima— pero la gente normal, por más odiosa que te pueda resultar, tiene sus luces y sus sombras. Bueno, pero escuchen ustedes las diatribas de Rayito y verán que cuando Felipe Calderón se le atraviesa en el camino —lo tiene bien atravesado, según parece— no es capaz de concederle siquiera una mínima bondad. Su tarea, de tiempo completo, es denostar, vilipendiar, calumniar, descalificar, difamar, desacreditar, injuriar, ensuciar, menoscabar, en fin, la cantidad de adjetivos es limitada pero la insidia de Obrador es inacabable. Esto sería casi cómico si el personaje no significara, a mi entender, una amenaza para las instituciones (porque, con perdón, poner en tela de juicio los resultados de las elecciones de 2006 —organizadas y supervisadas por los ciudadanos— es una auténtica estrategia de acoso y derribo del IFE, ejemplar organismo de la República ahí donde los pueda haber aunque la posterior arremetida de los zafios congresistas haya desfigurado un tanto su perfil). En todo caso, ahora tenemos a una sociedad polarizada entre fanáticos intolerantes de izquierda y derechistas cavernarios que, de no ser por la crispación fomentada por Rayito, serían todavía mucho más impresentables de lo que son.

Hablando, justamente, de reconocer virtudes ¿se le puede conceder a López alguna? Desde luego que sí: su papel de aguafiestas viene siendo un recordatorio permanente a los que detentan el poder: están siempre en la mira y bajo sospecha. Esto, en democracia, es fundamental: los contrapesos garantizan la salud del sistema.

Por cierto, Ebrard acaba de admitir que Calderón, al lanzar su ofensiva contra el crimen organizado, hizo lo que tenía que hacer. Buen tipo. Cada vez me cae mejor.

noviembre 29, 2010

De la sartén al fuego

Luis González de Alba
La Calle
Milenio

Lo peor de la Revolución es que triunfaron los ánimos reaccionarios dirigidos contra la Constitución liberal de 1857, que costó otra guerra civil y siempre olvidan a propósito los agoreros de levantamientos populares de cien en cien. Triunfaron los afanes agrarios que repartieron tierra hasta que dejó de medirse en hectáreas y se midió en surcos: tres pa’ mí, dos pa’ ti. No logramos armonizar que el ejido sea el mayor fracaso económico, pero un triunfo de la Revolución.

El presidente Cárdenas acabó por atar en un estado corporativo las fuerzas obreras, campesinas y populares. El sindicalismo se impuso como obligación del obrero, sin poder de elección: entra por el sindicato (que le vende la plaza) y sale por el sindicato si le aplica la cláusula de exclusión. La empresa se obliga a descontar las cuotas y entregarlas a los variados Napitos, Elba Estheres y Romero Deschamps que no son sino los hoyos más pestilentes de la pudrición sindical. Nada los obliga a dar cuentas y con salario de maestra, de minero o de operario de pronto tienen fortunas y riquezas más que muy explicables.

El 17 de febrero de 1915 se firmó el pacto entre la Casa del Obrero Mundial, que integraría sus famosos Batallones Rojos al carrancismo. “¿Cuáles fueron las motivaciones que impulsaron a los dirigentes obreros a realizar el salto fatal que iba a colocar el sindicalismo mexicano bajo la tutela del gobierno hasta nuestros días?”, Jean Meyer, La Revolución mexicana, p.114.

Los Batallones Rojos, que tanta ilusión nos hacían en la izquierda sesentera, se aliaron con el carrancismo para combatir a Zapata. Y “el ejército carrancista era más detestado que los otros: según los habitantes de Morelos, hizo tres veces más mal que el de Victoriano Huerta”, Ídem. p. 90. El pueblo acuñó el verbo “carrancear” para robar sin pudor alguno.

El fracaso del ejido no fue sólo agrícola y económico: tuvo una expresión trágica en el aspecto humano. Señala Meyer que la mentalidad rural no entendió nunca el sistema ejidal, muchos campesinos recibieron tierra sin haberla pedido ni deseado. “Este rechazo de los campesinos sorprendió de tal manera (al gobierno) que se quiso encontrar una explicación inmediata y judicial al misterio: el clero”, p. 283.

Por ideología se impulsaba la posesión comunitaria de la tierra porque eso decían los libros acerca del comunismo primitivo: una edad de oro en la que no había propiedad privada… ni propiedad de nada porque la humanidad de entonces, como los chimpancés de hoy, estaba formada por cazadores-recolectores.

Señala Katz (en Schettino, p. 34) que debemos disipar la idea de que tuvimos una revolución de peones en la que pelearon los que más sufrían: “Los hechos históricos no confirman esta apreciación. La Revolución no fue impulsada principalmente por peones”. Los zapatistas eran “campesinos que no querían cambiar y que, por eso mismo, hicieron una revolución”, afirma Womack (op. cit.).

La Revolución de Emiliano Zapata, antes de ser un grupo de rock, fue un alzamiento armado contra Madero y contra Carranza. Díaz ya se había ido murmurando, quizá: “A’i les dejo su tiradero”.

Entonces, ¿de dónde sacamos todo ese relato épico, la saga de la Revolución? Del presidente Cárdenas. Es una construcción cultural que le da sentido a los hechos, es Lázaro Cárdenas quien crea un régimen político nuevo para sustituir el liberalismo autoritario de Juárez, Díaz, Obregón y Calles, remarca Schettino, y peor: El régimen revolucionario es un retroceso frente al liberalismo, reproduce el régimen colonial con “el ropaje nuevo del corporativismo”, p. 14.

Que el peor fracaso se diera en el campo es paradoja terrible en una revolución “campesina” guiada por clases medias. Creó “tiranuelos bastante más temibles que los hacendados porfiristas, porque no desdeñan atracar a los miserables”, Meyer, p. 282.

Y recoge una anécdota espeluznante: “Los comités administrativos se apropian de los ejidos, los ejidatarios de cantina, los que no trabajan, derriban a los comités para hacerse elegir y esto explica el gran número de homicidios perpetrados en los ejidos. Entre 1930 y 1940 los ejidatarios se matan entre sí en Zacatecas (…) El ejido de Auchén ganó el nombre de “ejido de las viudas” porque allí todos los hombres murieron [se mataron entre sí], salvo uno que se convirtió en propietario y explotó el ejido entero. Ídem, p. 278. Dije en otra parte y lo repito: ser hombre es malo para la salud.

Más en Las mentiras de mis maestros, Cal y Arena.

Cuando López Obrador “mató” a Digna Ochoa

Julián Andrade (@jandradej)
julian.andrade@razon.com.mx
La Razón

La abogada Digna Ochoa se suicidó el 19 de octubre de 2001. Tuvieron que pasar nueve años para que la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal pudiera cerrar el caso.

¿Por qué ocurrió así? La historia es interesante, y revela el comportamiento de algunos políticos en el tema de la procuración de justicia.

El primer investigador del caso fue el entonces subprocurador Renato Sales Heredia, quien es ahora procurador de Campeche y colaborador de este diario.

Sales Heredia hizo una buena investigación. Pronto descubrió que la defensora de los derechos humanos se había quitado la vida. Existía, mucho antes de que el cuerpo de Ochoa fuera encontrado, un patrón suicida, que inclusive había hecho que ella se alejara de sus colegas del Centro Miguel Pro.

El cadáver se localizó en el departamento que le servía como oficina y que Ochoa compartía con Pilar Noriega, en ese momento visitadora de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal.

Por la posición del cuerpo y por la trayectoria del las balas, se estableció que sólo la víctima había podido disparar.

La PGJDF había resuelto bien, y rápido, un caso delicado. La sorpresa ocurrió cuando el jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador, se negó a que el expediente fuera concluido y enviado al no ejercicio de la acción penal.

Para López Obrador era más importante la opinión de algunos círculos ligados al propio PRD, que la evidencia técnica que se había recabado. Se decidió nombrar a un fiscal para reabrir la indagatoria y buscar a “los responsables” del asesinato de Ochoa.

En la mira estaba un supuesto escuadrón militar y un cacique de Guerrero, Rogaciano Alba, quien se encuentra preso por delitos contra la salud.

El jefe de Gobierno le encargó a la hoy senadora Rosario Ibarra de Piedra y al columnista Miguel Ángel Granados Chapa, que buscaran y eligieran fiscal del caso.

Se inclinaron por la magistrada Margarita Guerra. Sostenían que “ahora sí se haría justicia”.

La felicidad no les duró mucho, porque Guerra llegó a las mismas conclusiones que Sales Heredia: Ochoa se había suicidado.

Tampoco se pudo cerrar el caso, porque quien mandaba en la ciudad de México era López Obrador. Ni a él ni a sus aliados les interesaba la verdad. La abogada murió abandonada por sus colegas.

En la izquierda perredista ni la hacían en el mundo, pero convenía que fuera una mártir y más aún si sus asesinos pertenecieran “a las fuerzas represivas.”

En el fondo “la mataron” porque de otra forma no servía para la causa y mucho menos si era una mujer incomprendida y angustiada que no tuvo ni la atención ni la solidaridad que se merecía.

Hay que celebrar que el procurador Miguel Ángel Mancera haya decidido terminar con un capricho político concluyendo la investigación.

La diferencia

Arturo Damm Arnal
arturodamm@prodigy.net.mx
Pesos y contrapesos
La Crónica de Hoy

¿Quién iba a decir, hace más o menos tres lustros, en los tiempos del error de diciembre de 1994 y del efecto tequila del 95, que, más o menos quince años después, en los tiempos de la peor recesión desde la Gran Depresión, la política fiscal del gobierno mexicano, y la monetaria del Banco de México, iban ser puestas como ejemplo de conducta prudente? ¡Quién iba a decir!

Es cierto: aún tomando en cuenta todo lo que se debe hacer para mejorar, tanto en materia monetaria (la inflación, si bien a niveles bajos, sigue estando presente), como fiscal (no por nada se insiste en la necesidad de la reforma), hay que reconocer que la Secretaría de Hacienda y el Banco de México han actuado con prudencia, y la mejor muestra de ello es que en 2009, consecuencia de la recesión en la economía estadunidense, hubo una importante contracción en la producción de mercancías y en la generación de ingreso (6.6 por ciento), así como una considerable pérdida de puestos de trabajo en el sector formal (441 mil 449), pero no hubo un repunte inflacionario: la inflación bajó de 6.5 a 3.6 por ciento; al final de cuentas no hubo devaluación: el tipo de cambio pasó de 13.90 a 13.19 pesos por dólar, y la tasa de interés, Cetes a 28 días, no aumentó: pasó de 7.68 a 4.51 por ciento.

Para apreciar lo anterior recordemos que en 1995, en pleno efecto tequila, consecuencia de error de diciembre del 94, la inflación repuntó de 4.4 a 51.2 por ciento, el tipo de cambio pasó de 3.99 a 7.74 pesos por dólar, y la tasa de interés brincó de 16.00 a 46.81 por ciento, sin olvidar, uno, que la producción de bienes y servicios, y con ella la generación del ingreso, registró una caída del 6.2 por ciento y, dos, que la pérdida de empleos, en el sector formal de la economía, sumó 611 mil 200.

¿Cuánto más grave no hubiera sido 2009 si, además de la caída en la producción y en el ingreso, la inflación, el tipo de cambio y la tasa de interés hubieran repuntado como lo hicieron en 1995?

¿En qué consistió la diferencia? En la mayor prudencia, o menor imprudencia, con la que las autoridades manejaron las políticas económicas, siendo un buen ejemplo la política cambiaria: antes del error de diciembre del 94 las autoridades manipulaban el tipo de cambio, manipulación que en muy buena medida explica al efecto tequila de 1995; hoy, y desde hace quince años, las autoridades no manipulan el tipo de cambio, al menos no para evitar la devaluación: entre el 15 de septiembre de 2008, fecha “oficial” del inicio de la recesión, y el 2 de marzo de 2009, momento de la máxima presión devaluatoria, el tipo de cambio pasó de 10.20 a 15.37 pesos por dólar, para, a partir de entonces, comenzar a bajar y ubicarse, en estos días, al rededor de 12.50.

¿Quién iba a decir? ¡Quién iba a decir!

El mensaje de don Alejo

Denise Maerker
Atando Cabos
El Universal

¿Qué significa que un hombre se atrinchere en su propiedad y mate y muera defendiéndola? ¿Que era un hombre valiente? Sí, sin duda, pero sobre todo, que se sentía o sabía totalmente solo.

Los símbolos importan. Que don Alejo Garza Tamez, un hombre de 77, ante la amenaza de que lo despojaran de su propiedad, se haya atrincherado en su rancho y enfrentado hasta la muerte a un grupo de hombres armados nos habla, sobre todo, del estado de indefensión y de soledad en el que se encontraba. No pensó en pedir ayuda, explicó su hija, porque, seguramente con toda razón, no confiaba en las autoridades.

Los medios y los comentarios se han centrado en el carácter heroico de don Alejo, que sin duda lo fue; el diccionario dice: héroe, varón ilustre y famoso por sus hazañas.

Su historia ha sido narrada con acentos épicos: “Un anciano de 77 años se llevó por delante a cuatro sicarios antes de morir peleando como el mejor soldado: con dignidad, honor y valentía”. Y los comentarios de lectores y televidentes se deshicieron en elogios: “Mis respetos, señorón, descanse en paz”… “deberíamos de ser así, todos tener el valor y no dejar ke nos chinguen”… “Murió por la patria”… “es la única forma”… “si cada uno de nosotros matara a uno de esos cobardes analfabetas nos libraríamos muy pronto de la pestilencia del país”… “mis respetos para este hombre, ojalá y nos sirva de ejemplo esto porque desgraciadamente hoy en día no hay otra opción, JUSTICIA POR NUESTRA PROPIA MANO”… “Don Alejo que deshonra no ser su hijo, pero qué orgullo como mexicano saber que hay alguien que entregó su vida por su propiedad y su dignidad”.

Para muchos lo que hizo don Alejo debería ser un ejemplo para todos. Yo no lo veo así. Es un caso que me duele, pero no me inspira. Me indigna que en muchos lugares del país no exista otra opción para defenderse y defender el patrimonio arduamente logrado que ceder o resistir hasta la muerte. Me indigna la soledad en la que se sintió don Alejo, la total ausencia del Estado. Me indigna que no existan ahí y en otras partes del país autoridades confiables y que la legítima desesperación lleve a muchos a pensar que sólo a balazos lo vamos a resolver. ¡Ese ha sido el error de este gobierno!

Debemos aspirar a reconstruir nuestra convivencia a través de métodos no violentos. No idealizando al que elige la forma y la hora de su muerte y alabando al que se lleva a varios por delante. Esta batalla no se va a ganar porque todos muramos con dignidad, está en juego algo que trasciende el honor de cada uno de nosotros y es la posibilidad futura de una sociedad pacificada. Es a lo que creo que debemos aspirar, no a convertirnos en un país de valientes que en solitario y sin esperanza enfrentan a los malos —quienesquiera que estos sean—, sino en una comunidad en la que podemos vivir sin armas y sin miedo, y donde los conflictos se resuelvan según reglas generales aplicadas por autoridades respetadas.

José Álvarez Icaza Manero

Miguel Ángel Granados Chapa
miguelangel@granadoschapa.com
Plaza Pública
Reforma

En la primera hora del viernes pasado se extinguió la fructífera vida de José Álvarez Icaza Manero, protagonista de movilizaciones y experiencias pioneras en la sociedad civil mexicana. Desde el Centro Nacional de Comunicación Social, que fue su creatura, promovió los derechos humanos en una época en que aún la denominación de esas prerrogativas de las personas sonaba sólo a remota referencia a las declaraciones universales de la revolución francesa y de la Organización de Naciones Unidas. Fue un activista social y político, impulsado por su fe cristiana, de la que nunca abjuró y a la que, en cambio, inyectó vivencias nuevas en su contacto con las necesidades del México profundo.

Nacido en la Ciudad de México en 1921, se formó en escuelas católicas y en la Nacional de Ingenieros de la UNAM. En los años cincuenta participó en la cimentación de varias edificaciones de la Ciudad Universitaria, como el Estadio Olímpico y la Facultad de Medicina. Al casarse con Luz María Longoria Gama, fundó una familia típica de la clase media acomodada, con un proyecto de vida en donde la consolidación de un patrimonio familiar era imperativa. Pero en el caso de esa joven pareja una combinación de espiritualidad y sociabilidad cristiana los condujo a participar en el naciente Movimiento Familiar Cristiano, una de las organizaciones del apostolado seglar con que la Iglesia Católica buscaba revitalizarse. Se les eligió para presidir esa agrupación y años más tarde su federación latinoamericana.

Su liderazgo adquirió otra dimensión cuando el ingeniero Álvarez Icaza fue invitado como "auditor laico" al Concilio Vaticano II que, convocado por el Papa Juan XXIII y concluido por su sucesor Paulo VI, reunió en Roma a los 2 mil 500 obispos de entonces, en un ensayo de colegialidad y renovación que no maduró en las décadas siguientes, menos aún cuando en 1978 fue elegido el Papa Juan Pablo II, el obispo de Cracovia con el que Álvarez Icaza departía en los recesos de las sesiones conciliares. La magna asamblea episcopal, sin embargo, no fue estéril. Entre sus frutos emitió un Decreto sobre los medios de comunicación social, de donde derivó la instalación en cada país de un Centro Nacional de Comunicación Social que fue confiado en México a Álvarez Icaza.

Aunque el objetivo de dicho centro (Cencos) era abrir la comunicación eclesiástica a los medios informativos, inevitablemente se convirtió en foco de reverberación de inquietudes sociales que caracterizaron a los años sesenta mexicanos. Cuando surgió la movilización universitaria en 1968, Cencos empezó a cumplir una nueva misión, abierta a la sociedad, que el Episcopado no compartió, por lo que dispuso su clausura. Álvarez Icaza consiguió darle vida propia, a partir de 1969. Y desde entonces todo aquel que tenía una protesta que formular, una denuncia que hacer, una necesidad de organización, o requería defensa frente al abuso, encontró un lugar, a menudo hasta como hospedería en el domicilio de Medellín 33, en la colonia Roma, donde hasta la fecha, con diversas modalidades se defienden y promueven derechos humanos, especialmente los vinculados con las libertades de información y de expresión. Tan preocupante era el activismo de Cencos, que el brutal jefe de la policía metropolitana Arturo Durazo ordenó en 1977 un asalto a su domicilio. Se pretendió que privándolo de su infraestructura y sus archivos cesara su fecunda intervención en la vida sindical y en las luchas campesinas. Como se comprueba hasta la fecha, aquel designio resultó frustrado.

Al mismo tiempo, Álvarez Icaza se percató de que la defensa y promoción de los derechos civiles tenía una dimensión política que no era dable desatender. Se unió al Partido Mexicano de los Trabajadores, encabezado por el también ingeniero Heberto Castillo, con quien formó una dupla eficaz en la dirección del agrupamiento y en la única bancada que formó en la Cámara de Diputados, entre 1985 y 1988. Previamente, en el ámbito del catolicismo social Álvarez Icaza había convocado en México a los Cristianos por el Socialismo, un movimiento de comunidades y clérigos que, lejos de practicar el anticomunismo que la Guerra Fría impuso a la Iglesia, supieron que era posible y aun necesario propugnar el socialismo con rostro humano, una corriente de pensamiento y acción que desde la vertiente eclesiástica se expresaba en la opción preferencial por los pobres.

Álvarez Icaza acompañó a Castillo en sus decisiones cruciales: la de fundir el PMT con el Partido Socialista Unificado de México, del que nació el Partido Mexicano Socialista, y la de de declinar su candidatura presidencial en 1988 y sumarse a la de Cuauhtémoc Cárdenas, ingeniero también. Asumió, por consecuencia, la conversión del PMS en el PRD, con cuya membresía cerró su ciclo de militancia política.

En cada etapa de su vida, se diría que en cada momento, Álvarez Icaza superó la tara que suele frenar el vuelo del espíritu en una iglesia mayoritaria situada por lo mismo en situación cómoda, más inclinada a compartir el poder o a ser bien tratada por él, que a cuestionarlo por su distancia con las exigencias populares. Podría decirse que experimentó una conversión hacia el cristianismo como fe encarnada en la esencial igualdad de las personas, a partir de un catolicismo rutinario, más de ritos externos que de convicción profunda, si es que así hubiera vivido su juventud y sus primeros años. Pero el modo en que él y Luz María formaron a sus hijos da fe de la honda y larga autenticidad de su credo.


Cajón de Sastre

El miércoles 24 murió el lingüista y filósofo Carlos Lenkersdorf, uno de los muchos mexicanos que nos ha traído el mundo, esa feliz fórmula utilizada en Radio UNAM. Con su esposa Gudrun, historiadora, que lo sobrevive, llegó en 1972 a San Cristóbal de las Casas, donde con el impulso del obispo don Samuel Ruiz se insertó en la vida de los pueblos indígenas, en especial los tojolabales. Aprendió de ellos e hizo conocerlos a la sociedad mestiza. Pasó por alto el torpe desdén de quienes consideraban que el tojolabal era "sólo" un dialecto, ignorantes de que el dialecto no es un idioma incompleto ni menor, sino la modalidad regional de una lengua. Produjo el primer diccionario tojolabal-español y entre el resto de sus obras descuella Filosofar en clave tojolabal, donde enseña que la democracia implica no sólo pluralidad sino también diversidad.

Diez años de gobiernos panistas

Leo Zuckermann
Juegos de Poder
Excélsior

Esta semana se cumplirá una década de gobiernos federales panistas. No es fácil hacer una evaluación completa de estos años de alternancia en un artículo tan breve como éste. Sin embargo, quiero mencionar lo que, en lo personal, me ha gustado y disgustado de una década de presidentes del PAN (el sexenio completo de Vicente Fox y los primeros cuatro años de Felipe Calderón) en algunos temas gubernamentales.

Comienzo con la política económica. En definitiva me ha gustado el manejo responsable de las finanzas públicas. Los panistas entendieron que la estabilidad macroeconómica es una condición necesaria para la salud de la República. Al país le costó mucho que los gobiernos priistas soltaran el gasto público en los setenta y ochenta. Los panistas, en cambio, han sido muy responsables con los dineros públicos. Han mantenido controlado el déficit gubernamental lo cual ha generado inflaciones bajas y una creciente confianza de los mercados financieros en el país. Esto es particularmente importante en estos momentos donde otras economías que se desbocaron en sus gastos públicos están pasando por momentos amargos. Me refiero a Grecia, Irlanda, España, Portugal y algunas naciones de Europa del Este. México, en cambio, goza hoy en día de buena salud macroeconómica lo cual hay que celebrar.

Me ha disgustado, en cambio, que los gobiernos panistas no hayan sido más agresivos para profundizar reformas económicas orientadas hacia el mercado. Esto con el objetivo de incrementar la competitividad del país. En este rubro, nos hemos estancado. Una década perdida. Hemos sobrevivido con el mismo modelo económico de los noventa donde el principal motor de crecimiento son las exportaciones de manufacturas a Estados Unidos. No hemos desarrollado otros motores ni en el mercado interno ni en sectores potencialmente muy rentables como el energético y el de telecomunicaciones. La realidad es que durante diez años los gobiernos panistas han evitado enfrentarse a los poderosos intereses beneficiarios del statu quo económico: empresarios monopolistas y sindicatos privilegiados.

En materia de seguridad, me ha gustado la decisión del presidente Calderón de enfrentar al crimen organizado. Sin embargo, cada día me gusta menos que sostenga una estrategia que ha incrementado la violencia de manera exponencial. La realidad es que hoy nos sentimos más inseguros que hace una década.

Hay que enfrentar a los criminales. Nadie puede oponerse a esto. Pero hay que hacerlo de manera inteligente en los delitos que más agravian a la sociedad: el homicidio, el secuestro y las extorsiones. Luchar contra el tráfico ilegal de drogas es una guerra perdida. El Estado nunca podrá ganarle a un mercado tan lucrativo. Soy de los que piensa, por tanto, que la solución al consumo y la adicción de las drogas es su legalización a fin de tratar el problema como un asunto de salud pública. Y por lo que toca al tema de la seguridad, creo que hay que dedicar los escasos recursos del Estado para impedir que las mafias maten, secuestren y/o extorsionen. Celebro que Calderón haya hecho lo que debió haber hecho Fox. Pero no me gusta que mantenga una estrategia mal definida que ha generado mucha violencia en diversas partes del país y ha producido una sensación de desasosiego.

En cuanto al tema político, hay que reconocer que estos diez años hemos vivido dentro de un régimen democrático, liberal, tolerante y plural. En los medios hemos podido decir lo que nos viene en gana. Yo comencé mi carrera como comentarista hace nueve años y nunca me han censurado absolutamente nada. He podido criticar a todos los políticos incluida, desde luego, la institución presidencial, antes intocable. Eso me gusta y lo celebro.

Sin embargo, también es cierto que los gobiernos panistas han tenido un par de actitudes que ponen en duda su compromiso con la democracia-liberal. Me refiero, por un lado, a la intención de Fox de sacar a López Obrador a la mala de la contienda presidencial de 2006. Por fortuna el entonces presidente reculó aunque el desafuero contaminó mucho el ambiente político. Por otro lado está la reforma electoral de 2007, para mí uno de los peores errores de los gobiernos panistas durante esta década. Todavía no entiendo cómo Calderón y compañía aceptaron restringir la libertad de expresión con una reforma electoral absurda y regresiva, todo a cambio de un plato de lentejas (una reformita fiscal que introdujo un impuesto de poca recaudación como es el IETU).

Finalmente, en materia de política exterior, me gustó el intento de Fox y de su primer canciller, Jorge Castañeda, por acercar al país a su región geográfica natural que es Norteamérica. Por desgracia se atravesaron los atentados del 11 de septiembre de 2001 que congelaron este empeño. También me gustó que el primer gobierno panista tomara una actitud pro activa en la defensa de los derechos humanos como toda democracia liberal debe hacerlo. Esto por supuesto que generó tensiones internaciones con países dictatoriales como Cuba. En este sentido me disgustó cuando el gobierno de Calderón dio marcha atrás con esta política a fin de evitar conflictos con otras naciones. Los gobiernos panistas regresaron así a la vieja escuela priista de “no hacer olas” en las relaciones exteriores.

Chamaqueada colosal

Carlos Marín
cmarin@milenio.com
El asalto a la razón
Milenio

Como recordó Vargas Llosa cuando se repuso de la sorpresa que le dieron con su nobelazo, las llamadas de madrugada suelen ser para las malas noticias.

Poco antes de las cinco de la mañana del sábado, el sobresalto causado por los timbrazos telefónicos no llegó a volverse pesar ni dolor, pero sí algo parecido… a masticar chamoy.

Un ex reportero de MILENIO, tan excitado como exaltado, me preguntaba si sabía ya que “Diego fue liberado y está pasando la primera noche en su casa…”.

La modorra no me inhibió para decirle que “sí”, colgué y me descubrí aterrado: ¿Será cierto…? ¿Perdimos una extraordinaria nota?

Escéptico que soy (para empezar de lo que pienso), recordé una de las máximas que aprendí hace casi 40 años de otro reportero, René Arteaga: “Cuando te mienten la madre, checa la fuente porque puede ser volada…”.

La desventura de Diego Fernández de Cevallos me ha importado, pero no sólo por implicar factores de interés periodístico tan atractivos como el conflicto (secuestro) y la prominencia del personaje, sino por ser él un muy querido y respetado amigo.

No era, pues, una llamada para informarme de alguna desgracia, pero fue de las que dejan el agridulce sabor de la duda.

En eso estaba cuando me llama Ciro Gómez Leyva (le inquieta más que a mí el aprovechamiento de las nuevas y luciferinas tecnologías), para decirme que El Universal tenía desplegada esa noticia desde antes de las cuatro de la mañana en su portal, y que también Pepe Cárdenas, por Twitter, la estaba propalando. Mientras hablábamos pensaba yo en cuántos medios del mundo estarían, por vía electrónica, replicando el notonón. Colgamos con mi compromiso de hacer algo cuando saliera el sol.

Ring, ring, ¡chin!: Carlos Loret de Mola con un “tocayo, ¿qué sabes de lo de Diego…?”.

Al empezar a clarear me armé de valor para, no sin cierta mortificación, hacer una primera de las que me imaginé serían varias llamadas. Hubo respuesta y de inmediato supe que Diego seguía secuestrado.

Recogí los diarios a que estoy suscrito y me sorprendió El Universal con su principal: Diego está libre y sano: familia (suponía que el desatino había sido sólo cibernético).

Llamé a Ciro (que a su vez había estado hablando con el director de milenio.com, Héctor Zamarrón), y a las 7:17 subimos unas cuantas palabras con la novedad (qué pena) de que la liberación era una falsedad. Y hacia las ocho una breve nota sostenida en lo mejor a que podemos aspirar los periodistas: “fuentes irreprochables”.

Y llamé a Loret (quien a su vez tenía corroborado que en las fuerzas armadas, la Secretaría federal de Seguridad Pública, la PGR y en los mismísimos Pinos ignoraban la vacilada de que Diego estuviera en su casa) para responder su pregunta.

También en su primera plana, El Universal publicó ayer un intento de explicación y un editorial bajo el encabezado: ¿Dónde está Diego?, que remata con la respuesta: “…en el aire…”.

Pero cuando no se sabe dónde se encuentra alguien, conviene tomar en cuenta, reporteando cuando menos dónde ¡no! está…

noviembre 27, 2010

¿Qué tanto confías en ti mismo?

Andrés Roemer
Presidente de Poder Cívico, AC
El Universal

¿Qué tan bueno o malo es el exceso de confianza? En mayo de 1997 Garry Kasparov —el mejor jugador de ajedrez del planeta— fue derrotado por la computadora de ajedrez de IBM Deep Blue. Para muchos esa fecha marca un parteaguas en la certeza de la superioridad del ser humano sobre las máquinas, o como la revista Wired lo describió: “(desde ese día) la raza humana tiene un complejo de inferioridad… y el lugar de la humanidad en el orden de las cosas se modificó”.

Kasparov había vencido con facilidad a una versión anterior de la computadora de IBM, así que se sentía confiado; se equivocó. Al final Kasparov comentó que su fracaso se debió a su éxito, pues sobreconfió en los logros acumulados y nunca se percató de que cada juego exige nuevas —y repensadas— estrategias.

Confiar en que acertaremos nos ayuda a asumir riesgos y reducir el estrés que ello implica. Pero, suele haber momentos en los cuales la confianza en uno mismo provoca que se relaje el intelecto, que uno sea menos perseverante, menos inquisitivo y actúe improvisadamente. La consecuencia natural de tomar decisiones en ese escenario es el error. Siempre es mejor recordar: No creas todo lo que piensas.

Al estudiar la sobreconfianza los científicos sociales idearon el término “calibrado”, el cual pretende medir la diferencia entre las capacidades reales y las supuestas. Los estudios concluyen que en general estamos mal calibrados: creemos ser mejores de lo que en realidad somos para ciertas actividades, prioritariamente aquellas que necesitamos para trabajar. Por ejemplo, el ejército de EU realizó un estudio para el cual primero pidió a un grupo de soldados de Fort Benning predecir qué también harían una prueba de tiro y posteriormente les pidió realizar la prueba. Los soldados predijeron que darían en el blanco 75% más veces de lo que realmente hicieron.

¿Cómo generamos el exceso de confianza? Cuando logramos lo que queremos confirmamos la certeza de nuestras acciones o creencias. Antes de observar las circunstancias que favorecieron el acierto preferimos simplemente atribuir esa “victoria” a nuestras capacidades. Así se inicia un círculo que reafirma constantemente la confianza en uno mismo. Pero cuando los hechos demuestran que tomamos decisiones erróneas, rompemos ese círculo y somos proclives a atribuir los fracasos a causas que escapan de nuestro control y voluntad —vgr. el destino o la mala suerte—.

Además, si cometemos el error en un momento cumbre —en el juego por el campeonato o la batalla decisiva— todo acierto precedente se nos devela como simples victorias pírricas. El problema para líderes y expertos es que su trabajo consiste en tomar constantemente decisiones en momentos cumbre y cualquier error tiene consecuencias graves.

Como lo señaló el best seller Malcolm Gladwell durante la tercera edición de La Ciudad de las Ideas, todos cometemos errores, pero no todos los errores tienen las mismas consecuencias y ello depende de la posición de poder que tenga cada quien. Una persona que no se percata de una luz roja en el semáforo podría causar un accidente más o menos grave, un controlador de vuelo incapaz de advertir un peligro puede provocar una tragedia, pero un presidente que declara la guerra suponiendo que controlará a la resistencia en unas semanas —sin conocer el territorio enemigo y sin considerar sus motivaciones— llevará a la muerte a miles de personas.

Según Gladwell, durante la gran depresión de la década de 1920 y durante la crisis financiera que estamos viviendo, el problema fue la sobreconfianza de los ejecutivos y expertos de las grandes instituciones financieras. Mientras los grandes bancos internacionales entraban en crisis, sus CEO se tomaban el tiempo para jugar golf, retrasando decisiones importantes, suponiendo que podrían controlar la adversidad. Al respecto, debo decir que si bien coincido con Gladwell en que la soberbia es un mal en cualquier escenario de decisión; no parece haber evidencia empírica que sustente una correlación entre la sobreconfianza y la crisis financiera.

Entonces ¿deberíamos estar perfectamente calibrados? No necesariamente, durante la investigación de Fort Benning los únicos cinco tiradores que acertaron su predicción —que estaban “bien calibrados”— fueron los cinco peores. Tener sobreconfianza en uno mismo no sólo es natura humana, sino recomendable siempre y cuando se pueda llegar a lo que los psicólogos llaman punto óptimo de ilusión: el punto donde el exceso de confianza no supone un relajamiento de nuestro esfuerzo por lograr los objetivos. En este sentido Gladwell sugiere tener un poco de sobreconfianza para con la familia de nuestra pareja.

Como dice una frase atribuida a Kasparov, “es mejor un pequeño exceso de confianza que lo contrario. Si uno no se equivoca, es porque no corre los riesgos necesarios para ser un innovador”. Pero no olvidemos la palabra pequeño.

Don Alejo

Jaime Sánchez Susarrey
Reforma

La historia de don Alejo puede ser leída de muchas maneras. Se trata, sin duda, de un hombre cabal y muy valiente. Defendió su convicción y su propiedad hasta las últimas consecuencias

La historia es conocida y ha sido ampliamente difundida. Alejo Garza Tamez fue asesinado la madrugada del 14 de noviembre por un comando de 30 sicarios en su rancho a 15 kilómetros de Ciudad Victoria, Tamaulipas. Un día antes, esos mismos delincuentes le habían dado un plazo de 24 horas para que abandonara su propiedad y se las entregara.

En respuesta, don Alejo, de 77 años, pidió a sus trabajadores no presentarse a trabajar al día siguiente y, viejo cazador, se atrincheró solo en su casa con sus armas. Cuando el convoy de sicarios se presentó, alrededor de las cuatro de la madrugada, abrió fuego, eliminó a cuatro e hirió a otros dos.

Para ultimarlo, los sicarios utilizaron armas de alto poder y granadas. Ante la intensidad de la balacera, los presuntos zetas abandonaron el lugar por temor a que se presentaran las Fuerzas Armadas, como de hecho ocurrió cuando posteriormente se apersonaron elementos de la Marina.

La historia de don Alejo puede ser leída de muchas maneras. Se trata, sin duda, de un hombre cabal y muy valiente. Defendió su convicción y su propiedad hasta las últimas consecuencias. Seguramente porque sabía que si se doblegaba se convertiría en un muerto en vida. Y eso es algo mucho peor que perder la vida.

Pero plantea, también, una serie de preguntas. ¿Por qué no recurrió a las autoridades municipales y estatales para que lo protegieran? La respuesta la dio Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública, al declarar que en varias ocasiones había denunciado amenazas y presiones pero nunca se le atendió.

Queda, sin embargo, una segunda pregunta: ¿por qué no pidió la protección de la Policía Federal o de las Fuerzas Armadas? La respuesta es sencilla. Porque era un ciudadano común y no tenía un canal de comunicación privilegiado. Y porque su solicitud hubiese sido procesada (ignorada) como tantas otras.

Con un agravante. La denuncia y la solicitud de protección equivalían a correr el riesgo de que los delincuentes fuesen informados y perdiera, con ello, la única ventaja real que tenía: el factor sorpresa. Por eso resulta admirable no sólo la valentía, sino la coherencia y sangre fría del personaje.

En las redes sociales, Twitter y Facebook, la historia de don Alejo ha tenido un gran impacto. Todos los comentarios son favorables y hay quien lo define como el único héroe del bicentenario. Y no es difícil entender por qué. Su historia encarna a la perfección el sentimiento de indefensión y rabia que sentimos la gran mayoría.

Indefensión, porque sabemos que el Estado es incapaz de garantizar nuestra seguridad personal. Rabia, por la impotencia frente a criminales que tienen enormes recursos e imponen su ley a sangre y fuego en la más completa impunidad. Quedan, entonces, sólo la certeza de que la buena suerte nos protege y la esperanza de no toparse nunca con el crimen organizado.

Sin embargo, el malestar social y las respuestas iracundas de la población empiezan a proliferar. El 20 de octubre pasado en Tetela del Volcán, Morelos, un grupo de ciudadanos detuvo y estuvo a punto de linchar a un grupo de secuestradores (cuatro hombres y una mujer) y al subdirector de la policía municipal por estar coludido.

Un mes antes, el 21 de septiembre en Ascensión, Chihuahua, otro grupo de ciudadanos indignados detuvo a una banda de seis secuestradores, que había levantado a la hija de un regidor. No sólo eso. Los ciudadanos exigieron y obtuvieron del alcalde el despido de los 12 policías municipales y el entonces gobernador, Reyes Baeza, reconoció que era necesario abrirle espacios a la inconformidad y participación ciudadana.

La historia de don Alejo y las movilizaciones en Ascensión y Tetela del Volcán tienen una misma matriz: la incapacidad del Estado para garantizar la paz y la seguridad de los ciudadanos. Frente a ese vacío de poder, que está infestado de corrupción y complicidad, la gente decidió asumir su propia defensa.

¿Es indeseable que así sea? En el mundo perfecto de la teoría y el derecho, sí. Lo mejor sería que el Estado asumiera responsable y eficazmente esas tareas. Pero como la realidad no es así, no se les puede pedir a los habitantes de Ascensión ni a los de Tetela del Volcán que sufran los delitos y los asesinatos poniendo la otra mejilla y rogando a Dios que un día el Estado cumpla sus obligaciones.

De hecho, no hay ningún elemento para suponer que en el mediano y largo plazos las cosas vayan a mejorar. Todo indica que seguirán empeorando. Con un agravante indignante, pero real. La clase política en su conjunto no parece mayormente preocupada por el problema.

El mejor ejemplo está en que mientras mantenían larguísimas discusiones para repartirse los 3 billones 430 mil millones de pesos del presupuesto 2011, la iniciativa presidencial para reformar los cuerpos policiacos bajo un mando único seguía y sigue entrampada.

Ante semejante desastre vale recordar que la Constitución de 1857 establece en su artículo 10: "Todo hombre tiene derecho a poseer y portar armas para su seguridad y legítima defensa". Más aún, se podría agregar hoy, cuando el Estado es incapaz de garantizar la paz y el orden.

La historia de don Alejo impone mucho más que una reflexión. Los ciudadanos tienen todo el derecho de organizarse para defenderse. Ellos son, en los municipios, barrios y pequeñas comunidades, quienes mejor pueden hacerlo. Sería más inteligente utilizar ese potencial que ignorarlo o, peor aún, intentar sofocarlo.

Basta imaginar qué hubiera pasado si don Alejo hubiese podido recurrir a vecinos y amigos para defender su rancho y su dignidad. No honraríamos hoy su memoria, sino celebraríamos su triunfo.

Violencias

Julio Faesler
Consultor
juliofelipefaesler@yahoo.com
Excélsior

El ataque con bombas norcoreanas a la isla Yeonpyeong ha sacudido el equilibrio entre los dos países.

Suenan una vez más los tambores de guerra precisamente en donde hace más de 60 años se produjo una de las más empecinadas confrontaciones entre los dos bloques políticos en que entonces se dividía el mundo.

El ataque con bombas y cañones norcoreanos a la pequeña isla Yeonpyeong en el Mar Amarillo, ha sacudido el precario equilibrio entre los dos países que comparten por mitades la península vecina de Japón y fronteriza con China, poniendo de nuevo en vilo a la comunidad internacional. La alianza entre EU y Corea del Sur, se revive como en tiempos del viejo eje anticomunista.

Ahora, sin embargo, es cuando menos se requiere desperdiciar energías y recursos en estériles combates ideológicos. La guerra que hoy requerimos los siete mil millones de habitantes de la Tierra es combatir la pobreza y la ignorancia para acabar con los desequilibrios; lucha que solamente es posible realizar cuando se cuenta con un escenario de paz.

Corea del Norte, sin embargo, escogió por confrontar al mundo desafiándolo con programas nucleares igual como lo hace Irán, envolviéndonos en el contexto de una cruda amenaza a la tranquilidad mundial.

La experiencia después de la Segunda Guerra Mundial nos enseña que los viejos cartabones capitalistas y comunistas no fueron eficaces para traer los frutos anunciados de bienestar y de justicia. A medida que han avanzado los últimos años se constata la falta de equidad y de solidaridad que da origen a múltiples escenas de violencia y de rencor social.

En todo el mundo se presentan intolerancias y choques callejeros que brotan con el pretexto más pasajero. Todos sabemos de antemano que las metas de prosperidad y de justicia nunca podrán lograrse plenamente, pero es precisamente el estar consciente de ello, que hace que la llama del optimismo nunca se apague. Perseguir los ideales es la energía misma del progreso que hace que los obstáculos se venzan aunque jamás completamente. La humanidad avanza afinando sus pasiones evitando así perder la esperanza, cualidad intrínseca al ser humano.

La lucha por los ideales está atrás de muchas de las violencias que presenciamos en tantos lugares del planeta con propia validez y justificación. La violencia insensata inspirada no por ideales por remotamente fantásticos que sean, son muy diferentes a la agresión ciega y brutal del que por su ignorancia, no tiene concepto alguno de los fines de la justicia y solidaridad social. Nuestro país está viviendo a diario este caso. La muerte desencadenada por la absoluta inconsciencia destruye toda posibilidad de razonamiento.

Es patente la diferencia entre la violencia ligada a metas sociales, por equivocados que sus métodos sean, a la que es simplemente criminal. Todo gobierno tiene la obligación de hacer valer las reglas de la racionalidad para que sus pueblos puedan resolver sus propios problemas de desarrollo. Si criticamos a Corea del Norte por utilizar armas que rompen la estructura internacional de los pueblos empezando por el propio, y por no avanzar hacia la democracia y la prosperidad, también criticaríamos a los gobiernos que no utilizan los recursos a su disposición para frenar la irracionalidad de la violencia.

A diferencia de la inútil guerra que se propone Corea del Norte por razones de estériles ideologías y la guerra que actualmente está emprendiendo México para combatir el narcotráfico constituye un claro contraste. Lo que hoy hace nuestro gobierno tiene una validez indiscutible. La lucha contra el narcotráfico y las mafias asesinas es la defensa contundente de la libertad y de la dignidad.

El fantasma de AMLO

Hugo García Michel (@hualgami)
hgarcia@milenio.com
Cámara Húngara
Milenio


Un fantasma recorre el mundo del pejismo: el fantasma de Marcelo Ebrard.


No es al “espurio”, tampoco a la “mafia que se adueñó de México”, mucho menos a Los Chuchos, al PRIAN, a Salinas de Gortari o a Televisa que realmente teme Andrés Manuel López Obrador. El verdadero espectro que le jala las patitas en las noches, el espíritu que se le aparece en los rincones para hacerlo saltar del susto, el pesadillesco ser que surge durante sus horas de sueño para hacerlo despertar sobresaltado y bañado en sudor frío se llama Marcelo Ebrard Casaubón.

El jefe de Gobierno del Distrito Federal es el único personaje que en estos momentos puede poner a temblar al tabasqueño. Ebrard representa mucho de aquello que aborrece Andrés Manuel. Al contrario de éste, Marcelo ha dado muestras de ser un político moderno, liberal, aceptablemente culto, con un discurso articulado y una visión global del país y del mundo. Por eso, se trata en el fondo del único y verdadero demonio al que teme don Peje, porque es quien podría arrebatarle la posibilidad de volver a ser el candidato de una izquierda inexistente pero con registro del IFE.

Marcelo Ebrard tiene en sus manos una enorme oportunidad histórica, no sólo para lograr la candidatura a la Presidencia de la República y aspirar seriamente a ganar las elecciones de 2012, sino también para arrebatar las banderas del izquierdismo a una pandilla de oportunistas y falsos profetas, mucho más emparentados con el rancio y reaccionario nacionalismo revolucionario del priismo setentero que con el pensamiento progresista, abierto y democrático de la izquierda moderna. La clave está en que Ebrard se atreva a desafiar al pejelagarto de papel y se dé cuenta de que es éste quien le debe tener miedo a aquél y no al revés.

Yo no sé si López Obrador sea un peligro para México, pero me queda claro que es un peligro para la existencia de una verdadera izquierda democrática. Marcelo Ebrard podría conjurar ese peligro, si se decide a hacerlo ya.

noviembre 25, 2010

'Confucio dijo...' por Paco Calderón



Andrés y el PRD

Sergio Sarmiento
Jaque Mate
Reforma

"La política es conflicto, pero también cooperación; es confrontación, al tiempo que es conciliación". Gilberto Rincón Gallardo

Andrés Manuel López Obrador recurrió a un madruguete para tratar de imponer a Yeidckol Polevnsky como candidata de los partidos de izquierda al gobierno del estado de México. El intento, sin embargo, resultó fallido. El PRD rechazó de tajo la postulación. El Partido del Trabajo y Convergencia se han abstenido de dar su respaldo a Yeidckol, quien ha señalado públicamente que podría apoyar a algún otro candidato lopezobradorista, como Alejandro Encinas.

López Obrador ha justificado su acción con el argumento de que así evitaría una alianza entre el PAN y el PRD, a la cual se opone por principio. Afirma que no trató de imponer a Yeidckol sino que utilizó una encuesta de Covarrubias y Asociados en la que Alejandro Encinas salió en primer lugar; pero como éste declinó, Yeidckol, que quedó en segundo, fue postulada. Ni la encuesta ni la designación, sin embargo, se hicieron de acuerdo con el PRD.

Uno puede entender la oposición de López Obrador a la alianza del PRD con el PAN. Este rechazo lo comparten muchos perredistas y panistas. La gran pregunta es si el intento de López Obrador de imponer sus puntos de vista llevará finalmente a la división de la izquierda.

La verdad es que López Obrador y el PRD se necesitan mutuamente. El tabasqueño es el líder más carismático con el que cuenta actualmente el partido. Un PRD sin el respaldo de Andrés Manuel puede verse disminuido seriamente en las preferencias electorales.

El PT y Convergencia, los partidos a los que López Obrador ha recurrido para mantener su movimiento, no tienen, sin embargo, la estructura que se necesita para ganar una elección en el estado de México o a nivel nacional. Ya antes López Obrador se saltó al PRD y logró, por ejemplo, el triunfo de Clara Brugada en Iztapalapa a través de un candidato prestanombres, Juanito; pero el control del líder sobre la maquinaria política de esa delegación no se repite en otros lugares del país.

Es difícil saber si la relación entre Jesús Ortega, el presidente del PRD, y López Obrador se encuentra ya tan deteriorada que sea imposible de reparar. No hay por supuesto ninguna posibilidad de reconciliación si Ortega insiste en mantener la alianza con el PAN en el estado de México, a menos que saque del sombrero a un candidato como Gabino Cué, el oaxaqueño que López Obrador no podía rechazar. Ortega tendrá que decidir si prefiere aliarse con el PAN o mantener la coalición con López Obrador, el PT y Convergencia.

No se puede descartar un acuerdo final entre Ortega y López Obrador. Ya en otras ocasiones los dos han logrado superar sus diferencias. La única forma de hacerlo, sin embargo, sería la renuncia del PRD a la alianza con el PAN. Si Ortega aceptara esta demanda estaría accediendo, de hecho, a una medida respaldada por la mayoría de los militantes de su propio partido. Otro que aplaudiría la acción sería Peña Nieto, quien ha tratado por todos los medios de impedir que el PRD y el PAN unan sus fuerzas contra el PRI. El gobernador del estado de México sabe que una alianza de estos dos partidos, con un buen candidato, aumentaría de manera muy significativa las posibilidades de una derrota del PRI en el 2011, lo cual sería un fuerte golpe para sus aspiraciones presidenciales.

Al paso que van las cosas, sin embargo, Peña Nieto estará tranquilo. O Jesús Ortega suspende la alianza entre el PRD y el PAN, o el PRD tendrá que contender en la elección del estado de México sin el respaldo del PT, Convergencia y, lo que es más importante, López Obrador.

hOoootro capo Un nuevo triunfo del gobierno: la detención de Carlos Montemayor González, El Charro, suegro de Édgar Valdez Villarreal, La Barbie. Dicen las autoridades que Montemayor era el sucesor de La Barbie. Quizá. Desafortunadamente, ni los grandes arrestos ni los decomisos han afectado hasta ahora el tráfico, el consumo o la violencia.

“Juanita” Polevnsky

Carlos Loret de Mola (@CarlosLoret)
Historias de un reportero
El Universal

En el Estado de México, el nombre del juego es 2012. El mandatario Enrique Peña Nieto adoptó la extraña estrategia de convertir los comicios para definir a su sucesor en una especie de referéndum de su gobierno, en una primera vuelta de la elección presidencial. De inmediato, su oposición aceptó la jugosa oferta: está probado que si el candidato es malo, por más apoyo que tenga del gobernador y del presupuesto, puede perder.

Así, las candidaturas para el gobierno mexiquense en 2011 son secundarias y lo importante para los actores involucrados son los movimientos para la carrera presidencial. Y Andrés Manuel López Obrador, provocador eficaz, le ha robado a Peña el protagonismo de la elección: en paciente construcción de su candidatura presidencial del 2012, casi desde el día siguiente a los polémicos comicios de 2006, López Obrador hizo la jugada más riesgosa, y no tiró el tablero de juego, pero lo sacudió: satanizó la alianza PAN-PRD y lanzó a su candidata.

El tabasqueño operó su madruguete al más puro estilo priísta, tal y como la unción de aquel Rafael Acosta Juanito en Iztapalapa en 2009. La senadora Yeidckol Polevnsky fue proclamada por “el movimiento” como la candidata del pueblo basada en una encuesta fantasma que ella misma desconocía. Al igual que Juanito, en las horas posteriores a su unción, la elegida por López Obrador se envalentonó y advirtió que al PRD no le pedía nada, porque ese partido no tenía más opción que hacerla su candidata puesto que la militancia así lo exigía.

El PRD, controlado por Los Chuchos, rechazó y se mofó del intento de imposición del tabasqueño. El PT mexiquense también mostró su enojo por la forma en que descartaron a uno de sus líderes, Óscar González Yáñez, y otro de los presuntos competidores de Yeidckol, el ex secretario de Seguridad, Alejandro Gertz, expresó que ni conocía la supuesta encuesta, ni le interesaba buscar una candidatura para la cual nadie le consultó.

Ebrard, enfrentado con AMLO porque sí quiere aliarse con el PAN, hizo entonces su movimiento: sin pelearse, dijo que lo de Yeidckol no es más que una propuesta, confió en que aún es posible tener un candidato común de la izquierda y hasta con los azules.

Pero hubo efectos no esperados: en sectores políticos y periodísticos que normalmente apoyan acríticamente a López Obrador se registró un rechazo abierto a la charada de Polevnsky. Otra vez, como Juanito, la ungida antes envalentonada cambió su postura, dijo que ella no es más que una propuesta, que aún no es candidata.

Yeidckol Polevnsky puede ser la candidata títere que sólo sirva como peldaño a las aspiraciones de López Obrador, o bien una ficha sacrificable para negociar con “chuchos” y “marcelos” y que Alejandro Encinas, cercano al tabasqueño y según él mejor posicionado en las misteriosas encuestas, sea candidato de PRD-PT-Convergencia.

El desenlace será un buen indicador de cómo resolverán —o no— Ebrard y López Obrador su 2012.

SACIAMORBOS

¿Narco o crimen político? A lo mejor la pregunta es si fue un atentado narcopolítico.

AMLO sube, de nuevo, las apuestas

Leo Zuckermann
Juegos de Poder
Excélsior

Me sorprende que todavía haya quienes se sorprendan con lo que hace Andrés Manuel López Obrador. Contra lo que muchos piensan, el personaje es muy predecible. Como lo he dicho en múltiples ocasiones, el tabasqueño me recuerda a los jugadores agresivos de póquer que siempre están doblando las apuestas. No importa las barajas que tengan. No importa si van ganando o perdiendo. Siempre suben las apuestas para generar temor en sus adversarios. Enseñan los dientes para tratar de asustar a los pusilánimes. En muchas ocasiones farolean. Con esta estrategia, a veces ganan en grande, pero también a veces pierden mucho. Así se explica la historia política de AMLO.

Ahora el juego del tabasqueño pasa por el Estado de México donde pretende ganarles a Marcelo Ebrard y Jesús Ortega. Estos dos personajes, y sus respectivos grupos, entendieron que el PRI arrasaría en las elecciones de este año si no hacían una alianza con el PAN en diversos estados. Sabían que el tricolor ganaría, con toda seguridad, las 12 gubernaturas en juego. Y esto dejaría a los priistas en una posición inmejorable rumbo a 2012. En la opinión pública y publicada quedaría la sensación de que nada ya pararía a los priistas en su regreso a Los Pinos.

López Obrador, en cambio, se opuso a una alianza con los panistas. Adujo que no tenía caso ya que el PAN y el PRI eran lo mismo. Más allá de esta justificación ideológica, AMLO quería que las alianzas fracasaran para así despacharse, de un plumazo, a Ortega y Ebrard. La intención era recuperar el liderazgo del PRD y convertirse de facto en el candidato presidencial de este partido, aprovechando el debilitamiento de chuchistas y ebrardistas que apoyaban las alianzas con los del PAN.

Sin embargo, las alianzas PAN-PRD fueron un exitazo. Ganaron de manera contundente en Puebla, Oaxaca y Sinaloa y se quedaron a un pelito en Durango e Hidalgo. AMLO perdió la partida: Ortega y Ebrard salieron fortalecidos.

¿Y qué hizo López Obrador? Pues doblar las apuestas. Si este año se opuso a las alianzas, pues ahora va a oponerse más en una elección aún más valiosa: la de gobernador en el Estado de México. AMLO pretende que fracase la alianza PAN-PRD en esa entidad para que pase lo que no sucedió este año, es decir, que Ortega y Ebrard se debiliten. No importa que en el camino fortalezca al gobernador Peña Nieto en su carrera hacia la Presidencia. Ese juego ya vendrá después. Primero tiene que ganarle a Ortega y a Ebrard.

AMLO sabe que las alianzas PAN-PRD sí funcionan pero también que él tiene el poder de torpedearlas como ocurrió en el caso de Durango. Al haber puesto un candidato a gobernador del Partido del Trabajo, quien obtuvo 25 mil votos, impidió que ganara la alianza PAN-PRD que se quedó a 16 mil sufragios de vencer al candidato del PRI. La oposición antiPRI se partió.

Esa misma estrategia, la de Durango, es la que intenta hacer en el Estado de México. No importa, en este sentido, quién sea el candidato que imponga AMLO bajo el emblema del Partido del Trabajo. Será la senadora Yeidckol Polevnsky quien ya probó ser un fracaso en la elección de gobernador de 2005 cuando, ni con todo el apoyo de un AMLO super-popular en ese entonces, se quedó a 23 puntos porcentuales del vencedor de aquella contienda: Enrique Peña Nieto.

Polevnsky no tiene oportunidad de ganar. No importa. Lo que importa es que el voto antiPRI se parta, y así pierda la posible alianza PAN-PRI debilitando a Ortega y Ebrard. Esa es la apuesta de AMLO. Si este año él perdió el juego contra Jesús y Marcelo, pues ahora les dobla la apuesta para esta vez sí despachárselos en el Estado de México. Como siempre, predecible. La pregunta es ¿cómo reaccionarán chuchistas y ebrardistas frente a esta nueva afrenta de López Obrador. ¿Tirarán las barajas y lo dejarán ganar? ¿O van a poner en juego sus fichas para darle otro golpe al tabasqueño como se lo propinaron este año?

Me gusta tu rancho… ¡Lárgate!

Román Revueltas Retes
revueltas@mac.com
Interludio
Milenio

El suceso protagonizado por el señor Garza, digno de un drama de Shakespeare o de una tragedia griega, ha salido a la luz porque el hombre tuvo una conducta atípica: en vez de abandonar su rancho y acogerse a la dudosa seguridad de las ciudades, se quedó y defendió su patrimonio como un valiente. Pero otras personas no han hecho lo mismo y, por favor, no se les puede reprochar en lo absoluto que hayan huido. En este sentido, la postura de don Alejo no es un ejemplo a seguir ni mucho menos. No debe ser emulada porque, digo, ¿qué queremos: decenas o centenares de propietarios asesinados? ¿Es acaso una opción resistir —así fuere con el apoyo de los hijos, el compadre, los vecinos o los amigos— el embate de unos canallas armados hasta los dientes y muy numerosos? Ahí donde un grupo mediano se hubiera retirado luego de sufrir seis bajas estos sicarios siguieron disparando y utilizando armas de alto poder hasta “ocupar la plaza”, dicho esto en la jerga militar. O sea, que las perspectivas de éxito frente a una fuerza desmesurada y brutal son realmente mínimas y la única certeza, eso sí, es la de encontrar la muerte.

En todo caso, algo nos tiene que quedar muy claro: no nos corresponde a nosotros, los ciudadanos particulares, la tarea de combatir a los delincuentes. Para empezar, llevamos todas las de perder. Pero esto no sería lo verdaderamente importante ni la razón decisiva. Lo que es inaceptable es el hecho de consentir, así sea por un sentimiento de rebeldía o como una respuesta desesperada a la impotencia que sentimos, que el Estado se desentienda de sus obligaciones y que, en ese momento, nuestra supervivencia dependa del sacrificio de los individuos y de su heroísmo particular.

El Estado está ahí para dar seguridad a los ciudadanos. Ésa, y no otra, es su principal razón de ser. En México no necesitamos la muerte de los valientes, por más que nos conmueva. Necesitamos que se cumplan las leyes. Nada más.

noviembre 24, 2010

Evitar, como sea, otro Pearl Harbor

Fran Ruiz
fran@cronica.com.mx
La aldea global
La Crónica de Hoy

La imagen desde Corea del Sur de la isla Yangpyeong en llamas, atacada por sorpresa por la artillería norcoreana, recuerda de manera preocupante al bombardeo japonés sobre Pearl Harbor, cuyo hundimiento de la Flota del Pacífico causó la declaración de guerra de EU al imperio japonés y acabó tres años y medio después con el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.

Nadie en su sano juicio desea que esto vuelva a repetirse. El problema es que el “querido líder” norcoreano no está en su sano juicio y además tiene en su poder el botón nuclear que podría apretar quién sabe cuándo o por qué, desencadenando así un Segundo Holocausto Nuclear.

Por tanto, se tiene que imponer la cordura y los dos únicos actores en este conflicto que pueden hacerlo son Estados Unidos y China, ni siquiera vale ya el papel del Consejo de Seguridad. El ataque ha sido de tal gravedad (el primero del ejército norcoreano contra territorio surcoreano habitado por civiles) que el camino más corto es que el presidente Barack Obama y su homólogo chino, Hu Jintao, agarren el “teléfono rojo” y piensen la mejor manera de apagar juntos esta crisis, antes de consultar con el resto de potencias implicadas desde hace tiempo en la “cuestión coreana”, como son Japón y Rusia.

A estas alturas está claro que Pyongyang no le guarda el menor respeto a Washington (que lleva años en vano intentando que paralice su programa nuclear). Donde EU sí tiene margen de maniobra es en presionar a China para que ésta a su vez obligue a Corea del Norte a retomar la cordura y la senda de la negociación.

El régimen de Pyongyang depende de Pekín para subsistir, así que, la solución pasa por China. Si el gigante asiático realmente quiere demostrar al mundo que es una superpotencia con espíritu pacifista ahora tiene la oportunidad de demostrarlo.

Dos Coreas

Sergio Sarmiento
Jaque Mate
Reforma

"Mira lo que es el poder: tener en tu mano los miedos de alguien más y mostrárselos". Amy Tan

Uno de los experimentos económicos y sociales más interesantes del último medio siglo se ha llevado a cabo en la península de Corea. Después de la Segunda Guerra Mundial, un mismo pueblo quedó dividido en dos zonas de ocupación, una soviética y otra estadounidense, de las que surgieron dos países, Corea del norte y del sur, que pelearon una guerra en la década de 1950 y que desde entonces se han desarrollado con dos sistemas económico-políticos diferentes. Corea del sur tiene una economía de mercado; la del norte, el sistema comunista más cerrado del mundo.

Las dos Coreas se ubicaban en los años cincuenta entre los países más pobres del mundo, con niveles de ingreso similares a los del África subsahariana. Tras la guerra de 1950-1953 Corea del sur empezó un proceso sostenido de desarrollo. Hoy el FMI la clasifica como la 30a economía del mundo por su Producto Interno Bruto per cápita de 27,938 dólares (2009, cifra ajustada por poder de compra). Los sudcoreanos tienen ya un nivel de vida de país desarrollado. Duplican el de México, a pesar de que en los años cincuenta las dos Coreas eran mucho más pobres que nuestro país.

Corea del norte ha permanecido estancada. El World Factbook de la CIA calcula para el país un PIB de 1,900 dólares por persona. Esto lo coloca en el lugar 154 de los 194 de esa lista.

Corea del norte ha sufrido fuertes hambrunas a lo largo de las décadas. Sólo ha podido alimentar a su población gracias a la ayuda recibida de la enemiga Corea del sur y de otros países del mundo. Se ha hecho común, de hecho, que el gobierno norcoreano ataque o amenace a Corea del sur para luego obtener ayuda alimentaria o financiera a cambio de apaciguarse.

Corea del norte parece estar viviendo una crisis política. A pesar de ser un país oficialmente comunista, ha establecido un sistema político monárquico. Kim Il-sung gobernó el país desde 1948 hasta su muerte en 1994 y fue sucedido por su hijo, Kim Jong-il, quien hoy tiene 69 años y aparentemente ha estado enfermo. El actual gobernante ha designado como sucesor a Kim Jong-un, el menor de sus tres hijos, quien debido a su juventud (tiene entre 26 y 27 años) ha sido al parecer cuestionado por la jerarquía militar y política. Kim Il-sung, el fundador de la dinastía, es objeto de una adoración divina similar a la que los antiguos egipcios o romanos les daban a sus faraones o emperadores; la constitución norcoreana, de hecho, lo considera "presidente eterno".

La decisión norcoreana de bombardear la isla de Yeonpyeong, en posesión de Corea del sur pero reclamada por Pyongyang, parecería una forma de unificar a las fuerzas políticas internas y exigir una vez más dádivas de Seúl y otros países.

A pesar de su debilidad económica, Corea del norte es una potencia militar. Según el Departamento de Estado de la Unión Americana el ejército norcoreano cuenta con 1.2 millones de efectivos. Esto lo hace el quinto ejército del mundo en número de tropas. Un 20 por ciento de los hombres norcoreanos de 17 a 51 años son parte de las fuerzas armadas. Corea del norte es el país del mundo con un mayor ejército en comparación con su población. El gobierno dedica un porcentaje muy alto de su presupuesto a las armas y cuenta al parecer con bombas nucleares.

No puede menospreciarse la nueva crisis en la península. Corea del norte tiene las motivaciones para iniciar una guerra y la fuerza para vencer o por lo menos para generar una enorme destrucción en una derrota.

TESTIGO PROTEGIDO

Seguramente tiene razón la PGR al desmentir las declaraciones de su "testigo protegido", Sergio Villarreal Barragán, El Grande, quien dice haber conocido al presidente Calderón y haber tenido apoyo del senador Guillermo Anaya cuando era presidente municipal de Torreón. Pero muchos de los casos de la PGR se basan en estos testigos beneficiados. ¿Cuándo se les debe creer y cuándo no?

No sólo mata el narco

Denise Maerker
Atando Cabos
El Universal

¿Quién se puede atrever hoy a decir que a alguien lo mató el crimen organizado solamente porque el modus operandi de los asesinos fue el que caracteriza a las llamadas ejecuciones? Que varios hombres a bordo de una camioneta se acerquen a alguien —así sea alcalde, ex gobernador, líder sindical, periodista, médico o campesino—, que uno se baje y le dispare en varias ocasiones a su víctima, provocándole la muerte, ya no puede explicar, si alguna vez lo hizo, ante qué tipo de crimen nos encontramos. Nadie puede usar la frase simplona de que “fue ejecutado en lo que parece un ajuste de cuentas entre miembros del crimen organizado”. Tampoco se puede descartar a priori, como inicialmente lo hizo el procurador de Colima, Arturo Díaz Rivera, en el caso del exgobernador, Silverio Cavazos, porque el arma utilizada haya sido una 38 especial y no “con fusiles de alto poder, característicos del crimen organizado”. Y hace mal el actual gobernador, Mario Anguiano, cuando le dice a Carlos Loret que “en lo personal” está convencido de que no es un crimen político por los datos que se tienen: un coche robado con placas sobrepuestas y sicarios preparados y profesionales, lo cual, dice, “coincide más con lo de la delincuencia organizada”.

La verdad es que la forma en que alguien es asesinado, ya no explica quién está detrás del asesino, ni el móvil del crimen, ni el tipo de relación que había entre victima y victimario. Es decir, no sólo el asesino no es automáticamente un miembro de las bandas del narcotráfico que se pelean mercados y rutas de tráfico, sino que el muerto tampoco es, por la forma en que lo mataron un delincuente.

Las evidencias se han ido acumulando. Si alguna vez esa relación existió, cada vez encontramos más datos que nos dicen que en ciertas regiones del país, matar es visto como una forma de solucionar todo tipo de conflictos. Dicho de otro modo, la exposición constante a la violencia, el que todas las muertes violentas se le endosaran sin mayores consecuencias al crimen organizado, le ha dado ideas a muchos y acabó con el tabú de que matar no es la manera.

Algunos ejemplos: Al presidente municipal de Doctor González, Nuevo León Prisciliano Rodríguez lo mataron por una disputa de tierras. El procurador de Nuevo León atribuía unos granadazos a pleitos políticos, y algunas agresiones recientes a medios de comunicación no tienen explicación en su cobertura del narcotráfico, sencillamente porque llevan años sin mencionar el tema. En el caso de Cavazos, habrá que esperar, pero lo menos que se puede decir es que las cosas se complican.

Grupo cercano a Felipe, “en proceso de descomposición”

Francisco Garfias (@panchogarfias)
www.elarsenal.net
Arsenal
Excélsior

En diez días habrá humo blanco en el PAN, sabremos el nombre de su nuevo jefe nacional.

Las palabras de Francisco Ramírez Acuña, candidato a la jefatura nacional del PAN, reflejaban el rechazo interno que los hombres del Presidente provocan entre militantes que no forman parte de este selecto grupo calderonista, bautizado alguna vez como El Ostión, por su empeño en aislar al primer mandatario,

"Hay que hacer una revisión del grupo cercano al Presidente. Está dividido, confrontado, en proceso de descomposición. Sus integrantes no supieron administrar el poder; y hoy se diría que pretenden administrar la derrota", nos dijo el que fue el primer secretario de Gobernación de la era de Calderón.

Ramírez Acuña, buen jalisciense, no se raja. Jura que, llueve o truene, irá hasta la ronda final de la contienda interna "y después seré el presidente del PAN". La risa del reportero lo hizo reaccionar de inmediato. "Esa risa le va a costar cinco tequilas", advirtió, muy seguro de que será el sucesor de César Nava.

Y es que en diez días habrá humo blanco en el PAN. El 4 de diciembre próximo sabremos el nombre del nuevo jefe nacional de ese partido. Cecilia Romero, Blanca Judith Díaz, Gustavo Madero y Roberto Gil, además de Ramírez Acuña, son los cinco tiradores al cargo. Ninguno ha renunciado a la contienda. Todos competirán en la primera ronda.

Nos reportan incluso que la ex titular de Migración está muy molesta con las versiones, aparecidas en columnas, acerca de que declinaría a favor del senador Madero. Pero niguas.

-Ramírez Acuña tiene contados a los consejeros nacionales con los que se ha entrevistado individualmente, desde que inició su campaña interna. Lleva 305 de los 387 que votarán al nuevo jefe nacional. El hombre presume de ser el único que hizo la visita de las 300 casas, en municipios de todos los estados de la República.

Estos intercambios le sirvieron para detectar que los consejeros del PAN están "ansiosos", "molestos" e "inconformes", con la actual dirigencia nacional. En todos lados escuchó la misma queja. Ni siquiera les toman la llamada. "En el PAN no se trabaja para tener una estructura sólida, sino para fortalecer grupos y corrientes. Han desbaratado los comités municipales", acusó el hombre que destapó a Felipe para la Presidencia de la República.

A lo largo de la charla, celebrada en el restaurante de la Cámara de Diputados, nos dijo que él no está sujeto a componendas y que por eso no ha buscado a los dueños del partido (a los que no quiso identificar por su nombre). "Lo que está a discusión es quién tiene capacidad de meter la máquina sobre los rieles", añadió.

-Le preguntamos sobre un supuesto acuerdo que los adversarios de Gil habrían hecho para respaldar, en una segunda ronda de las votaciones, al que mejor ubicado quede para derrotar al más joven de los candidatos a la jefatura del azul. La versión fue "filtrada" al reportero por un panista de alto nivel, pero Ramírez Acuña la desmintió. "Alguna vez nos reunimos los cuatro, sí, pero fue para manifestar nuestra molestia por las llamadas que algunos hacían a empleados del gobierno para pedirles el voto para Gil, pero no para hacer componendas. Por lo menos a mí, nunca me plantearon una cosa así", precisó el ex gobernador de Jalisco.

Cecilia desmintió también la existencia del pacto, en una entrevista con el director editorial de Excélsior, Pascal Beltrán del Río. Buscamos al legislador panista que filtró la especie. Le hablamos de los desmentidos. Nos dijo que estaba en una reunión y nos devolvería la llamada. Nunca lo hizo. Falta poco para saber si decía la verdad o sólo nos utilizó para meter ruido en la elección interna.

Las mañas se pegan.

-Ángel Aguirre Rivero jura que en el Senado le quedaron a deber dos meses de dieta, apoyos incluidos, luego de que abandonó al grupo parlamentario del PRI en la Cámara alta, para convertirse en candidato de la alianza Guerrero Nos Une. El guerrerense ya buscó a Manlio Fabio Beltrones, coordinador de esa bancada, para hacerle el reclamo. No le tomó la llamada.

Habló entonces con un subordinado, para enviar el recado al senador sonorense. "Son recursos devengados. Voy a hacer una conferencia de prensa", amenazó. No surtió efecto. Ni siquiera le respondieron. La cantidad es respetable. "Alrededor de 500 mil pesos", aseguró Aguirre. ¿Qué harían con esa lana? Es pregunta.

El candidato aliancista, por cierto, jura que Buendía Laredo y Parametría le dan hasta 12 puntos de ventaja sobre el candidato del PRI, Manuel Añorve, en las preferencias electorales, "a pesar de la guerra sucia de que soy víctima". El senador con licencia citó incluso un correo electrónico que atribuye a Liébano Sáenz, en el que le dice a su socio Federico Berrueto, que "fallaron los navajazos de Añorve".

Desagregando al elefante

Héctor Aguilar Camín
acamin@milenio.com
Día con día
Milenio

Las revoluciones son sus hechos y son su mitología: son lo que sucedió y lo que sus herederos hicieron en su nombre. Lo mismo en la Revolución francesa que en la rusa que en la mexicana: no hay una, sino muchas revoluciones.

Vale la pena desagregar los legados vivos de la Revolución mexicana, fechar sus años de origen, sus responsables históricos.

Por ejemplo:

El precepto constitucional que impide a Pemex hacer contratos privados como cualquier empresa normal, no viene de la Constitución de 1917, ni de la ley de expropiación cardenista. Viene del “perfeccionamiento del monopolio petrolero” a que se dedicó el gobierno de López Mateos hasta reformar la Constitución en 1960.

No es una equivocación histórica de “La Revolución” lo que hay que enmendar, sino la decisión política de un gobierno que no quería desmerecer ante la popularidad de la Revolución cubana. Para lucir más revolucionario, se hizo más estatista.

Habría que preguntarse en qué momento empezó cada uno de los legados que nos estorban, que nos hacen presos del impresentable elefante que obstruye al país, ése que nadie sabe cómo sacar de la sala y de cuya presencia nadie se hace responsable histórico.

¿En qué momento se pudrió la Reforma Agraria? ¿Cuándo dejó de ser un instrumento de redistribución de las oportunidades en el campo y se volvió un expediente de corrupción, abuso y destrucción de la riqueza agrícola y forestal del país?

¿En qué momento se pudrió el sindicalismo? ¿Cuándo dejó de ser una forma creativa de organizar y proteger a los trabajadores y se volvió un orden clientelar, antidemocrático, que premia la improductividad del trabajo a cambio de la sumisión política del trabajador?

¿En qué momento se pudrió la voluntad de los gobiernos de aplicar la ley? ¿En qué momento el inteligente y pragmático espíritu de negociar las cosas, más que de imponerlas, dejó de ser un talento para volverse una debilidad del orden político?

¿En qué momento se pudrió el Estado como fuente de acción creativa y soluciones prácticas? ¿En qué momento empezó a ser surtidor por excelencia de ineficacia y corrupción?

¿En qué momento se pudrió la capacidad de arbitrar sobre los beneficiarios de bienes públicos hasta volverlos un archipiélago de poderes fácticos que no se pueden desafiar?

No hay fechas fijas, seguramente, sino procesos, pero hay que desagregar los engranajes del elefante para entender sus mensajes y poderlo desmontar.

noviembre 23, 2010

Mitología de Porfirio Díaz

José Antonio Crespo
cres5501@hotmail.com
Horizonte político
El Universal

Así como la historia oficial mitifica a los héroes, transformándolos de seres humanos (notables, sin duda) a semi-dioses impolutos y solemnes, también mitifica a los villanos, convirtiéndolos en semi-demonios perversos e irredimibles. Con gran claridad eso ha ocurrido con Porfirio Díaz. Se le acusa de dictador. Lo fue sin duda, aunque tuvo un importante antecesor; Benito Juárez, que también gobernó por encima de la Constitución (con la cual, como había dicho Ignacio Comonfort, difícilmente se podía gobernar). Díaz sólo completó la obra de Juárez. Juárez no fue Díaz porque la vida no le alcanzó. Unos años más, y es a él a quien le hubiera estallado la Revolución.

Pero aparte de eso, y de la condena que podemos hacer a la dictadura porfirista desde el liberalismo y la democracia, en cierto sentido Díaz no tenía muchas alternativas, si quería —como quiso— dar pasos hacia la modernización del país. ¿Por qué? Porque en las sociedades que tienen fuertes grupos tradicionalistas y conservadores, que se oponen a la modernización (en general) por afectar éstos sus intereses, aquellos usarán el poder del que disponen para detener o revertir todo esfuerzo modernizador. Históricamente, esos dos grupos han sido la nobleza terrateniente (u oligarquía terrateniente, decimos en América Latina) y las iglesias organizadas (la poderosísima Iglesia Católica, en el caso latinoamericano). Ante ello, si un gobierno desea iniciar la modernización social y económica, tendrá primero que despojar el poder a los sectores tradicionales, para evitar que den al traste con la política modernizadora. Eso implica que debe centralizar el poder, es decir, sacrificar cualquier esquema democrático (que supone un cierto grado de descentralización política). De lo contrario, los canales democráticos serán utilizados por los conservadores para impedir o revertir la modernización. Así fue como la primera reforma, la de Valentín Gómez Farías, en 1833, fue echada abajo por los conservadores.

Y las reformas de los 50 desataron una guerra civil. Ese fue el dilema de los liberales decimonónicos en América Latina; siendo partidarios de la democracia, la instauraban, al tiempo que emprendían reformas modernizadoras en el plano social y económico. Pero los conservadores utilizaban el poder que detentaban —y podían ejercer en un marco de descentralización política (incluido el federalismo, en el caso mexicano)— para frustrar una y otra vez tales proyectos. Había que centralizar el poder (relegando la democracia) para poner bases sólidas a la modernización. En el caso mexicano, quien inició ese proceso, aunque de manera limitada, fue Juárez; quien lo culminó fue Díaz. Don Porfirio sacrificó la democracia para iniciar la modernización social, económica, comercial, administrativa. Durante su mandato, el crecimiento industrial fue del 12 % anual en promedio. Ya quisiéramos la mitad en estos años.

En países donde esos grupos tradicionalistas no existían o no tenían suficiente fuerza, no fue estrictamente indispensable centralizar el poder para emprender con éxito la modernización social y económica. Inglaterra pudo hacer su revolución industrial sin una monarquía absoluta, pues los nobles ingleses no eran reacios a la modernización, dado el carácter de sus propias actividades (a diferencia de los nobles franceses o rusos, por ejemplo). Y el poder de la Iglesia había sido eliminado por Enrique VIII, quien se hizo jefe de la religión anglicana (aunque por razones personales que de estrategia modernizadora). EU fue otro caso más claro; no habiendo aristocracia terrateniente (la hubo regional, pero no afectó la industrialización del norte), se pudo mantener un esquema político altamente descentralizado, incluso con auténtico federalismo, sin obstruir el gran impulso modernizador económico y social. En América Latina, en contraste, sin algún periodo de centralismo político, era muy difícil, cuando no imposible, emprender con éxito la modernización social. Porfirio Díaz cumplió esa función en México. Su pecado fue no reconocer el momento en que había que aflojar las riendas. Y, por supuesto, no haber muerto antes de que le estallara la Revolución.