Razones
Excélsior
Habrá que ver qué decisiones toma Cristina Fernández desde el poder y cómo se reconstruye la clase política argentina.

Por alguna razón, Néstor Kirchner nunca se llevó bien con Vicente Fox y aunque la relación de su sucesora, Cristina Fernández, con Felipe Calderón es mejor, tampoco alcanzó para establecer la relación que nunca han terminado de cuajar Argentina y México en lo económico y lo político (como sí lo han hecho en lo cultural y social e incluso en el turismo). Entre Kirchner y Fox hubo más de un encontronazo, derivado de la política y la ideología, aunque también de formas de ver y entender la política absolutamente diferentes. Los dos podrían haber llegado al poder como outsiders de la política del centro, pero sólo hasta allí llegarían las similitudes. Kirchner se sentía cómodo con Chávez, con Morales, con Correa y, por supuesto, con los Castro, un poco menos con Lula y muy poco con Bachelet (o antes con Ricardo Lagos) y mucho menos con el uruguayo Tabaré Vázquez. En ese esquema, presidentes como Álvaro Uribe no tenían interlocución con los Kirchner y tanto Fox como Calderón no les resultaban, o resultan, en esa lógica, amigos "confiables": demasiado ortodoxos en el manejo económico, con perfiles más conservadores, cercanos de una u otra manera a Estados Unidos y enfrentados precisamente a esa corriente bolivariana o como se la quiera llamar que inevitablemente choca con las posiciones que pueden tener México o Colombia e incluso Perú, Chile o Uruguay. La imagen del velatorio del ex presidente, con Cristina acompañada por Chávez, Morales y Maradona, refleja con claridad esa situación.
Habrá que ver qué rumbo toma Argentina sin Néstor Kirchner, que ya estaba apuntado para reemplazar a Cristina en las elecciones de 2011 y acumulaba enormes espacios de poder en la nación, espacios que se reflejaban, entre otras cosas, en la política exterior y en particular en las relaciones con los países de la región.
Habrá que ver qué decisiones toma Cristina Fernández desde el poder y cómo se reconstruye la clase política argentina, siempre increíblemente volátil y ansiosa de un líder.
Además, habrá que desear que las relaciones económicas y políticas entre México y Argentina finalmente alcancen, algún día, con o sin los Kirchner, el nivel que deberían tener y que nunca han alcanzado, más por cerrazones ideológicas o circunstancias coyunturales que por falta de complementaridad y destino.
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