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Excélsior
No tardarán en desplomarse las suscripciones a los periódicos de la misma manera en que empezarán a desaparecer gradualmente las librerías.

¿Qué más desaparecerá? Pues sin duda desaparecerán las oficinas de correos de los respectivos gobiernos para ser sustituidas por compañías de mensajería si bien mucho más caras, también mucho más eficientes. ¿Cuántas oficinas públicas de correos han cerrado en razón de la aparición de DHL, Federal Express o UPS, etcétera? Si queremos acordarnos de los carteros será conveniente sacarles una fotografía para ver cómo eran porque los estados de cuenta, invitaciones, participaciones, catálogos, serán enviados también por los medios electrónicos. Los teléfonos fijos de cable muy pronto también serán sustituidos por los celulares al extremo de que cambiará el paisaje urbano ante la desaparición de postes y de cables telefónicos propios de la prehistoria. Pero hay más, muchos más cambios: desaparecerán también las compañías disqueras, ¿quién comprará discos cuando éstos se pueden “bajar” con gran fidelidad a través de internet? No tardarán en desaparecer las grandes compañías de televisión porque los productores independientes sustituirán los programas de las grandes cadenas abriendo en abanico las posibilidades para el público. Poco a poco van apareciendo nuevas fórmulas de difusión a través de internet que atrapan cotidianamente a una mayor cantidad de espectadores.
Además de lo anterior desaparecerán los cines en la medida de que ya existen aparatos de alta definición con pantallas enormes con la posibilidad de poder adquirir miles de películas, incluidas las de estreno, sin ignorar que la delincuencia va recluyendo en sus hogares a las familias. Es evidente, igualmente, que ha venido desapareciendo la privacidad porque los aparatos de localización y los minichips permiten localizar a cualquier persona en cualquier parte del planeta con un margen de error entre uno y dos milímetros. Cada ciudadano tiene un big-brother que lo persigue como su sombra en cualquier lugar en donde se encuentre, sin olvidar la existencia de cámaras en las calles, en los edificios y hasta en las computadoras. La intimidad también va desapareciendo, no sólo la de las personas, sino también la de los estados, según puede demostrarse a través de WikiLeaks que exhibe abiertamente los acuerdos inconfesables, las decisiones de Estado, supuestamente ultrasecretas y todas las trapacerías de que son capaces los respectivos gobiernos del mundo. Ahora se sabe que Chávez y la mafia, es lo mismo, han comprado poderosos misiles. Gobierno y gobernados están siendo colocados en una vitrina.
Próximamente se recibirá electricidad por la vía aérea, tal y como en la actualidad se recibe una señal a través de una antena parabólica. ¿Cuáles cables eléctricos? Surgen las industrias inteligentes que hacen desaparecer por medio de robots la mano de obra humana que implica el pago del seguro social, además de otras prestaciones que no hay que erogar cuando se mecaniza la producción electrónicamente hablando. Las fábricas de automóviles operan sin luz artificial porque los robots no la necesitan para colocar las llantas ni para apretar las tuercas. En medicina los robots operan ya conducidos a la larga distancia por las manos expertas de los cirujanos que a través de una pantalla pueden estar llevando a cabo una intervención quirúrgica del otro lado del planeta. Muy pronto se podrán escoger también niños inteligentes a través de la manipulación genética de los cromosomas que permitirá escoger los colores de ojos, del pelo, la estatura y el sexo del futuro ser.
¿Y los políticos inteligentes? Ahí se estrella la ciencia…
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