La Crónica de Hoy

Ahora que llegaron el primer ministro de Noruega Jens Stoltenberg y su esposa, Felipe Calderón les dio una “cálida” recepción en Los Pinos. Para la sección de aplausos le pidió a los mejores diputados panistas que le allegaran gente de cierta presencia (no los ambulantes y los taxistas piratas que manipulan los perredistas). Incapaces en sus curules, tampoco supieron cuáles eran las técnicas del acarreo y solicitaron apoyo a ciudadanos preocupados por la imagen del país. La siguiente carta (seleccionada entre varias que me marcaron copia), es una de las muchas reacciones del acarreo que llevaron a cabo los panistas.
“Estimado Lic. Rafael Calderón: No puedo y no voy a agradecer la invitación que nos hizo para asistir el día de hoy a la recepción del Primer Ministro de Noruega en Los Pinos. No valió la pena la desmañanada y el ayuno. Todos sus invitados vivimos un atropello demasiado grave para dejarlo pasar así como así. Le recuerdo que no somos acarreados, no nos pagan por vivir lo que hoy vivimos. Es más, no hay manera de que alguien pueda pagar una agresión social de este tamaño.
“Creo que no merecíamos que nos transportaran en un camión tan incómodo por viejo y destartalado y por ser de transporte escolar con asientos demasiado pequeños para todos los 25 adultos que ingenuamente aceptamos esta ridícula invitación. Le suplico que no desperdicie así otra vez nuestro tiempo y energía. Como ciudadanos hay cosas más importantes que hacer que ir a enfrentar retenes impenetrables —el Estado Mayor hace su trabajo— por causa de la logística de la invitación que fue un verdadero fracaso.
“¿De quién es la culpa? Nuestra. Por aceptar sin preguntar cómo, cuándo, dónde, por qué, para qué, con quién, a qué horas, cuántas horas, hay baño limpio, hay agua para beber, hay alimento para las seis horas del evento, ¿quién organiza, quién prevé y soluciona imprevistos, quién es responsable, quién? Nos trataron peor que a ganado, ya que pasamos dos horas bajo el rayo del sol y no nos permitían bajar del destartalado camión escolar. Llegamos con las piernas entumidas, acalorados, con hambre y sed y no teníamos a nadie a quién recurrir. Supuestamente Mariano Ahuatzin era el responsable, pero él también fue agredido como todos. Ni un vaso de agua, ni un bolillo se les ofreció a los vecinos. ¡Qué bueno que me largué a tiempo y no estuve parada otra hora más como ellos, bajo el rayo del sol y sin agua para beber!
“No podrá usted volver a contar con mi participación en ninguna otra actividad. Soy una persona de la tercera edad, con un impedimento físico que me impide agilidad, soltura, rapidez para enfrentar evento tan charro y mal planeado. Lo que más detesto es el desperdicio inútil de mi tiempo y el de los otros vecinos que pudimos hacer algo realmente importante por México, el que necesita soluciones a tantos problemas.
Le suplico que haga las indagaciones pertinentes, pues veinticinco personas fuimos maltratadas sin necesidad, sin humanidad y sin respeto a nuestra dignidad y derechos humanos básicos”.
Una y otra vez probamos que los panistas vienen de la iniciativa privada e ignoran todo sobre la política. Hasta lo que copian, lo copian mal. Recuerdo en una cena donde tuve el infortunio de coincidir con la señora Purificación Carpinteyro elogiando su desempeño, el de Felipe Calderón y el de su partido una semana antes de que la echaran por conflictiva. Me hizo pensar en una directora de Avon, mientras hablaba un subsecretario de Hacienda que presumía sus orígenes como gerente de una empresa particular. Sí, desconocen eso enigmático que se llama Estado y servicio público.
El problema es la decepción que produce un partido (conservador) que parecía distinto. Ahora, aliado del PRD en muchas partes del país, Acción Nacional prueba ser excelente alumno de la inmundicia que priva en el sistema de partidos que impera en México. Vamos peor, por eso millones miran hacia el pasado.