abril 15, 2010

Reforma contra la educación pública

Carlos Marín
cmarin@milenio.com
El asalto a la razón
Milenio

Si las reformas a la Ley General de Salud limitan o impiden la venta de alimentos chatarra en las escuelas, los diputados federales habrán contribuido a frenar el problema de la obesidad infantil.

Por desgracia, esos mismos legisladores volvieron a mostrar que se mueven por pura demagogia, no por “el interés superior de la nación” que suelen cacarear.

¿Ignoran que los niños van a la escuela a estudiar y sólo en segundo término quizás al ejercicio físico?

El sistema nacional de enseñanza no se ocupa de forjar cuerpos esbeltos. En todo caso, para eso están los deportivos y gimnasios.

Y aunque supieron a tiempo que de las 184 mil 602 escuelas públicas existentes 77 por ciento carece de canchas o patios, impusieron 30 minutos “de ejercicio”.

Les valió sorbete que sean de tristes cuatro horas y media (incluidos 30 minutos de recreo) los turnos escolares.

¿Tendrán idea estos vividores del erario que 26 mil escuelas no cuentan con agua y 23 mil carecen de instalaciones sanitarias…?

Paulette o los caminos torcidos de la ley

Alfonso Zárate
Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario, SC
El Universal

Transitar de la angustia por la desaparición de una pequeña dulce, tierna e indefensa —más aún por las discapacidades que le dejó su condición de prematura—, para enfrentar, finalmente, la certeza de su muerte y, aún más, el hallazgo de su cuerpecito en su propia cama, es dejarse penetrar por la tristeza, pero también por dudas que se multiplican.

El caso Paulette exhibe muchos aspectos que deben permanecer en la privacidad de una familia como tantas, con sus encuentros y desencuentros, pero lo que verdaderamente importa, desde una perspectiva social y aún política, es la ineptitud y falta de profesionalismo de las autoridades de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México y, sobre todo, de su titular, Alberto Bazbaz Sacal.

No obstante el despliegue de peritos y perros entrenados, el cuerpo de Paulette fue encontrado ocho días después de su desaparición, en su propia cama. ¿Cómo justificar la omisión cuando los peritos tenían que revisar las sábanas, las almohadas, el edredón, buscando localizar sangre, saliva, etc., que les dieran indicios?

La “escena del delito” fue un espacio invadido y contaminado por múltiples presencias mientras se realizaban diligencias ministeriales. Para colmo, las autoridades filtraron parcialmente el contenido de grabaciones ilegales a la madre, e infringieron el Código de Procedimientos Penales al divulgar elementos de una averiguación en curso, que reclama reserva.

El procurador Bazbaz —“responsable directo de una afrentosa cadena de dislates, barbaridad e insensatez donde lo único cierto, inequívocamente cierto, es la manipulación política del ministerio público”, escribe Cosme Ornelas en la entrega más reciente de Lectura Política— ha mostrado su incompetencia y su ignorancia. Llegó a la titularidad de la Procuraduría del Estado de México recomendado por Eduardo Medina Mora, entonces procurador general de la República. Bazbaz parecía mostrar una cara limpia, joven —lo que reclama la “cosmetología política”— como titular de una institución oscura y cuestionada.

Importa destacar aquella conferencia de prensa en la que Bazbaz descartó un accidente: “Yo no tengo duda de que se trata de una investigación por el delito de homicidio…”. Allí mismo cedió la voz a una “experta”, la siquiatra Sandra Ydeum Angulo, quien hizo una descripción del perfil sicológico de la madre de Paulette: “Estamos frente a una abogada inteligente, audaz, astuta, fría; siempre se ha mantenido muy distante en la parte afectiva, sin apego, ha mentido”. Con todo eso y el arraigo de la madre en calidad de indiciada, no se necesitaba más para inducir el linchamiento mediático.

La ausencia de esta pequeña deja una herida abierta y muchas interrogantes que, quizás, nunca se aclaren. ¿Quién va a creer ahora en las conclusiones que nos presenten las autoridades?; siempre serán una verdad sospechosa.

Pero más allá de las dudas en torno a la averiguación, quedan otros pendientes: ¿qué será de su hermanita, Lisette?, ¿quiénes sanarán sus heridas, las de antes, las de ahora y las que vienen? Y si se concluye que fue un doloroso accidente, ¿qué será de su madre, ofendida, calumniada?

Por lo pronto, lo que es evidente es que Alberto Bazbaz no puede continuar como procurador por su notoria incompetencia; porque ha dejado de ser útil a un gobierno y porque ha perdido toda credibilidad sobre el desempeño de su responsabilidad: la de procurar justicia.

Los temas que competen a la Procuraduría de Justicia del Estado de México son muchos y, algunos, de extrema gravedad: más allá de las denuncias en torno al enriquecimiento indebido del ex gobernador Arturo Montiel y su parentela, están los feminicidios que alcanzan niveles de extrema gravedad en el estado, los asesinados de La Marquesa, el incremento del robo de autos…

Hay otra lección de estos hechos: si en un caso de “alto impacto” por la visibilidad de las familias involucradas, las autoridades sólo dan “palos de ciego”, qué se puede esperar en el abordaje de cientos y miles de casos que involucran a ciudadanos comunes. Por esto tenía razón aquel procurador de Justicia que hace muchos años me dijo: “La justicia siempre es la misma para todos, menos cuando no”.

Obispos y pederastia

Miguel Ángel Granados Chapa
miguelangel@granadoschapa.com
Plaza Pública
Reforma

Aunque tímido e insuficiente en la forma y en el fondo, es saludable que la Conferencia del Episcopado Mexicano pidiera perdón a las víctimas de abuso sexual perpetrado por sacerdotes a los que trató con lenidad

Breve y remilgoso pero es un paso adelante la declaración del Episcopado Mexicano sobre la pederastia, expresada anteayer. Es tardía e insuficiente, y habrá que comprobar la correspondencia de las palabras y las conductas, pero tiene valor ético y social que los obispos reconozcan su responsabilidad en esta materia.

El acto pudo haber sido mejor, más profundo, de alcances más precisos. En vez del secretario de la Conferencia episcopal, Víctor René Rodríguez Gómez, debió ser su presidente, el arzobispo de Tlalnepantla, Carlos Aguiar Retes, el que hubiera hecho la presentación. No es un hombre carente de presencia pública, no es partidario de una vida sacerdotal discreta, reservada, sino que asume posiciones públicas rotundas con frecuencia. Es de lamentar que no lo hubiera hecho en este caso.

También se echa de menos que la CEM hubiera dado al tema una relevancia menor de la que tiene. El propio comunicado reconoce que la pederastia "no es el tema central de nuestra asamblea". Debió serlo, porque la evolución reciente de ese fenómeno ha sacudido a la Iglesia y expuesto al antaño intocable Papa de Roma a cuestionamientos y críticas sólo comparables a la decepción de grandes grupos de creyentes por la silenciosa complicidad pontificia con el nazismo. Como ha escrito Jean Meyer, católico sensible e instruido, "lo que no habían hecho siglos de persecución lo hizo, lo hace el abuso sexual de niños y adolescentes por parte de religiosos".

Los obispos mexicanos estaban obligados a conferir un mayor rango y un más dilatado escenario a su petición de perdón a las víctimas de los clérigos pederastas. El principal de ellos, Marcial Maciel, ha tenido, y su obra conserva aun ese papel, una enorme trascendencia en la vida del sector pudiente de la sociedad católica, y muy relevante en la estructura de la Iglesia jerárquica. Aunque esparció por el mundo su influencia y su veneno, una y otro surtieron sus efectos de modo principal en México, de manera que los obispos mantienen extendido sobre Maciel y sus legionarios el manto de complicidad que le permitió prosperar.

En vez de mirar desde un ángulo pastoral y jurídico las transgresiones perpetradas por Maciel y muchos otros clérigos mexicanos o sometidos a la autoridad de obispos mexicanos, la Conferencia episcopal pretendió hacer sociología, como una manera de eludir responsabilidades. Y lo hace mal, llegando incluso a la mentira. Diagnosticó que "los problemas de pederastia se deben a varios factores; la sociedad ha tendido a ser muy liberal en ética sexual y se ha promovido la no prohibición, sino la tolerancia a todo desorden; ahora vemos las consecuencias".

La vieja prédica del conservadurismo eclesiástico contra la modernidad falla en este punto en particular: ¿dónde se promueve la tolerancia a la pederastia? No hay un movimiento social en tal dirección. En último término, donde ha habido tolerancia al abuso sexual a niños ha sido precisamente en la Iglesia, en que las sanciones más severas a sacerdotes pederastas han consistido en mudarlos de parroquia y dejarlos en ocasión de reincidir.

Dicen también los obispos para explicar la conducta de muchos de sus presbíteros o de Maciel mismo, al que no se cita pero cuya sombra se cierne sobre todo el documento: "Ha faltado verdaderamente más educación sexual desde las familias y las escuelas, sin reducirla a una mera información genital que a veces lleva a un libertinaje sexual". Esas frases, si no son autocríticas, son cínicas, pues precisamente ha sido en una parte medular del sistema escolar católico donde se han gestado los abusos ocultos y tolerados durante tanto tiempo.

Grave desacierto de la declaración episcopal fue citar al cardenal Norberto Rivera como adalid de la tolerancia cero que practicarán los obispos en esta materia. El señor arzobispo de México encarna a la perfección los yerros que permitieron a no pocos pederastas, y señaladamente a Maciel, ejercer sus delitos sin ser siquiera molestados, ya no digamos corregidos. Se conoce bien el agraviante desdén con que recibió del entonces padre Alberto Athié la primera documentada denuncia sobre los abusos de Maciel. Fue tan clara la complicidad del cardenal con el director de los Legionarios de Cristo que puso en crisis la convicción pastoral de Athié. Ofendió asimismo al entonces reportero Salvador Guerrero, el primero en poner en los medios mexicanos la evidencia de la conducta aberrante del legionario mayor, a quien sin la mínima caridad juzgó mercenario por informar hace ya 12 años sobre los abusos de Maciel.

El Episcopado practica la lenidad consigo mismo al reconocer que en este campo "en un pasado se cometieron errores no actuando con prontitud ante estas situaciones". No era un problema de oportunidad, no es que la Iglesia mexicana demorara en actuar contra esos pecadores pero a la postre lo hiciera para desenraizar el mal. El problema no era de prontitud sino de negación. Sigue siéndolo hoy, porque están en curso procesos legales por pederastia o pornografía infantil cuyos perpetradores aún disfrutan de protección práctica y formal de sus superiores.

Valoremos, con todo, el gesto de los obispos que, "como pastores" piden "perdón a aquellos que han sido víctimas de abusos por parte de sacerdotes deshonestos, que con sus abominables acciones han dañado a niños inocentes, traicionado su ministerio, ensuciado a la Institución y manchado a la figura sacerdotal". Hoy hacen suyas palabras que antes los escocieron.

Cajón de Sastre

Murió el abogado Carlos Enrique Cantú Rosas, que como dirigente nacional del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), hasta ese momento dependiente del gobierno federal, lo condujo a constituir el Frente Democrático Nacional que en las elecciones de 1988 sostuvo la candidatura del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas. Tamaulipeco, nacido en 1940, militó en el PRI, del que fue dirigente juvenil hasta que en 1973 fue comisionado al PARM. Ganó gran asentimiento desde ese partido, que apareció como una verdadera opción opositora en el ámbito local, por lo que Cantú Rosas ganó sucesivamente la presidencia municipal de Nuevo Laredo y fue diputado federal elegido en 1985 desde donde alcanzó el liderazgo parmista. Persuadió a Cárdenas de que se afiliara al PARM como primer paso de su múltiple postulación presidencial.

Sabina tiene quien le escriba

Jorge Fernández Menéndez
Razones
Excélsior

Joaquín Sabina logró, con una declaración en una conferencia de prensa, colocar sobre la mesa de debates un tema que muchos especialistas han abordado en forma infructuosa: la lucha contra el narcotráfico, la estrategia diseñada por la administración de Felipe Calderón y la posibilidad de legalizar el consumo de drogas.

Sabina, en otras palabras, dijo que el presidente Calderón era ingenuo si pensaba que iba a ganar la guerra contra el narcotráfico, afirmó que esa era una batalla perdida y propuso, como lo ha hecho desde hace años, la legalización del consumo de drogas. Interrogado sobre el tema, el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, lejos de desgarrarse las vestiduras por “la intervención de un extranjero en nuestra política interna” (como absurdamente algunos lo dijeron, pensando que estamos aún en el siglo XIX e ignorando que vivimos en un mundo global, donde cualquiera puede opinar desde dondequiera sobre cualquier tema), dijo que era una posición legítima, precisó que no coincidía con ella porque el presidente Calderón no era ningún ingenuo en declararle la guerra al narcotráfico, que no veía que la legalización fuera una solución viable al problema y aclaró que el presidente Calderón (y Gómez Mont, podríamos agregar nosotros) es un ferviente admirador de Sabina y que pronto se verían personalmente para platicar de ésos y otros temas. Y luego, para ahondar más en ellos, Gómez Mont le envió una carta a Sabina. Fue una respuesta inteligente, articulada, que deja abierta la discusión e, insistimos, alejada de los estereotipos que se han utilizado en otras ocasiones (¿recuerda cómo tuvo que dejar apresuradamente México Mario Vargas Llosa cuando a principios de los 90 dijo en un coloquio aquello de que México era la dictadura perfecta?). Y no deja de ser interesante saber que Calderón y Gómez Mont gusten de la música y de las letras de Sabina.

En lo personal me encantaría, como en muchas otras ocasiones, coincidir con Sabina sobre el tema. La suya es la posición políticamente correcta y la que muchos quisiéramos enarbolar, pero el problema es más complejo. Un primer punto: ¿pecó de ingenuidad el presidente Calderón al declararle la guerra al narcotráfico? Creo que no, tampoco me parece ni medianamente seria la tesis que proponen Jorge Castañeda y Rubén Aguilar de que todo fue producto de la intención de “legitimar” su administración. El gobierno en el que participaron Jorge y Rubén, el del presidente Fox, le declaró por lo menos en tres ocasiones la guerra al narcotráfico, una en forma especialmente notoria durante una de sus primeras visitas a Tijuana. La diferencia es que no pasó de la declaración. Y, en diciembre de 2006, vastas zonas del país estaban bajo control del narcotráfico. ¿Que no había la violencia actual? Es una verdad a medias, pero la guerra entre cárteles ya había comenzado en los mismos lugares en los que se desarrolla ahora y muchos de los principales narcotraficantes eran más poderosos entonces que hoy, fuera del hecho de que otros muchos dirigían sus negocios desde la cárcel hasta que, en una operación que encabezó José Luis Santiago Vasconcelos, después fallecido, se envió a un buen número de ellos a cumplir prisión a Estados Unidos, algo que con la vorágine informativa sobre el tema se ha olvidado y que probablemente haya sido el golpe más duro que recibió el narcotráfico en muchos años.

También se puede afirmar, como lo hizo una vez más esta semana el líder del PRD, Jesús Ortega, que el narcotráfico no se combate con armas sino con inversiones en su zona de influencia. No es verdad: cuando un narcotraficante agrede a fuerzas de seguridad, secuestra o mata, con armas de alto poder, no se lo combate con inversiones. Por supuesto que éstas son necesarias, pero esa tesis no permitiría explicar por qué el narcotráfico ha florecido en varios de los estados y regiones más ricos del país, desde Sinaloa hasta Veracruz, desde Chihuahua hasta San Pedro Garza García.

Se podrá no compartir la estrategia seguida y, sobre todo, la forma de implementarla; se podrá argumentar que tiene serias insuficiencias, pero hasta ahora nadie ha dado una alternativa para combatir al narcotráfico, y a la violencia derivada de éste, que sea mejor o siquiera diferente.

Una alternativa es la legalización. En lo personal estoy a favor de la legalización de ciertas drogas, como la mariguana, regulando su venta como el tabaco o el alcohol. La pregunta es si puede realizarse una acción así en forma aislada. Y todo indica que no y menos en nuestra situación política y geográfica. Y debería quedar claro que ello tampoco acabaría con el narco, sólo con una de sus actividades.

La adopción por parejas gay, sin payasadas

Poncho Vera
ponchov@exafm.com
Leyendo rolas...
La Cronica de Hoy

Es bueno poner un hasta aquí en temas de relevancia que se llenan de especulaciones, suposiciones y conclusiones infundadas.

El asunto de la adopción de chamaquitos por parte de parejas gay no es cualquier cosa, es todo un tema, puesto que puede perjudicar o beneficiar a un ser humano que al no tener la edad suficiente no tiene ni voz ni voto en una situación que va a influir directamente en su vida.

Cada quien tendrá su postura en relación al matrimonio entre personas del mismo sexo, me da igual, estamos hablando de personas adultas que tendrán sus motivos para tomar sus decisiones y hacerse responsables de ellas. Pero ya que adopten es otra cosa, una muy diferente.

¿Es bueno para un niño ser adoptado por una pareja gay o es malo? ¿Por qué?. Todos podemos tener nuestro punto de vista, por supuesto, pero para poder opinar públicamente es necesario tener argumentos con sustento.

Escuchamos que está bien o está mal, pero esas afirmaciones, por supuesto, son desde el punto de vista de un adulto, poniendo en un primer plano creencias personales, sin un enfoque serio de lo que podría ser lo mejor para el niño.

Me parece también importante resaltar que escuchamos muchas burradas sin sentido, sin el más mínimo detenimiento a pensar, balbuceo puro, en muchas ocasiones para llevar la contraria, sentirse el muy liberal o, ¿por qué no decirlo?, el muy conservador.

A ciencia cierta, pocos sabemos cuál es el impacto real en los menores adoptados por parejas gay. En términos reales, yo, por ejemplo, los desconozco.

Yo podría decir que para mí no es correcto que se den este tipo de adopciones, o por lo menos no son las ideales, puesto que pienso que un niño necesita de una figura paternal y otra maternal para su buen desarrollo... pero tengo que aceptar que a mis argumentos le faltan fuerza y puedo pecar de desinformado, de especulador.

Para dejarnos de payasadas y del desafortunado “se me hace que...”, la Universidad Nacional Autónoma de México tomará cartas en el asunto, respondiendo a una petición de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La bien llamada Máxima Casa de Estudios estudiará de manera seria las consecuencias de un menor de ser adoptado por una pareja gay. Sensacional.

Para realizar este estudio intervendrán especialistas de la UNAM de psicología, bioética e investigaciones sociales... será algo detallado, minucioso y, por supuesto, totalmente serio. Estoy seguro de que le hará muy bien a nuestra sociedad, a nuestros medios de información y principalmente a los niños que están en la mira de la adopción por parejas del mismo sexo.

En una época en la que está de moda hablar por hablar, decir lo que nos venga en gana sin responsabilidad alguna, me parece una gran noticia el anuncio de dicha investigación. Dejando a un lado nuestros principios (esos siempre los debemos de mantener a nivel personal, sin la idea de imponerlos, aunque sí defenderlos), creo que es necesario tomar muy en cuenta lo que arroje esta investigación, y entenderla con la apertura necesaria que requiere un tema tan polémico, pero también tan relevante en nuestros días.

No se trata de que cambiemos nuestra opinión personal, nuestras creencias... lo importante es de que si vamos a opinar del tema, saber separar nuestra moral de la ciencia, y entonces al tener una postura, conocer en qué nos estamos basando.