abril 19, 2010

Ley de medios

Miguel Ángel Granados Chapa
miguelangel@granadoschapa.com
Plaza Pública
Reforma

Desahogada la de mañana, faltarán sólo tres sesiones para que termine este periodo, el segundo de la LXI Legislatura. La agenda de las Cámaras está saturada de grandes asuntos, no todos los cuales podrán ser abordados por diputados y senadores. A pesar de una sorpresiva evolución en su curso, esperemos que antes del 30 de abril sea atendida en el pleno de Xicoténcatl y de San Lázaro la iniciativa de Ley Federal de Telecomunicaciones y Contenidos Audiovisuales presentada simultáneamente en sus respectivas Cámaras por las bancadas del Partido Acción Nacional, que ya se estudia en comisiones al comenzar esta penúltima semana de la temporada legislativa.

Ocurrió el miércoles pasado un suceso extraordinario, que puede ser el momento fundacional de la nueva legislación de medios. Para ese día se habían citado a debatir en el Senado de la República el diputado Javier Corral, pugnaz promotor de nuevas normas en esta materia, y Carlos Sotelo, presidente de la Comisión de Radio, Televisión y Cinematografía del Senado. Esta comisión se había reunido apresuradamente el jueves precedente para aprobar el dictamen sobre una reforma parcial, insuficiente y anticonstitucional a la ley de radio y televisión. En su prisa, instigada por el senador Manlio Fabio Beltrones y por Televisa (que maquiló fuera de esa Cámara el dictamen correspondiente), la comisión encabezada por Sotelo se abstuvo de tener en cuenta, como lo ordena el procedimiento parlamentario, la iniciativa que minutos antes habían presentado el senador Gustavo Madero y el diputado Corral.

En una entrevista realizada el viernes anterior en Radio Trece por Javier Solórzano, ambos legisladores habían cruzado no sólo argumentos acerca de sus propias posiciones, sino también juicios sobre la conducta política de cada quien. Quedó claro que para Corral, Sotelo se había apartado del camino que conducía a una reforma integral, no la minireforma que en ese momento favorecía, en beneficio de un núcleo de concesionarios, que a través de la cámara industrial correspondiente habían presionado en diciembre pasado la inclusión de medidas que les significaban provecho. La CIRT publicó entonces un desplegado pretendidamente contra Sotelo. Pero cumplidas sus expectativas se abstuvieron de publicarlo de nuevo, pues el dictamen siempre satisfizo sus posiciones y sus intereses.

Agotado el tiempo del debate radial el viernes, Corral y Sotelo convinieron en reanudarlo en el Senado el miércoles, como queda dicho. No era fuego de artificio, no era sólo la expectativa de una discusión apasionante, sino la ocasión para que se decantaran las motivaciones de las partes en un debate parlamentario en que los favorecedores de Televisa no suelen entrar en la discusión. A última hora, sin embargo, el encuentro entre Corral y Sotelo se suspendió porque compañeros legisladores suyos encontraron más fructífero discutir la iniciativa panista de reforma integral junto con la promoción del proyecto Beltrones de que se estaba haciendo responsable Sotelo.

Debe ser reconocido el papel que en esta decisión desempeñaron, además de Corral y Sotelo que depusieron sus armas para blandirlas en la discusión en comisiones y en el pleno, los senadores panistas Madero, Santiago Creel y Ricardo García Cervantes, y el presidente de la Mesa Directiva, el perredista Carlos Navarrete. La decisión que empujaron se tradujo ya en un nuevo enfoque del trabajo parlamentario a ese respecto, pues el asunto se aborda en la Comisión de Estudios Legislativos que incorporó el tema a su agenda, de la que estaba ausente.

El acuerdo entre PAN y PRD dejó al margen al PRI. La iniciativa panista puede ser aprobada en el Senado sin la participación priista. Pero ésta es necesaria en San Lázaro, ya que allí la bancada tricolor, con sus aliados verdes, puede reunir la mayoría absoluta. A riesgo de que el proceso se congele, se requiere una negociación que haga avanzar a la Ley Federal de Telecomunicaciones y Contenidos Audiovisuales. Un mecanismo posible es que esta iniciativa sea aprobada aun por el PRI a condición de que un artículo transitorio prevea la prórroga administrativa requisitada de las concesiones, que es el nombre -y el subterfugio- del refrendo automático, imposible por ser inconstitucional. Se daría con ello certidumbre jurídica a los pequeños concesionarios, cuyas autorizaciones han vencido o están por vencer. El riesgo es que ese régimen transitorio retrase la entrada en vigor de los criterios de la iniciativa panista, de que es parte fundamental y aun los aplace para nunca.

Llamamos aquí iniciativa panista (porque personeros de ese partido la encauzaron en sus Cámaras) a la que en realidad es suma y compendio de la tarea emprendida desde mucho tiempo atrás por organizaciones civiles que en febrero del año pasado se agruparon en el Frente Nacional por una Nueva Ley de Medios. Hay, ciertamente una zona de trabajo propio del PAN, que incluyó en su plataforma electoral del año pasado ese compromiso, pero su objetivo y su núcleo surgieron de la sociedad civil. Por eso el Frente ha manifestado satisfacción por esa iniciativa, que coincide en lo fundamental con su propia visión del problema. Aunque ya antes pareció inminente el abordamiento legislativo de los principios civiles, nunca como ahora se había estado tan cerca de que se conviertan en normas jurídicas. No es un logro menor, por lo pronto, que se haya frenado el intento de reforma parcial y sesgada, cuyo objetivo legítimo puede lograrse por otras vías.

Cajón de Sastre

La Asociación Mexicana de Derecho a la Información (AMEDI), una de las organizaciones axiales del Frente mencionado líneas arriba, alienta a los legisladores a llevar adelante la reforma integral que se estudia en ambas Cámaras. La iniciativa presentada por el senador Gustavo Madero y el diputado Javier Corral -que en el lapso de 2006 al 2009 en que no perteneció al Congreso federal presidió la AMEDI y contribuyó al fortalecimiento de sus tesis y su presencia pública- coincide ampliamente con los planteamientos que esa asociación ha generado a lo largo de más de una década. Formada principalmente por los más asiduos investigadores de los medios y por profesionales de todas las ramas y formas de comunicación, mantiene su atención en un órgano de regulación dotado de autonomía constitucional, cuya creación sin embargo requeriría una reforma de carácter precisamente constitucional. Pero, en mi opinión, ese paso definitorio puede ser emprendido más adelante.

Tres buenas noticias y un recordatorio

Agustín Basave
abasave@prodigy.net.mx
Académico de la Universidad Iberoamericana
Excélsior

El Senado aprobó una encomiable serie de reformas constitucionales. Buscan darle a los derechos humanos la relevancia que les corresponde, poner a nuestra Constitución en consonancia con tratados internacionales que México ha firmado y de paso cumplir con una asignatura pendiente.

Insólito. Muy raro en estos tiempos difíciles, en los que leer la prensa mexicana sin angustiarse o deprimirse es privilegio de los gurús del optimismo. Pero reconfortante, desde luego, así se trate de asuntos que todavía están en trámite. Tres buenas noticias captaron la atención durante la semana pasada, tres importantes noticias que se originaron en el vapuleado Congreso. Y por si fuera poco, hubo también una nota que nos remite a otra fuente de esperanza, ésta en las entrañas del elefante junto al cual dormimos. Veamos.

DERECHOS HUMANOS. El Senado de la República aprobó una encomiable serie de reformas constitucionales. Abanderadas por los senadores Santiago Creel (PAN), Pedro Joaquín Coldwell (PRI) y Pablo Gómez (PRD), e impulsadas por organizaciones de la sociedad civil, las enmiendas buscan darle a los derechos humanos la relevancia que les corresponde, poner a nuestra Constitución en consonancia con tratados internacionales que México ha firmado y de paso cumplir con una asignatura pendiente de la Comisión Ejecutiva de Negociación y Construcción de Acuerdos para la Reforma del Estado. La CENCA, en efecto, generó y procesó en su grupo de trabajo de Garantías Sociales casi un centenar de propuestas que la turbulencia preelectoral y la mezquindad política dejaron en el tintero legislativo, y varias de ellas están entre las aprobadas. De modo que tengo —tenemos— razones para aplaudir. Una de cal por las que van de arena.

LEY DE MEDIOS. La iniciativa presentada por el diputado Javier Corral y el senador Gustavo Madero (PAN) sobre medios y contenidos audiovisuales llegó a tiempo. Antes de que terminara de dictaminarse en el Senado un proyecto del PRI en esa materia que pasó el filtro de la Comisión de Radio, Televisión y Cinematografía, se incorporó al debate una propuesta más amplia y profunda que parece haber sumado ya a Carlos Navarrete y a otros senadores del PRD. Hay tiempo para negociar y enriquecer la ley para bien de todos. Sin una buena legislación en el terreno mediático no hay reforma del Estado que valga. Sólo falta ver si se tejen los acuerdos y, sobre todo, si hay entereza para resistir las presiones de los poderes fácticos.

LEY DE SEGURIDAD NACIONAL. Se destraba y avanza la iniciativa que, en el contexto del combate al narcotráfico, regulará entre otras cosas la participación de las Fuerzas Armadas. Hay aquí un quid pro quo crucial. Por un lado, las Secretarías de la Defensa y de Marina quieren que se delimiten sus funciones y se fijen reglas claras a una participación que ellas no pidieron ni desean y que puede ser objeto de futuras acciones legales en su contra; por otro, los defensores de los derechos humanos piden que se elimine o se acote el fuero militar, de tal manera que los delitos contra civiles sean juzgados por tribunales civiles. Tal parece que una legislación que satisfaga ambas exigencias ha sido consensuada por los senadores Jesús Murillo (PRI), Tomás Torres (PRD) y Alejandro Zapata (PAN).

ESTADOS UNIDOS. La visita de Michelle Obama a México volvió a poner sobre la mesa de la opinión pública mexicana la relación bilateral entre nuestros países y me trajo a la mente un parteaguas que se dio hace unas semanas del otro lado de la frontera. La señora Obama, una mujer inteligente y carismática, fue a la Universidad Iberoamericana y nos recordó el cambio que significó la elección de su esposo como presidente de Estados Unidos. No sólo porque representa a una minoría étnica marginada y discriminada, sino porque es además un político progresista. La aprobación de su reforma de salud, a la que aquí no se le dio la debida atención, representó un hito en el único país primermundista que carecía de cobertura médica universal. Si bien la presión republicana obligó a moderar la iniciativa original y dejó fuera a una pequeña porción de la sociedad estadunidense, el hecho de que Barack Obama lograra una transformación de semejante calado fue una venturosa señal de voluntad y eficacia. Antes de ella parecía que su Presidencia, que tantas y tan altas expectativas había creado, iba a ser una gran decepción, porque cedía ante las restricciones que le imponía el establishment de su país. Hoy se renueva la fe del “sí se puede”. Eso es bueno para ellos pero también lo es para nosotros: no hay que olvidar que a los mexicanos nos conviene tanto el fracaso de un presidente como George W. Bush como el éxito de uno como Obama. No es lo mismo un líder que exacerba el influjo unilateralista y jingoísta de la industria castrense que otro que, aunque sea a medias, intenta jugar la carta multilateral y desarmamentista.

Aunque ninguna de estas noticias es concluyente, todas son promisorias. No hay que echar las campanas a vuelo, claro, porque del plato a la boca se cae la sopa y porque muy probablemente los grandes cambios que México necesita serán relegados. Pero así como suelo criticar lo que considero que se está haciendo mal, hoy quiero destacar las cosas positivas que algunos políticos están a punto de lograr. Ojalá.

Paulette y Madeleine

Denise Maerker
Atando Cabos
El Universal

Alípio Ribeiro diría más tarde en una entrevista: “Hubiera sido inmoral entonces si se les hubiera considerado a ellos como sospechosos”. Ribeiro era el director de la Policía Judiciária portuguesa encargado de la investigación de la desaparición de la niña inglesa de tres años Madeleine McCann en mayo del 2007. Este caso ha sido estudiado por sociólogos y especialistas de los medios por la intensidad con la que millones de personas acabaron involucrados emocionalmente en esta historia. Las similitudes con el caso Paulette son sorprendentes y mostrarlas quizá nos ayude a poner en perspectiva el frenesí que se ha desatado también en torno a este caso: *Dos niñas desaparecen de su cama. *Los padres con relativo poder frente a las autoridades, unos por ser ingleses ricos en Portugal y los otros por su nivel socioeconómico, imponen la hipótesis del robo o el secuestro y lanzan importantes campañas de búsqueda a través de los medios. *En ambos casos la policía tarda en contemplar la posibilidad de que los padres estuvieran involucrados. En Portugal fue hasta que peritos ingleses descubrieron en la cajuela del auto que la familia rentó 25 días después de la desaparición huellas biológicas de la niña. *Las contradicciones de la autoridad y las fugas de información provocan desconfianza y suspicacia. *Los medios van proveyendo diariamente al auditorio con elementos, falsos o verdaderos, que hacen que la audiencia se sienta, así sea vicariamente participe de un drama criminal y empiece a tomar partido. *La cotidianidad de las entregas: una nueva hipótesis, un presunto amante que se presenta a declarar sin que nadie lo llame, un audio que se hace público, el abogado de las nanas que teme que se les involucre, la confusión sobre una pijama en la cama, los cuestionamientos sobre si a la madre se le vieron suficientes muestras de dolor (presente en ambos casos), todos se vuelven elementos que alimentan el drama socialmente compartido y terminan construyendo una narrativa más propia de una miniserie de suspenso que de un asunto criminal. *Porque los tiempos de la investigación no coinciden con la exigencia cotidiana de la audiencia, los medios empiezan a buscar la verdad por su cuenta haciendo una suerte de investigación paralela con interrogatorios exhaustivos y convocando a peritos independientes. Cada ciudadano termina por sentir que tiene elementos para dar un veredicto. *En ambos casos se deposita mucha confianza en la capacidad probatoria de la evidencia científica. En el caso Madeleine no fueron concluyentes aunque ellos nunca encontraron el cuerpo. *Las interpretaciones divergentes sobre los mismos peritajes dan lugar a “capítulos adicionales”.

El caso Madeleine se cerró 14 meses después de su desaparición por falta de evidencia en contra de los dos principales sospechosos, el padre y la madre. En Portugal el caso dejó entre la mayoría la percepción de que el sistema de justicia era vulnerable a las presiones de la gente poderosa y una disminuida confianza en su sistema de justicia.

Pulpo mexicano

Denise Dresser
Reforma

Lo primero que usted necesita saber sobre Televisa es que está en todas partes. La empresa de televisión más poderosa del país se asemeja a un enorme pulpo cuyos tentáculos envuelven la pantalla, los partidos, la elaboración de iniciativas legislativas, los deportes, las telenovelas, los juegos y sorteos y la construcción de candidaturas políticas. Así como en la revista Rolling Stone el periodista Matt Taibbi bautizó a la empresa Goldman Sachs -hoy bajo investigación por fraude- como un "giant vampire squid" por su tendencia a succionar y adueñarse de cualquier cosa que oliera a poder o a dinero, en México tenemos nuestro propio molusco. Omnipresente. Insaciable. Imparable. Un cefaloide chupador que se aprovecha de las flaquezas de un sistema político endeble, en el cual la codicia organizada suele derrotar a la democracia desorganizada.

Por ello no sorprende que en días recientes el senador Carlos Sotelo del PRD, junto con -¿quién más?- Manlio Fabio Beltrones del PRI, hayan intentando resucitar el espíritu de la Ley Televisa, así como algunas de sus propuestas más cuestionables. Hoy como ayer, de pronto apareció un dictamen que se distribuyó entre los senadores señalando a "Televisa S.A. de C.V." como el lugar desde donde surgió el documento. Hoy como en el 2006, Javier Tejado Dondé, el vicepresidente jurídico de la empresa, misteriosamente hizo acto de presencia en la Comisión de Radio, Televisión y Cinematografía, con la idea de obtener legislación a modo como lo logró en el 2006. Hoy como ayer, se busca disfrazar el refrendo automático de concesiones -que la Suprema Corte declaró inconstitucional- con la pantalla de la "prórroga administrativa". Hoy, como hace cuatro años, hay legisladores dispuestos a agachar la cabeza lo suficiente como para argumentar que la iniciativa concebida en Avenida Chapultepec constituye "un avance", cuando en realidad es la resurrección de algo incorrecto. Algo indebido. Algo abusivo.

Es cada vez más obvio. El alcance y el poder sin precedentes del pulpo le permiten ingresar y manipular amplias zonas del mar en el que se mueve. Allí está la descripción académica acuciosa en el nuevo libro La "Ley Televisa" y la lucha por el poder en México editado por Javier Esteinou y Alma Rosa Alva de la Selva. La lista de lo que Televisa hace y el gobierno de México le permite. Evitar la competencia abierta con diversos actores en el sector de las telecomunicaciones; negar condiciones de igualdad para sus rivales; obstaculizar el surgimiento de nuevas cadenas; presionar y subordinar a los poderes constitucionales como lo son el Senado y la Cámara de Diputados; vetar el surgimiento de una nueva ley de medios democrática que se acerque a las mejores prácticas globales; usar las pantallas para desprestigiar a sus críticos, ignorar temas que no convienen a sus intereses y construir "telebancadas", precisamente para asegurar su protección. Por eso el United States Trade Representative -el Representante de la Oficina del Comercio Estadounidense- no tiene el menor reparo en afirmar: "(las televisoras) continúan ejerciendo su influencia sobre la legislación mexicana, la política y los cuerpos regulatorios".

De manera similar al pulpo infernal y vampiresco -Vampyroteuthis infernalis- al que se parecería, todo indica que la empresa simplemente no puede controlar su voracidad ni sus peores instintos. Por una parte, a través de Foro TV comienza a reconocer la pluralidad necesaria y la rehabilitación reputacional que necesita empujar. Pero por la otra, permite que su director de Comercialización Artística vaya por el mundo amenazando, chantanjeando, y diciendo frases tan incriminatorias como: "No te queda claro que quienes mandamos sobre la autoridad y hasta sobre el propio Presidente de la República somos nosotros?". Televisa, el pulpo fáctico cuyos límites el gobierno no logra fijar; cuyo tamaño ha crecido con la colusión de los legisladores; cuya influencia ha aumentado gracias al contubernio de los reguladores; cuyos tentáculos afectan todo lo que tocan, retrasando la competencia, alterando la equidad electoral, vetando la acción pública. Los pulpos vampiro suelen vivir en zonas del mar sin luz conocidas como OMZ -mínimas de oxígeno- y vaya que el nuestro está oscureciendo la democracia mexicana y succionado el poco oxígeno con que cuenta.

De allí la importancia de exhortar a los legisladores a que tiendan una red para limitar a quienes -con sus tentáculos- los tienen agarrados de la nuca. De allí el imperativo de apoyar una iniciativa alternativa a la que Televisa elaboró y promueve con legisladores que temen enfrentar el poder del monstruo que han creado. De allí la urgencia de respaldar la nueva ley federal de telecomunicaciones presentada de manera conjunta por el PAN y el PRD que fortalece el interés público, la competencia, la pluralidad, el derecho a la información y la libertad de expresión. Habrá que obligar al pulpo a formar parte del coctel campechano que es la democracia, en lugar de ser un ingrediente impuesto que ya sabe mal.

El dilema de Woldenberg

Luis González de Alba
La Calle
Milenio

A Pepe ídem

En Nexos de abril un formidable debate, por ilustrado y civil, trata la urgencia de una reforma política. José Córdoba, José Woldenberg, María Amparo Casar y Jorge Castañeda dedican lo mejor de sus inteligencias y conocimientos al tema de la representación de los ciudadanos. ¿Cómo constituir un Congreso representativo de la pluralidad política y a la vez eficaz?

Córdoba felicita a Woldenberg por su síntesis: “Nunca había escuchado una formulación tan clara de un problema tan complejo. Hasta se antoja denominar esa encrucijada de la actual vida política mexicana ‘el dilema de Woldenberg’. Coincido con el diagnóstico, pero difiero de la solución”.

El problema va así: en un sistema de representación mayoritaria, los candidatos ganan o pierden y se acabó: si el partido X gana en 300 distritos, tiene 300 diputados. Su mayor defecto es que si en un sistema bipartidista (para facilitar el ejemplo) X pierde todos los distritos por 1 voto, no obtiene ni un escaño a pesar de lograr más del 49%. Z gana 100% con apenas la mitad: está sobrerrepresentado.

Con representación proporcional, la suma de votos da un porcentaje de los escaños o curules: quien tiene 35% gana eso en curules. El sistema de mayoría simple lo practican democracias tan sólidas como Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos y Canadá; el de proporción lo tienen Alemania y otros europeos y latinoamericanos. En tal sistema, el Ejecutivo depende, para conformar gobierno, de integrar una mayoría y “la caída del jefe de gobierno implica la disolución automática de la Cámara”. Se llama a nuevas elecciones. Pero, “aun con una asamblea elegida por representación proporcional, las decisiones se toman por mayoría relativa”, por votación simple, apunta Córdoba en Nexos de diciembre. “No existe un método lógicamente satisfactorio para transformar preferencias individuales en decisiones colectivas”.

En México hemos tomado lo peor de ambos diseños: “La Constitución mexicana es probablemente la única en el mundo que erige en su texto una cláusula para impedir que el gobierno funcione”. Es el tope de 8 puntos máximos de “sobrerrepresentación”. El propósito explícito fue “evitar para siempre que el partido del presidente tuviera mayoría absoluta en la Cámara de Diputados”. Exigimos al Presidente un gobierno eficaz sin darle salida a sus propuestas legislativas: las iniciativas se acumulan de buena y de mala fe, de buena si demandan mucho análisis, de mala cuando se hace para entorpecer al gobierno y demostrar al electorado la urgencia de votar por el entorpecedor.

En este punto Córdoba, conocedor de la teoría de juegos, pudo recurrir al modelo más popular: el dilema del prisionero, que en todo se parece al de nuestros legisladores: dos prisioneros reciben la oferta de denunciar al colega y así rebajar su propia condena. Si solo uno delata, la pena se carga sobre el otro; si ambos callan, se reparten una pena media. Pero si ambos denuncian la pena aumenta. ¿Callo o traiciono? Lo mejor es callar… siempre y cuando el otro no traicione. Hace falta confiar en el otro. Nuestros partidos políticos, como todos en el mundo, no actúan por patriotismo, por el bien común o alguna otra entelequia. Todos llevan en mente ese dilema del prisionero: ¿cuánto gano si colaboro, cuánto si traiciono y cuánto pago si también mi oponente traiciona?

Así que debe ser la arquitectura constitucional la que premie la colaboración y castigue el entorpecimiento. En eso estamos. Pero los legisladores son juez y parte. Comencemos por bajarle al entusiasmo por la diversidad en los partidos como catálogo de la diversidad del país: tres partidos sin duda tienen base social: PRI, PAN y PRD. Los demás son negocios formidables y máscaras de bufones: el PT, que nos pintaban como la obra del Satanás Salinas lleva ahora en su ya inmaculado seno a Ibarra de Piedra, Muñoz Ledo y demás trapecistas con la bendición de López Obrador.

Con 70 años de PRI en mente, se legisló de forma “casi pueril: es bien sabido que no existen, en un régimen presidencial, incentivos suficientes para que partidos opuestos construyan una coalición…” (Córdoba, diciembre). En uno parlamentario pende sobre ellos la amenaza de disolver el Congreso y llamar a nuevas elecciones.

En tierra de ciegos, el tuerto es rey, decimos. No, responde H. G. Wells en The Country of Blind, al tuerto los ciegos le sacan el ojo único para curarlo de las alucinaciones que padece.