Yuriria SierraNudo Gordiano
Excélsior
Dicen que, prácticamente, ya no es necesaria una segunda vuelta. Afirman que Juan Manuel Santos se ha echado a la bolsa, prácticamente, la presidencia que heredará Álvaro Uribe. También comentaban, hace unos meses, cuando se iniciaba la campaña, que no existía rival posible para él pues no había muchos que apostaran a favor de Antanas Mockus, que avanzó rápidamente… aunque ayer vimos que no lo suficiente para tener pase directo al Palacio de Nariño. La carrera por la presidencia de Colombia está prácticamente definida, a menos que ocurra un milagro que le permita a Antanas Mockus reunir todos, absolutamente todos, los favores del electorado que no votó por Santos (y la reconsideración de algunos que sí lo hicieron por él). De ahí que muchos crean innecesaria una segunda vuelta a la que sólo llegaron los dos candidatos, de seis que eran. Pero hay un triunfo distinto, que sí puede cantarse desde ahora.
Antanas Mockus (candidato ciudadano e independiente postulado por el Partido Verde), matemático, neoliberal, ex alcalde de Bogotá, adorado por los jóvenes y los izquierdistas, aunque se niegue a las etiquetas (y, por lo tanto, también de los apartidistas), tuvo un crecimiento en su campaña que lo ubicó como el segundo para suceder a Uribe. Ese es su triunfo, pero ya resulta casi imposible que rebase a Santos.
Al inicio de su campaña, no se pronosticaba más de 10% de los votos para él. El domingo obtuvo 21.47%, nada despreciables. Logró doblar a Germán Vargas, del Partido Cambio Radical, pero se quedó a la mitad de Santos, que tuvo 46.57 por ciento. Esa aceptación se debe al desempeño mostrado por quienes están a su alrededor y a sus cualidades para hablar de los temas que para los colombianos son esenciales en la carrera de cualquier político: terrorismo, narcotráfico y pobreza. Su capacidad filosófica, su espíritu positivo y sus formas de llegarle a una población más racional que autómata, le dieron votos de los más jóvenes y de quienes más se cuestionan sobre la vigencia de la caduca balanza ideológica que rigió todo el siglo XX, conocida acartonadamente desde el eje de izquierda a derecha.
Pero Santos es ya casi presidente electo, lo que pase de aquí al 20 de junio —digo yo, un milagro para que los números cambien—, el día de la revancha, ya sólo queda entre estos dos candidatos, el resto optará por declinar hacia uno u otro, según, claro, sus respectivos intereses. Lo importante es que el caso de Mockus ha despertado asombro, al no ser una figura política armada con los protocolos tradicionales y obsoletos: es más Canetti que demagogia. Como si su nombre lo presagiara, Antanas Mockus es más un pensador del ágora griega, que un ambicioso vulgar azuzando a la masa en la plaza del pueblo. Ese fue su encanto, su aportación a una política colombiana y, ¿por qué no?, a una latinoamericana que sigue sin rumbo definido y ha visto el regreso de algunas ideologías conservadoras, como la de Piñera en Chile.
Mockus representa en Colombia una verdadera alternativa, porque no es sólo un cambio de camiseta ni la modernización de ningún partido, sino una representación de un pensamiento más racional y menos cuadrado, aunque no alcanza para hacer frente a un movimiento ya conocido y estudiado. La desventaja ante Santos es lo que justamente algunos le vemos como cualidad, la necesidad de bienestar y estabilidad económica que fácil rebasa al entendimiento y el pensamiento tan alejado de las clases populares que difícilmente tienen acceso a la educación. Imposible hacer una analogía que acerque lo que pasa en Colombia con lo que sucede en nuestro país, lo cierto es que, más que asegurar el triunfo de Santos, lo que Colombia debe subrayar con esta elección es que esta vez los dos candidatos punteros son lados opuestos, algo pocas veces visto, sobre todo en un país en constante guerrilla… al que poco a poco nos estamos pareciendo.
Si Obama lo fue en EU, Mockus es, sin duda, la puerta de entrada al futuro en América Latina… Lástima que, en ambos casos, los factores reales de poder atrincherados en el pasado dejen tan pocas posibilidades de réplica desde los asientos del ágora…