
agosto 03, 2010
Para seguir igual
Pedro Ferriz
El búho no ha muerto
Excélsior
El agrio comentario que nos hacemos hoy los mexicanos es que llegamos al Bicentenario en el punto más bajo de nuestra historia.
¿Cómo será México en 20 años? Estamos en la obligación de hacer una reflexión y con ello una proyección sobre la viabilidad de nuestras instituciones y sociedad. El dato duro que nos impacta, es el presente. Ese es inapelable. Ya es... y no podemos evitarlo. El agrio comentario que nos hacemos los mexicanos hoy, es que llegamos al Bicentenario, en el punto más bajo de nuestra historia. Me resulta difícil admitir que la alternancia en el poder acertó a darnos lo que pretendíamos. En teoría, el que grupos diferentes tomen las riendas del país por periodos más cortos, debió ser causa de la depuración de nuestras instituciones... y hoy resulta todo lo contrario. Desde que despertó mi conciencia política, me quejé del grado de corrupción prevaleciente. Y debo admitir públicamente el deterioro operativo de las instituciones que nos dan sustento. Si los priistas me resultaron despreciables por su grado de corrupción, los panistas no llegaron a cambiar las cosas. Por el contrario. Hoy no se mueve nada en la burocracia si no es bajo la sombra del soborno, la manipulación, extorsión o la "mochada". Hay uno que otro secretario de Estado con principios de honestidad, aunque sucumbido a la idea de limpiar las estructuras sobre las que están sentados. El mismo Presidente gravita encima la misma condición. El ambiente para hacer negocios en México es el más denso dentro de los países de la OCDE, donde pretendidamente está alojado el mundo del desarrollo. Todos justificamos un grado -aunque sea nimio- de corrupción. Pero nuestros políticos -que de eso no tienen mucho- ¡tampoco son de Marte! Pensé que el cambio de siglas partidistas, elevaría los principios del resto de la población. Que el ejemplo de "los de arriba" provocaría una decantación de honestidad... pero no fue así. Esperábamos también que llegara la justicia, sobre los que fueron injustos y deshonestos en épocas pasadas... y lo más que sucedió fue que logramos ver sólo por unos días el arresto domiciliario de Luis Echeverría. El mismo triunfo de esta rara coalición del agua y el aceite en Oaxaca y Puebla, ameritaba otro discurso que no escuché. Pregunté a los dos candidatos ganadores, si meterían -una vez en funciones- a Ulises Ruiz y Mario Marín a la cárcel y lo más que escuché de los próximos gobernadores fue que "tienen la mira puesta en el futuro". "Que no llegan con rencores o vendettas a gobernar". Quiero decirle a Gabino Cué y a Rafael Moreno Valle, que el pueblo de México ¡está harto de tanta impunidad! No son vendettas las que estamos esperando. No se trata de llegar a gobernar viendo por el espejo retrovisor. Es simplemente el ejercicio de la justicia lo que está en entredicho. El punto más alto de popularidad alcanzado por el presidente Calderón lo logró cuando eliminó a Luz y Fuerza del Centro... y vemos con pena que lo pierde cuando sienta a negociar con delincuentes del extinto SME a su brazo político y laboral. El caso de los gobiernos estatales resulta equivalente. Los gobernadores... Un par son honestos, el resto... "funcionarios de antifaz". Malandrines que con su ejemplo perpetúan la corrupción como un "sino territorial". Basan su estrategia de enriquecimiento al dejar a su delfín en el poder. Vean a Montiel con Peña. Melquíades con Marín... Pero hoy, la anhelada alternancia, tampoco altera el resultado. Gana otra opción política que asume el poder con la premisa de "no hacer nada por el pasado" ante lo evidente de que ellos también transitarán por el mismo camino... seis años después. De las presidencias municipales... ni hablar. Un horror. Ahí nadie puede ser honesto. Se establece una escalada de deshonestidad. Bien por cuenta propia. Bien por el influjo de una delincuencia trenzada con la propia estructura. Destacadamente el narco, como ingrediente adicionado en la modernidad.
No amigos. La alternancia no ha sido contundente hasta ahora. No se puede hacer una buena mermelada, con fresas podridas. Qué tipo de gobiernos podemos lograr, sino aquellos emanados de los partidos políticos que tenemos registrados. Si quieren, les dejo un tiempo para meditar sobre ellos. Grupos que guardan los principios en un cajón... en aras del poder... Sin el poder para cambiar a México.
¿Tienes ideas?
www.revoluciondelintelecto.com
www.revoluciondelintelecto.mx
¡No esperemos más!
El búho no ha muerto
Excélsior
El agrio comentario que nos hacemos hoy los mexicanos es que llegamos al Bicentenario en el punto más bajo de nuestra historia.

No amigos. La alternancia no ha sido contundente hasta ahora. No se puede hacer una buena mermelada, con fresas podridas. Qué tipo de gobiernos podemos lograr, sino aquellos emanados de los partidos políticos que tenemos registrados. Si quieren, les dejo un tiempo para meditar sobre ellos. Grupos que guardan los principios en un cajón... en aras del poder... Sin el poder para cambiar a México.
¿Tienes ideas?
www.revoluciondelintelecto.com
www.revoluciondelintelecto.mx
¡No esperemos más!
Pasen los videos al mediodía
Ciro Gómez Leyva
gomezleyva@milenio.com
La historia en breve
Milenio
El martes 27 en la mañana, Héctor Gordoa, el periodista de Televisa secuestrado, se comunicó con Denise Maerker para decirle que la nueva orden de sus captores consistía en transmitir en el noticiero local de mediodía tres videos que debían bajarse del “BlogdelNarco.com”.
Era lo mismo que, en otra llamada, nuestro compañero secuestrado, Javier Canales, acababa de pedir a Multimedios Laguna. Cruzamos información. Denise ya mantenía un contacto constante con Luis Cárdenas Palomino, coordinador de Seguridad Regional de la Secretaría de Seguridad Pública federal. Hablábamos desde nuestros celulares.
Concluimos que se trataba de una solicitud atendible, pues el compromiso era soltar a los compañeros cinco minutos después de que se transmitieran esos videos, en donde zetas y policías de Coahuila reconocían crímenes y colusiones.
Yo tenía la indicación de mi empresa de ir de la mano de Televisa, ya que el riesgo de jalar solos, por nuestro lado, era altísimo. Televisa sólo pudo bajar dos de los tres videos y los puso al aire a las 12:30. Por un problema de satélites y enlaces, nosotros los difundimos media hora más tarde, pero tuvimos los tres.
Minutos antes, minutos después de la difusión de los videos, el secretario general de Gobierno de Durango, Oliverio Reza, salió por su cuenta a confirmar que había cuatro periodistas secuestrados. El silencio, una de las exigencias de los secuestradores, acababa de ser roto por una declaración del gobierno de Durango, a la que la CNDH le daría resonancia con un absurdo e irresponsable boletín.
Lejos de cumplir lo pactado, los secuestradores volvieron a comunicarse a través de nuestros compañeros para advertirnos que querían los videos en la noche: en MILENIO Televisión y el Canal de las Estrellas.
Mañana: ¡Ni madres!
gomezleyva@milenio.com
La historia en breve
Milenio

Era lo mismo que, en otra llamada, nuestro compañero secuestrado, Javier Canales, acababa de pedir a Multimedios Laguna. Cruzamos información. Denise ya mantenía un contacto constante con Luis Cárdenas Palomino, coordinador de Seguridad Regional de la Secretaría de Seguridad Pública federal. Hablábamos desde nuestros celulares.
Concluimos que se trataba de una solicitud atendible, pues el compromiso era soltar a los compañeros cinco minutos después de que se transmitieran esos videos, en donde zetas y policías de Coahuila reconocían crímenes y colusiones.
Yo tenía la indicación de mi empresa de ir de la mano de Televisa, ya que el riesgo de jalar solos, por nuestro lado, era altísimo. Televisa sólo pudo bajar dos de los tres videos y los puso al aire a las 12:30. Por un problema de satélites y enlaces, nosotros los difundimos media hora más tarde, pero tuvimos los tres.
Minutos antes, minutos después de la difusión de los videos, el secretario general de Gobierno de Durango, Oliverio Reza, salió por su cuenta a confirmar que había cuatro periodistas secuestrados. El silencio, una de las exigencias de los secuestradores, acababa de ser roto por una declaración del gobierno de Durango, a la que la CNDH le daría resonancia con un absurdo e irresponsable boletín.
Lejos de cumplir lo pactado, los secuestradores volvieron a comunicarse a través de nuestros compañeros para advertirnos que querían los videos en la noche: en MILENIO Televisión y el Canal de las Estrellas.
Mañana: ¡Ni madres!
¿Por quién doblan las campanas?
Rafael Cardona
racarsa@hotmail.com
El cristalazo
La Crónica de Hoy
Hasta hoy no conozco a ningún periodista en cuyo interior no anide la sombra de Ernest Hemingway, sobre todo la del combatiente en la guerra de España. Si no se puede escribir con su maestría sí se puede decir, yo estuve en una guerra. La mayoría de mis contemporáneos (as) ha estado al menos en una escaramuza; un bombardeo, una refriega.
Los más jóvenes no pudieron ir a Tlatelolco pero de todos modos se sienten Oriana Falacci. Y quien más quien menos toma una cámara y se cree Robert Cappa en busca de su miliciano acribillado.
Todos queremos conocer alguna vez la experiencia de la guerra, como si el ejemplo de George Orwell en las batallas del frente catalán estuviera siempre presente o todos estuviéramos reservados para ocupar el lugar de Kapuscinski.
Por cierto, a Hemingway una granada le jodió para siempre una rodilla y a Orwell le metieron un tiro en el cuello. A Oriana la cobertura le costó un balazo y al reportero de El Día Rodolfo Rojas Zea, le fue peor: un tiro le perforó una nalga.
Recordaba la Falacci:
“…Hoy en la mañana cuando me llevaron a rayos X unos periodistas me preguntaron qué hacía en Tlatelolco: ¿Qué hacía, Dios mío? Mi trabajo. Soy una periodista profesional” A cambio de eso toda una generación aprendió periodismo —o creyó aprenderlo—exhibiendo su libro de entrevistas en el anaquel.
—Cuando se “cubre” una guerra se debe entrar con las tropas ganadoras, recomendaba Manuel Mejido, quien (por cierto) hizo el mejor trabajo en el mundo sobre el golpe de Estado en Chile.
El problema de cubrir una guerra “incivil” como hoy se desarrolla en México, donde el Estado ha declarado un estado bélico muy extraño, radica en no saber cuál es el bando ganador siquiera para entrar con él a una zona segura. Uno supone victorioso al gobierno, pero no conoce a los combatientes del otro lado. Después, como en Durango (ante la ceguera sospechosa del gobernador), el periodista se viene a enterar de lo peor: el bando de los “malos” cuenta con el auxilio de los “buenos”.
Hoy el gremio periodístico se ha sacudido.
El diario El Universal (entre otros) publica seis puntos precedidos de esta presentación:
“Periodistas de varias redacciones de medios de comunicación, a raíz de la liberación de nuestros compañeros periodistas, secuestrados la semana pasada, manifestamos que…”. Y a continuación un prontuario al cual uno podría adherirse si supiera al menos quién lo propone y cómo se puede llevar a la práctica la reflexión profesional colectiva a cuya convocatoria nadie puede oponerse.
¿Cómo vamos a uniformar los criterios editoriales en medio del tradicional canibalismo? ¿En verdad los periodistas tenemos quién nos represente?
Sí y no. Algunos estamos presentes en las actividades del Club de Periodistas de México, el Club Primera Plana o la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión o la Fapermex, pero ¿hay alguna organización a la cual todos debamos afiliarnos como en otros países se hace con colegios de formalidad obligatoria? No; por fortuna.
La profesión es a veces riesgosa. Y eso no se puede evitar. Lo necesario no es hacerla segura por decreto o por capricho o por susto de quienes han visto recientemente secuestrados a compañeros, por los cuales reaccionaron como no lo hicieron nunca en las decenas de asesinatos o desapariciones previas.
Tampoco dejará de ser peligroso el oficio si en casos extremos el gobierno nos toma de la mano e interviene nuestros medios para proteger las cortinas de silencio, como alguien ha propuesto. La profesión será más segura si logramos un país más seguro; no si cegamos la transmisión y nos marchamos de vacaciones.
El problema, según yo, esta mal planteado. La obligación del gobierno no es cuidar periodistas; es generar condiciones sociales de seguridad colectiva. Y entre otras cosas, para conseguirlo, debe terminar con la impunidad y decirnos cómo han sido las negociaciones (cuando las ha habido) y cuándo se van a investigar en serio los crímenes contra tantos compañeros.
Hasta ahora, la única respuesta en diez años ha sido una fiscalía inútil en la PGR y una innecesaria comisión legislativa en San Lázaro, dizque para protegernos.
No hay gobierno en el mundo capaz de impedir la comisión de los delitos. Pero tampoco hay otro —como el nuestro—, cuya respuesta cuando los delitos se cometen sea la impavidez. Eso ha pasado en los agravios contra periodistas.
De pronto vemos cómo los periodistas se multiplican como el maestro aumentaba los peces y los panes. Nunca habían (mos) sido tantos. Todos los académicos y académicas cuya presencia convierte a los medios de hoy en aulas virtuales, se disputan la representación de una cofradía en cuyos más bajos estamentos nunca los vimos.
Ellos saltaron de la banqueta del ITAM a la página editorial como conciencia de la patria, pero se saltaron lo de en medio; es decir, no conocen el oficio sino por el barniz. Por eso resulta hasta grotesca su convocatoria a la unidad gremial como solución a las agresiones.
Apunte final
Yo no le cambié la grafía a Marcela Gómez Zalce. Fue el “ciberduende”
racarsa@hotmail.com
El cristalazo
La Crónica de Hoy

Los más jóvenes no pudieron ir a Tlatelolco pero de todos modos se sienten Oriana Falacci. Y quien más quien menos toma una cámara y se cree Robert Cappa en busca de su miliciano acribillado.
Todos queremos conocer alguna vez la experiencia de la guerra, como si el ejemplo de George Orwell en las batallas del frente catalán estuviera siempre presente o todos estuviéramos reservados para ocupar el lugar de Kapuscinski.
Por cierto, a Hemingway una granada le jodió para siempre una rodilla y a Orwell le metieron un tiro en el cuello. A Oriana la cobertura le costó un balazo y al reportero de El Día Rodolfo Rojas Zea, le fue peor: un tiro le perforó una nalga.
Recordaba la Falacci:
“…Hoy en la mañana cuando me llevaron a rayos X unos periodistas me preguntaron qué hacía en Tlatelolco: ¿Qué hacía, Dios mío? Mi trabajo. Soy una periodista profesional” A cambio de eso toda una generación aprendió periodismo —o creyó aprenderlo—exhibiendo su libro de entrevistas en el anaquel.
—Cuando se “cubre” una guerra se debe entrar con las tropas ganadoras, recomendaba Manuel Mejido, quien (por cierto) hizo el mejor trabajo en el mundo sobre el golpe de Estado en Chile.
El problema de cubrir una guerra “incivil” como hoy se desarrolla en México, donde el Estado ha declarado un estado bélico muy extraño, radica en no saber cuál es el bando ganador siquiera para entrar con él a una zona segura. Uno supone victorioso al gobierno, pero no conoce a los combatientes del otro lado. Después, como en Durango (ante la ceguera sospechosa del gobernador), el periodista se viene a enterar de lo peor: el bando de los “malos” cuenta con el auxilio de los “buenos”.
Hoy el gremio periodístico se ha sacudido.
El diario El Universal (entre otros) publica seis puntos precedidos de esta presentación:
“Periodistas de varias redacciones de medios de comunicación, a raíz de la liberación de nuestros compañeros periodistas, secuestrados la semana pasada, manifestamos que…”. Y a continuación un prontuario al cual uno podría adherirse si supiera al menos quién lo propone y cómo se puede llevar a la práctica la reflexión profesional colectiva a cuya convocatoria nadie puede oponerse.
¿Cómo vamos a uniformar los criterios editoriales en medio del tradicional canibalismo? ¿En verdad los periodistas tenemos quién nos represente?
Sí y no. Algunos estamos presentes en las actividades del Club de Periodistas de México, el Club Primera Plana o la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión o la Fapermex, pero ¿hay alguna organización a la cual todos debamos afiliarnos como en otros países se hace con colegios de formalidad obligatoria? No; por fortuna.
La profesión es a veces riesgosa. Y eso no se puede evitar. Lo necesario no es hacerla segura por decreto o por capricho o por susto de quienes han visto recientemente secuestrados a compañeros, por los cuales reaccionaron como no lo hicieron nunca en las decenas de asesinatos o desapariciones previas.
Tampoco dejará de ser peligroso el oficio si en casos extremos el gobierno nos toma de la mano e interviene nuestros medios para proteger las cortinas de silencio, como alguien ha propuesto. La profesión será más segura si logramos un país más seguro; no si cegamos la transmisión y nos marchamos de vacaciones.
El problema, según yo, esta mal planteado. La obligación del gobierno no es cuidar periodistas; es generar condiciones sociales de seguridad colectiva. Y entre otras cosas, para conseguirlo, debe terminar con la impunidad y decirnos cómo han sido las negociaciones (cuando las ha habido) y cuándo se van a investigar en serio los crímenes contra tantos compañeros.
Hasta ahora, la única respuesta en diez años ha sido una fiscalía inútil en la PGR y una innecesaria comisión legislativa en San Lázaro, dizque para protegernos.
No hay gobierno en el mundo capaz de impedir la comisión de los delitos. Pero tampoco hay otro —como el nuestro—, cuya respuesta cuando los delitos se cometen sea la impavidez. Eso ha pasado en los agravios contra periodistas.
De pronto vemos cómo los periodistas se multiplican como el maestro aumentaba los peces y los panes. Nunca habían (mos) sido tantos. Todos los académicos y académicas cuya presencia convierte a los medios de hoy en aulas virtuales, se disputan la representación de una cofradía en cuyos más bajos estamentos nunca los vimos.
Ellos saltaron de la banqueta del ITAM a la página editorial como conciencia de la patria, pero se saltaron lo de en medio; es decir, no conocen el oficio sino por el barniz. Por eso resulta hasta grotesca su convocatoria a la unidad gremial como solución a las agresiones.
Apunte final
Yo no le cambié la grafía a Marcela Gómez Zalce. Fue el “ciberduende”
¿Legalizar la droga?
Bajo Reserva
Periodistas de EL UNIVERSAL
El Universal
Hay un ánimo creciente en debatir la despenalización de las drogas en México. No sólo entre los académicos, sino también entre activistas, derechohumanistas y líderes de opinión. Se lo dijo ayer Eduardo Gallo, presidente de México Unido Contra la Delincuencia, al presidente Felipe Calderón. Se lo comentó María Elena Morera, presidenta de Causa Común. Y se ha acelerado conforme se pone en evidencia que las armas y las miles de bajas provocadas por la estrategia de la guerra no son suficientes para acabar el tráfico. En el gobierno federal, sin embargo, no parecen convencidos de la posibilidad de discutirlo siquiera. Hace unos días el subprocurador de la PGR Juan de Dios Castro Lozano lo rechazó, tajante. “Legalizarlas es absurdo…”, dijo en Jalisco. Otros personajes, incluso de mayor peso (secretarios) en la administración lo han dicho igual. En todo caso que se abra la discusión, ¿no? ¿Qué la idea no es involucrar a una mayoría en la lucha contra el crimen?
El viernes pasado, la SCT juró que “no hay manera” que Mexicana quiebre o recurra a un concurso mercantil. Lo dijo el subsecretario Humberto Treviño. Pero eso no es lo que ven la empresa o los trabajadores. “Nuestros ingresos han caído un 20%, equivalente a 400 millones de dólares menos al año desde principios de 2008”, dijo Manuel Borja Chico, director general, y propuso a los empleados una reducción de salarios, que no son malos incluso en la escala internacional. El fin de semana se detuvieron aviones y el aeropuerto reporta retrasos y fallas. Y pareciera que esto empeorará. Miguel Messmacher, jefe de la Unidad de Planeación Económica de Hacienda, negó que se prepare un rescate, lo cual celebran muchos. Pero luego dijo que se trata de “una empresa privada que puede emitir deuda mañana, si ellos quieren”. Los analistas se preguntaron: ¿Y quién le va a comprar deuda y a qué precio? Pregunta: ¿Tiene de verdad el gobierno un plan para no dejar hundir a Mexicana?
Y hablando de negaciones, ayer Bruno Ferrari, flamante secretario de Economía, se lanzó contra quienes dicen que la violencia ha causado fuga de empresarios de México. Lo dijo en León, Guanajuato, y nos dicen que no se lo creyeron. Quizás eso se lea en las páginas del Corriere della Sera, pero no es la realidad que se vive, dijeron. Recuerde su perfil: Ferrari es licenciado por la Libre de Derecho en el DF y por el Centro Académico Romano de la Santa Cruz en Roma, Italia. Es maestro en Ciencias del Matrimonio y la Familia por la Pontificia Universidad Lateranense, y doctor en Derecho por el Centro Académico Romano de la Santa Cruz. Ah, y ha tomado tres cursos de negocios.
Apunte final: Por la agenda de Los Pinos, dedicada al tema de seguridad, Gobernación suspendió la reunión que tenía ayer con el SME. A ver si no quieren tomar el aeropuerto. Y luego desmentirlo.
Periodistas de EL UNIVERSAL
El Universal
Hay un ánimo creciente en debatir la despenalización de las drogas en México. No sólo entre los académicos, sino también entre activistas, derechohumanistas y líderes de opinión. Se lo dijo ayer Eduardo Gallo, presidente de México Unido Contra la Delincuencia, al presidente Felipe Calderón. Se lo comentó María Elena Morera, presidenta de Causa Común. Y se ha acelerado conforme se pone en evidencia que las armas y las miles de bajas provocadas por la estrategia de la guerra no son suficientes para acabar el tráfico. En el gobierno federal, sin embargo, no parecen convencidos de la posibilidad de discutirlo siquiera. Hace unos días el subprocurador de la PGR Juan de Dios Castro Lozano lo rechazó, tajante. “Legalizarlas es absurdo…”, dijo en Jalisco. Otros personajes, incluso de mayor peso (secretarios) en la administración lo han dicho igual. En todo caso que se abra la discusión, ¿no? ¿Qué la idea no es involucrar a una mayoría en la lucha contra el crimen?
El viernes pasado, la SCT juró que “no hay manera” que Mexicana quiebre o recurra a un concurso mercantil. Lo dijo el subsecretario Humberto Treviño. Pero eso no es lo que ven la empresa o los trabajadores. “Nuestros ingresos han caído un 20%, equivalente a 400 millones de dólares menos al año desde principios de 2008”, dijo Manuel Borja Chico, director general, y propuso a los empleados una reducción de salarios, que no son malos incluso en la escala internacional. El fin de semana se detuvieron aviones y el aeropuerto reporta retrasos y fallas. Y pareciera que esto empeorará. Miguel Messmacher, jefe de la Unidad de Planeación Económica de Hacienda, negó que se prepare un rescate, lo cual celebran muchos. Pero luego dijo que se trata de “una empresa privada que puede emitir deuda mañana, si ellos quieren”. Los analistas se preguntaron: ¿Y quién le va a comprar deuda y a qué precio? Pregunta: ¿Tiene de verdad el gobierno un plan para no dejar hundir a Mexicana?
Y hablando de negaciones, ayer Bruno Ferrari, flamante secretario de Economía, se lanzó contra quienes dicen que la violencia ha causado fuga de empresarios de México. Lo dijo en León, Guanajuato, y nos dicen que no se lo creyeron. Quizás eso se lea en las páginas del Corriere della Sera, pero no es la realidad que se vive, dijeron. Recuerde su perfil: Ferrari es licenciado por la Libre de Derecho en el DF y por el Centro Académico Romano de la Santa Cruz en Roma, Italia. Es maestro en Ciencias del Matrimonio y la Familia por la Pontificia Universidad Lateranense, y doctor en Derecho por el Centro Académico Romano de la Santa Cruz. Ah, y ha tomado tres cursos de negocios.
Apunte final: Por la agenda de Los Pinos, dedicada al tema de seguridad, Gobernación suspendió la reunión que tenía ayer con el SME. A ver si no quieren tomar el aeropuerto. Y luego desmentirlo.
¿Qué más esperamos?
Federico Reyes Heroles
Reforma
La pantalla enmudeció. Denise Maerker, una de las periodistas más incisivas y profesionales del país, fue muy clara. No podemos fingir que no pasa nada cuando sí pasa. Durante larguísimos 60 minutos el nombre del programa, Punto de Partida, permaneció como un terrible recordatorio de la situación por la que atravesaba un colega, un equipo de trabajo, una empresa, una ciudad, una región, un país. Por su lado, Ciro Gómez Leyva, otro profesional muy destacado, cedió el micrófono ante la imposibilidad real de atender simultáneamente dos pistas subjetivas y objetivas. La empresa de mayor penetración televisiva, Televisa, Multimedios (Milenio Televisión) y El Vespertino de Gómez Palacio sufrían en carne propia el horror del secuestro, del chantaje informativo, de la exigencia de utilizar los medios para servir a la delincuencia.
El desenlace, a diferencia de lo ocurrido a otros medios informativos, fue afortunado. Los reporteros y el camarógrafo fueron liberados por los propios captores o por la autoridad federal. Sin embargo, antes hubo otro bombazo en instalaciones de Televisa. La escalada es clara y ya alcanzó a los medios nacionales. Si bien este capítulo se cerró, la historia por desgracia habrá de continuar. ¿Qué hacer? Desde lejos hay quien afirma que la reacción de las empresas fue una cesión de espacios. Sin embargo hay otra lectura: los medios simplemente no pueden solos con una situación de esta índole. Queda claro que el objetivo es seguir informando a la sociedad pero, ¿cuál es la mejor estrategia? Recupero lo dicho aquí el martes 20 de julio ("Pacto contra el terror").
Enfrentamos una situación inédita en México pero no en otros países: terrorismo, en nuestro caso narcoterrorismo. Dejamos atrás la etapa en que la lucha tenía sólo dos actores: la autoridad y las bandas de narcos. El asunto hoy incluye a cuatro actores: las autoridades, las bandas, la sociedad y los medios. El narcoterror necesita de los medios para cumplir su objetivo último: debilitar al Estado a través de un miedo generalizado. IPSOS ha documentado el hecho, en ciudades como Monterrey el 84% de los habitantes declara tener algo o mucho miedo. A la estrategia comunicativa de los terroristas corresponde una contraestrategia de las autoridades y de los medios. Las autoridades han fallado en esa misión, las deficiencias son muy evidentes. El gran referente es el número de muertos, poco se dice de la recuperación de áreas o ciudades, las historias de éxito no existen.
Por su lado los medios están atrapados en una dinámica de trabajo convencional: la primacía de la nota, la vanidad de la firma individual, el celo de ir solos, de la exclusiva, la competencia por los lectores y el rating que cruza por el inevitable morbo. Pero el resultado final es un claro debilitamiento de la capacidad de informar. De ahí la necesidad de un pacto explícito entre los medios para la aplicación de protocolos informativos. No se trata de inventar el agua tibia. A los interesados en el tema les sugiero un material propio, "Por un pacto ético contra el Terrorismo", Este País, agosto 2010. En otros países con experiencia en terrorismo como España, Estados Unidos y Colombia, existen estos protocolos establecidos por cada medio que permiten proteger a los informadores, personas y empresas, y continuar con la labor informativa.
"Preferimos perder una noticia a perder una vida" se lee en el documento colombiano denominado Acuerdo por la Discreción, como nos lo recuerda Carlos Puig. Los propósitos de ese ejercicio fueron varios. Primero, rescatar la responsabilidad de las consecuencias de la nota. Segundo, que la inmediatez no provocara miopía. Tercero, que el ego personal y empresarial no pusieran en riesgo a la capacidad informativa. Cuarto, no servir de caja de resonancia a los actos terroristas. El simple anuncio de una estrategia común gana espacio frente al terror. Se asume una conciencia del potencial uso en que involuntariamente pueden caer los medios al informar sobre los actos. Esa simple declaración es ya parte de la estrategia. Sé de la urticaria que una propuesta así puede provocar frente al celo profesional típico del trabajo informativo. Pero no vivimos tiempos normales, estamos en una situación de emergencia nacional.
Televisa y TV Azteca y muchos medios más se han unido en Iniciativa México. Ese contexto podría servir para dar vida a un pacto de ética. ¿Qué más esperamos que ocurra para hacer lo que sí se puede hacer? Cada medio, cada casa establecería sus propias reglas y protocolos. Pero la unidad de los medios frente al terrorismo sería explícita. Hoy en México se atenta en contra del Estado. En un Estado debilitado no florece ni la democracia ni la libertad de informar. El Estado está por encima de los intereses individuales, personales o corporativos. Quien debilita al Estado nos debilita, todos somos parte del Estado. Llegó el momento de actuar en consecuencia.
Reforma

El desenlace, a diferencia de lo ocurrido a otros medios informativos, fue afortunado. Los reporteros y el camarógrafo fueron liberados por los propios captores o por la autoridad federal. Sin embargo, antes hubo otro bombazo en instalaciones de Televisa. La escalada es clara y ya alcanzó a los medios nacionales. Si bien este capítulo se cerró, la historia por desgracia habrá de continuar. ¿Qué hacer? Desde lejos hay quien afirma que la reacción de las empresas fue una cesión de espacios. Sin embargo hay otra lectura: los medios simplemente no pueden solos con una situación de esta índole. Queda claro que el objetivo es seguir informando a la sociedad pero, ¿cuál es la mejor estrategia? Recupero lo dicho aquí el martes 20 de julio ("Pacto contra el terror").
Enfrentamos una situación inédita en México pero no en otros países: terrorismo, en nuestro caso narcoterrorismo. Dejamos atrás la etapa en que la lucha tenía sólo dos actores: la autoridad y las bandas de narcos. El asunto hoy incluye a cuatro actores: las autoridades, las bandas, la sociedad y los medios. El narcoterror necesita de los medios para cumplir su objetivo último: debilitar al Estado a través de un miedo generalizado. IPSOS ha documentado el hecho, en ciudades como Monterrey el 84% de los habitantes declara tener algo o mucho miedo. A la estrategia comunicativa de los terroristas corresponde una contraestrategia de las autoridades y de los medios. Las autoridades han fallado en esa misión, las deficiencias son muy evidentes. El gran referente es el número de muertos, poco se dice de la recuperación de áreas o ciudades, las historias de éxito no existen.
Por su lado los medios están atrapados en una dinámica de trabajo convencional: la primacía de la nota, la vanidad de la firma individual, el celo de ir solos, de la exclusiva, la competencia por los lectores y el rating que cruza por el inevitable morbo. Pero el resultado final es un claro debilitamiento de la capacidad de informar. De ahí la necesidad de un pacto explícito entre los medios para la aplicación de protocolos informativos. No se trata de inventar el agua tibia. A los interesados en el tema les sugiero un material propio, "Por un pacto ético contra el Terrorismo", Este País, agosto 2010. En otros países con experiencia en terrorismo como España, Estados Unidos y Colombia, existen estos protocolos establecidos por cada medio que permiten proteger a los informadores, personas y empresas, y continuar con la labor informativa.
"Preferimos perder una noticia a perder una vida" se lee en el documento colombiano denominado Acuerdo por la Discreción, como nos lo recuerda Carlos Puig. Los propósitos de ese ejercicio fueron varios. Primero, rescatar la responsabilidad de las consecuencias de la nota. Segundo, que la inmediatez no provocara miopía. Tercero, que el ego personal y empresarial no pusieran en riesgo a la capacidad informativa. Cuarto, no servir de caja de resonancia a los actos terroristas. El simple anuncio de una estrategia común gana espacio frente al terror. Se asume una conciencia del potencial uso en que involuntariamente pueden caer los medios al informar sobre los actos. Esa simple declaración es ya parte de la estrategia. Sé de la urticaria que una propuesta así puede provocar frente al celo profesional típico del trabajo informativo. Pero no vivimos tiempos normales, estamos en una situación de emergencia nacional.
Televisa y TV Azteca y muchos medios más se han unido en Iniciativa México. Ese contexto podría servir para dar vida a un pacto de ética. ¿Qué más esperamos que ocurra para hacer lo que sí se puede hacer? Cada medio, cada casa establecería sus propias reglas y protocolos. Pero la unidad de los medios frente al terrorismo sería explícita. Hoy en México se atenta en contra del Estado. En un Estado debilitado no florece ni la democracia ni la libertad de informar. El Estado está por encima de los intereses individuales, personales o corporativos. Quien debilita al Estado nos debilita, todos somos parte del Estado. Llegó el momento de actuar en consecuencia.
Los 30 potentados
Ricardo Pascoe Pierce
Especialista en análisis político
ricardopascoe@hotmail.com
Excélsior
En vez de invocar la inteligencia, López Obrador convoca a la reacción más primitiva de cada ser: la emotividad irracional.
El discurso que pronunció Andrés Manuel López Obrador en el Zócalo el domingo pasado devela muchas cosas importantes sobre su pensamiento político. No interesan, en este momento, las especulaciones en torno a su estrategia para obtener la candidatura presidencial, sus vericuetos y tramas. Lo interesante ahora es el contenido discursivo de este precandidato ante los problemas de México y sus propuestas de solución.
Un primer aspecto refiere a la necesaria utilización del objeto de odio que es congruente con el estilo y método de hacer política de López Obrador. Todo el peso argumentativo será puesto en juego para convertir a "30 potentados" en la amenaza que se cierne, según él, sobre la cabeza de toda la República. A su debido tiempo sabremos los nombres de los 30 potentados, aunque lleva años mencionando a algunos: Salinas, González, Servitje y Hernández, entre otros. Quien curiosamente nunca aparece mencionado es el más evidente de todos los potentados: Slim. He ahí la debilidad argumentativa de los 30 objetos de odio. No menciona a Slim, pues fue justamente López Obrador quien le entregó al empresario uno de los grandes negocios inmobiliarios de su administración. Todo el proyecto de la recuperación del Centro Histórico y el esfuerzo por rescatar bellos departamentos e impulsar la gentrification de esa zona de la ciudad, marcando una alianza empresarial y política entre ambos personajes. ¿Cómo podrá AMLO acusar a Slim de ser el "potentado de potentados" sin acusarse a sí mismo?
Lo importante del discurso presentado en el Zócalo es el intento por construir imágenes en el imaginario popular que le permitirán ganar la contienda en 2012. Como pieza central de su retórica, está el lugar que ocupan los objetos de odio, y su contrapunto que es oferta de algo positivo y constructivo. Sibilinamente recurre al discurso de paz y amor, de los besos y la amistad y de la necesidad de quererse los unos a los otros, como misionero y predicador, pero no, ciertamente, como convocatoria a la construcción de un nuevo Estado. En vez de invocar la inteligencia de la gente, convoca a la reacción más primitiva de cada ser: la emotividad irracional. Así, se distingue claramente su discurso del de Cuauhtémoc Cárdenas, quien llamaba a la gente a dar lo mejor de sí como entes pensantes, mientras la convocatoria obradorista llama a la emotividad reactiva sin ideas, lo cual haría de ese pueblo algo manipulable en el supuesto de que se instalara en el poder.
Por otro lado, se propone "ir solos", el pueblo con el pueblo. Sin aliados, sin medios de comunicación, sin recursos. Es la continuación del discurso mesiánico y del profeta sin tierra. Caminar solo, armado exclusivamente con el corazón y poseedor de verdades incontrovertibles. La estrategia es, al parecer, la de caminar por la ruta de todo profeta: la soledad, la justicia histórica, la verdad absoluta y la victimización como compañía de ruta.
Todo lo anterior sirve, también, para eliminar cualquier cuestionamiento al plan por parte de sus partidarios. La duda más sustantiva refiere a que no aparece, en ningún momento, una mención a la delincuencia organizada, al narcotráfico, a la guerra contra los cárteles, a la violencia que azota zonas del país, a las amenazas al Estado y el desmoronamiento de la autoridad que da cohesión a la sociedad. Debido a que López Obrador no tiene una visión de Estado, tampoco le inquieta demasiado protegerlo. Por tanto, todos los problemas no atendidos en su programa son remitidos, con facilismo intelectual, al renglón de la pobreza. La pobreza, reza el precandidato, es la causa de todos los males no catalogados. No dudo que diría que el narcotráfico y la capacidad de decapitar a una persona perteneciente a otro cártel proviene "de la pobreza".
En este contexto, postular que los 30 potentados son el origen del mal nacional, lo cual se resolvería no vendiendo petróleo en el mercado mundial y haciendo refinerías locales, promete una campaña repleta de reclamos basados en moralismo nacionalista.
Especialista en análisis político
ricardopascoe@hotmail.com
Excélsior
En vez de invocar la inteligencia, López Obrador convoca a la reacción más primitiva de cada ser: la emotividad irracional.

Un primer aspecto refiere a la necesaria utilización del objeto de odio que es congruente con el estilo y método de hacer política de López Obrador. Todo el peso argumentativo será puesto en juego para convertir a "30 potentados" en la amenaza que se cierne, según él, sobre la cabeza de toda la República. A su debido tiempo sabremos los nombres de los 30 potentados, aunque lleva años mencionando a algunos: Salinas, González, Servitje y Hernández, entre otros. Quien curiosamente nunca aparece mencionado es el más evidente de todos los potentados: Slim. He ahí la debilidad argumentativa de los 30 objetos de odio. No menciona a Slim, pues fue justamente López Obrador quien le entregó al empresario uno de los grandes negocios inmobiliarios de su administración. Todo el proyecto de la recuperación del Centro Histórico y el esfuerzo por rescatar bellos departamentos e impulsar la gentrification de esa zona de la ciudad, marcando una alianza empresarial y política entre ambos personajes. ¿Cómo podrá AMLO acusar a Slim de ser el "potentado de potentados" sin acusarse a sí mismo?
Lo importante del discurso presentado en el Zócalo es el intento por construir imágenes en el imaginario popular que le permitirán ganar la contienda en 2012. Como pieza central de su retórica, está el lugar que ocupan los objetos de odio, y su contrapunto que es oferta de algo positivo y constructivo. Sibilinamente recurre al discurso de paz y amor, de los besos y la amistad y de la necesidad de quererse los unos a los otros, como misionero y predicador, pero no, ciertamente, como convocatoria a la construcción de un nuevo Estado. En vez de invocar la inteligencia de la gente, convoca a la reacción más primitiva de cada ser: la emotividad irracional. Así, se distingue claramente su discurso del de Cuauhtémoc Cárdenas, quien llamaba a la gente a dar lo mejor de sí como entes pensantes, mientras la convocatoria obradorista llama a la emotividad reactiva sin ideas, lo cual haría de ese pueblo algo manipulable en el supuesto de que se instalara en el poder.
Por otro lado, se propone "ir solos", el pueblo con el pueblo. Sin aliados, sin medios de comunicación, sin recursos. Es la continuación del discurso mesiánico y del profeta sin tierra. Caminar solo, armado exclusivamente con el corazón y poseedor de verdades incontrovertibles. La estrategia es, al parecer, la de caminar por la ruta de todo profeta: la soledad, la justicia histórica, la verdad absoluta y la victimización como compañía de ruta.
Todo lo anterior sirve, también, para eliminar cualquier cuestionamiento al plan por parte de sus partidarios. La duda más sustantiva refiere a que no aparece, en ningún momento, una mención a la delincuencia organizada, al narcotráfico, a la guerra contra los cárteles, a la violencia que azota zonas del país, a las amenazas al Estado y el desmoronamiento de la autoridad que da cohesión a la sociedad. Debido a que López Obrador no tiene una visión de Estado, tampoco le inquieta demasiado protegerlo. Por tanto, todos los problemas no atendidos en su programa son remitidos, con facilismo intelectual, al renglón de la pobreza. La pobreza, reza el precandidato, es la causa de todos los males no catalogados. No dudo que diría que el narcotráfico y la capacidad de decapitar a una persona perteneciente a otro cártel proviene "de la pobreza".
En este contexto, postular que los 30 potentados son el origen del mal nacional, lo cual se resolvería no vendiendo petróleo en el mercado mundial y haciendo refinerías locales, promete una campaña repleta de reclamos basados en moralismo nacionalista.
Hoyos negros en la estrategia contra el narco (segunda parte)
Héctor Aguilar Camín
acamin@milenio.com
Día con día
Milenio
En su artículo de este nombre, que puede leerse en la revista Nexos de agosto, Eduardo Guerrero ofrece una elocuente serie de mediciones sobre los resultados de la guerra contra el narco (www.nexos.com.mx/?P=leerarticulo&Article=248547).
A una de las cifras más impresionantes me referí en este espacio hace dos semanas: es el mínimo esfuerzo hecho por muchos gobiernos estatales y municipales para mejorar sus fuerzas de seguridad (“El coche bomba de Juárez”, 19/7/2010).
Estados prácticamente tomados por la inseguridad como Chihuahua y Michoacán no han aumentado en nada sus policías estatales y municipales durante los últimos tres años.
En promedio, en estos años de violencia local, estados y municipios han aumentado sólo en 8.93 por ciento (%) las policías estatales y un 8.60 las municipales.
Entidades que parecen haber hecho esfuerzos para responder a su reto, sólo pueden citarse al Distrito Federal que es la entidad con más policías per cápita de la República, ocho o diez veces más que cualquier otra, y los estados de Sonora y Sinaloa, que aumentaron sus fuerzas estatales en 175% y 229%, aunque es verdad que de una base muy pequeña.
Las cifras de erradicación de amapola y mariguana no han crecido, a diferencia del número de usuarios de alguna droga, que creció en casi un millón de personas entre 2002 y 2008.
Han crecido enormemente en cambio los decomisos de armas, vehículos, y la detención de capos y jefes. El seguimiento de las consecuencias estadísticas de cada una de estas acciones hecho por Eduardo Guerrero arroja conclusiones que se antojan pie de cría para redefinir la estrategia de lucha contra el narco.
Las cifras de Guerrero dicen cosas como las siguientes:
Los decomisos de armas y dinero reducen la violencia subsecuente al decomiso.
Los decomisos de cargamentos de drogas aumentan la violencia subsecuente.
La captura o muerte de capos mayores aumenta por largo tiempo la violencia y aún la fractura entre las bandas en busca del subsecuente reparto del poder.
La captura o muerte de jefes de sicarios y de sus comandos, en cambio, disminuye la violencia pues deja a las organizaciones un tiempo sin sus brazos armados.
Una proyección de las cifras de ejecuciones según el ritmo alcanzado a mitad del año pone la cifra en las 11 mil, una cuota de sangre cuyos efectos de crispación y terror en la opinión pública puede llegar a ser intolerable.
Urge uno sólo cambiar la estrategia sino empezar a pensar el problema de otra manera.
acamin@milenio.com
Día con día
Milenio

A una de las cifras más impresionantes me referí en este espacio hace dos semanas: es el mínimo esfuerzo hecho por muchos gobiernos estatales y municipales para mejorar sus fuerzas de seguridad (“El coche bomba de Juárez”, 19/7/2010).
Estados prácticamente tomados por la inseguridad como Chihuahua y Michoacán no han aumentado en nada sus policías estatales y municipales durante los últimos tres años.
En promedio, en estos años de violencia local, estados y municipios han aumentado sólo en 8.93 por ciento (%) las policías estatales y un 8.60 las municipales.
Entidades que parecen haber hecho esfuerzos para responder a su reto, sólo pueden citarse al Distrito Federal que es la entidad con más policías per cápita de la República, ocho o diez veces más que cualquier otra, y los estados de Sonora y Sinaloa, que aumentaron sus fuerzas estatales en 175% y 229%, aunque es verdad que de una base muy pequeña.
Las cifras de erradicación de amapola y mariguana no han crecido, a diferencia del número de usuarios de alguna droga, que creció en casi un millón de personas entre 2002 y 2008.
Han crecido enormemente en cambio los decomisos de armas, vehículos, y la detención de capos y jefes. El seguimiento de las consecuencias estadísticas de cada una de estas acciones hecho por Eduardo Guerrero arroja conclusiones que se antojan pie de cría para redefinir la estrategia de lucha contra el narco.
Las cifras de Guerrero dicen cosas como las siguientes:
Los decomisos de armas y dinero reducen la violencia subsecuente al decomiso.
Los decomisos de cargamentos de drogas aumentan la violencia subsecuente.
La captura o muerte de capos mayores aumenta por largo tiempo la violencia y aún la fractura entre las bandas en busca del subsecuente reparto del poder.
La captura o muerte de jefes de sicarios y de sus comandos, en cambio, disminuye la violencia pues deja a las organizaciones un tiempo sin sus brazos armados.
Una proyección de las cifras de ejecuciones según el ritmo alcanzado a mitad del año pone la cifra en las 11 mil, una cuota de sangre cuyos efectos de crispación y terror en la opinión pública puede llegar a ser intolerable.
Urge uno sólo cambiar la estrategia sino empezar a pensar el problema de otra manera.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)