octubre 01, 2010

'¡Me atropellan!' por Paco Calderón



Lo que vendrá en Venezuela

Andrés Oppenheimer
El Informe Oppenheimer
Reforma

Los líderes de la Oposición venezolana están extáticos por los resultados de las elecciones legislativas del domingo, que le asestaron un duro golpe al Presidente Hugo Chávez. Pero deberían prepararse para el contraataque de Chávez, porque podría venir muy pronto, y ser muy sucio.

A juzgar por lo que me han dicho ex asesores de Chávez y otros analistas bien situados, es probable que el Presidente venezolano haga caso omiso del mandato de las urnas valiéndose de una serie de trampas para consolidar sus poderes antes de las elecciones presidenciales de 2012.

En los números, Chávez ganó las elecciones del domingo obteniendo una mayoría de 98 bancas en la Asamblea Nacional, mientras que la oposición ganó 65 bancas. Pero según datos de la Oposición, los candidatos antichavistas e independientes ganaron 52 por ciento del voto popular pese al uso masivo de recursos estatales por parte de Chávez y el control gubernamental de la mayoría de los medios electrónicos. El resultado le da un enorme empujón político a la Oposición, afirman.

"Esto tiene un impacto gigantesco", me dijo en una entrevista telefónica la dirigente opositora y congresista electa María Corina Machado.

"Lo que estaba en juego el domingo era si la sociedad iba a poder vencer el miedo. Porque era una sociedad aterrorizada, que temía toda clase de castigos si no votaba por Chávez. Pero la gente superó el miedo".

Los líderes de la Oposición subrayan que la mayoría que obtuvo Chávez en la Asamblea Nacional se debe exclusivamente a las reglas electorales tendenciosas escritas para favorecer a los candidatos gubernamentales. Los estados chavistas como Amazonas podían elegir un legislador con apenas 20 mil votantes, mientras estados antichavistas como Zulia requerían 400 mil votantes para lograr un legislador.

No obstante, la Oposición ganó varios bastiones ex chavistas, y ahora puede afirmar que representa a la mayoría de los venezolanos. A nivel nacional, Chávez obtuvo 5.4 millones de votos, muy por debajo de los 7.3 millones que obtuvo en las elecciones presidenciales de 2006, y un 17 por ciento menos de los que obtuvo en un referendo realizado en 2009.

¿Qué pasará ahora? Hay varias formas en que Chávez intentará modificar las reglas de juego -tal como lo ha hecho frecuentemente en el pasado- para mantener sus poderes casi absolutos: · Escenario 1: Chávez usa la Asamblea Nacional saliente, que controlará plenamente hasta que los legisladores electos asuman sus bancas el 5 de enero, para aprobar una "ley habilitante" que le otorgue poderes extraordinarios. Chávez, al igual que algunos Presidentes venezolanos anteriores, se ha beneficiado ya de este cheque temporal en blanco otorgado por el Parlamento.

· Escenario 2: La nueva Asamblea Nacional asume el 5 de enero y Chávez ya no goza de una mayoría de dos tercios en ese cuerpo legislativo para gobernar a su voluntad. Pero mediante la compra de votos o la intimidación, Chávez logra la mayoría necesaria para aprobar una "ley habilitante".

· Escenario 3: Chávez le pide a la Suprema Corte -dominada por incondicionales oficialistas- que anule la necesidad de conseguir una mayoría de dos tercios para aprobar las leyes más importantes. Eso le permitiría a Chávez hacer aprobar por simple mayoría las leyes que le resulten más relevantes.

· Escenario 4: Chávez puede intentar otorgar poderes legislativos a los consejos comunales progubernamentales, despojando de poderes a la Asamblea Nacional.

Ya ha hecho antes algo semejante: cuando el Alcalde opositor de Caracas, Antonio Ledezma, ganó el cargo en 2008, Chávez creó un cargo de superalcalde para quitarle gran parte de sus poderes y de su presupuesto y designó a un leal partidario chavista para ese cargo.

¿Tratará de "vaciar" de poderes a la nueva Asamblea Nacional, como lo hizo con la Alcaldía de Caracas?, le pregunté a Ledezma esta semana. Me dijo que esta vez a Chávez le resultara mucho más difícil hacerlo, porque los venezolanos y el resto del mundo lo verían como un "autogolpe".

"Es una circunstancia diferente: desde el domingo, en Venezuela hay un nuevo mapa político", dijo Ledezma. "Ahora la Oposición ganó la mayoría del voto nacional".

Mi opinión: la Oposición venezolana es más fuerte -y Chávez más débil- que en ningún momento desde principios de su mandato. Pero lo más probable es que Chávez manipule nuevamente la Constitución de Venezuela, que él mismo redactó, para preservar su modelo narcisista-leninista.

El gobernante venezolano ha dicho públicamente desde el primer día que no cree en la democracia representativa, sino en su propia clase de democracia "participativa". No hay motivos para no tomarle la palabra.

Hay pocas dudas de que Chávez usará la Suprema Corte y otras ramas del Gobierno que controla para tratar de "vaciar" los poderes de la Oposición en la nueva Asamblea Nacional. La única duda es si la comunidad internacional hará de vista gorda y le permitirá salirse con la suya.

Venezuela y los plurinominales

Jorge Fernández Menéndez (@jorgeimagen)
Razones
Excélsior

Para tratar de garantizar su triunfo, conservar la mayoría y seguir con sus planes hacia el "socialismo bolivariano", Chávez hizo de todo.

Para mi hija Valeria, que siempre me enorgullece.

Cada día crece más la opinión, por supuesto sustentada en hechos, de que el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela aspira a convertirse en un régimen en los límites del autoritarismo y que, si no ha llegado a convertirse de lleno en una dictadura, es porque la sociedad y ciertas estructuras políticas y mediáticas han logrado ponerle freno, ello aunado a un manejo catastrófico de las finanzas y la economía que han sumido a ese país en una mayor pobreza y desigualdad y una inseguridad inigualable en cualquier otra nación de Sudamérica.

Pues bien, de las elecciones que se realizaron el pasado domingo, para tratar de garantizar su triunfo, conservar la mayoría calificada en el Congreso y seguir con sus planes hacia el "socialismo bolivariano", Chávez hizo de todo. Como se publicó en un medio opositor venezolano, un día después de los comicios, "cambiaron la Ley Electoral para ponerla a su servicio apelando al criterio menos representativo de la equidad de la voluntad popular; reinventaron nuevos circuitos (distritos en México) a la medida de sus cálculos; usaron todo el poder del Estado para presionar a los electores. Llegaron al desenfreno populista más siniestro -desde cédulas para la subsistencia de hoy y hambre para mañana, hasta intentar transar neveras por conciencias-; convirtieron una elección regional en un referendo presidencial; abusaron de los medios radioeléctricos de todos, para sus mezquinos fines; pusieron de rodillas al CNE (equivalente al IFE), que violó flagrantemente sus propios reglamentos y hasta la Constitución para permitir el circo presidencial; sacaron a sus matones, para aterrar a los pacíficos ciudadanos. Todo, lo hicieron todo, para prostituir el acto fundamental de la democracia. Se jugaron los últimos residuos de dignidad cívica que les quedaban. Y perdieron".

¿Por qué perdieron si en los medios Chávez festeja que se quedó con la mayoría del Congreso? Por dos razones, primero porque esa mayoría no le alcanza para seguir gobernando por decreto y cambiando la Constitución a placer. Pero la derrota va más allá. Según Chávez, su Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) consiguió cinco millones 422 mil 40 votos y la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) obtuvo cinco millones 320 mil 175 , o sea, una diferencia de apenas cien mil votos. Sin embargo, el chavismo logró 98 escaños, insuficientes para la mayoría calificada, pero mucho más que los 65 de la oposición. El Partido Patria para Todos obtuvo las dos curules restantes para completar los 165 miembros de la Asamblea Nacional.

¿Qué sucedió? Que el chavismo recurrió a la fórmula que muchos amigos, con las mejores intenciones, están planteando para México, sin comprender que puede ser ése el mecanismo para caer en un gobierno autoritario de cualquier signo: eliminar la representación proporcional. Chávez, traducido al mexicano, lo que hizo fue eliminar a los plurinominales, se quedó sólo con diputados de mayoría y, además, reordenó los distritos electorales para garantizar esa mayoría. Es lo que podría ocurrir en México si se adoptan esas mismas medidas: la representación de los distintos partidos reflejada en su número de votos no sería equivalente a su representación en el Congreso. Partidos como el PRI, simplemente por su distribución nacional, podrían tener mayores beneficios que los otros y desaparecerían partidos que, teniendo una presencia aceptable en distintas regiones, no les alcanzaría para ganar distritos de mayoría. Paulatinamente iríamos hacia un bipartidismo que anularía muchas expresiones políticas y posibilidades de cambio. Como ocurrió en Venezuela, donde la única forma de enfrentar a Chávez fue la alianza en una sola de más de una decena de fuerzas opositoras.

Por supuesto que en México los partidos han cometido innumerables abusos, sin embargo, para frenarlos, se deben buscar otros mecanismos: permitir las candidaturas independientes; aceptar la reelección de legisladores; reducir el financiamiento y auditarlo; disminuir el número de los plurinominales en la Cámara de Diputados, pero mantener un porcentaje (cien sería aceptable) que equilibre los votos con la representación y eliminar sí a los pluris en el Senado, porque allí la representación es por entidad federativa.

Se deben modificar las leyes sobre difusión y publicidad que le impiden a la sociedad tener presencia en los procesos (nuestra ley actual termina siendo similar a la chavista) y distorsiona la competencia.

Y se debe desatar una legislación que le da enormes atribuciones a las dirigencias partidarias y casi ninguna a la sociedad, pero pensar que todo eso pasa por eliminar a los plurinominales es una falsa solución que se convertirá, miremos a Venezuela, en un enorme lastre para el futuro.

Presentación del libro "Palabra de Clouthier"




Imagen: Calypso Media
Producción: Iconograph

¿Ridículo? Espérense

Ciro Gómez Leyva
gomezleyva@milenio.com
La historia en breve
Milenio

Se equivocaron quienes apostaron que la PGR asumiría el ridículo del michoacanazo con la cabeza gacha

No fue así. El propio procurador Arturo Chávez, junto con la subprocuradora de Delincuencia Organizada, Marisela Morales, salieron (1) a dar la cara, (2) a enmendarnos la aritmética y (3) con un cuchillo entre los dientes, a advertir que a este asunto le queda cuerda. Y (4) a señalar frontalmente al juez primero penal de Morelia, Efraín Cázares, no sólo por haber liberado a los funcionarios sospechosos de trabajar con o para los narcos, sino virtualmente a exhibirlo como uno de ellos. Duro.

Por partes. (1) Los jerarcas de la PGR no traen la cola entre las patas. O eso pareció. Para anunciar que cumplirán con la obligación de apelar, de “conocer si nos asiste o no la razón”, llamaron a conferencia de prensa, se fueron a la ofensiva e informaron que, incluso, llevarán el caso del juez Cázares ante el Consejo de la Judicatura federal.

(2) Aprovecharon para aclararnos a quienes manejamos con soltura la cifra de 34 de 35 liberados, que sería mejor decir 31 de 32, ya que el propio ministerio público federal asumió que no había elementos para pedir que encarcelaran a tres de ellos.

(3) El procurador habló de la posibilidad de volver a acusar a 22 de los 32 por delitos relacionados con el mismo tema de crimen organizado.

(4) La subprocuradora marcó al juez Cázares por el enrarecido proceso que se le sigue, y podría dejar pronto en libertad a Luis Servando Gómez Patiño, el hijo de La Tuta, capo de La Familia michoacana.

Y eso por no hablar de lo que expresaron sobre el proceso del diputado Julio César Godoy. Pintada de guerra, la PGR dijo que esto no se acaba hasta que se acaba.