octubre 14, 2010

A los ciudadanos no nos toca defendernos

Román Revueltas Retes
revueltas@mac.com
Interludio
Milenio

Me irrita grandemente ese intento de trasferirnos, a nosotros los ciudadanos, responsabilidades que no nos tocan. Hasta donde yo sé, la seguridad pública, por ejemplo, no es un asunto que esté en nuestras manos. Podemos, como individuos particulares, no robar, no matar, no extorsionar, no secuestrar y no violar. Hasta ahí. Pero no podemos defendernos de las bestias sanguinarias ni de los salvajes armados hasta los dientes porque, con perdón, no tenemos con qué: ni llevamos armas cuando salimos a la calle ni nos está tampoco permitido portarlas, así nada más, a no ser que nos sometamos a algún trámite engorroso, fastidioso, latoso y enojoso de necesidad. Encima, las leyes no te autorizan el uso de una ametralladora ni de pistolas de gran calibre sino de revólveres pequeñitos que no te sirven ni para amedrentar al energúmeno de turno en un incidente de tráfico. Luego entonces, ¿qué coños nos están queriendo decir cuando nos apremian a que estemos “unidos para enfrentar, todos juntos, el problema de la delincuencia”. Pues, supongo que no están hablando de nada concreto –de una estrategia particular o de acciones precisas que podamos emprender— sino que esto es pura demagogia y puro palabreo contaminado, encima, de esa insufrible cursilería que acostumbramos cuando nos invade el sentimentalismo de que somos, digamos, un pueblo solidario, hermanado en su glorioso pasado e imbatible en su capacidad de afrontar todas las adversidades habidas y por haber.

Luego del seísmo de 1985, los coches oficiales llevaban una calcomanía con la leyenda “México sigue en pie”. Nunca estuvo derribado, a mi entender, aunque el terremoto haya significado una horrible tragedia para muchas personas. Y, soltar una baladronada de ese corte, como queriendo exaltar desproporcionadamente las virtudes nacionales y, de paso, cosechar provechos políticos, era una auténtica barrabasada. Pues ahora, igual: ya nos incitan, de nuevo, a la “unión” y nos avisan de que juntos, “podemos”. Ah… ¿No sería mejor que la policía y los jueces hicieran su trabajo y nada más?

IFE 2030

Luis Carlos Ugalde
Ex consejero presidente del IFE
El Universal

La celebración de los primeros 20 años del IFE es una oportunidad para la reflexión. Si la principal contribución del Instituto ha sido organizar elecciones limpias y confiables, ¿cuál debe ser su contribución en los próximos 20 años? ¿Qué queremos que se diga del IFE cuando lo celebremos en 2030?

Me gustaría que se dijera que el IFE sigue organizando elecciones limpias y confiables, pero en un marco de máxima libertad y equidad.

Durante los últimos 20 años, el IFE ha resuelto con profesionalismo el reto técnico de organizar elecciones en todos los rincones del país. Ha resuelto también el reto de dar identificación a todos los mexicanos.

Ahora enfrenta el reto formidable de fortalecer los dos principios centrales que deben guiar a la democracia electoral: libertad y equidad.

Libertad para que los votantes cuenten con información vasta y diversa para elegir; libertad para que los ciudadanos vigilen a los gobernantes; libertad de los candidatos para proclamar sus ideas y para cuestionar a sus adversarios. Libertad para fomentar ciudadanos responsables y participativos.

Junto a la libertad, el IFE debe propiciar mayor equidad. Desde los años 90, las reformas electorales han buscado nivelar las condiciones de la competencia, pero en ocasiones sin ir al fondo del problema. La última reforma electoral, por ejemplo, prohibió la compra de spots en radio y tv en aras de propiciar la equidad, pero no atacó la raíz del problema, que es la falta de competencia en la industria. Por eso el resultado ha sido contraproducente: sólo se ha encarecido el acceso a los medios electrónicos mediante la compra de entrevistas y cobertura informativa.

Además de la inequidad electrónica, se observa un fenómeno creciente de desvío de recursos públicos en algunas elecciones locales. No es competencia del IFE, pero se trata de un fenómeno que puede contaminar las elecciones federales. La discrecionalidad con que se manejan los presupuestos en muchas entidades del país ha permitido que como antaño se usen fondos públicos para ayudar a candidatos y partidos. Atacar ese problema requiere modificar el sistema hacendario y la fiscalización de las finanzas estatales.

Por una regulación que no ataca el fondo de los problemas, estamos caminando hacia el peor de los mundos: una democracia más cara y más inequitativa que restringe, además, la libertad de expresión.

Esta tendencia se puede revertir si se toman las medidas apropiadas. Curiosamente, atacar el problema de la inequidad requiere de medidas fuera del ámbito de lo electoral. Por un lado se requiere modificar la ley de medios y fomentar mayor competencia en la industria de televisión abierta; por otro lado, se requiere someter a los gobiernos locales a una mayor fiscalización y transparencia.

Eso significa que la mejor reforma electoral es la reforma de los medios electrónicos y la reforma de las haciendas locales. O haciendo un juego de palabras: la mejor reforma electoral hoy es la reforma no-electoral.

***

El mejor festejo para el IFE es protegerlo como una institución que debe estar al servicio de los ciudadanos. Protegerlo de la mala regulación que le impone una sobrecarga de tareas administrativas y de litigios interminables.

Protegerlo del intento de algunos partidos que usan la presión y el ataque al Instituto Federal Electoral como táctica de competencia. Protegerlo de la falta de compromiso con la legalidad que con frecuencia muestran muchos actores políticos.

Pero lo más importante, lo más relevante, es proteger al IFE de su propio protagonismo. Porque ese protagonismo y visibilidad sólo refleja la falta de compromiso de los partidos con la legalidad. Un IFE muy activo ha sido necesario para contener los excesos y abusos de muchos actores. Si los partidos respetaran y acataran las leyes que ellos mismos aprueban, el IFE sería más discreto y más eficaz.

Por ello deseo que dentro de 20 años celebremos a un IFE menos visible y protagónico, porque esa discreción será la mejor medida de su éxito.

Palabras durante la ceremonia del XX aniversario del IFE en su calidad de ex consejero presidente, 11 de octubre de 2010.

Vargas Llosa

José Woldenberg
Reforma

Mario Vargas Llosa es un fantástico contador de historias. Y se ha dedicado a ello porque sabe, y así lo ha escrito de manera reiterada, que las historias son el aura que rodea a la convivencia humana, las que crean el clima anímico en el que se desenvuelve la existencia y las relaciones entre las personas. Lo propiamente humano es esa capacidad de recrear, de contar, de trasmitir a través del lenguaje. Por ello su pasión ha sido la de "inventar historias y contarlas a otros con tanta elocuencia como para que éstos las hagan suyas, las incorporen a su memoria -y por lo tanto a sus vidas". Esa vocación, "en apariencia inofensiva, de insubordinarse contra la realidad real", tiene no sólo la capacidad de vislumbrar la vida y circunstancia de otros, sino que además "dispara los deseos de una manera tal que hace crecer la brecha entre lo que somos y lo que nos gustaría ser" y por tanto aceita los resortes de "la inconformidad, la insatisfacción, la rebeldía" (El viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti).

Por eso, no debe extrañar su inmersión literaria en la Amazonia para encontrar a ese "hablador" que en un claro de la selva cuenta a sus compañeros las más expresivas leyendas. Esa voz ofrece algo más a la coexistencia precaria y primitiva: un sentido de pertenencia, un lazo con el pasado, un mundo diferente al material (El hablador). Y puede verse como el primer eslabón civilizatorio que acabará desembocando en el oficio y arte literarios.

Vargas Llosa es el narrador de la tribu a la que guía por diferentes territorios. Lo mismo puede recrear el enfrentamiento entre dos matrices civilizatorias opuestas -con sus respectivas constelaciones de tipos humanos- (La guerra del fin del mundo), que la jocosa experiencia de un funcionario militar cuya encomienda es la de surtir de prostitutas a los soldados (Pantaleón y las visitadoras). De hurgar en el mundo de la izquierda la pasión enajenada en los márgenes de la política, lo que emparenta a sus grupúsculos con la iglesia y el ejército, en tanto comunidades en la fe y estructuras jerárquicas rígidas y verticales (La historia de Mayta), que en los mecanismos del terror durante la dictadura de Trujillo, la resistencia a los mismos y las habilidades camaleónicas del que se convertiría en el (casi) presidente perpetuo, Joaquín Balaguer (La fiesta del chivo).

De su obra literaria, diversa, compleja, pero diáfana y entrañable, bien se podría decir lo que él escribió sobre Los miserables de Víctor Hugo: "debido a su naturaleza torrencial, émula del vértigo de la vida", logrando "no un retrato fidedigno sino una recreación de la vida tan infiel como persuasiva, no una reproducción de lo real sino una transgresión de la realidad que se nos impone como cierta por su poder de convicción, no la vida sino esa ilusión turbadora que es una novela lograda... gracias a la cual la vida verdadera se hace más comprensible y más ambigua, a veces más soportable y a veces más insoportable" (La tentación de lo imposible).

Sus novelas expresan una pulsión, una idea, que intenta y logra acercarse a la complejidad de la vida social: "no todos los valores son necesariamente compatibles". Por el contrario, se expresan invariablemente en tensión y en ocasiones se vuelven contradictorios. Esa idea, esa visión, asentada por sus lecturas de Isaiah Berlin, le permite no sólo apartarse de la literatura panfletaria (aquella que coloca todas las virtudes en un hombre, grupo, movimiento), sino construir universos en los cuales las más virtuosas intenciones se convierten en las más sórdidas realidades. Como en La casa verde, donde los esfuerzos de las monjas por educar a las indígenas son la puerta de entrada a la prostitución.

Como ensayista Vargas Llosa es de una pulcritud poco común. Se puede estar o no de acuerdo con sus elaboraciones pero no se le puede escatimar transparencia y rigor lógico en sus exposiciones. Ajeno a las fórmulas oscuras y a los desarrollos sobrecargados, su prosa es de una nitidez sólo posible por la claridad y orden de sus ideas (Contra viento y marea, Diccionario del amante de América Latina).

Se trata de un liberal capaz de defender con elocuencia y maestría la expansión de las libertades individuales frente a la tradición, la iglesia o los resortes conservadores; no así de comprender las garantías sociales que pueden hacer más digna y armónica la vida, por transportar esos mismos valores a la esfera de la conducción de la economía y los problemas sociales. Ha sido implacable al desmontar los sofismas en los que se apoyan o se han apoyado las dictaduras de izquierda o derecha, sus auténticas bestias negras. Y ha ayudado a revalorar los imprescindibles compromisos con las libertades si es que se aspira a una convivencia medianamente aceptable (Sables y utopías, Desafíos a la libertad).

Su tenacidad y maestría han edificado una de las obras más extraordinarias y seductoras, hasta convertirse en parte de la vida de varias generaciones de lectores.

Chile, mineros... y Napo

Jorge Fernández Menéndez (@jorgeimagen)
Razones
Excélsior

En México no lo hemos comprendido y la política partidaria de cortísimo plazo termina actuando como un freno para todo.

El rescate de los 33 mineros en Chile ha emocionado y asombrado al mundo. Se trata de una verdadera gesta tecnológica, pero también política y social. Chile ha demostrado a todos que pudo realizar una labor de rescate envidiable, con orden y organización, ha utilizado tecnologías propias y ha sabido sumar y buscar apoyo externo. Y luego del catastrófico terremoto de hace unos meses ha logrado, con la operación de rescate, recuperar la confianza de la gente en el futuro del país. Y eso es invaluable.

Chile ha dado ejemplo en muchas oportunidades de lo que se debe hacer para ser una nación más competitiva, eficiente, bien administrada y que logre mejorar la calidad de vida de la gente. Su clase política no se ha apartado, gobierne la coalición de centro izquierda o como hoy una fuerza de centro derecha, de una línea de trabajo basada en poner al país al día en forma constante, para no perder el camino del desarrollo. Pareciera que todos saben con bastante claridad que, para no regresar a los tiempos terribles del pinochetismo, la vía es el crecimiento económico, una estrategia clara de inserción internacional y el alejamiento de las aventuras político partidistas, sobre todo de los populismos de cualquier signo. Y de eso han dado muestras desde Eduardo Frei hasta Ricardo Lagos, lo hizo Michelle Bachelet y ahora Sebastián Piñera, con todas las diferencias políticas e ideológicas que pudieran existir entre ellos. Son enseñanzas que comienzan a tomar otros países (Colombia, Perú, Brasil) al ver el fracaso y la polarización que las vías cortas de los Chávez o los Morales, incluso de los Kichner, generan en la sociedad.

En México no lo hemos comprendido y la política partidaria de cortísimo plazo termina actuando como un freno para todo. Hace 17 años ya que no tenemos un proceso real de reformas, la economía sigue rezagándose, la competitividad también, en unos pocos años pasaremos de ser un exportador de petróleo a importadores ya no sólo de gasolinas sino también de crudo y nadie quiere darse por enterado. Un grupo de diputados quiere vengar las derrotas electorales en algunas entidades reduciendo el IVA; la gran mayoría sabe que requerimos verdaderas reformas fiscales y energéticas de fondo, pero ninguno quiere impulsarlas porque están especulando con sus repercusiones electorales; muchos más quieren frenar la transición de la televisión analógica a la digital porque creen que ese salto tecnológico, imprescindible en muchos sentidos, puede ser utilizado electoralmente (y con esa lógica han logrado durante tres sexenios frenar cualquier tipo de reforma estructural). Tenemos ya varios precandidatos destapados para 2012, pero ninguno nos quiere decir, realmente, qué se proponen hacer en caso de llegar al gobierno, y eso está valiendo tanto para un Peña como para un López Obrador, con todos los matices intermedios, mientras que seguimos discutiendo la viabilidad o no de las alianzas PAN-PRD sin que esos partidos nos digan para qué quieren derrotar al PRI y el tricolor no nos dice cuál es su opción de futuro.

Estamos dejando todo librado a la voluntad, al carisma, a los personalismos. Simplemente no hay proyectos de largo plazo y cuando los hay no se pueden sacar adelante porque siempre se cruzan los calendarios políticos y la mezquindad partidaria aflora. Eso sí, todos hacen llamados a la unidad nacional, a la búsqueda de consensos, pero ninguno se pone a trabajar en forma clara y transparente para buscarlos.

Y en el camino todo se vale: ¿qué mejor demostración de ello que las declaraciones de Napoleón Gómez Urrutia, ostentándose aún como líder de los mineros, tratando de explotar la tragedia de Pasta de Conchos y equiparándola con la de la mina de San José, en Chile, cuando resulta evidente que ambos casos no tienen paralelo, más que la tragedia en sí misma? El desprecio por la justicia y su politización es una norma que abona constantemente a nuestro deterioro: Gómez Urrutia tendría que equiparar su poder y sus recursos con los de cualquier sindicalista chileno, si de lo que se trata es de hacer comparaciones; debería dar la cara y afrontar la justicia en nuestro país, en vez de estar protegido por una empresa canadiense que quiere, a través suyo, ingresar al mercado mexicano. Debería dejar que los miembros de su sindicato, como es el caso de los mineros chilenos, tuvieran libertad de contratarse y de afiliarse; debería rendir cuentas de los recursos del sindicato.

Las comparaciones, decían las abuelas, siempre son odiosas, pero no si las hacemos que sirvan, por lo menos, para mirar al frente y no constantemente para atrás.

Emulemos lo mejor de Chile y de sus mineros. Los líderes de los nuestros son la antítesis de ello.

Isla Navidad

Carlos Mota
motacarlos100@gmail.com
Cubículo Estratégico
Milenio

Ya está listo. Es el siguiente complejo turístico de playa en el océano Pacífico, concretamente en la esquina de Colima con Jalisco, en una pequeña punta que enmarca a la laguna de la Navidad, y que lleva por nombre Isla Navidad. Son más de 489 hectáreas disponibles para la construcción de hoteles, residencias y villas en una costa privilegiada.

Isla Navidad pertenece a la familia Leaño, de Guadalajara, que recientemente puso a concurso a todas las grandes firmas de comercialización inmobiliaria del país, a fin de encontrar la mejor ecuación para vender los lotes fraccionados.

La ganadora fue el Grupo CMI Real Estate, que encabezan Mauricio Pérez Hagg y Enrique Carrillo, quienes se llevaron de calle a sus competidores. Lo hicieron más que por precio, por la capacidad que han desarrollado de dar pasos sólidos y generar confianza en la comercialización de bienes raíces.

Isla Navidad empezará a sonar con fuerza en el escenario turístico e inmobiliario por las bondades que presenta: macrolotes hoteleros y lotes condominiales, un hotel (Grand Bay), un hotel boutique y un campo de golf con 27 hoyos. Asimismo, el lugar cuenta con una marina que se encuentra naturalmente protegida por una esquina protuberante de territorio que da hacia el océano Pacífico, haciendo un espacio idóneo para resguardar barcos.

Este es un claro ejemplo de que el sector turístico sigue presentando oportunidades de oro en muchos destinos. Por ello, no es casualidad que haya aumentado más de 28 por ciento la inversión turística en el primer semestre, según informó la secretaria Gloria Guevara, quien por cierto está haciendo un extraordinario trabajo, definiendo una agenda de mayor alcance y vanguardia.

México sigue siendo el país de amplias capacidades por aprovechar. El mundo ya lo reconoció. Tanto, que en ese hueco se enmarca también que nuestro país ha ganado la Cumbre Mundial de Turismo de Aventura 2011, que tendrá lugar en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, en 2011. En ese marco también ocurrirá la “Cumbre de Turismo” de Blugroup hacia finales de este mes, donde Guevara y otros actores clave del sector deliberarán sobre las estrategias para convertirnos en el destino número uno del mundo.