Juegos de Poder
Excélsior
Una cosa me queda clara: una niña de ocho años no sale a las calles a manifestarse espontáneamente por ningún motivo.

¿Qué sabe esta niña del crimen organizado? ¿Quiénes son sus padres que la envían a la calle a portar esa cartulina? ¿Cómo se atreven? ¿Acaso son empleados de los delincuentes? ¿O les pagaron por salir a las calles a protestar?
Porque una cosa me queda claro: una niña de ocho años no sale a las calles a manifestarse espontáneamente por ningún motivo. Ni porque la regañaron ni porque sus padres se quedaron sin trabajo, mucho menos a favor de un grupo delincuencial.
De acuerdo a la prensa, fueron unas 500 las personas que marcharon en Apatzingán a favor del cartel michoacano. Aparte de la pancarta señalada, había otras que decían: “Viva La Familia Michoacana”, “Nazario vive en nuestros corazones”, “Fuera PFP y Marina. Malditos asesinos”, “Marina nos da pérdida de hijos inocentes” y “Señor Nazario, para los estudiantes sus ideales siguen vivos”. A todas luces, ridículo.
Lo peor es que esta marcha logra su propósito propagandístico: pintar a México como un país violento donde los cárteles tienen un amplio apoyo social. Ahí está la nota de Gustavo Ruiz de la agencia AP firmada en Morelia y titulada Mexicanos marchan en apoyo de narcotraficante. Informa el reportero:
“Una marcha por la paz en el occidente de México el domingo se convirtió en una muestra de apoyo a un narcotraficante muerto, en la que algunos manifestantes llevaban pancartas con elogios a El Más Loco. Cientos de personas salieron a protestar por las calles de Apatzingán, cuna de Nazario Moreno —líder del cártel de La Familia Michoacana y conocido por repartir ejemplares de la Biblia a los pobres—, donde el gobierno afirma que murió en un tiroteo el jueves con la policía federal […] Moreno, considerado el líder ideológico de La Familia, había establecido un código de conducta para sus miembros que les prohíbe el uso de las llamadas drogas duras o el traficarlas dentro del territorio mexicano. Un análisis de la agencia antinarcóticos estadunidense (DEA, por sus siglas en inglés) dice que La Familia reparte ejemplares de la Biblia y dinero entre los pobres, financia escuelas y paga el sueldo de funcionarios locales”.
Esto salió publicado ayer en el periódico de Miami, El Nuevo Herald, y en diversos diarios de todo el mundo que reproducen las notas de AP. Otro reporte en Los Angeles Times de Daniel Hernández afirma: “La protesta que se volvió narco-mitin en Apatzingán demuestra cuán profundamente ha penetrado el culto del tipo La Familia en la sociedad de Michoacán, estado natal del presidente Felipe Calderón”.
Si yo fuera extranjero y leyera estas notas pensaría que los mexicanos se están volviendo locos. ¿Niñas que apoyan a un grupo de criminales? ¿Penetración de un culto de narcos? ¡Por favor! Los reporteros extranjeros, al igual que los mexicanos, deberían investigar un poco más acerca de este “fenómeno”. Sobre las supuestas bases sociales de los narcotraficantes. ¿Quiénes son estas familias que protestan? ¿Qué interés tienen para defender a Nazario y sus secuaces? ¿Son acaso sus empleados o les pagaron por ir a la marcha? ¿Cómo es que se atreven a mandar a sus hijos por delante?
Mientras nos enteramos de la verdad, la imagen de México se deteriora. Resulta que no sólo somos un país violento sino que estamos al borde de un ataque de locura.
Es increíble el daño que puede hacerse a un país entero con un puñado de irresponsables, diez cartulinas, un plumón y una niña bien peinada.