Excélsior
Hasta antes de la tragedia de la madrugada de ayer, en la Estación de Bombeo de Texmelucan se habían detectado más de 80 tomas clandestinas.

Sin embargo, y a reserva de que científicos forenses determinen las causas de la explosión, lo cierto es que ninguna autoridad ha sido capaz de prevenir e impedir el creciente robo de combustible en todas las entidades del país por donde se localiza la red de ductos que transportan distintos combustibles para toda la nación.
Es decir, que si bien la dirección de Petróleos Mexicanos considera el robo de combustible como uno de los problemas de mayor gravedad y complejidad de la paraestatal, lo cierto es que ninguna autoridad ha sido capaz de desarrollar un protocolo efectivo para detener el delito, sancionar a los responsables y para impedir que —como en el caso de la tragedia de San Martín Texmelucan— se ponga en riesgo a los habitantes de las zonas aledañas a la “ordeña” de ductos.
El problema es tal que se tiene documentado que trabajadores de Pemex, en complicidad con bandas del crimen organizado, han desarrollado todo un operativo para saquear los distintos combustibles que se transportan a través de la red de ductos de Pemex de todo el país. Si no es suficiente, vale recordar que las investigaciones que han realizado Pemex y dependencias como la PGR, han documentado, probado y denunciado que refinerías instaladas en Estados Unidos adquieren de manera frecuente combustible robado a Pemex. ¿Y qué ha pasado? Nada.
Más aún, hasta antes de la tragedia de la madrugada de ayer, en la Estación de Bombeo de Texmelucan se habían detectado más de 80 tomas clandestinas en los meses recientes, luego que en 2008 se realizó una obra mayor de mantenimiento, precisamente por los daños provocados por la frecuente ordeña de ductos de Pemex en la zona donde se produjo la tragedia. En todo el país, sólo en 2010 se detectaron 550 tomas clandestinas de combustible. ¿Y qué pasó? Nada.
Es decir, que en el gobierno federal todos saben que en los años recientes se ha organizado toda una industria criminal en torno al robo de combustibles; todos saben que es un negocio que reporta a los criminales por lo menos diez mil millones de pesos anuales —desde 2005 a la fecha—, pero todos le dan la vuelta al problema. ¿Por qué? Porque nadie ha hecho nada para castigar a los responsables.
Hoy, robar una televisión en casa habitación es más grave que robar combustible a los ductos de Pemex. ¿Por qué? Porque en el Senado de la República duerme el sueño de los justos una iniciativa ya aprobada por la Cámara de Diputados, para tipificar como delito grave el robo de combustible de ductos de Pemex. ¿Por qué legisladores federales se niegan a tipificar ese delito como grave, para tratar de detener y acabar con esas mafias? Porque las mafias del robo de combustible tienen un poder infinito. Y, para no variar, la respuesta también la conocen todos.
Es decir, que en no pocos casos los presuntos implicados están en los gobiernos municipales y en los partidos políticos. Y es que la nueva expresión del crimen organizado —el robo de combustible— tampoco es posible sin la complicidad de autoridades municipales y estatales. Acaso por eso vecinos de la zona siniestrada en San Martín Texmelucan señalaron como presunto culpable del robo de combustible al alcalde de ese municipio, Noé Peñalosa.
En San Martín Texmelucan era un secreto a voces que las autoridades municipales conocían la ordeña de ductos, que nada hicieron para impedirlo y que —por si no fuera suficiente—, el alcalde prácticamente se escondió la mañana de la tragedia. Y es que no podía pasar por alto a los ojos de la autoridad municipal el tamaño de un robo como el registrado en la Estación de Bombeo de San Martín. ¿Por qué? Porque era toda una industria, que no era vista sólo por los que cerraron los ojos. Por lo pronto, parece que nadie aprende, sean gobiernos municipales, estatales y el federal. Y es que primero fue San Juan Ixhuatepec, luego el sector Reforma en Guadalajara. Y ahora San Martín Texmelucan. ¿Hasta cuándo?
EN EL CAMINO.
Pronto aparecerá todo lo que hay detrás del secuestro de Diego Fernández de Cevallos. Pero lo primero es lo primero, regresar a su casa.