Nudo Gordiano
Excélsior
Su labor fue elogiada a tal grado que incluso mereció reconocimientos que líderes como Nelson Mandela tuvieron en sus manos.

Era el obispo de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz García, de los pocos, poquísimos, miembros del clero mexicano respetado en muchas trincheras por ese trabajo suyo en pro del acomodo de los derechos humanos para todas las personas, sobre todo los indígenas, y aquellos dentro de lo que fue su diócesis desde 1959, una de las más pobres del país y donde en su mayoría son comunidades indígenas quienes la habitan.
Su trabajo fue tan elogiado que incluso mereció reconocimientos que líderes como Nelson Mandela también tuvieron en sus manos. Fue un clérigo de esos que tanta falta le hacen a la Iglesia, porque no faltó a la línea religiosa. Recuerdo que hasta se tornó en contra de la aprobación de los matrimonios del mismo sexo en el Distrito Federal hace un año, cuando ya su residencia estaba en Chiapas. Mucha fue su influencia, que era referencia para individuos y grupos que no se consideraban fieles, pero sí activistas sociales. Así de importante era su trabajo, que lograba en sus causas el cruce de grupos que ideológicamente se presumen contrarios. Nadie logró mediar tanto en el conflicto zapatista como lo hizo él, en la selva, con el subcomandante Marcos, o en reuniones con la avanzada que envió el gobierno.
Samuel Ruiz es, para la historia contemporánea de nuestro país, nombre obligado, debe serlo, hasta en el caso del grupo para el que sirvió, ejemplo de trabajo cuya finalidad era el encuentro de comunidades visto bajo una misma idea, pero adecuado a sus necesidaes. Era la búsqueda de una igualdad entendida a modo de cada grupo. Samuel Ruiz, de los pocos líderes que le quedaban a un país tan dividido y tan necesitado de esperanza e igualdad.
Addendum: Ayer sabíamos del anuncio hecho por La Familia mediante mantas colocadas en algunas partes del estado de Michoacán, para decir que se disolverá porque, según entendimos, han sido malinterpretados sus fines y se les trata como “criminales”, se les culpa sin justificación, pues. Ante tal incredulidad, desde luego, surgen las dudas sobre si el origen de estos mensajes viene de verdad de ese grupo o es un mero ejercicio irónico. Con mirada sospechosista, creemos más lo segundo.
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