Roberto Zamarripa
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Tolvanera
Reforma
"Cuando los mudos griten, los sordos tendrán miedo", repiten los muchachos españoles en pancartas colocadas en distintos muros en los campamentos masivos instalados en las plazas españolas bajo el cobijo del sorprendente movimiento 15 de Mayo (15M).
Hoy lo político se radicaliza. Y lo radical es la protesta de masas y no la violencia. La protesta de masas, con una guía de demandas, con una sucesión de lemas, contrapone el montaje de lo masivo, o mejor dicho a las escenografías colocadas a los políticos para que hablen a un auditorio integrado por autómatas.
Las revueltas árabes y la irrupción española marcan hoy los reclamos frente a la política y los políticos tradicionales. "Políticos: mucha corbata y muy poca vergüenza", han clamado los muchachos en las plazas. La frase, derivada de una de las canciones emblema del grupo musical valenciano La Gossa Sorda (La Perra Sorda), espeta a los políticos tradicionales que han compartido las historias de corrupción junto con la suerte de las impunidades. Los dos principales partidos, el PP y el PSOE, lucen a sus figuras con cuentas oscuras, desfalcos y enriquecimientos que enervan a la sociedad. El reclamo salpica al gobierno central de los socialistas como a gobiernos autonómicos considerados de izquierda. "Y ¿dónde está la izquierda? ... Al fondo a la derecha", decía una de las pancartas colocadas en la Plaza de Cataluña en la acampada de Barcelona.
El movimiento español combina dos formas aparentemente contradictorias y excluyentes pero extraordinariamente efectivas. El individualismo de la cuenta en internet que prefigura identidades pero no necesariamente compromisos y el asambleísmo como método de decisión que ahoga a los militantes en el anonimato. En la red individualizan y exhiben la protesta, en la plaza la disuelven en la masa.
La conexión es la red. La adhesión es individual y no corporativa. La identidad está marcada en el sitio personal del convocante. La cuenta de Twitter, la página de Facebook, el blog. Qué mayor fidelidad que el estampamiento de la firma con todo y fotografía.
Los manifestantes se dan de alta, primero, en su móvil o computadora y después ratifican su pertenencia en la plaza, pero así como se conectan podrán desenchufarse. Pertenecen a una sociedad de individualidades donde ejercen la afinidad hasta donde la pila les permita.
La siguiente forma, no convencional, es el asambleísmo. El movimiento 15M, iniciado desde hace varios meses y que brotó en las plazas españolas hace una semana, descansa sobre espontáneos y experimentados. Sobre desclasados y preparados. Sobre afiliados y desafiliados pero con el denominador común de su desvinculación de la política institucional.
Igual que en el internet, confluyen en una zona que no tiene centro ni líder prefigurado. El movimiento 15M construyó su entrelazamiento callejero con la creación de comisiones derivadas de intereses específicos de los participantes y de las necesidades propias de un movimiento que confronta al poder y a la propia sociedad. El mitin se hizo movimiento.
Comisiones de justicia -que brindan asesorías jurídicas-, comisiones de salud, de educación, las de comunicación dedicadas a la reproducción masiva de los mensajes, que deliberan en corrillos, en montones; todas las comisiones creadas votan sus conclusiones en pequeñas asambleas que llevan a la Comisión de Comisiones, integrada por representantes de cada uno de los pequeños círculos, misma instancia que ordena las propuestas para someterlas para su aprobación en asambleas magnas.
La asamblea, por tanto, se traduce en el sitio máximo de decisión de quienes recelosos porque los políticos no los representan y no se sienten representados por nadie depositan su anonimato en la magna decisión de la reunión masiva a la vez que juguetean y desafían con su nombre y foto en las redes sociales.
El Manifiesto de ¡Democracia Real Ya!, movimiento germen de 15M propone: "Es necesaria una Revolución Ética. Hemos puesto el dinero por encima del Ser Humano y tenemos que ponerlo a nuestro servicio. Somos personas, no productos del mercado. No soy sólo lo que compro, por qué lo compro y a quién se lo compro".
Es la radicalización de la política. Los muchachos españoles lo explican a su modo: "La pasividad de muchos da el poder a unos pocos", dicen en sus pancartas en el reclamo de las malas gestiones de gobierno y de los abusos de los financieros. "Impuestos de primera. Políticos de tercera.", repiten y ante los recortes presupuestales que maltratan los presupuestos sociales y universitarios disparan: "Políticos, recortad vuestros egos".
Frases que tuitean o que hacen pancartas: "Fallo en el sistema: Reiniciar"; "Pienso, luego estorbo"; "Disculpen las molestias. Esto es una revolución". Y la frase señera: "si no nos dejan soñar, no los dejaremos dormir". El minimalismo de lo virtual encaramado en lo masivo y, qué decir, en lo efectivo. Convocan y movilizan. Desafían. Echaron a andar. Tomemos nota. Más vergüenza, menos corbata.
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