Reforma
Para tratar de comprender cómo se pasa de un gobierno popular, salido del voto de hombres y mujeres adultos y sin los arreglos políticos que llevaron la vida política de los españoles hasta la desaparición de Franco. Desde la desaparición de este hombre y la crisis que surgió hace 10 años aproximadamente, los socialistas gobernaron con una cierta tranquilidad, pero de una manera esperada, la crisis vino a decirnos que no todo podía ser jauja, que vendría el desempleo con una amplitud inusitada. El 20 por ciento de los habitantes de ese país no tienen ocupación alguna y, cosa que de pronto han descubierto, el hombre no puede vivir sin trabajo, sin ocupación, sin empleo, sintiéndose un parásito que vive porque sus padres, la beneficencia del Estado, o llevando la situación al extremo, el marido o la mujer puede mantener el hogar. Es claro que hay que buscar un culpable y el Estado está ahí para cargar con esa culpa porque en él se comprende y se resume la organización de toda la sociedad. Por él, por las decisiones que avala, hay ricos y pobres, hombres de ciencia e ignorantes. Un Estado existe y eso no se puede evitar de ningún modo. Que quienes están al frente del gobierno no sean siempre aceptados por una parte que puede ser decisiva de la población es inevitable, y, si como parece, la democracia puede imponerse como una forma universal de gobierno, los reunidos en la Puerta del Sol madrileña rechazan no sólo al gobierno sino a la clase política, los nuevos gobernantes saldrán de ella misma y caerán en otros pero parecidos errores. El PP puede tener virtudes desconocidas, pero no puede traer la felicidad a los hogares españoles, vendrá una vida conflictiva, cambiará el personal político pero perduran las causas de descontento. Que las tonterías de estos políticos, no cabe duda, que una serie de afición, es algo seguro, y como escribía Machado "otros y otros vendrán, y lo mismo que nosotros, otros se jorobarán", ya es mucho si los substitutos son honestos, porque los cambios de gobierno no garantizan, en esa materia, nada. Pese a las aseveraciones de la prensa española, dado su sistema actual, dado su personal político y dada la consolidación de la democracia en la península ibérica, podemos asegurar que el socialismo regresará, quizás con otro nombre, maquillado y dispuesto a aceptar las nuevas modas políticas. En estos momentos está surgiendo una xenofobia que se creía desterrada. Y en España no tarda en imponerse si el desempleo no desaparece, y no va a desaparecer de la noche a la mañana.
Los cambios logrados después de la muerte de Franco han tardado más de 30 años en imponerse, es decir, han tardado más de 30 años para imponer en España la hora europea. Lo logrado por Francia en 1936 no llegó a su vecino del sur sino una guerra mundial después en la que no participó, para tener una legislación moderna.
Nos encontramos con una situación extraña de la que los españoles hablan poco y decepciona a todos. No se ha producido lo esperado, habrá pues que esperar al próximo año, a una elección general puesto que ésta, municipal, no ha aclarado la situación.
Europa puede aclarar la situación. Aunque suene extraño, es Grecia, en la ruina casi total, quien amenaza a los países ricos en todos los sentidos. Hablar de retirarse. ¿Qué puede hacer un país en sus condiciones? ¿condenar a su pueblo al hambre? Europa no lo puede aceptar, ¿pagar lo que otro país debe? Tampoco lo puede admitir. Ese continente nació demasiado pronto, en su afán de crecimiento y de un complejo frente a Estados Unidos, quien los ayudó desmesuradamente en dos guerras, entre otras cosas, Europa admitió a todos en su seno, convencido de que su crecimiento salvaría todo, incluso a los que aún no eran auténticos países, los que luchaban por superar situaciones recientes adversas e imposibles: Grecia, Portugal, Irlanda, Creta, tan pronto como han topado con los primeros inconvenientes -y España no está lejos de ellos- han caído en los mismos problemas, las diferencias entre ellos son demasiado grandes. Las naciones, pese a cuanto se ha escrito, siguen existiendo y no son iguales. Cuando hay que elegir a un nuevo director del Fondo Monetario, el voto de Honduras no tiene el mismo peso que el de Argentina, por no correr hacia las exageraciones.
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