mayo 23, 2011

Legalicemos las drogas… ¿y luego qué? (1)

Román Revueltas Retes
revueltas@mac.com
Interludio
Milenio

Legalicemos pues las drogas. Pero, con perdón, el problema de la delincuencia no se va a resolver así nada más. Que yo sepa, los tipos que te atracan en las calles, que se meten a tu casa a robar, que te secuestran para saquear tus cuentas en los cajeros automáticos, que te despojan de las ganancias de tu changarro a punta de amenazas y que te asaltan en las carreteras, que yo sepa —repito— esos malhechores no tienen nada que ver con los Zetas o con el Cártel del Golfo. Es cierto que las grandes organizaciones criminales, cercadas como están por las policías —bueno, algunas policías porque otras, las municipales y muchas de las estatales, colaboran más bien con los delincuentes— y el Ejército, comienzan también a secuestrar y a extorsionar a los amedrentados pobladores de este país en vez de seguir nada más con el tráfico de sustancias ilegales. Pero —y esto lo he dicho aquí de manera tan machacona como repetitiva— si les quitamos a los narcos su negocio, entonces lo primero que van a hacer es dedicarse de tiempo completo a lo otro. Y, ahí sí, sálvese quien pueda.

Los ciudadanos necesitamos la protección del Estado. Hasta ahí, ningún problema. Pero el socorro debe limitarse al mero proveimiento de la seguridad física personal. Cuando la intervención sobrepasa estos límites ya no estamos hablando de la procuración de un derecho sino de una intrusión en la soberanía del individuo. Un ejemplo: ¿están prohibidas las tarjetas de crédito? No. Y, sin embargo, su mala utilización puede llevar a la total ruina financiera de una persona de la misma manera como el consumo desmedido de hamburguesas grasosas puede terminar por causarte la muerte. Pero, en uno u otro caso, nos es reconocida la facultad de controlar los impulsos de gastar y comer. Esto no ocurre, curiosamente, en el caso de las drogas (o, mejor dicho, de ciertas drogas porque el alcohol y el tabaco, sustancias de lo más perjudiciales, sí está autorizado). Pues bien, estamos hablando de una postura esencialmente inconsistente. Mañana seguimos…

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