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Interludio
Milenio

Puedes llenar de topes las calles pero lo mejor es que los automovilistas conduzcan prudentemente por su propia cuenta (a propósito de los topes, su existencia significa un auténtico crimen para el medio ambiente: ¿han pensado, nuestras coercitivas autoridades, en la cantidad de combustible quemado que soltamos a la atmósfera cuando arrancamos, una y otra vez, luego de las paradas obligadas? ¿Han pensado, también, en el gasto que significa? Los coches consumen mucho menos gasolina a velocidad moderada y constante; pues, en México, hay que detenerse a lo tonto cada 300 metros); de la misma manera, si el único efecto de una prohibición es el brote de una actividad ilegal, lo mejor es dejar que cada quien decida, en santa paz, si se fuma un porro de vez en cuando o si se pierde para siempre en el mundo de los alucinógenos. Ah, y la gente se mete lo que quiere de todas maneras. ¿La prueba? Hay tráfico, hay cárteles, hay producción… Es decir, ya hay un problema, ¿o no?
Que legalicen, pues. Eso sí, luego tendrán que seguirse ocupando de los delincuentes. Porque, digo, nos queda muy claro que no van a desaparecer de un día para otro, ¿o sí?
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