amsalazar@post.harvard.edu
Analista política
El Universal

El reporte sobre War on Drugs —la guerra contra las drogas— señala lo obvio: que la estrategia global de una “guerra” de los últimos 50 años, haciendo uso de medios represivos contra los productores, traficantes y consumidores ha fracasado en reducir la oferta y demanda de drogas. Y que con base en esta premisa, este documento subraya la importancia de políticas para despenalizar el consumo, enfocar los recursos del Estado y la sociedad en proporcionar ayuda a los adictos, además de exigir un debate más técnico, responsable y global sobre las soluciones al problema de oferta y demanda de drogas. Probablemente uno de los aspectos más controversiales del documento es que la legalización no se traduce en un incremento de adicciones, y proporcionan como ejemplo la experiencia en países como Portugal, Holanda y Australia. Esta afirmación será cuestionada por expertos en adicciones de países latinoamericanos. Pero un aspecto fundamental de permitir el consumo legal de drogas tiene que ver con la existencia de programas y clínicas que proporcionen ayuda puntual a los adictos. Situación que no existe todavía en México, pero sí es un llamado para incrementar recursos para una situación donde se permita el consumo y la cosecha de mariguana en Norteamérica.
Pero también el documento señala una recomendación importante que seguramente a los críticos de la actual “guerra” contra el crimen organizado —y los proponentes de la legalización de las drogas o los que aseguran que la solución es negociar con los narcos— no les parecerá: países, deberán de usar sus “acciones represivas” contra organizaciones criminales que sean violentas y así reducir el daño a la sociedad por parte del mercado ilegal. Se ve que esta recomendación se incluyó a regañadientes, ya que en general la premisa central del documento es que son los “mercados ilegales” lo que impacta a la sociedad, y no el consumo o producción y tráfico. Pero el hecho es que el documento reconoce que el Estado sí puede tener una estrategia haciendo uso de la fuerza.
Hay varias reflexiones importantes que hacer sobre este documento desde la perspectiva de la situación actual en México. Ante la peligrosidad de las organizaciones criminales que, entre otras cosas, se dedican a traficar drogas, el éxito de la guerra no es la reducción del consumo y tráfico de drogas en México, sino reducir la capacidad de las organizaciones que actualmente son una amenaza a la seguridad nacional de México, a problemas de seguridad pública. Y en segundo lugar, México tiene que prepararse ante la eventual y muy real posibilidad de un incremento dramático de adicciones en el país.
Y aunque las recomendaciones del documento son respaldadas por ex presidentes que han sido mandatarios de países que han sufrido el embate de la violencia propiciada por el crimen organizado, también creo que es importante señalar que el tipo de violencia y criminalidad de países como México, Colombia y Brasil difieren enormemente de la problemática de países como Australia, Portugal y EU. Yo les pregunto a los ex presidentes si en verdad piensan que un país como México o Colombia implementarán al pie de la letra las recomendaciones de legalización del consumo de drogas; ¿resolveríamos a corto plazo la violencia e inseguridad de Los Zetas y las FARC? Claro que no. Estas organizaciones no sólo se dedican a traficar drogas; su know how como organización delictiva les ha permitido expandir su capacidad bélica a otras actividades como el secuestro, la extorsión y la trata de personas.
De hecho podríamos argumentar que el momento en que el negocio del tráfico deje de ser redituable, estas organizaciones incrementarían sus actividades delictivas en contra de la población. De hecho, un kilo de mariguana sólo se vende una vez; a una mujer la pueden prostituir hasta 20 veces en un día.
Lo que no quisieron decir los presidentes en su documento es que la falta de instituciones eficaces con credibilidad, además de la corrupción gubernamental, han permitido que organizaciones delincuencias literalmente secuestren regiones completas del país.
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