Nudo Gordiano
Excélsior
La detención de Hank es, para muchos, un golpe necesario tras los anteriores episodios en los que ha salido triunfante.

Y de inmediato las curiosidades (si así se les puede llamar) políticas, empresariales, sociales y, sí, su archivo presuntamente (nomás porque las libró todas) delincuencial. Y es que, para empezar, Jorge Hank Rhon es hijo ni más ni menos que de Carlos Hank González, fundador del, ¿glorioso?, Grupo Atlacomulco, donde se han decidido y armado tantas estrategias políticas en el Estado de México, siempre botín previo a la elección presidencial y, en esta época, vaya que funciona como entretenimiento electoral.
La detención de Hank es, para muchos, un golpe necesario tras los anteriores episodios en que ha estado bajo investigación y de los que ha salido triunfante o, al menos, de los que ha logrado escabullirse, hasta cuando fue detenido en San Diego, por llevar, en la cajuela de su auto, nada más que un tigre blanco bebé, que sería llevado a su zoológico personal, así de “extravagante” (dicho de ese modo para ser respetuoso con sus gustos); todas, investigaciones principalmente por delitos asociados a la corrupción y al tráfico de influencia. Un buen inicio para ir limpiando todos los niveles de poder, dicen. Además, hablamos del ex alcalde de una ciudad que, por mucho, ha sido escenario de múltiples enfrentamientos entre autoridades y grupos criminales. De ahí la duda, totalmente genuina, de saber qué carajos hacían esas armas, nada sencillas, en casa de Hank. Aunque haya salido su esposa a dar conferencia de prensa para hacernos constar de la indignación y el asombro de él y toda su familia. Y, dicen, que esa podría ser la menor de las acusaciones.
Del otro lado está el ajedrez político. El gobierno federal ya dijo, por conducto de la procuradora, Marisela Morales, que no hay un plan de contraataque hacia el PRI, para detener a cuanto ex gobernador priista con espadas de sospechas pendiendo sobre su cabeza. Lo cierto es que no huele a otra cosa, sino a eso, pensando en el sospechosismo en su más pura expresión.
Y es que los priistas no meten las manos al fuego por él; hasta Enrique Peña Nieto pidió que las acciones jurídicas contra Hank Rhon lleguen a sus últimas consecuencias, eso sí, apegadas a derecho, todo con tal de salir lo menos raspados en el escándalo. Por ahí están también los panistas y los perredistas, que salieron a gritar, en medio de sus actividades proselitistas en territorio mexiquense, que el caso del hijo de Hank González no es más que una prueba de la corrupción que impera en los gobiernos priistas, en home run, o querrán decir “home Rhon”, que esperan sea necesario para bajar del juego a su máximo contrincante en la elección mexiquense y, claro, para la del próximo año. O, de perdida, debilitarlo…
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