Reforma
El 3 julio los perredistas clamarán fraude, iniciarán movilizaciones y, de ese modo, matarán dos pájaros de un tiro: calentarán el ambiente hacia el 2012 y concentrarán sus ataques en Peña Nieto

Porque, como dicen los abogados, el diablo está en los detalles. Y en este caso el detalle está en el método de selección. Ebrard y Nueva Izquierda proponen dos debates y una encuesta para seleccionar al precandidato mejor posicionado. AMLO responde que sí, pero no dice cuándo.
Y mientras tanto, a la transformación de Convergencia en Movimiento Ciudadano se añade la propuesta de Dante Delgado, líder moral de Convergencia, de que la elección del candidato del "polo progresista" sea efecto de una negociación directa entre Ebrard y López Obrador.
Pero bajo ese esquema, perogrullo dixit, el jefe de Gobierno de la Ciudad de Mé- xico está derrotado de antemano. López Obrador tiene de su lado a la mitad del PRD, a Convergencia y el PT, amén de que aventaja a Ebrard 4 a 1 entre militantes y simpatizantes del PRD.
Ebrard sólo tiene oportunidad de ganar la candidatura en una consulta abierta a la ciudadanía. Pero "el rayito de esperanza" no tiene ningún motivo para adoptar ese procedimiento. Por eso lo acepta de dientes para afuera, pero al mismo tiempo lo torpedea con sus alfiles en el PRD, PT y Convergencia.
La inminente victoria del PRI en el Estado de México, contra lo que muchos suponen, no constituirá una derrota para López Obrador, sino todo lo contrario. Golpe dado -dice el dicho- ni Dios lo quita. Y en este caso el golpe lo recibieron, en este orden, Marcelo Ebrard, Nueva Izquierda ("Los Chuchos"), el PAN y el presidente de la República.
La segunda etapa de esa estrategia está cantada y deletreada: Alejandro Encinas y López Obrador jamás reconocerán la derrota.
Encinas lo puso en claro en un artículo publicado en El Universal el martes pasado: "A la inequidad que ha caracterizado el dispendio de recursos, la injerencia gubernamental...y la complacencia de la autoridad electoral, se multiplican las prácticas de coacción del voto, la destrucción de propaganda...".
López Obrador, por su parte y en la misma lógica, sentenció: "Sí, las encuestas son una patraña, las encuestas no son más que, hablando bien, propaganda. Propaganda vil, eso es lo que han venido haciendo, la realidad es otra y se expresará el día de la elección".
El corolario de esas afirmaciones es muy simple: sólo la victoria de Encinas validaría los comicios, su derrota confirmará un gran fraude.
Por eso el 3 julio los perredistas clamarán fraude, iniciarán movilizaciones, acciones de resistencia y, de ese modo, matarán dos pájaros de un tiro: calentarán el ambiente hacia el 2012 y concentrarán sus ataques en Peña Nieto, a quien responsabilizan, ya, del fraude.
La radicalización y polarización beneficiarán a López Obrador. Primero, porque no aparecerá como el responsable de la derrota por haber reventado la alianza con Acción Nacional. Segundo, porque en esa cruzada contra el "fraude electoral", los perredistas de todos los colores se cohesionarán en torno suyo.
De hecho, esto ya empezó a ocurrir. Allí están las declaraciones de Luis Sánchez, líder del PRD en el Estado de México y promotor de la alianza con el PAN: "Como están las condiciones en este momento, la verdad es que nadie las puede aceptar".
A lo que se sumó la denuncia de Jesús Zambrano, presidente nacional del PRD e integrante de Nueva Izquierda: se prefigura un fraude electoral con la complicidad del Instituto Electoral del Estado de México.
Por otra parte, la descalificación de las encuestas que hizo López prefigura dos escenarios. El primero se refiere al método para seleccionar al candidato. Porque si las encuestas -así, en general- son una patraña, resulta un contrasentido utilizarlas para la elección del abanderado del PRD a la Presidencia de la República.
Segundo, anticipa el sentido de la campaña en 2012. Para comprenderlo basta recordar lo que ocurrió en la pasada elección presidencial. López utilizó y se refirió, a principios de 2006, a todas las encuestas que apuntaban la enorme ventaja que lo separaba de sus contendientes.
Pero cuando las tendencias se invirtieron y los diferentes sondeos de opinión -hacia marzo, abril- registraron un empate, AMLO los descalificó y empezó a repetir que tenía su propia encuesta que le otorgaba una ventaja de 10 puntos. Con ese estribillo llegó al 2 de julio. No hubo poder humano que le obligara a mostrar de dónde salían esas cifras.
Esa mentira se convirtió en el preámbulo de la denuncia del gran fraude electoral que le habría arrebatado la victoria. Hace unos meses repitió la afirmación: gané con una diferencia de 10 puntos y en 2012 me impondré con una ventaja de 20 puntos.
A confesión de parte, relevo de pruebas -reza el proverbio. Vale y vale particularmente para López. A la luz de la experiencia, de lo que está tramando en el Estado de México y de lo que se advierte en sus palabras, sólo un ingenuo podría suponer que "el rayito de esperanza" ha cambiado.
La verdad es exactamente la contraria. López ha vuelto por sus fueros y va por todo. No se ha corrido hacia el centro: sus enemigos siguen siendo los integrantes de la mafia y su descalificación de las instituciones persiste. ¡Al diablo las instituciones! ¡Viva el movimiento de regeneración nacional! ¡Muerte a la mafia!
Esperar que en 2012 los actos de imparcialidad del IFE o los números de las encuestas tengan un efecto sobre su persona no es ingenuo, es estúpido.
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