junio 29, 2011

Puras promesas

Sergio Sarmiento
Jaque Mate
Reforma

"Por cada promesa hay un precio que pagar". Jim Rohn

Es una feria de promesas. Nadie toma nota del costo al erario. El propósito de la campaña no es ofrecer un buen programa de gobierno sino simplemente comprar votos. En esto las cosas no han cambiado en milenios. Las campañas de Julio César y otros políticos a cargos públicos de la Roma antigua eran muy similares a lo que hoy vemos en el Estado de México.

Los candidatos prometen eliminar la tenencia vehicular, subsidiar el transporte público, dar becas a los jóvenes, otorgar apoyos a personas de la tercera edad y madres solteras. ¿Cuánto cuestan estas promesas? Nadie se molesta en contabilizarlo. Las elecciones se ganan haciendo promesas, ofreciendo regalos a los electores. Nadie quiere saber las consecuencias de aplicar estas promesas.

Si un país pudiera prosperar a base de subsidios y regalos electorales, México sería desde hace mucho tiempo la nación más rica del mundo. Pero no es así. Países como Grecia, en que los gobiernos han acostumbrado a los ciudadanos a recibir regalos, hoy se dan cuenta de que su aparente prosperidad se desmorona. Los países que están creciendo, como China y Corea del sur, son los que generan una mayor cultura de inversión y de trabajo.

La campaña política del Estado de México nos demuestra uno de los peores aspectos de la democracia. Las características que hacen de una persona un buen candidato no son las mismas que la convierten en un buen gobernante. Los grupos políticos que controlan el voto de mucha gente exigen tratos especiales a cambio de sufragios. No hay incentivos para que en campaña se ofrezcan programas que realmente lleven a la construcción de una economía más próspera. Los votantes no quieren escuchar que la riqueza se obtiene con trabajo, sacrificios y ahorro. En cambio aplauden las ofertas de subsidios, becas, apoyos sociales, tratos especiales, bicicletas, lavadoras o costales de cemento.

Nadie revisa las implicaciones de las promesas. Eliminar la tenencia para automóviles significa, por ejemplo, que quienes no tienen dinero para adquirir un vehículo privado deberán financiar los servicios, como calles, semáforos y demás, que requieren quienes sí alcanzan a comprar un auto privado. La política es quitar dinero a los pobres para ayudar a los ricos o a las clases medias.

Subsidiar el transporte público, otorgar becas y dar ayudas a distintos grupos son prácticas con costos sociales. Incentivan a la gente a buscar empleos en lugares lejanos, favorecen a las familias más ricas que mandan a sus hijos a prepas o universidades, promueven la dependencia de dádivas del gobierno y no del trabajo.

Nadie entre los candidatos habla de los problemas de fondo, como las inundaciones anuales que afectan a los municipios mexiquenses. Ninguno piensa acerca de las medidas que habría que tomar para generar mayor inversión y actividad productiva. Es más fácil prometer regalos que trabajo.

Son muchas las razones por las que México es un país pobre a pesar de todas sus ventajas naturales. Un siglo de gobiernos han justificado su existencia en nuestro país por supuestamente estar haciendo esfuerzos para combatir la pobreza. Pero la pobreza se ha mantenido precisamente porque los políticos prefieren repartir regalos o promover los intereses de grupos cercanos a ellos que crear las condiciones para crecer y prosperar.

Por lo pronto es significativo que las campañas electorales se convierten en simples competencias de promesas de regalos y no en escenarios para comparar estrategias para construir prosperidad.

ANTORCHA CAMPESINA

El lunes levantó Antorcha Campesina su plantón de 47 días en la calle de Bucareli de la Ciudad de México. El gobierno federal aceptó dar 8 millones de pesos para programas sociales que benefician a los miembros de esta organización. Antorcha Campesina también ha obtenido dinero del gobierno de Oaxaca y seguramente de muchos otros. Los movimientos sociales y plantones son un gran negocio.

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